miércoles, enero 13, 2016

Cambio de piel

El colectivo Piel de lava publica los textos de sus obras y con ese gesto revisa trece años de reflexiones sobre los vínculos entre mujeres.

Por Natalia Laube para el suplemento Las 12



La propuesta de publicar un libro con sus obras les llegó justo en el momento en que empezaban a sentir la necesidad de inventarse algún antídoto contra su propio olvido. En teatro, que por definición es un lenguaje del presente puro, los procesos creativos se vuelven tan inasibles con el correr del tiempo que las cuatro amigas comenzaban a tener la sensación de que algo había que hacer para refrescar la memoria y cristalizar el trabajo de tantos años: publicar los textos que habían escrito para sus montajes implicaba la posibilidad de capturarlos, revisitarlos y volver a compartirlos con lxs demás, así que dijeron que sí de inmediato.
Parece mentira, pero hace ya trece años que Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa formaron Piel de lava, el colectivo de actrices más famoso de la escena porteña y uno de los grupos teatrales más estables de su generación. Junto a Laura Fernández, que se sumó a dirigir a partir del tercer trabajo del colectivo, crearon cuatro obras en las que oficiaron casi siempre intérpretes, dramaturgas y directoras, es decir, en las que se dieron el gusto de ocupar tantos lugares como les fuera posible dentro del proceso creativo para experimentar con otras posibilidades que sus trabajos individuales como actrices de cine, teatro y televisión no necesariamente les daban. Tanto en Colores verdaderos, en Neblina, en Tren como en Museo, los vínculos entre mujeres (a veces amigas, a veces todo lo contrario) son un tema central que no se resuelve ni se tematiza de la misma manera siempre. Esto es algo que cualquier espectador/a de sus obras podía detectar pero que ahora, con la posibilidad de leer las cuatro de un tirón, se vuelve incluso más patente.
Publicado por Entropía, que ya había editado textos escénicos de Romina Paula, Rafael Spregelburd y Lola Arias, entre otrxs, Piel de lava: Cuatro obras es el primer libro de la colección dedicada al teatro con obras escritas de manera grupal. “La escritura colectiva, una excepción en el campo literario, no es una experiencia inhabitual en el teatro, donde el sentido teatral se construye por superposición de las poéticas de muchos. Sin embargo, las obras de Piel de lava son ejemplos valiosísimos de una dramaturgia personal, justamente allí donde no hay una persona sola”, reflexiona desde la contratapa Spregelburd, amigo de las actrices. Para ellas, la creación en conjunto no sólo es una decisión política o estética: alimentar ese espacio grupal y personal se volvió con los años una necesidad. Basta echar un vistazo a las fichas técnicas que aparecen al final del libro para notar que cuando no estaban haciendo funciones de alguna obra ya ensayaban la que vendría después: Colores verdaderos se hizo entre 2002 y 2004 (“Tardamos un verano en darnos cuenta de que esa escena de taller tenía que ser una obra y unas horas en convencer a Valeria de que volviera a Buenos Aires para trabajar juntas”), Neblina entre 2004 y 2006 (“Dos años en escribirla y ensayarla, un mes en aprender la coreografía, un ensayo en descubrir cómo llorar y comer chizitos a la vez”), Tren entre 2007 y 2011 (“La obra iba a llamarse Gente que no conocemos”) y Museo entre 2011 y 2015 (“Tres años en escribirla y ensayarla y seis meses en acostumbrarnos a caminar con tacos”).
“La escritura fue en las cuatro obras un proceso absolutamente colectivo”, cuenta Carricajo. “Y lo colectivo es también móvil en sus intensidades: por momentos alguna pudo estar más presente que otra, pero hay una confianza entre nosotras y una sensación de que la otra está pensando por vos que hace que eso sea imposible de diferenciar. Siempre, después de un tiempo de hacer las obras, hay cosas que no recordamos quien las escribió, porque lo cierto es que a la distancia sólo se ve lo grupal de ese monstruo de varias cabezas que somos”.

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