martes, mayo 19, 2015
A la orilla de la conciencia
Daniela Tarazona: “La inquietud es mi principal alimento"
Entrevista a Daniela Tarazona en Revista Ñ
lunes, octubre 15, 2012
Comunidad imposible
Alejandro Boverio lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y escribe su reseña para Espacio Murena:
«Daniela Tarazona ha escrito una novela mitológica, la de una transformación extraordinaria que se asume, al mismo tiempo, como una forma de testimonio. La narradora de El animal sobre la piedra (Entropía, 2011) emprende un viaje luego de la muerte de su madre. Un viaje no se sabe hacia dónde, y ese no saber es esencial al relato. Nadie sabe lo que puede un cuerpo, se dijo alguna vez, y he aquí una prosa que trabaja con la incertidumbre que puede asumir la propia corporalidad, que es también travesía. Se trata, entonces, del viaje de un cuerpo hacia su propia mutación. Una metamorfosis que no pretende explicarse, sino que se escribe visceralmente.
La escritura detenida y detallada, precisa hasta su acabamiento, de ese cambio que no es repentino, sino que se anuncia y que se desarrolla de a poco, es el testimonio de una experiencia que la narradora relata en primera persona, al tiempo que la excede. En verdad es su cuerpo el que narra. Son sus estertores, ansias y miedos los que nos interpelan desde las notas de una especie de diario que es, entonces, el diario de una metamorfosis. Irma presiente su transformación y viaja hacia el que será su nuevo hábitat. El mar, sí, pero también la tierra: el carácter híbrido de la naturaleza que marca y preanuncia la forma anfibia que asumirá su ser.
Hay cierta fatalidad en ese destino que no se domina y que se asume sin más. Pero ese destino es, paradójicamente, desconocido. La potencia del relato crece en el anudamiento de esa doble condición, la de una fatalidad incierta. Sin embargo, una seguridad: la fascinación de entrar en la naturaleza y ser uno con ella, la del animal que, confundiéndose con la piedra sobre la que yace, se encuentra por fin con su existencia desnuda.
En el trance de esta metamorfosis, que se produce en la profunda soledad de quien la vive en carne propia, aparece sin embargo un compañero y el amor, pero no para devenir juntos en reptiles como Cadmo y Harmonía en el relato de Ovidio, sino para distanciarse después del acercamiento, como sucede con los erizos de Schopenhauer, que se acercan para darse calor y luego se alejan para no herirse, en la búsqueda de una comunidad perfecta. En esta auspiciosa primera novela se cifra entonces también, desde la intimidad más inmediata, la búsqueda de aquella comunidad imposible.»
viernes, septiembre 14, 2012
Nuevos horizontes

«Los escritores Fernanda García Lao (Argentina), Emiliano Monge (México), Javier Mosquera (Guatemala) y Daniela Tarazona (México) presentan sus propuestas literarias y conversan sobre los nuevos horizontes de las letras latinoamericanas.
Estos cuatro escritores forman parte del proyecto denominado Los 25 secretos mejor guardados de América Latina. Se trata de una iniciativa de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, México –el mayor acontecimiento editorial en los países iberoamericanos– que engloba a los 25 autores latinoamericanos de mayor proyección internacional por la calidad y solidez de su obra.
Modera el acto Juan Antonio Montiel (México), editor, traductor y profesor de literatura y filosofía.»
viernes, junio 01, 2012
Por contagio
Fernanda García Lao lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y escribe este texto para la presentación oficial de la novela:
La mutación es la alteración de un ser vivo que modifica sus características. Se presenta súbita y espontáneamente y puede transmitirse o heredarse. Frente al cambio inesperado, uno tiene dos posibilidades: el disfrute o la nostalgia de la antigua forma.
El animal sobre la piedra comienza con una muerte y un gato. La madre de Irma ha muerto y poco después, un felino la perturba. Uno extraño que orina bajo su cama, en señal de haberle ganado el territorio. 'El ruido del mundo a veces produce un aullido interior que contenemos'- anota ella.
