Javier Martínez lee Mishima o la visión del vacío, de Marguerite Yourcenar, y Biografía ilustrada de Mishima, de Mario Bellatin, y escribe para Esto no es una revista, cosas como éstas:
«En el modo ficcional elegido por Bellatin, el vacío es, también, uno de los puntos en los que se anuda el relato. Y ya no tiene que ver con el suicido ritual sino con su consecuencia: el vacío que la decapitación ha dejado sobre sus hombros, falta que es marca y que el espectro tratará de poblar con sucedáneos de la cabeza perdida; siempre fallados, siempre fallidos.»
«Ese sentido del honor, del compromiso, es el que, en la vida real de Mishima, llevó a Morita a ser el ejecutor de su decapitación, fallando tantas veces que cedió su lugar a otro de los adláteres del escritor devenido general de un ejército paralelo. Parecen ser esas fallas, ese contínuo errar y sus consecuencias lo que construye la pregunta recurrente del espectro: pregunta que insiste en hacerse presente: “¿Qué clase de espanto ha sido capaz de generar una escritura semejante?”.»
La nota completa, acá.
martes, octubre 26, 2010
La decapitación
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