martes, abril 29, 2008

Berazachussetts

[por Nicolás Pose, vía No Retornable]

Berazachussetts, ganadora del premio Indio Rico, con un jurado compuesto por César Aira, Daniel Link y Alan Pauls, es una novela original no por la historia en sí, sino por el tratamiento ficcional que el autor logra con la realidad. Ávalos Blacha distorsiona el universo real del conurbano para entregarnos una novela con matices cómicos y crítica social al mismo tiempo. Sin embargo, no falta lo bizarro y lo grotesco gracias a los personajes que aparecen en el relato, como Trash, la zombie obesa, o Periquita, la ídola de Berazachussetts, una paralítica que tiene un monumento en la plaza principal de esta localidad tan particular.

El relato comienza con un grupo de amigas solteras que viven juntas: Dora, Milka, Susana y Beatriz. Pero todo cambia cuando ellas conocen a Trash, una zombie que come carne humana. Desde la aparición de Trash la novela se mantiene en un movimiento constante, contando a la vez historias independientes y disparatadas a medida que sigue a sus protagonistas, como Trash, Dora, Francisco Saavedra-el ex intendente de Berazachussetts-, Milka y Periquita. Por esa característica, es una novela coral donde no existe un protagonista único, y lo que interesa es lo que está ocurriendo en el universo de Berazachussetts.

Los personajes son todos grotescos, porque siempre quieren ser lo que no son: así Dora, una mujer vulgar-por no decir “cabeza”-termina saliendo con Francisco y se cree fina, para luego redecorar su mansión elegante y transformarla de acuerdo a su gusto “grasa”. Posteriormente, ella armará una banda de cumbia. Así Arévalo, el hijo de Francisco, que critica a su padre por salir con una “negra”, termina haciéndole el amor a Periquita, la paralítica, en una escena del todo grotesca. Pero no sólo los personajes no son lo que quieren ser, porque en Berazachussetts existen recámaras frigoríficas que albergan pingüinos para que la ciudad luzca más “invernal”. Por otro lado, los nombres de lugares que aparecen en el relato delatan una geografía conocida por todos nosotros, como el Rin del Plata, Ezpeletámesis, Lomas de Zamibia, Cambollaneda, etc.

En sintonía con el tono bizarro de la novela -por sus personajes-, se suceden muertes que son contadas con una naturalidad que marca el tono desenfadado del narrador, al mismo tiempo que lo bizarro y lo grotesco nunca dejan de marcar a los episodios trágicos. El tono de lo que se narra nunca es realista, y tal vez esta sea una de las características de muchos de los relatos que nos brindan hoy en día los nuevos escritores argentinos, más cercanos a urdir la ficción de lo real con libertad y desenfado que con un tratamiento rigurosamente realista. Así el jurado que premió a la novela dice que el relato “conecta con las más desenfadadas tendencias de la literatura actual, reclama una reflexión sobre las complejas y muchas veces absurdas relaciones entre realidad y mundo social. (…) Tritura las convenciones del género, y hace coincidir los motivos más emblemáticos de la cultura chatarra de nuestros días con la geografía del conurbano bonaerense (…)”.

El final del relato, lejos de mantener la tónica de otras novelas, tiene ecos de lo que sucedió en aquel fatídico 2001. La ciudad asiste a su fin gracias a una invasión de zombies, hecho que le imprime un final apocalíptico al relato, al mismo tiempo que refuerza el constante tono bizarro de la novela como modo de ver, analizar y criticar la realidad argentina, plasmada a lo largo de todo el universo que configura Berazachussetts.

miércoles, abril 23, 2008

martes, abril 22, 2008

Palmarés Bafichi 2008

El premio de “Mejor película” fue para “Unidad 25”, de Alejo Hoijman, una co-producción argentino-española-francesa sobre un pabellón carcelario únicamente habitado por creyentes evangélicos, en la cárcel de Olmos. El jurado expresó que la eligió “por su buen desarrollo de una narrativa clásica sobre la condición social”.
La distinción como “Mejor director” le correspondió a Gonzalo Castro por “Resfriada”, que según el dictamen del jurado plasma allí “una sutil y sofisticada manera de traducir ideas cinematográficas en una primera película”.
Además hubo “Mención especial” para “süden”, de Gastón Solnicki, “por su afectivo y modesto retrato sobre el proceso y la creencia artística”; y Premio Especial del Jurado Kodak - Cinecolor Argentina para “Historias Extraordinarias”, de Mariano Llinás, “por lograr un tributo audaz al poder redentor de contar relatos”.

jueves, abril 17, 2008

Retrato de una ciudad extraña

[Reseña de Berazachussetts, por Guido Carelli Lynch, vía Eñe]