Narrar un luto es una instancia dificil para cualquier escritor. La solemnidad y la pretensión dolorosa pueden conspirar contra el asunto. Sin embargo, no hay momento más desesperado y vital que el de sobrevivir a la muerte de la madre. 'Me salvaré -escribe- La fuerza que impulsa mi viaje es opuesta a la muerte'. Y entonces, Irma comienza la primera de sus mutaciones: la mudanza. Partir altera. Se nace otro, en otro lado.
Ella viaja a un mar lejano mientras asiste a una sucesión de cambios biológicos inesperados. Su cuerpo también muda, pero de forma. Lejos del imaginario masculino, donde las transformaciones tienen que ver con el costado oscuro de algún animal perverso: hombres lobo, murciélago, asnos o asesinos (Dr. Jekyll y Mr. Hide), lejos de Kafka, que hace nacer a su monstruo de la noche a la mañana, Tarazona necesita un libro para recorrer ese cuerpo, y hacer sentir al lector de un modo orgánico que toda mutación es, en realidad, una evolución. Que la piel fina de una mujer no basta. Que la reptilización de Irma la salvará de la muerte. 'Me sé inmortal cuando estoy sobre una piedra'. Así, Tarazona naturaliza un imposible. Y uno le cree.
Que una mujer se haga reptil no es materia fácil, describir al detalle cada cambio como un naturalista maravillado por su propio metabolismo, tampoco. Irma elige el disfrute. Pero Daniela no se conforma. Instala el riesgo como premisa de trabajo. Así aparecen un hombre y su mascota insólita, rescatando a Irma del hambre y llevandola a su casa. Seres que asumen con naturalidad el asombro de existir sin detenerse en la forma.
Uno se entrega a la lectura de este libro porque contagia libertad. Irma es conmovedora en cualquier estado, con cualquier cuerpo. Mutar es una forma de emoción. 'Llega el momento más estremecedor de mi transformacion: perdí el sexo". Irma se preocupa por un instante, pero su compañero la tranquiliza 'No ha desaparecido, sólo cambió, tienes un orificio, ¿o no?'.
La mayoría de los reptiles son seres adaptados a la vida terrestre que conservan intacto el deseo de agua y que controlan su temperatura corporal cambiando de lugar. La mayoría de los humanos se resiste al cambio. Asume su manera como una piedra inalterable. Irma descubre que no es la primera en la familia en mutar, pero sí la primera en entender y trascenderlo. Aceptar su animalidad le produce satisfacción. Leer este libro también. 'Hablaré del alivio. Diré que esta metamorfosis me salvó la vida'.
La inteligencia y sensibilidad de Daniela Tarazona parecen operar por contagio. Uno sale renovado. Con, o sin escamas.
lunes, abril 23, 2012
Cambio de piel
Sebastián Basualdo lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y escribe su reseña para Radar Libros:
«La intolerable sensación de desarraigo y el modo en que el desconsuelo nos ubica frente a la vida luego de la desaparición física de nuestros padres es un tema recurrente en la literatura. Simone de Beauvoir lo narró de manera magistral en Una muerte muy dulce al abordar esa experiencia que sólo le sucede a los otros desde la perspectiva de una hija en relación a su madre. Algo de esto parece reverberar muy al comienzo de El animal sobre la piedra, novela de la escritora mexicana Daniela Tarazona.
“Desde que mi madre murió cada noche es de pensamientos. Llego cansada a la cama, duermo poco y despierto con temblores. Yo no estoy enferma. Quiero escapar. Ansío la fuerza que me llevará a hacerlo. Pienso en probar suerte en la tierra de mi madre, luego dudo, porque no me sentiría bien allí, así que escojo viajar al extranjero”, dice la joven Irma; y quizá por eso resulta plausible y no sorprende en lo más mínimo que decida viajar, huir, a sabiendas de que cada paso que dará en el extranjero inevitablemente la acercará más a lo que inevitablemente debe ocurrir: encontrarse consigo misma.
