martes, junio 30, 2009

La balada del explorador megalómano

Juan Terranova se interna en Conquista de lo inútil (Diario de filmación de Fizcarraldo) y nos regala estas notas en Hipercrítico:

A mediados de los 90, como parte de una educación sentimental que se pretendía cosmopolita y universal, formé parte de un grupo irregular de estudiantes que iba todos los fines de semana a la Sala Lugones del Teatro San Martín. A los dos años de empezar con la rutina ya habíamos descubierto qué películas pertenecían a la cinemateca y cuáles eran prestadas por otras instituciones. Las que pertenecían a la sala se reprogramaba una y otra vez, metiéndolas a veces con astucia, a veces con fórceps, en ciclos temáticos. Muchas de ellas eran simplemente excelentes. De ese repertorio de fijas había una que se llamaba Enemigo íntimo y contaba la historia de dos artistas histéricos y extremadamente talentosos que se odiaban pero se amaban y que trabajando juntos eran insuperables. Uno de los artistas era el taciturno cineasta Werner Herzog. El otro, un Klaus Kinski imparable, demoledor, el mejor actor alemán de todos los tiempos.

Neurosis

Enemigo íntimo cuenta la relación de Herzog con Kinski desde el punto de vista de Herzog, pero también es la mitificación de ambos. Hay una escena central. Después de mostrar hasta qué punto la neurosis y la frivolidad de Kinski se enciende cuando hay una cámara registrando lo que sucede, el director encuentra al actor en Los Alpes por un festival y se besan y se abrazan. Es una escena de una ternura fingida y real al mismo tiempo. De hecho más allá de los viajes y la violencia, toda la filmografía de Herzog parece trabajar así, hacerse la misma pregunta: ¿Qué es real? ¿Qué no lo es?

Entrevista

En una de las escenas del documental, Herzog entrevista a Claudia Cardinale, coprotagonista de Fitzcarraldo con Kisnki, y le muestra un cuaderno del tamaño de la palma de una mano donde llevó un diario mientras la película se rodaba en las irregulares condiciones que presentaba la selva. Es el diario de un hombre que quiere subir un barco por arriba de una montaña para filmar la historia de un tipo que sube un barco por arriba de una montaña para llevar la ópera al Amazonas. Gracias a Editorial Entropía, y a una pulcra y eficiente traducción de Ariel Magnus, ahora podemos leer esos apuntes con el título de Conquista de lo inútil (diario de filmación de Fitzcarraldo).

El libro de la selva

¿Cómo se hace para filmar Fitzcarraldo? ¿Cuáles son los entretelones, la trastienda del hecho creativo? Para empezar, todo es manual y el escenario es esperable. Poblados llenos de indios ladinos, hidroaviones oxidados, humedad, precariedad, alimañas de todo tipo y un actor alocado corriendo entre las monstruosas plantas peruanas. (Kinski le respondió a Herzog, en ese juego de amor-odio-necesidad con su excelente y muy recomendable autobiografía Yo necesito amor, editada por Tusquets en castellano.) Así, se podría citar a Defoe, a Hemingway, a Brecht, incluso a Humboldt. Ya que el libro nos dice, con su escritura espiralada y vertiginosa, que todavía hoy es posible una épica de la creación. Y la trama del libro avanza de una forma tan lenta, repitiéndose tanto a sí misma en descripciones y situaciones, que la sensación de agobio y angustia que trasmite es muy acabada, sin que por eso la prosa deje nunca de ser clara y a veces hasta luminosa. Conquista de lo inútil es un largo solo de batería improvisado arriba de una lancha que cruza un caudaloso rio amazónico. Su lectura, piadosa y vital, resulta placentera, cuando no directamente adictiva.

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