jueves, julio 20, 2006

Antuca

[Revista Acción, Junio]

Se diría que el corazón radiante de la primera (y tardía) novela de Raúl Castro (1936) es un nombre de mujer, Antuca, pero como un agujero donde se pierden fantasmas y ensoñaciones de toda una generación. El universo político y cultural de los años 60 en Buenos Aires, evocado por un grupo de amigos reunidos en una playa fría y ventosa, otorga al realismo del relato cierto aire melancólico y de lejanía que solo la imagen de Antuca (una modelo negra de cuerpo de serpiente) rompe como un objeto de deseo inalcanzable. Mientras los protagonistas danzan con torpeza o elegancia a través de botellas de vino y ginebra, libros, cigarrillos, amores cálidos o suavemente gélidos, cinismos o desesperaciones, el nombre de Antuca asciende por momentos a la categoría de símbolo irresoluble, de emblema de algo que todavía no es o no puede ser. Esa tensión se expresa en la escritura crispada de Castro y en la textura de las historias que se entrecruzan a varias voces, bajo el signo del sarcasmo o la tristeza, contra el fondo desértico de un paisaje de mar y pampa. Un laberinto cuya máxima osadía consiste quizá en abandonar a la deriva todo consuelo.

_Antuca

1 comentario:

Anónimo dijo...

Keep up the good work. thnx!
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