Pero es justamente en este punto donde El animal sobre la piedra da un giro interesante, desconcierta al lector por un momento y rápidamente lo lleva a un universo narrativo que no esperaba y cuyas leyes sólo pueden comprenderse si se piensa que se trata de una novela signada por lo más variado de la literatura universal, donde confluyen el tono lacónico y pausado de una Marguerite Yourcenar y el alegórico mundo inaugurado por Franz Kafka en su célebre relato La metamorfosis. Ocurre que poco después de la muerte de su madre, Irma decide tomar un avión hacia un país con clima apacible y playas, sobre todo eso: el único lugar posible para alguien que no sólo pretende dejar atrás su pasado, sino que también intuye que se prepara para algo mucho más grandioso y determinante: abandonar su cuerpo y mutar en un animal que hace pensar en una iguana o un lagarto. Allí conocerá a un enigmático hombre que tiene por mascota un oso hormiguero y con quien podrá compartir algo de esta experiencia fascinante, íntima como el amor o la locura. Aunque sólo una parte; porque hay una zona de lo que llamamos real, cierto nivel de conocimiento en relación con la naturaleza al cual solamente accede la mujer porque le está vedado por completo al hombre. “Estoy confundida. Si procuro entender esta transformación con las herramientas de mi conocimiento, me desespero. Nada de lo que sé tiene utilidad para enfrentar este fenómeno. Mi compañero, sin embargo, es más comprensivo que yo conmigo misma: él aceptó ser testigo de mi metamorfosis.”
Ahora sólo resta leer esta excelente novela en clave, dejarse llevar por su simbolismo o acaso atender lo verosímil del relato fantástico para acompañar a Irma en su transmutación mientas la realidad se ordena a su alrededor hasta alcanzar la dimensión de un viaje introspectivo que sólo agotará su sentido al final; y de ese modo despojar al lector de toda incertidumbre respecto de lo que verdaderamente sucedió con ese cambio de estado. Reflexiva y poética, El animal sobre la piedra tiene mucho de esas características que se le endilgan a la novela posmoderna: fragmentarismo, dislocación del orden temporal y dibujos acompañando el texto para resignificar los planos de la historia.»
miércoles, abril 04, 2012
Dos urdimbres y una trama
Norma Rossi lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y entrevista a la autora para Tiempo Argentino:
«Tuvo su primera experiencia literaria a los nueve años: un cuento protagonizado por un monstruo que irrumpe en un centro comercial; con ilustraciones de mano propia. Después posó su pluma en muchos diarios íntimos. Y en la adolescencia -imbuida del género elegido por su abuela venezolana Olga Kochen- sucumbió a la poesía, hasta construir dos poemarios inéditos. Luego cursó un doctorado en vanguardia de Literatura Hispanoamericana, en la Unversidad de Salamanca, donde la brasileña Clarice Lispector se convirtió en su madre literaria. Dictó clases, editó catálogos de arte y de museos, un suplemento de libros; y colaboró en diversas publicaciones.
Paralelamente, en 2006 ganó la beca gubernamenal Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes Mexicano, con el proyecto de su primera novela: Terciopelo; que a poco convirtió en El animal sobre la piedra (México 2008), considerada por la crítica mexicana como uno de los diez mejores libros del año. El mismo que acaba presentar en Buenos Aires. "En el primer manuscrito sucedían más cosas relacionadas con el pasado de la protagonista", dice Tarazona. "Como en el terciopelo, que tiene dos urdimbres y una trama, me interesaba cómo se entretejían esos tres personajes", completa.
-¿Cómo fue ese proceso?
-Cambié la narración a primera persona, y empecé a reescribirla con el duelo como punto de partida. Hasta que una noche me di cuenta de que necesitaba que al personaje le sucediera algo representativo de ese cambio que sufrimos los que quedamos en el mundo tras perder a un ser querido. Y se me ocurrió que la mejor manera de simbolizar las emociones y este tránsito hacia otro estado vital era que se transformara en una especie de reptil.
-¿Por qué un reptil?