Así como García Márquez deformó la realidad de la caribeña Aracataca para esconderla y alumbrarla por la eternidad detrás del más increíble Macondo, Leandro Ávalos Blacha distorsiona en Berazachussetts la sordidez y la malaria del postergado conurbano bonaerense a través de un tono hilarante y cáustico.
A través de la historia de cuatro amigas y docentes retiradas, una zombie punk y la fauna de esta ciudad a la vez posible y fantástica, este joven narrador (28 años), discípulo de Alberto Laiseca, no abandona el ritmo ascendente de sus provocaciones, que sirven para rememorar la eclosión social de diciembre de 2001. Ávalos Blacha pone en juego y con éxito la coherencia íntegra del texto al retratar de manera independiente las historias siempre entrlazadas de los habitantes de Berazachussetts. Los pormenores del caudillo Saavedra acosado por el fantasma de su ex mujer y por los modales de su nueva amante, las estrategias manipuladoras de la lisiada heroína de la ciudad, Periquita, y el misticismo apocalíptico de Noé González son los engranajes de este genuino y deformado retrato de las complejas relaciones sociales que ofrece la frontera del sistema con el universo de los excluidos.
Sin embargo, los guiños autorreferenciales acaban, en ciertos momentos, por minar la efectividad del humor que se impone con semejantes personajes. La meca del cine de Pehuajollywood, la despreciable moneda –los patachussetts– y hasta Lía Crucet y Sandra Smith a la cabeza de un nuevo grupo de cumbia, son recursos más efectistas que efectivos.
La estructura de esta novela breve facilita una lectura ávida y particularmente lúdica. Esa conquista del flamante ganador del premio Indio Rico, del que fueron jurados Alan Pauls, Daniel Link y César Aira, no oscura la áspera y trillada verdad de una realidad cercana e inverosímil que supera a fin de cuentas la más imaginativa de las ficciones.

lunes, abril 14, 2008

Artificios de superficie

[Reseña de Berazachussetts, por Jorge Consiglio, vía ADN]

Ya en la primera escena de Berazachussetts , novela con la que Leandro Ávalos Blacha ganó el Premio Indio Rico 2007 cuyo jurado estuvo integrado por César Aira, Daniel Link y Alan Pauls, se evidencia la clave que será el punto de apoyo del resto del texto. Hay cuatro amigas que caminan por un bosque con la idea de tomar unos mates y que descubren a una gorda punk semidesnuda, inconsciente, apoyada contra un tronco. Formulan hipótesis sobre cómo pudo haber llegado a ese lugar. Una de las amigas le saca fotos. Finalmente deciden llevarla al departamento que comparten. Más que la voz del narrador son los hechos mismos los que sostienen la figura que impondrá el rumbo de lectura: el sarcasmo. Un sarcasmo que, para encontrar sus raíces, abrevará en un grotesco que se asienta en la inmediatez y en lo "bizarro", rasgo que será explorado con esmero en la trama.

Luego del hallazgo de Trash, la gorda punk, el foco de la acción se abre en cuatro líneas y se corresponde con el destino de cada una de las amigas. Estos diferentes rumbos se suceden como fragmentos que establecen un ritmo sincopado pero, como el hilvanado de la historia no reporta complejidad alguna, el resultado es una sustancia narrativa abierta, de lectura fluida y ligera. Este recurso favorece la tensión de la intriga. Aunque velado, el escenario de la novela es reconocible, sobre todo por los nombres distorsionados de las localidades en las que transcurren los hechos: Berazachussetts, las playas de Burzacapulco, Tolosaka, las aguas del Ezpeletámesis, Lomas de Zamibia, Longchamps ...lysée. La acción parece tener lugar en el sur del conurbano bonaerense; lo notable es que el germen de esta incerteza se vincula con el modo en que el relato desdibuja o retuerce toda referencia precisa para alejarla de su eventual modelo. El universo ficcional, entonces, adquiere una cotidianidad extrañada. Todos los personajes de la novela de Ávalos Blacha son planos y no logran escapar de la rigidez impuesta por una férrea tipología. La gorda punk, de la que en seguida nos enteramos de que se trata de una zombie antropófaga, funciona como disparadora de los destinos de los otros personajes. La elección de esta clase de personajes, cuya entidad remite al maniqueísmo propio de las historietas, no es casual ni arbitraria sino que aporta un ingrediente más a la estética que sostiene el texto y que se completa con dos aspectos: la relación del poder con el abuso y la crueldad, y la miseria como espectáculo.

Berazachussetts es, en suma, un ejercicio narrativo con más herencia cinematográfica que literaria. Un ejercicio que, más allá de los giros de su artificio, no logra encontrar el resorte indispensable para alejarse de la más absoluta superficie.

viernes, abril 11, 2008

Tres primeras novelas

[por Damián Tabarovsky para Perfil]

