La Serenidad, de Iosi Havilio, en No-Retornable
Por Anita Gómez.
martes, noviembre 18, 2014
Tercera dimensión
Havilio, la nouvelle y después
La Serenidad, de Iosi Havilio, en Bazar Americano
Por Francisco Bitar.
jueves, octubre 23, 2014
“No hay peor escritor que un escritor inteligente”
Telam, 20/10/2014
martes, agosto 12, 2014
Protagónico absoluto
lunes, agosto 04, 2014
Presentación de La Serenidad de Iosi Havilio en CC Matienzo
Aquí el texto que Damián Ríos leyó en la presentación de La Serenidad, el 30/07/2014:
jueves, julio 31, 2014
Iosi Havilio: "La palabra acá es una excusa, un síntoma de la neurosis"
En su última nouvelle, que se presenta el 30 de julio, encontramos una estela de lo indescifrable que genera lecturas de buceo. Hablamos con el autor de este texto que rompe con las tramas convencionales.
Iosi Havilio nos trae una nouvelle que juega con nuestra paciencia. Comenzar e internarse en "La Serenidad" es un desafío. No es para cualquiera. Hay tramas y cabos que se atan de manera sutil, un Protagonista que se llama de manera impersonal "El Protagonista", mafia rusa, una mujer que representa todos los deseos contenidos en el nombre Bárbara, una "misión salvadora", el lenguaje de las ratas, una madre descalza, filosofía, psicología e historia, entre otras cosas.
"La Serenidad" no brinda una lectura fácil, es de esos textos que no se centran tanto en las continuidades de una trama clásica sino en la forma en que se narran aconteceres. Una forma que puede generar disfrute en esta "fábula del yo" pero que también puede perdernos en una intertextualidad que está en la cabeza del autor pero no siempre en la del lector.
Dialogamos con Havilio e intentamos un acercamiento a ese universo tan particular que supo construir en "La Serenidad".
¿Cómo describirías al Protagonista de esta nouvelle? Por que si bien uno puede ir descubriendo pequeñas cosas de su persona, hay mucho misterio e impersonalidad, ya desde el hecho de llamarlo Protagonista a secas.
Ioisi Havilio (IH)- El Protagonista de La Serenidad es un maniático de todas las manías. Empezando por la palabra. El tipo va y viene de la exaltación al derrumbe, de nombrarse héroe de la nada a regodearse con sus decadencias. Yo creo que se sabe mucho sobre él, demasiado, el narrador, que es él mismo, encuentra en el exceso la estrategia para que la disección no sea tan cruda. Sus circunstancias son de lo más ordinarias, se pelea con la novia, escribe poemas malos, vagabundea por la noche, se enfrenta al duelo paterno, el pasado se le viene encima a cada rato y él se escapa, lo exorciza con palabras, alucinándolo. Llamarlo "El Protagonista", es una ironía, claro, pero también la posibilidad de armar tu propia aventura. -
Hay un uso de mayúsculas muy particular a lo largo de todo el relato ¿Por qué?
IH- ¿Qué nombramos con mayúsculas? Los nombres propios, los lugares, las divinidades, el título de una obra. En el mundo fabulesco y fabulero de La Serenidad, el juego se abre y se entroniza con mayúsculas al pretencioso pero también al que se arrastra, que muchas veces es el mismo. El Protagonista no podría sostenerse en pie si no fuera por esas muletas que son las mayúsculas, igual que el padre muerto, la madre baqueteada, el filósofo pusilánime, El Gran Otro o El Zar de La Milonga. La mayúsculas es un pedido de auxilio, un Aquí estoy, ¡rescátenme de este pantano!
Cuando uno escribe y cuenta una historia también propone una lectura y "La Serenidad" resulta por momentos un tanto encriptada ¿sentís que es así?
H- Entiendo que es un texto que desde el vamos propone tomar distancia de la letra, desde el momento que anuncia las peripecias de El Protagonista antes de cada capítulo y ensaya una narración atiborrada y engañosa. Justamente, porque la palabra acá es una excusa, un síntoma de la neurosis. Al pie de la letra, la serenidad es imposible. La comprensión cede su terreno en favor de la experiencia, de todo lo que constituye lo real.
La novela ofrece una prosa que juega con lo poético, lo ensayístico y también se acerca a lo político y la militancia ¿cómo te surgieron todos esos cabos en la trama? Lo pienso en términos que incluso decís que el Protagonista "está dado a la intertextualidad".
