Rosario Arán lee Agosto, de Romina Paula, y escribe para Libros y Literatura cosas como éstas:
«El libro es una larga carta a su amiga, donde le cuenta su viaje aunque no nos damos cuenta que se trata de una carta. Porque parece una conversación, una verborragia típica argentina –con las expresiones de la oralidad puestas de forma prolija en la escritura– para comentar las sensaciones que le produce el encuentro con lo que se dejó atrás.»
«No es fácil llevar la oralidad a la escritura, en especial como hablamos los argentinos, con velocidad y miles de expresiones particulares que pueden parecer obscenas pero se han vuelto corrientes en las conversaciones. Sin embargo, allí en el papel, vuelca todo como si estuviese conversando con esa amiga. Ese ritmo de lectura, te engancha, te arrastra y sin darte cuenta vas pasando las páginas sintiéndote como si te hablara directamente.»
«No puedo dejar de añadir, que la ausencia de esa amiga, a quien recuerda y mediante esa enorme conversación/diario/carta, le habla porque tiene la necesidad de compartir todos esos interrogantes e impresiones que le van surgiendo (no todas grises, algunas son cómicas o la autora al usar herramientas de la conversación, utiliza expresiones que resultan más humorísticas). Y esa relación con el receptor ausente, conmueve aunque no se llene de palabras que lo reflejen. El libro en sí, lo expresa, entre líneas.»
La reseña completa, acá.
jueves, febrero 10, 2011
El receptor ausente
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