Norma Rossi lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y entrevista a la autora para Tiempo Argentino:
«Tuvo su primera experiencia literaria a los nueve años: un cuento protagonizado por un monstruo que irrumpe en un centro comercial; con ilustraciones de mano propia. Después posó su pluma en muchos diarios íntimos. Y en la adolescencia -imbuida del género elegido por su abuela venezolana Olga Kochen- sucumbió a la poesía, hasta construir dos poemarios inéditos. Luego cursó un doctorado en vanguardia de Literatura Hispanoamericana, en la Unversidad de Salamanca, donde la brasileña Clarice Lispector se convirtió en su madre literaria. Dictó clases, editó catálogos de arte y de museos, un suplemento de libros; y colaboró en diversas publicaciones.
Paralelamente, en 2006 ganó la beca gubernamenal Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes Mexicano, con el proyecto de su primera novela: Terciopelo; que a poco convirtió en El animal sobre la piedra (México 2008), considerada por la crítica mexicana como uno de los diez mejores libros del año. El mismo que acaba presentar en Buenos Aires. "En el primer manuscrito sucedían más cosas relacionadas con el pasado de la protagonista", dice Tarazona. "Como en el terciopelo, que tiene dos urdimbres y una trama, me interesaba cómo se entretejían esos tres personajes", completa.
-¿Cómo fue ese proceso?
-Cambié la narración a primera persona, y empecé a reescribirla con el duelo como punto de partida. Hasta que una noche me di cuenta de que necesitaba que al personaje le sucediera algo representativo de ese cambio que sufrimos los que quedamos en el mundo tras perder a un ser querido. Y se me ocurrió que la mejor manera de simbolizar las emociones y este tránsito hacia otro estado vital era que se transformara en una especie de reptil.
-¿Por qué un reptil?
-Primero porque lo consideré el animal que había conseguido ser más exitoso en términos de supervivencia, reproducción y adaptación al mundo. En ese sentido era el símbolo ideal para el personaje, porque se desprende de una vida y comienza otra. Pero no es una transformación que la protagonista padezca, sino una propuesta evolutiva que asume con naturalidad. Incluso está segura de que todas esas nuevas condiciones sensoriales y vitales la van a transportar a un mejor estado en el mundo. Es una lectura sobre la resistencia. E incluyo una relación temática con la maternidad, para perpetuar la nueva especie; y un planteamiento sobre la sexualidad contemporánea que, creo -merced al SIDA entre otras razones- ha atravesado asuntos que la vuelven amenazante y a la vez plástica. Como si el contacto sexual ahora tuviera que ser aséptico, pulcro. En ese extremo hay algo que tiene que ver con lo monacal.»
La entrevista completa, acá.
miércoles, abril 04, 2012
Dos urdimbres y una trama
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