IH- La trama está atravesada por esa manía oral del narrador/protagonista. Y en cada aventura, a cada paso, lo interpelan fantasmas, situaciones, que traen consigo discursos de todos sus tiempos, canciones de cuna, textos filosóficos, cuadros lacanianos, cánticos políticos, lecturas de todo tipo, noticias, grafitis… todas esos símbolos que lo agobian. Se tira la cultura por la cabeza con la vana esperanza de que en el desboque aparezca la calma.
La Madre descalza es una figura que se repite de manera constante y que va ganando profundidades ¿cómo surgió?
IH- Al comienzo de la noche, El Protagonista está en una fiesta y recibe un mensaje: La Madre se escapó descalza. La imagen genera una pulsión, el hijo sale al rescate, la madre huye, de un hospital, de la casa, de la oscuridad, de la muerte, como una mártir. Se la imagina en camisón con los pies desnudos caminando por el medio de una avenida porteña en la mitad de la noche, es su modo de redimirla, su manera de verla resurgir. El Protagonista corre en su auxilio, pero sobre todo corre tras esa imagen, repitiendo en su presente la historia de la madre para volver a ocupar el lugar de la niñez. La madre que encuentra en casa está en paz, tiene algo de monje. Un monje que lo arropa, le lee, le da de comer queso y unos pesos para seguir adelante.
Hay una épica que se destaca a partir de las enunciaciones clásicas, casi como en el cine mudo, de aquello que va a acontecer ¿presentarlo de esa manera te ayudó a organizar las ideas, los textos? ¿O hay otro tipo de intencionalidad?
IH- Hubo un momento en que pude ver el derrotero del protagonista en esta noche/día como una película de aventuras tan palpables como alucinadas y las bajé al papel; estas indicaciones fueron tomando esta forma de didascalias que cumplen la doble función de organizar el relato y declarar el género. Exaltan situaciones de lo más banales, que el narrador se encarga de enmascarar.
Damián Ríos presenta "La Serenidad" como una discusión tuya con los modos de novelar el presente ¿coincidís?
I H- La escritura de La Serenidad irrumpió entre otras escrituras, digamos más conscientes, planificadas. Una expresión más orgánica que literaria, de algún modo molesta, difícil de aprehender, caótica y deforme. Más tarde, a medida que fui tomando distancia, entendí que en efecto venía a problematizar con cierto modo de concebir la novela que había cultivado en los otros libros. Ahora, no se trata de una discusión exclusivamente estética, te diría que en buena medida se trata de una discusión muy personal, en relación a qué es esto de escribir, en la actualidad, en nuestras circunstancias, pero también política: ¿qué lugar tiene esto que llamamos literatura?
***
La Serenidad nos ofrece una lectura particular que puede generar el disfrute entre reflexiones y diálogos muchas veces ontológicos o puede perdernos entre aconteceres y prosa. Iosi Havilio sirvió la mesa de La Serenidad, quedará en usted- estimado lector- decidir si disfruta o se abstiene de ese festín.
Iosi Havilio: Nació en Buenos Aires en 1974. Publicó las novelas Opendoor (2006), Estocolmo (2010), Paraísos (2012). Sus obras han sido editadas en España, Inglaterra, Estados Unidos y Croacia
Diario Registrado, 29/07/2014
miércoles, julio 23, 2014
“El verdadero protagonista de esta novela es el lenguaje”
La cuarta novela del escritor porteño es un extraño artefacto, tan teatral en sus excesos como barroco en su torrente lingüístico. En esta aventura narrativa, el autor pone en tela de juicio los modos de representación.
martes, julio 22, 2014
La Serenidad de Iosi Havilio en Inrockuptibles
jueves, julio 17, 2014
Palabras inesperadas
Entrevista a Iosi Havilio sobre su última novela, La Serenidad, en La Voz del Interior
Por Javier Mattio.
martes, junio 03, 2014
La Serenidad, de Iosi Havilio
Manuel Quaranta reseña La Serenidad, de Iosi Havilio, para la revista Vísperas.
Eco, la más famosa de las ninfas que habitaban en el bosque –Oréades– era capaz de proferir frases de una belleza inconmensurable, esta facultad perturbaba a Hera, esposa celosa de Zeus, e instigadora –debido a sus temores– de un terrible castigo: Eco fue condenada a repetir indefinidamente la última palabra que expresaba cada persona, de este modo, quedaba para siempre trunca la posibilidad de establecer un diálogo con otro ser humano.
