jueves, diciembre 28, 2006

El año que viene:

Editaremos 7 libros/
Aceptaremos consejos de extraños


Feliz lunes

jueves, diciembre 14, 2006

Entropía

Contemplamos el stock entrópico, con su arco cromático y su desbordante volumetría, y parpadeamos de incredulidad. ¿Estamos contentos, satisfechos? No, no, es algo más complejo, más cercano a la ansiedad, a la violenta ansiedad, a los efluvios etílicos del cóctel molotov (tanto papel nos despierta el espíritu incendiario). Ah, tenemos tanto para dar, tantos libros se agolpan en nuestros Quark-xpress. Esta compulsión por imprimir palabras no puede ser saludable, pero nos multiplicaremos, que duda cabe, porque está en nuestra naturaleza, en nuestra denominación. Que bonito año.

jueves, diciembre 07, 2006

Incorruptibles

Querida familia: Tomo 2
(por Matías Capelli, para Los Inrockuptibles)

Habrá que esperar todavía algunas décadas para ver en qué forma literaria decantarán los mails guardados en servidores y discos rígidos. Mientras tanto, la de Manuel Puig probablemente sea una de las últimas generaciones de escritores y artistas en dejar, para la curiosidad postmortem, profusos volúmenes de correspondencia hechos -tal y como el género epistolar nos tiene acostumbrados desde hace siglos- de cartas. Cartas de papel teñidas por la incertidumbre de si llegarán o no a destino, de si lo escrito fue y será leído; cartas extraviadas, cartas que se demoran semanas, cartas desde el subte con el pulso "electroshokeado" o en los tiempos muertos en la oficina de Air France en la que Puig trabajó durante su estadía neoyorquina a mediados de los 60. Cartas a los padres escritas en esa verdadera lengua materna que arrastra dichos y palabras, esas que sólo en la familia tienen sentido; pero un fluir, también, que encuentra en ciertos detalles sobre los que vuelve una y otra vez el atajo para no mencionar todo eso de lo que Puig seguramente no hablaba con su querida familia. Cartas (las neoyorquinas) signadas por el frenesí de los viajes gratis y el vértigo de la consagración, tan inminente como esquiva. Ya circulaban originales de la que sería su primera novela, La traición de Rita Hayworth (68), y Puig transcribe comentarios como: "Según Juan Goytisolo mis cosas están a leguas de todo lo escrito en español (contemporáneo). Qué plato." Cartas (las de Río), de principios de los ochenta, después del exilio mejicano, en las que Puig, consagrado y en su mayor momento de reconocimiento, sigue viajando sin parar, ahora invitado por universidades, en giras de promoción, supervisando traducciones y coleccionando videos. Cartas, casi trescientas, en las que "Coco" -más que Puig-, habla y calla con los mismos modales, iluminado por la misma luz que sus personajes.

lunes, diciembre 04, 2006

Romina Paula por Sarlo

por Beatriz Sarlo (Punto de Vista, número 86, diciembre 2006)

Sujetos y tecnologías
La novela después de la historia


[...]
Algunos ejercicios recientes de estilo plano son simplemente extremos. Los diálogos de ¿Vos me querés a mí?, de Romina Paula, presentan exactamente todo lo que el lector aseguraría que esos personajes dicen en la vida real, si fueran personajes de la vida real. Probablemente esta novela sea un ejemplo casi experimental de ese estilo: personajes enclaustrados en su dialecto, como si se tratara de informantes de una investigación realizada obedeciendo al pie de la letra todos los principios de la etnografía lingüística.
Con esta técnica, las lenguas registradas pueden ser cualquier dialecto de la sociedad: el de una adolescente de capas medias altas (Paula Varsavsky, Nadie alzaba la voz) o de la mas estereotipada pequeño burguesía (Romina Paula). En ambos casos. El efecto es etnográfico, porque entre narrador e “informante” la distancia del registro es mínima.
Sin embargo, ese pacto de mimesis transparente se hace difícil de sostener. Romina Paula introduce un segundo idiolecto igualmente tipificado: su narradora es universitaria, mira películas y lee libros, sabe algunas palabras en alemán, etc. Lo “cultural” está como prueba de que el registro plano, la documentación de la lengua, es un procedimiento de la ficción y no las fichas de un investigador encubierto que ha encendido sus grabadores sin que la gente se enterara.
[...]

