martes, abril 28, 2009

Bailando en la Sociedad Rural




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lunes, abril 27, 2009

miércoles, abril 22, 2009

Retroceder, nunca; rendirse, jamás

Bizarra no se rinde

por Liliana Viola, para Las 12

Bizarra, que ya desde este título nada oculta ni tampoco exagera, constituyó una proeza. En el Centro Cultural Ricardo Rojas, en 2003, antes de ser el libro gordo que es ahora, Bizarra fue un espectáculo teatral que parecía estar cumpliendo a la perfección con una prueba delirante y digna de héroes de leyenda: construir una telenovela que sea una parodia de la telenovela y hacerlo en una sala teatral, con continuidad, dividida en diez capítulos a seguir no con el control remoto sino con el cuerpo, acudiendo a la platea dos veces por semana para reirse de la realidad abombada que nos dejó la crisis. Bizarra lo consiguió. Y como premio obtuvo un género roto, corrompido, ampliado y tocado además por el encanto de lo efímero. Bizarra desarrolla la historia de las hermanas Velita y Candela pero tiene espacio para incluir manzaneras, saqueos en supermercados, un calendario erótico... El género melodramático llevado a su máxima expresión en el contexto de una ciudad donde circulan sobrevivientes de una gran crisis nacional. Melodrama con actualidad, con los dramones argentinos, con los críticos que pretendieran reflexionar sobre la ruptura que se producía sobre el escenario, con la celebridad puesta a prueba. Una especie de comedia humana elevada no a la potencia sino a la impotencia argentina. Para quienes pensaran que el componente “fugacidad” fue el secreto de este engendro, la aparición de Bizarra en forma de libro obliga a pensar un poco más. El texto monumental consigue ahora una segunda proeza: se puede leer. Y se puede leer con la fruición con que se leen las fotonovelas, con la avidez con la que se miran los dramones imposibles, con el ojo torcido con que se busca el chiste y con la incredulidad con la que se leen los diarios. La historia que comienza en un frigorífico de Morón con un poema recitado por las reses, no se dispersa en ningún momento a medida que incorpora personajes, escenas y sobre todo estereotipos a burlar.

Los mandatos del género melodramático se mantienen, así como la topadora decidida a burlarse de todos. Una lectura que se asusta ante el tamaño de esta Bizarra, se alegra al ver que la locura puede durar.

viernes, abril 17, 2009

Scarbourogh Fair

Este año, Entropía multiplica el alcance de sus desaciertos y se presenta en la 35ª Feria Internacional de Libro de Buenos Aires.

Quien persevere logrará encontrarnos en el coqueto stand 2321 del Pabellón Amarillo, que compartiremos con los sellos Bajo La Luna, Paradiso, Caja Negra, Cactus, Cebra y Mármol-Izquierdo.

Habrá quema de libros y otras fantasías.

miércoles, abril 15, 2009

Havilio para las masas

Iosi Havilio, autor de la recientemente exportada Opendoor, se presentará en el ciclo Carne Argentina y promete leer extensas parrafadas de su obra magna. Aquí, la información:

Ciclo Carne Argentina Colección Otoño

Leen: Iosi Havilio, Teresa Arijón, Cristian Alarcón y Hebe Uhart

Jueves 16 de abril, 20.30
Bar de La Tribu [Lambaré 873]
Gratuidad absoluta

martes, abril 14, 2009

El grado cero de la utopía

A propósito de Bizarra, por Jorge Dubatti, para Ñ.

La edición de "Bizarra" constituye un acontecimiento descomunal en la historia del teatro argentino. Hay que agradecer especialmente al editor Juan Nadalini el riesgo de publicar la que tal vez sea la obra de teatro más larga del mundo (o al menos una de las más largas). Es un acontecimiento porque pone en evidencia la talla del genio de Rafael Spregelburd, cuyos detractores esta vez deberán llamarse a silencio para no tener que aceptar que hablan sin haber leído los varios centenares de páginas de esta pieza monumental. Es también un acontecimiento porque el texto publicado permite evocar de una manera más aproximada la poética del espectáculo teatral que durante semanas pudo verse en entregas, para regocijo de los espectadores, en el Centro Cultural Rojas de la UBA y que es, a nuestro parecer y el de otros muchos críticos e investigadores, un hito en ésta nuestra nueva época de oro del teatro argentino. Además, la edición permite ratificar la calidad literaria de este texto que afianza una de las modalidades más interesantes del teatro de Spregelburd: su línea explícitamente política, ejercida a través de una virulenta crítica social. No se salva nada ni nadie, no hay personaje positivo ni moraleja bienpensante. Como más tarde en "Acassuso" y "Bloqueo", "Bizarra" arrasa, pulveriza todos los discursos sociales para construir la metáfora de un país impresentable, berreta, insostenible, con formato de telenovela, que se parece mucho a nuestra Argentina.