-Primero porque lo consideré el animal que había conseguido ser más exitoso en términos de supervivencia, reproducción y adaptación al mundo. En ese sentido era el símbolo ideal para el personaje, porque se desprende de una vida y comienza otra. Pero no es una transformación que la protagonista padezca, sino una propuesta evolutiva que asume con naturalidad. Incluso está segura de que todas esas nuevas condiciones sensoriales y vitales la van a transportar a un mejor estado en el mundo. Es una lectura sobre la resistencia. E incluyo una relación temática con la maternidad, para perpetuar la nueva especie; y un planteamiento sobre la sexualidad contemporánea que, creo -merced al SIDA entre otras razones- ha atravesado asuntos que la vuelven amenazante y a la vez plástica. Como si el contacto sexual ahora tuviera que ser aséptico, pulcro. En ese extremo hay algo que tiene que ver con lo monacal.»
La entrevista completa, acá.
lunes, marzo 19, 2012
Trance
Andrés Hax lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y entrevista a la autora para la versión digital de la revista Ñ:
«Tarazona nació en la Ciudad de México en 1975 y reside en el DF, pero dice que no se siente con raíces firmes a ningún lugar. Actualmente trabaja en dos novelas nuevas. Una beca le ha permitido hacerse más tiempo para la escritura. Esta primera obra, por más breve que sea en páginas, fue el fruto de casi seis años de trabajo. De reescribir, reconfigurar, rearmar. Parte la escribió con la dirección del escritor Mario González Suárez, con quien se juntó como resultado de ganarse una beca para artistas jóvenes.
Tarazona nos cuenta: “Cambié el relato de tercera primera persona y empecé a meterme en la metamorfosis – cuando de pronto volví a leer lo que había escrito, me asustaba… Era un gran extrañamiento. No podía entender, no tenía el registro mental de cómo habían salido esas palabras. Había sido un trance. Me dio una sensación abismal. Y llegué a la beca y le conté a Mario que sentía miedo y me decía, ‘Pues si sentiste miedo está bien. Eso es lo que tienes que sentir.’”
¿Cómo pensaste la prosa de este texto?
En esta novela, para mí fue muy importante la contención –no usar más palabras que las justas. Y los silencios. Por eso también tiene esos espacios en blanco.
¿Esta pensada poéticamente también? ¿En el sentido que esta lleno de símbolos que dirigen la trama?
Para mí es importante el lenguaje y la condensación. La transmisión de una emoción a través del lenguaje. Entonces lo que yo procuré todo el tiempo, y que es algo que hago siempre que escribo, es tener muy clara la emoción de la que partí, con la que comencé a escribir - y tratar de que todo lo que escribo sea pensando en eso.
¿Como sostienes eso a través del tiempo de la escritura? En este caso, seis años…
Quizás fueron seis años porque era mi primer libro y entonces me tardé en encontrar la voz y la forma. Me llevo cuatro tratamientos hasta llegar a esto. Fueron cuatro manuscritos a cabo y a rabo completo. Al principio era una novela en la cual quise conocer el proceso interior de un personaje.
¿Y cuándo escribías? ¿Todos los días?
Para mí es difícil la escritura. Mucho, mucho. Entonces tengo que contar con un estado que no se cómo propiciarme, un estado anímico determinado. Necesito sentirme segura, estar atravesando por un momento, pues no sé, en donde fluya.»
La entrevista completa, acá.
jueves, febrero 23, 2012
La evolución del duelo
Patricio Zunini lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y entrevista a la autora para el blog de Eterna Cadencia:
«La mexicana Daniela Tarazona viajó a Buenos Aires esta semana para presentar su novela El animal sobre la piedra. Incluida en la lista de los “25 secretos mejores guardados de América latina” en la reciente Feria del libro de Guadalajara, la escritora ha cosechado elogios desde el momento en que publicó la novela, que fue elegida como una de las diez mejores de 2008. El animal sobre la piedra acaba de ser publicada en la Argentina por el sello Entropía.
Fábula biologicista, novela fragmentaria e introspectiva, consigue registrar los cambios como un devenir natural, libre de culpas o principios morales. La trama comienza con una mujer que acaba de perder a su madre y, en busca de sobrevivir, decide emprender un viaje hacia la costa. Es en ese paisaje diferente donde vivirá un proceso que le permitirá sobrellevar el duelo a través de una metamorfosis que poco a poco la irá alejando de su forma humana hacia una etapa evolutiva superior en forma de reptil.