La serenidad, título emblemático de la nouvelle de Iosi Havilio, parecería abrir una grieta profunda en la esperanza de construir una comunión lingüística entre las personas. El diálogo se encuentra, definitivamente, obturado: “El hermano mayor es incapaz de advertirle sobre el descontrol del lenguaje y traslada las fisuras del discurso por todos los lados de la cara”. Pero no sólo eso.
La serenidad es un quiebre –¿es verdaderamente un quiebre o las problemáticas del escritor de Opendoor y Paraísos se repiten aunque de forma diferente?– con respecto a la producción anterior de Havilio, un lenguaje exuberante atraviesa casi todas las páginas hasta llegar a un paroxismo descomunal plasmado en frases tales como “…hierve la palabra en las cavidades textuales del protagonista y la ilación es un placer inevitable” o “…llorar, llorar, llorar, por los pobres, los muertos, los violentos, los degollados, los consumidores, los poetas, los locos, los militantes, llorar juntos por los benefactores, por los críticos y los mormones, llorar por las plantas que se van muriendo, llorar por nosotros, mucho, por nuestros parientes…y contemplarnos en el lago espejo desde el sillón roto, los pies mojados, chorreantes de pellejos, con el partido de ajedrez abandonado en lo mejor, para estirar el goce”; en este contexto cobra sentido la pintura expuesta en la tapa del libro, Les Oréades de William-Adolphe Bouguereau, en tanto cifra de lo que uno encontrará apenas comience a leer: proliferación incansable de palabras expuestas al sin sentido o a volver todo un engaño.
Cada capítulo de la nouvelle de Havilio se presenta de idéntico modo que El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, por ejemplo, Segunda parte del libro de Cervantes: Capítulo LXXII. De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea; Capítulo LIX. Donde se cuenta del extraordinario suceso, que se puede tener por aventura, que le sucedió a don Quijote; Capítulo XXXII. Que trata de lo que sucedió en la venta a toda la cuadrilla de don Quijote.
La serenidad: De cómo El Protagonista desembarcó en un suburbio, comió entre gitanos, subió una montaña, se perdió en el bosque y dio milagrosamente con el camino a casa; Donde se cuenta el escape en tren del Protagonista, las extrañas escenas que vivió durante el viaje y la manera en que recuperó un par de zapatillas tres décadas después.
¿Por qué la filiación? Havilio vuelve a leer El Quijote. Lo da vuelta: promesas de aventuras o historias que se deshacen, una intertextualidad presente en cada resquicio que carcome la posibilidad de un conflicto principal, la magdalena de Proust en “Queso Fresco”: “La cara de La madre se vuelve nítida de a poco. Es una reconstrucción por capas finas…Esa mujer infinita que lo conoce desde la semilla […] El Protagonista hizo lo que tenía que hacer. El sabor de ese queso consagrado por el recuerdo”.
La serenidad es también, como indica Damián Ríos, “el resultado de una feliz discusión de Havilio con los modos de novelar en el presente”, poniendo en cuestión todas las figuras representativas de la novela moderna: “El Protagonista deja correr lo que queda de tinta…el último soplo de un hábito decadente…Desmenuza Una Biografía que nunca existió en el sentido estricto. Y sin embargo, en el fondo del relato hay Tensión, Trama y Personajes que al igual que los Extras y los Decorados, cayeron en el atiborre. Todas las decisiones estéticas le resultan impracticables. Se le ocurre una genialidad: resignar el papel principal y ver si así…”.
Si cabe alguna duda de que La serenidad es una novela sobre la novela, basta citar un pasaje, “El Protagonista se siente tentado a hablar de la pelambre que evita su propio suicidio, la anécdota dentro de la anécdota”, como esas muñecas rusas que guardan el secreto de una historia dentro de otra historia, pero ¿qué es lo que en realidad guardan si nada pasa dos veces de la misma manera?; en este sentido La serenidad es “el sueño de la reconstrucción” de una historia, de una vida, de una infancia, pero con plena conciencia de que “La reconstrucción es un anhelo imposible”.
Por último, envalentonado en esta exuberancia verbal propongo un exceso interpretativo final: La serenidad es una novela sobre el lenguaje en la que se multiplican las referencias filosóficas, por ejemplo en el parágrafo “Discurso inaugural”, que cierra la nouvelle, habría una clara alusión a las famosas y polémicas palabras pronunciadas por Martin Heidegger al asumir el rectorado de la Universidad de Friburgo en 1933. Y aquí viene el exceso: Eco, en tanto prefijo significa ‘casa’, ‘morada’ o ‘ámbito vital’; Heidegger, a su vez, en Cartas sobre el Humanismo, escribió: “El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada”.