Demolidos por la crítica todos los discursos, el espectador llega a través de la risa a un sentimiento de carencia y de sustitución y es invitado a imaginar el otro país que desearía, debería, podría tener. Nueva modalidad política de la sátira que denuncia una realidad degradada y, aniquilándola simbólicamente, permite ver que esa realidad ha sustituido a otra posible que no conocemos y deberíamos empezar a soñar. Es el teatro del grado cero de la utopía, a partir del que empezar a imaginar otra vez: Spregelburd no dice cómo debemos pensar, sólo invita a pensar nuevamente porque es indispensable. La operación política y poética puede sintetizarse: demolición, sustitución y vacancia, llamado por efecto de carencia o ausencia a imaginar o concebir la utopía de un país a otro, de un mundo mejor.

Bizarra posee además un rasgo notable: su escritura está amasada en la teatralidad, por lo que reafirma la conquista para la literatura argentina de un territorio nuevo y singular, no el de la "literatura dramática" o literatura escrita para el teatro, sino el del teatro en sí mismo –convivio efímero y eterno, cuerpos en acción, gramática del espacio e intensidad musical de los acontecimientos de escena– transformado en una nueva y extraña literatura. Muchos no comprenden aún la revolución que el teatro de Spregelburd significa; en el mejor de los casos les falta perspectiva histórica. Ojalá la lectura de la desmesurada y tan terrenal "Bizarra" los ayude para calibrar tamaño fenómeno artístico.

martes, abril 07, 2009

El peso de los sueños

Ariel Magnus revisita para Radar su traducción de Conquista de lo inútil, de Werner Herzog.

"Quiero alentarlo a traducir con total libertad algunos tramos del texto", me escribió Werner Herzog en su primer mail, "porque el tono poético es más importante que lo preciso de la descripción. Sobre todo bien al final, donde hablo del remolino de palabras, elegí en mi idioma palabras que siempre tuve en la cabeza por su sonoridad. Traducidas directamente, estas palabras pierden sin embargo su resonancia. En ese caso deberíamos buscar juntos palabras que a mí me parezcan maravillosas en castellano, como por ejemplo murciélago". El mail es de fines de 2007. En los meses subsiguientes le fui mandando la traducción por partes, ya que Herzog domina el castellano y se había ofrecido a leerla y eventualmente corregirla. Casi un año más tarde, cuando ya le había mandado el libro entero, Herzog me mandó su segundo correo, disculpándose por no haber podido mirar la traducción (había estado filmando la secuela de Bad Lieutenant, en este caso con Nicolas Cage en lugar de Harvey Keitel, y de inmediato se había ido a Venecia para poner en escena el Parsifal, me contó culposo, como si yo le hubiera pedido explicaciones). En este segundo mail vuelve a insistir sobre el "remolino de palabras": "Habría que buscar, en completa libertad respecto al original, palabras que en castellano tengan un sonido extraño y misterioso. Me ocuparé de esto en los próximos días y le mandaré propuestas". Herzog empezó a filmar en Etiopía y luego de nuevo en San Diego y después en Kashgar, por lo que las propuestas nunca llegaron. Tal vez fuera mejor así, porque no sé si me hubiera animado a traducir las palabras originales por otras distintas, por ejemplo murciélago, aun cuando me lo pidiera el autor.

Estos y otros pocos mails, aunque no muy útiles para los aspectos más prácticos de la traducción, sí lo fueron para mí desde un punto de vista conceptual. En primer lugar, porque pintan a Herzog tal como lo imaginaba y admiraba, es decir como un tipo obsesionado con una idea, un detalle mínimo en donde se juega de alguna manera el espíritu de toda su obra. Fitzcarraldo es sin ir más lejos la historia de una obsesión, tanto la historia que se cuenta en la película como la realización de la película misma. Por eso cuando el proyecto se estanca y aún no se ha decidido la incorporación de Klaus Kinski, Herzog se pregunta por qué no actuar él mismo de "Fitz". "Me atrevería a hacerlo –asienta en su libro–, porque mi tarea y la del personaje se hicieron idénticas."

Completo, acá.

lunes, abril 06, 2009

150 monos sobre Bizarra

Monumental, delirante e increíblemente divertida, Bizarra es una proeza. Para empezar, es una proeza de escritura. Las nada desdeñables 500 páginas que los 10 capítulos de la obra abarcan en la edición de Entropía son prueba suficiente de ello. Pero no vamos a ponernos en Coca Sarlo (ver Escritos sobre literatura argentina) para hacer un elogio del tamaño, más propio de una Alessandra Rampolla que de la otrora titular en Puán. No, las virtudes de la -extensa, para qué negarlo- obra que nos ocupa van mucho más allá de la cantidad de páginas. Lo primero que hay que notar es la pasmosa seguridad de Spregelburd para manejar el monstruo y sus más de 100 personajes, dosificando con justeza la intriga, ramificando el relato, aprovechando los recursos del género y trasgrediéndolos al mismo tiempo.