En esta entrevista, Tarazona habla de El animal sobre la piedra y de cómo la afecta la expectativa de quienes esperan que la próxima novela sea aún mejor que la primera.
—Quería proponerte comenzar con una cita del libro: la protagonista dice “yo deseo dar mi testimonio porque sé que otros padecen de la misma manera sin que puedan atestiguarlo”. ¿Cómo hace eco esta frases en la novela?
—Considero que el trabajo de la escritura es ser testigo. Por otro lado, la aparición del compañero y Lisandro tiene que ver la necesidad de que Irma estuviera acompañada por quienes pudieran completar la visión del proceso que ella atravesaba, pero sin juicio. Así también escribo: mi pretensión cuando me adentro en el cuerpo de un personaje es procurar que se desarrolle por sí mismo, sin que yo intervenga.
—Pero ¿tu posición es la de testigo o testigo hacedor?
—Es testigo hacedor en la medida en que la escritura es la vía por la que atraviesan esas palabras, esas ideas, ese imaginario. Trato de que mi participación se de hacia el final de la escritura cuando ya ha han pasado muchas versiones, pero procuro encontrarme en lugares que nunca me imaginé. Que el personaje llegue a lugares que yo nunca pude prever.
—Otra frase del libro. En un momento Irma, la protagonista, dice: “estoy compuesta por fragmentos, no soy un animal completo y desde esa carencia resulto extraña para quienes sí lo son”. ¿Esa característica fragmentaria de Irma hace que la novela también así lo sea?
—Creí que la mejor manera de contar esta historia y el proceso de mutación como forma de representar el estado de pérdida, de muerte y de supervivencia, era con frases muy cortas. Tratando de contener las emociones que me pudieran surgir con respecto al personaje y lo que pudiera bordar alrededor. Pensé que para que una historia así fuera más creíble tenía que ser fragmentada, tenía que incluir silencios donde el lector tuviera descansos para completar la lectura. Siempre quise caminar en un territorio de ambigüedad.»
La entrevista completa, acá.
viernes, enero 13, 2012
La metamorfosis de un cuerpo
Ignacio Iriarte lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y escribe su reseña para Bazar Americano:
«Como se sabe, la metamorfosis tiene una amplia tradición. En la Antigüedad Clásica el argumento juega un rol central. La metamorfosis suele ser un relato que cuenta la transformación de una divinidad en alguna cosa de la naturaleza, por ejemplo la metamorfosis de Narciso en la flor que crece junto al río. Así, establece una comunicación entre el mundo profano y el mundo de lo sagrado. A fines del siglo XIX, pero retomando viejas tradiciones, los hombres lobo y los vampiros, con sus poderes para transformarse en murciélagos, lobos, ratas, insectos y niebla, conectan el tema con la animalidad que late debajo del hombre, forma mediante la cual la literatura recupera, tras el racionalista siglo XVIII, los temas góticos, los temas de la cultura goda que habían quedado sepultados como irracionales. Poco después, el gran libro de Kafka retoma la metamorfosis para elaborar una extraordinaria metáfora del individuo ante el peso de una sociedad burocrática que masifica a los hombres y los transforma en seres anónimos e indiferentes. La filosofía no fue ajena a este argumento inquietante. Algunas décadas atrás, Gilles Deleuze y Félix Guattari volvieron a la metamorfosis a través del “devenir animal”, concepto mediante el cual comprendieron la necesidad de salir del familiarismo y de las instituciones sociales que constriñen al ser humano.