En los suplementos culturales es muy común encontrar la frase “la última novela de…”. Puestos a ser escrupulosos, habría que decir “la novela más reciente”: es prematuro como para saber si realmente será la última. Pero ese equívoco semanal tiene también consecuencias interesantes. Nada me es más afín que la idea de pensar que una novela (escrita por mí o por otro) puede llegar a ser la última. No por un sentimiento de muerte cercana (que además no resolvería el problema: de los escritores muertos casi siempre se termina publicando algún texto póstumo) sino por experimentar la sensación de que la literatura es una actividad de paso, siempre a punto de ser abandonada, de ser reemplazada por algún otro pasatiempo. Me gusta pensar que una novela puede ser la definitiva, la terminal, la última. Lo que equivale a decir la primera. Toda primera novela vale como última y viceversa; en ese par simétrico reside buena parte del encanto de la literatura: su carácter juvenil, inacabado, informe. Apuesto siempre por el principio y por el final del camino, hasta llegar al punto en que ya no hay camino. Como decía José Bergamín, el camino se hace huyendo del camino.
Ultimamente leí tres primeras novelas recientes. Extraordinarias las tres, como corresponde. La primera es Opendoor, de Iosi Havilio, publicada por la editorial Entropía. Ambientada en el borde, en una especie de tierra de nadie, en el instante en que la ciudad deja de ser cuidad pero que el campo no es todavía campo, un poco como esa idea de Gramsci sobre lo viejo que no terminó de morir y lo nuevo que no terminó de nacer, la prosa de Havilio expresa esa ambivalencia: la errancia de los personajes no da cuenta de ningún malestar metafísico, sino que esos desplazamientos funcionan como encarnaduras, como marcas en un texto que hace de la atmósfera abstracta su sentido principal. Es magistral cómo Havilio conduce los tiempos y los tonos de una operación tan compleja. Excepto en el último capítulo, donde el autor decide cambiar: un desenlace entre kitsch y alegórico, que rompe innecesariamente con la tensión perturbadora de las 185 páginas precedentes. Pero más allá de ese detalle, es muy difícil no leer Opendoor como una de las mejores novelas de nuestro tiempo.
A diferencia de Entropía, no es habitual que las editoriales grandes publiquen primeras novelas. Mondadori acaba de hacer una excepción con El tridente, de Diego Sasturain, y se entienden las razones: es una gran novela. Partiendo de un primer capítulo introspectivo hasta desembocar en una trama de peripecias levemente absurdas, la narración pone en cuestión la distancia entre el adentro y el afuera de la conciencia, entre la percepción y la acción, entre lo real y su representación. De manera velada, El tridente puede leerse como una ironía sobre el auge de las ciencias cognitivas y la filosofía de la mente, y de manera más explícita, como una novela auténticamente filosófica. Porque lo que vuelve filosófica a El tridente es el uso radical de la sintaxis, de la vacilación de la sintaxis: el idioma como una interrogación a tientas sobre las posibilidades de aprehender lo real.
Finalmente, El carácter Sea Monkey, de Daniel Riera, editada por Eloísa Cartonera. Un asalto a mano armada dispara una narración donde el miedo está siempre presente y donde la prosa se juega en un talentoso ejercicio a alta velocidad. En un momento el texto dice: “Medio de casualidad, descubrí hoy…”. Poco importa lo que haya descubierto. La clave está en “medio de casualidad”. El carácter Sea Monkey explora a fondo las potencialidades del azar, la asociación libre y la digresión, pero sin perder nunca el control del texto. La digresión sólo es interesante –como en este caso– cuando es un plan pensado, una decisión intelectual, una estrategia calculada, y no un laissez-faire que no apunta a nada.
Terminados estos tres libros, me dispongo a leer a otro escritor nuevo: Onetti.

jueves, abril 10, 2008

Terranova dixit

“Entropía tiene tendencia a publicar una literatura aburrida y ligeramente onanista.”
(Habría dicho el compilador de Buenos Aires/ Escala 1:1, aquí.)

martes, abril 08, 2008

Berazachussetts en Inrockuptibles

[por Mauro Libertella]

Hay una tentación a la hora de escribir acerca de Berazachussetts, de Leandro Ávalos Blacha, que consiste en mencionar el estupor que causa la proliferación de historias y lo abigarrado de las anécdotas que brotan de los pliegues de esta pequeña y extraña nouvelle. Y sin embargo, sería francamente reduccionista sentenciar aquello de que Berazachussetts es una novela cuyo nervio es la pura narración-quizás la palabra adecuada sea “inventiva”. Pero lo cierto es que la ganadora del premio Indio Rico es una especie de punto de confluencia en donde las más vertiginosas peripecias se imantan en amplios registros narrativos mediante los cuales se proyectan hacia la literatura. Si quisiéramos resumir la trama -un intento imposible-, nos veríamos obligados a erigir un listado de personajes, cuyos movimientos y combinaciones sólo la lectura del libro podría elucidar.

Sucede que en Berazachussetts el armado del personaje es sumamente preciso. No es fácil hacer convivir a un grupo de profesoras jubiladas, a una zombi punk caníbal, a un político corrupto y altamente perverso, a un grupo de chicos ricos con una curiosa idea de la diversión y algunos personajes más de ese nivel de excentricidad sin cruzar la línea en donde el verosímil se cae a pedazos. Y Berazachussetts lo logra con precisión quirúrgica.

Una de las claves a la hora de salvar el verosímil es, sin dudas, la decisión de situar la ficción en el pueblo suburbano de Berazachussetts, donde todo parecería ser posible o, mejor, donde todo es potencialmente literario. O el uso de la lengua: la escritura de Ávalos Blacha es un arco tensado en cuyos destellos convive el habla de la clase media y la juventud punk, la charla de café y la narración más elegante y clásica.