*Nota: Iosi Havilio corrige mi exceso, “Discurso inaugural” remite a un discurso que Heidegger pronunció en su pueblo natal en el año 1955 titulado Serenidad: “La Serenidad para con las cosas y la apertura al misterio se pertenecen la una a la otra. Nos hacen posible residir en el mundo de un modo muy distinto. Nos prometen un nuevo suelo y fundamento sobre los que mantenernos y subsistir, estando en el mundo técnico pero al abrigo de su amenaza”.
jueves, julio 04, 2013
Opendoor, de Iosi Havilio
Hernán Galli lee Opendoor, de Iosi Havilio y lo comenta en su blog Sí, la idea de grabar un disco
Afuera quizás llueve.
Siempre, afuera, quizás llueve, o es domingo o algo no termina de cerrar.
Pongamos que afuera llueve y te da por leer Opendoor. Al principio no es nada, pensás que es una novela extranjera, por el nombre del autor, por el título, esa cosas. Entonces te acordás de la colonia neuropsiquiátrica, y si tenés edad y memoria, de la Dra. Giubileo. Mirás bien y no, la novela está escrita por un autor argentino que apenas había pasado los 30 años al publicarla. Todo eso lo aprendés rápido porque está escrito en la solapa. Y enseguida te preguntás (una vez más), ¿con todo lo que me falta leer, elijo la primera novela de un autor contemporáneo? Sigo.
Empezás a leerla a la tarde de un día y para la noche del siguiente está liquidada. Esto está bien, te decís, y lo sabe todo el mundo, pero te lo repetís igual. Pensás que estás leyendo un cuento de Forn, del volumen Nadar de noche, esos cuentos que disparaban la década del 90 en la Argentina. Sí, es eso, pero hay algo más, y te llega Piglia, muy lejano, hasta que das en la tecla y aparece Salinger. Es la misma emoción, la de haber leído la novela más parecida a un cuento, y que quede claro que no hablás de una nouvelle, ese híbrido que casi nunca cierra.
Estás seguro de que hay una palabra que acierta a la descripción: lacónico. Y te reís cuando recordás que hay quien cree que lacónico es breve, como minimalista es vacío. Pero te olvidás y volvés a la historia de esta chica (¿25 ó 30 años?) que azarosamente (¿azarosamente?) va a ver un caballo enfermo en Luján, ahí cerca de Opendoor. Después todo es vértigo y se acaba pronto. Cuando pensás en esa chica sin nombre, y te preguntás todo sobre ella, su edad, su pasado, su familia, y todo es un gran hueco, te sobreviene ese poema de Goethe, y concluís que es así, que es como cuando a un tallo lo transplantan y vuelve a vivir y todo lo que lleva dentro se queda ahí, una especie de borrón y cuenta nueva natural.
Cerrás la última hoja y regresás. Regresás al espacio de tierra que atrapa tus pies y te deja dormir por las noches a cambio de la sospechosa calma. No sabés por qué pensás que pareciera como que todo acto de locura, rechazo o subversión se limita a ese territorio, y vos que creés que das el gran salto día a día. Qué importa, hablamos de Opendoor, la mejor novela que has leído en años, que nada pretende ni nada reclama. Una novela justa, casi sin deslices, sin errores, sin prepotencia. Podés analizarla mucho tiempo, concluir si se ubica en la década del 90 o la del 2000, porque un walkman es de la primera, pero la keta, no. Podés preguntarte si todo lo que sucede es demasiado. Podés dudar. No tiene sentido, no va por ahí la cosa. Y para colmo, en las últimas dos páginas, el final te saca una sonrisa de satisfacción, un: "qué bien que la hizo el autor", un sobresalto para que no te olvides de que has leído una obra de ficción, donde todo es realidad, obviamente.
Over.
viernes, febrero 15, 2013
Havilio’s Magical Mystery Tour
Iosi se va a Londres para leer, el 3 de marzo, fragmentos de Opendoor en la Jewish Book Week. Reserven ya sus pasajes.
miércoles, septiembre 19, 2012
Red Carpet
Nos enteramos de que Opendoor, de Iosi Havilio, está nominada en los Anobii First Book Awards.
Aquí pueden entrar y leer de qué va el premio.
Y aquí encontrarán el modo de votar por Opendoor y engrosar el voto de las masas virtuales en favor su colosal obra. De yapa, una pequeña reseña donde se compara a nuestro Iosi con Murakami, Camus y Kafka.