Con la novela El animal sobre la piedra, la escritora mexicana Daniela Tarazona se inscribe en esta amplia tradición. Con un estilo fragmentario, en el texto recupera la metamorfosis para establecer un relato incierto sobre el cuerpo y sus transformaciones. El tema, asimismo, le permite salir de la literatura de lo originario, tan presente durante el siglo XX, que en México tiene su gran realización en Pedro Páramo. Como toda oposición, esta diferencia se basa en algunas similitudes. La más importante es que Tarazona y Rulfo escriben relatos de viaje tras la muerte de la madre. En Pedro Páramo Juan Preciado busca la tierra en la cual Dolores Preciado ha sido feliz, sembrada de trigo como miel derramada y de sus recuerdos que se pegan en las paredes de las casas a medio caer. Casi no hace falta citar el comienzo: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo”. Juan Preciado busca el origen en esa tierra de su madre y por eso mismo busca a su padre, para cobrarle el olvido en el que los tuvo. En cambio, Tarazona le arranca a la muerte de la madre un camino opuesto, un viaje que no es hacia el pasado, hacia el origen mítico y a la noche de los tiempos, sino hacia el futuro abierto de la metamorfosis. Narrada en primera persona, como si fuera el cuaderno escrito por una mujer joven pero de edad incierta, en las primeras páginas de El animal sobre la piedra se propone este camino inverso al de la narrativa de los orígenes:
"Desde que mi madre murió cada noche es de pensamientos. Llego cansada a la cama, duermo poco y despierto con temblores.
Yo no estoy enferma. Quiero escapar. Ansío la fuerza que me llevará a hacerlo.
Pienso en probar suerte en la tierra de mi madre, luego dudo, porque no me sentiría bien allí, así que escojo viajar al extranjero.
La salida no está hecha de pensamientos articulados, es el deseo en estado puro: correr como un animal perseguido."
Irma, así dice llamarse en un momento la mujer, escapa efectivamente como un animal perseguido. Viaja en avión y al llegar a destino comienza a experimentar una serie de transformaciones en su cuerpo: una noche se le desprende la piel y un día se echa a asolearse en una piedra junto al mar. Encuentra a un hombre raro con un oso hormiguero que hace de perro y continúa sus mutaciones hasta convertirse, casi completamente, en una iguana. Tarazona abandona el relato de los orígenes, que Rulfo llevó a su máxima expresión y tal vez a su acabamiento, y retoma la larga tradición de la metamorfosis. Con esto, compone una narrativa en la que se cruzan algunos de los temas que atraviesan la contemporaneidad: la subjetividad, la locura, el cuerpo propio y la reivindicación de lo femenino.»
lunes, enero 02, 2012
MMXI, Anno Domini
Nos avisan que terminó 2011. Y que, aquí y allá, algunos libros de esta casa editora han sido mencionados en diversos balances de la prensa especializada.
viernes, diciembre 16, 2011
Lunes: Tarazona en Buenos Aires
lunes, diciembre 12, 2011
Tarazona al cubo
Volvemos a visitar el blog de la escritora, dramaturga y actriz Fernanda García Lao, pero en este caso para encontrarnos con el intercambio que mantuvo con Daniela Tarazona, autora de El animal sobre la piedra.
viernes, diciembre 02, 2011
Conversión y sucesión
Oliverio Coelho lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y escribe su reseña para Los Inrockuptibles:
miércoles, noviembre 30, 2011
La piel que habito
Alejandra Zina lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y escribe su reseña para la revista Ñ:
miércoles, noviembre 23, 2011
On the Air
En su programa Leer es un placer, Natu Poblet le dedica una emisión a Las teorías savajes, de Pola Oloixarac, y otra a El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y entrevista a las autoras.
martes, octubre 11, 2011
Secreto a voces
Dicen que:
«La Feria del Libro de Guadalajara (México) acaba de anunciar cuáles son los 25 narradores latinoamericanos poco conocidos más allá de sus países pero con un gran potencial. Esa es la apuesta con la que piensa celebrar sus 25 años, del 26 de noviembre al 4 de diciembre...
...Los autores de América Latina que, según la FIL, garantizan el relevo de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX y de los que ya siguen sus pasos en el XXI, reflejan la diversidad y el multiculturalismo en sus apellidos: desde Casas y Muñoz, hasta Umpi y Wynter, pasando por Juárez, Tarazona, Monge, Varas... Seis mujeres y 19 hombres, de entre los 27 y 55 años de edad, comprometidos básicamente con la literatura y la exploración de nuevas formas de contar.»
La información completa, acá.



