[reseña de Opendoor, por Solana Schvartzman, vía no-retornable]
Al leer Opendoor, la ópera prima de Iosi Havilio, en seguida me vinieron a la mente las siguientes palabras de Eduardo Grüner: “Si hay un imperativo ético para la poesía y el arte (…) es la de no dejar de buscar esa representación… pero guardarse muy bien de encontrarla. Es la reivindicación simultánea del anhelo y la imposibilidad: y ya sabemos muy bien lo que nos advirtió Freud sobre la satisfacción del Deseo: que es siniestra.”
En Opendoor conviven dos sensaciones distintas. Por un lado la sensación de una búsqueda siempre frustrada: montones de enigmas no resueltos, empezando por la voz de una protagonista que no tiene nombre y que se nos presenta más como configurada por los hechos que como propietaria de su accidentado andar. Por otro lado, y en paralelo, nos encontramos con la sensación de que la novela mete el dedo en la llaga, muestra en forma siniestra lo que a veces parecería mejor no ver: el modo en que un cuerpo suicida cae al suelo, el rostro de un cadáver, el beso entre dos hermanos.
Todo en texto, acá.
lunes, agosto 06, 2007
Entre el sugerir y el mostrar
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2 comentarios:
paren con las reseñas, no puedo más.
hay que pasar el invierno, ano.
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