Sigue acá

viernes, abril 03, 2009

Las 10 preguntas / García Schnetzer

Por Sonia Budassi, para Perfil:

Es editor, traductor y escritor. En 2008 publicó la novela Requena por la editorial Entropía. Además, dirige colecciones del sello Libros del Zorro Rojo. En esta sección, habla de sus lecturas y de las rutinas, o la falta de ellas, al sentarse a escribir. “Escribo cuando puedo. Cuando puedo, muy raramente”.

Alejandro García Schnetzer nació en Buenos Aires en 1974. Estudió Edición en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Barcelona, instituciones en las que luego se desempeñó como docente. Desde 2004 trabaja como director de colecciones en Libros del Zorro Rojo. Ha traducido obras de Denis Diderot (La religiosa, Carta sobre el comercio de libros), Arthur Rimbaud (El barco ebrio), Luiz de Camões (Sangre y recuerdos), Fernando Pessoa (Cartas a Ophelia) y Eça de Queirós (El mandarín). En 2008 publicó la novela Requena por editorial Entropía.

–¿Cuál es el primer libro que recuerda haber leído?
–Un volumen de cuentos tradicionales rusos, regalo de tía Nora. Era un libro infantil publicado en castellano por una editorial de la Unión Soviética. Los ocho relatos que lo integraban se proponían algo extraño: difundir entre los niños hispanohablantes el valor de la colectivización y la planificación económica a través del costumbrismo, del folclore eslavo.

–¿Cuál es su autor favorito vivo?
–Mis autores favoritos están clínicamente muertos. De los vivos leo con interés a Eric Hobsbawm, resabio universitario que aún me acompaña.

–¿Qué libro se llevaría a una isla desierta?
–El Ensayo sobre la población, de Malthus.

–¿Cuál es el último libro que leyó o que está leyendo en este momento?
–Terminé La insolación, de Carmen Laforet, que no es inferior a Nada, y ahora leo las Cartas de mi molino, de Alphonse Daudet, libro intermitente, donde algunos relatos son superiores a otros, como los que dedica al poeta Mistral o a los fareros de Sanguinaires. Imagino que Daudet, en su carácter, debió de ser una persona modesta; se resignó a trabajar en ocupaciones tediosas, sin embargo las contrariedades no le impidieron escribir algunas páginas admirables. Se dice que Daudet es invisible respecto de otros escritores de su tiempo, pienso que ese dictamen carece de importancia pues la lectura busca la emoción y ésta sucede cuando y donde quiere.

–¿Qué libro reciente no pudo terminar de leer?
Trato hecho, de James Chasse. Alguien entró en casa una noche y me lo robó; sospecho que fue mi padre.

–¿Qué libro quisiera releer pronto?
De Mitre a Roca, de Milcíades Peña, cuya parcial revindicación de Sarmiento creo entender y rechazar. También Jardín junto al mar, de Mercé Rodoreda, y Buenos Aires desde 70 años atrás, libro que José Wilde escribiera en 1881 y que tiene sentencias y pasajes muy curiosos, citaré dos: “Es extranjero, es verdad, pero muy civilizado” y “El cónsul holandés, señor Bilberg, murió herido por un cohete volador, en la inauguración del ferrocarril de Chivilcoy”. Cómo no pensar en Bilberg, en su destino; y en sus parientes de La Haya, recibiendo tal noticia.

—¿Cuándo escribe?
—Cuando puedo, muy raramente. De lunes a lunes trabajo como editor y traductor; en la mazmorra que habito debo leer y escribir sin descanso. De modo que la otra escritura, la romántica, por darle un mal nombre, sólo puede sobrevenir cuando logro desplazar a la primera, es decir más o menos cada vez que un camello pasa por el ojo de una aguja.

–¿Quién debería ser el próximo Nobel?
–Alguien que de verdad necesite el dinero.

–¿Cuáles son sus rituales o supersticiones a la hora de escribir?
–Supersticiones para escribir no tengo. Como ritual, una vez que el camello ha pasado, suelo escuchar un disco instrumental de Gustavo Mozzi: Los ojos de la noche, un trabajo notable bajo cuyo influjo fui escribiendo Requena. (Acaso Gustavo Mozzi esté ahora repitiéndose los versos: “¿Cómo pude engendrar este penoso hijo / y la inacción dejé, que es la cordura?”)

–¿Cuál es su comienzo favorito de la literatura universal?
–“De mi abuelo Vero, el buen carácter y la ausencia de cólera. De la fama y el recuerdo del que me engendró, la decencia y la virilidad. De mi madre, la devoción, la generosidad y refrenarse tanto de hacer daño como de tener la idea de hacerlo; además, la sencillez en el régimen de vida, lejos de las costumbres de los ricos.” Marco Aurelio, Meditaciones.