Nosotros, por supuesto, ya impusimos nuestro voto por el señor Havilio.
jueves, mayo 10, 2012
Il misterioso viaggio iniziatico di una donna senza nome e senza qualità
Francesca Lazzarato lee la traducción italiana de Opendoor, de Iosi Havilio, y escribe su reseña para Il manifesto:
«"Non credo esista un modello generazionale che contenga i giovani scrittori latinoamericani. È un'etichetta editoriale o mediatica. Ma credo che questo sia un momento in cui esiste una molteplicità di voci, con una produzione abbastanza prolifica, in cui non si condividono né estetiche né ideologie né programmi letterari di nessun tipo". Ecco come risponde Iosi Havilio, scrittore argentino nato nel 1974, a chi gli chiede cosa abbiano in comune gli autori che appartengono alla nuova "generación Latinoamerica". E non potrebbe avere più ragione: a connotare i giovani in questione è infatti l'eterogeneità delle scritture, dei temi e dei punti di riferimento, insieme alla decisione di affermare la propria singolarità e al rifiuto di qualsiasi categorizzazione puramente anagrafica.
Come e più degli altri, Havilio - che con due soli romanzi ha conquistato critici severi come Beatriz Sarlo e scrittori come Fogwill ed è stato prontamente tradotto in vari paesi - sfugge a ogni tentativo di classificazione e si propone immediatamente come autore maturo e senza incertezze grazie a un'opera «esteticamente interessante» e di una "quieta introversione" (così la definisce la Sarlo), lontana dalla pura e semplice correttezza tecnica garantita dalle scuole e dai laboratori di scrittura, in Argentina ancor più numerosi che da noi.
Open Door, il suo primo romanzo, appare oggi in italiano grazie a Caravan Edizioni, nella bella traduzione di Vincenzo Barca (pp. 244, euro 14) che rende piena giustizia a una prosa sicura, netta e apparentemente spoglia in cui si nascondono, però, una quantità di dettagli minuti. È dalla loro somma che nasce la storia costruita da Havilio intorno a un personaggio femminile senza nome e senza qualità, una veterinaria mancata che, dopo il breve incontro con una partner occasionale di cui non arriva a sapere quasi nulla (e che subito sparisce, forse suicida), finisce per arenarsi in una sorta di villaggio fantasma, vicino a un insolito manicomio chiamato Open Door, che esiste davvero nelle campagne attorno a Buenos Aires e che, fondato nel 1900 da Domingo Cabred, per molto tempo è stato una comunità autosufficiente dove i pazienti potevano lavorare e convivere con la loro malattia.
In cerca di una pace che la assolva dal compito di badare a se stessa, completamente abbandonata al caso, a tutte le droghe su cui riesce a mettere le mani e alla passione amorosa per una ragazzina imprevedibile, la protagonista e il suo trasferimento quasi casuale dal troppo «pieno» della metropoli al vuoto del mondo rurale, il suo lasciarsi vivere e maneggiare, le visite all'obitorio per identificare cadaveri che non sono mai quello dell'amica scomparsa, il sesso frenetico che pratica con la sua piccola odiosa innamorata, sono esposti con una spassionata precisione da entomologo che fa di Open Door un romanzo di un realismo e un'oggettività del tutto ingannevoli.
Dietro la minuziosa descrittività, dietro la fredda superficie su cui vengono incise nitidamente scene erotiche o domestiche, campi verdi, interni malinconici, stazioncine in cui i treni non si fermano più, facce grottesche, matti in transito, corpi che continuamente si toccano e si allacciano, qualcosa si affaccia e subito scompare, come una parola che continua a sfuggirci. Perché Open Door potrebbe essere, alla fine, la rappresentazione stilizzata di un viaggio iniziatico tutto interiore, oppure lo specchio di un'assenza cui non si può mettere rimedio, di misteri che non si risolvono mai, di un vuoto che non è possibile riempire e che sembra incarnarsi negli spazi immensi, indifferenti e desolati della campagna assopita. Il sospetto che ogni pagina, ogni scena, ogni immagine significhino «qualcos'altro» (un sospetto che inquieta e turba, e che rappresenta la vera forza del romanzo) assale di continuo il lettore; ma ogni sforzo di decifrazione è inutile, se non assurdo: e a vanificarlo del tutto c'è quel "Mi sento felice" cui la protagonista approda nell'ultima riga e dietro il quale si nasconde per sempre.»
miércoles, enero 11, 2012
Never gratuitous
Fatema Ahmed realiza para Prospect Magazine un repaso de los libros más relevantes editados en el Reino Unido durante los últimos tiempos y, por supuesto, recala en la edición inglesa de Opendoor, de Iosi Havilio.




