Patricio Zunini lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y entrevista a la autora para el blog de Eterna Cadencia:
«La mexicana Daniela Tarazona viajó a Buenos Aires esta semana para presentar su novela El animal sobre la piedra. Incluida en la lista de los “25 secretos mejores guardados de América latina” en la reciente Feria del libro de Guadalajara, la escritora ha cosechado elogios desde el momento en que publicó la novela, que fue elegida como una de las diez mejores de 2008. El animal sobre la piedra acaba de ser publicada en la Argentina por el sello Entropía.
Fábula biologicista, novela fragmentaria e introspectiva, consigue registrar los cambios como un devenir natural, libre de culpas o principios morales. La trama comienza con una mujer que acaba de perder a su madre y, en busca de sobrevivir, decide emprender un viaje hacia la costa. Es en ese paisaje diferente donde vivirá un proceso que le permitirá sobrellevar el duelo a través de una metamorfosis que poco a poco la irá alejando de su forma humana hacia una etapa evolutiva superior en forma de reptil.
En esta entrevista, Tarazona habla de El animal sobre la piedra y de cómo la afecta la expectativa de quienes esperan que la próxima novela sea aún mejor que la primera.
—Quería proponerte comenzar con una cita del libro: la protagonista dice “yo deseo dar mi testimonio porque sé que otros padecen de la misma manera sin que puedan atestiguarlo”. ¿Cómo hace eco esta frases en la novela?
—Considero que el trabajo de la escritura es ser testigo. Por otro lado, la aparición del compañero y Lisandro tiene que ver la necesidad de que Irma estuviera acompañada por quienes pudieran completar la visión del proceso que ella atravesaba, pero sin juicio. Así también escribo: mi pretensión cuando me adentro en el cuerpo de un personaje es procurar que se desarrolle por sí mismo, sin que yo intervenga.
—Pero ¿tu posición es la de testigo o testigo hacedor?
—Es testigo hacedor en la medida en que la escritura es la vía por la que atraviesan esas palabras, esas ideas, ese imaginario. Trato de que mi participación se de hacia el final de la escritura cuando ya ha han pasado muchas versiones, pero procuro encontrarme en lugares que nunca me imaginé. Que el personaje llegue a lugares que yo nunca pude prever.
—Otra frase del libro. En un momento Irma, la protagonista, dice: “estoy compuesta por fragmentos, no soy un animal completo y desde esa carencia resulto extraña para quienes sí lo son”. ¿Esa característica fragmentaria de Irma hace que la novela también así lo sea?
—Creí que la mejor manera de contar esta historia y el proceso de mutación como forma de representar el estado de pérdida, de muerte y de supervivencia, era con frases muy cortas. Tratando de contener las emociones que me pudieran surgir con respecto al personaje y lo que pudiera bordar alrededor. Pensé que para que una historia así fuera más creíble tenía que ser fragmentada, tenía que incluir silencios donde el lector tuviera descansos para completar la lectura. Siempre quise caminar en un territorio de ambigüedad.»
La entrevista completa, acá.
jueves, febrero 23, 2012
La evolución del duelo
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