Daniel Gigena lee Partida de nacimiento, de Virginia Cosin, y Los años que vive un gato, de Violeta Gorodischer, y escribe para el suplemento ADN:
«La protagonista de Partida de nacimiento, de Virginia Cosin (Caracas, 1973), tiene mayor conciencia, circunstancial y verbal, sobre la realidad que padece. Madre de una niña, separada, en duelo no sólo por la juventud terminada sino también por el abandono, expresa el desconcierto ante su maternidad ("¿en qué momento?, ¿cuándo sucedió?") y algo "con respecto a la soledad, al tiempo y al dolor". 95 fragmentos, en su mayoría narrativos (también hay breves poemas, y una forma híbrida entre el poema y la nota rápida), testimonian la vida de una periodista free lance en una Buenos Aires donde las pesadillas conviven con la realidad en un presente insomne. La lengua de la narradora no es inocente; filosa, traza los límites entre una voz y otra, aunque imite la cháchara ajena. Etnógrafa de la interioridad, registra con frases irreprochables los desechos de su historia personal. De nuevo la infancia, esta vez figurada en el personaje de su hija, asume la luminosidad (pero también lo más pulsional) del relato: "Má, ¿cómo es que se les dice a las personas que no tienen casa y duermen en la calle? ¿Solteras?". El texto de Cosin, digno heredero de La pasión según G. H., de Clarice Lispector, también encuentra en el cuerpo un signo inequívoco de lectura, y con él, su modernidad apremiante: "El cuerpo puede lo que nosotras no". En esa primera persona del plural se juega una filiación y una toma de distancia sobre lo que nace y lo que desaparece con la escritura.»
La nota completa, acá.
lunes, marzo 12, 2012
Escrituras incandescentes
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