jueves, noviembre 30, 2006

Contrataping

[Texto de contratapa para Opendoor, novela de Iosi Havilio]

El desplazamiento entre la ciudad y el campo construye la dinámica de esta novela, una movilidad que transforma y amplifica los rasgos sensoriales en la voz de su protagonista: una joven estudiante de veterinaria, cuyo discurso a la vez indolente y desamparado enhebra una trama de sobrio desarrollo y exquisita resolución.
A partir del diagnóstico de un viejo caballo, en un campo cerca de la colonia psiquiátrica Open Door, la protagonista descubre un lugar de pertenencia, donde mitiga su falta de vínculos y la ausencia de su novia. Será el paisaje rural o pueblerino –pocas veces idealizado, siempre radicalmente concreto– el escenario donde el discurso interno que guía el relato sufrirá su evolución. El otro hemisferio será, entonces, la ciudad: el cada vez más lejano entramado urbano, ya sólo referencia tanática, a la que vuelve para toparse con una creciente vacuidad.
Opendoor crece, así, en un entorno argumental donde pasado y futuro ven velados sus contornos en favor de una actualidad
marcada por el choque entre lo extraño y lo natural. Es ahí donde la prosa de Iosi Havilio encuentra su mejor tonalidad.
Una escritura que puede maniobrar con destreza entre la mordacidad contenida y la ternura, el realismo y la abstracción, la precisión descriptiva y la solidez narrativa.

martes, noviembre 28, 2006

Schettini en Appetite

Empleado en las oficinas de una empresa de aviación como traductor, e instalado en New York, Manuel Puig se dedica en sus cartas a la verdadera tarea del traductor: Construye un mundo epistolar para generar un efecto de claroscuros en el que se muestra para ocultarse y entrega a la familia su modo, a veces dominante, de ser parte de ella.
Manuel Puig no es el escritor dandi que envía sus cartas como ejercicio de estilo remedando un gesto romántico del artista full time. Antes bien, prefiere ocupar el lugar del corresponsal y del cronista moderno. Todo rasgo de estilo queda sumergido en la narración de una serie de hechos y de “noticias del mundo” que actúan sobre la familia del mismo modo que sus novelas actúan sobre la literatura argentina: Le abren una ventana y permiten que entre un poco de aire.
Nadie leerá en estas cartas la confesión sentimental, ni la entrega desmedida a las pasiones que el género epistolar parece exigir a cambio de un ocultamiento del cuerpo y, por lo tanto de todo riesgo físico. Se trata de un tipo completamente otro de relaciones peligrosas.
Acaso mucho más complejas que la solicitación de amor o la confesión escrita, en estas relaciones Puig hace lo que siempre supo hacer: traduce una lengua a la otra. Explica a la familia cómo es el verdadero glamour instruyendo acerca del tipo de ropa que debe usar la madre y, en menor medida, el padre y el hermano, les establece un recorrido por el mundo y les organiza las inversiones familiares.
“Ojalá pueda hacer buenas compras. Tailleur sensacional para Bette? Vamos a ver. El conjunto que compré todavía está en el ropero.” O “Espero que surja alguna combinación para que Bette no pase el invierno sin Tailleur, pero lo que pasó en Roma fue diabólico…. Lo del traje gris y el tapado demuestra que los astros en abril estaban adversos a la pobre Bette” (Bette es la madre) o “¿Papá se puso la campera nueva?”
Esa teatralidad del vestuario, sobre la que Puig alecciona como un etnógrafo de las costumbres, va acompañada por el trato de diva cinematográfica que le dispensa a la madre. Confirmando que para Puig el lenguaje del cine y de la literatura nace del lenguaje más familiar, su madre es alternativamente la Buschiazzo (la actriz argentina madre proverbial de las películas de Sandrini), Bette Davies, o la Malisita a secas… en la familia se revela el funcionamiento de las estrellas distantes de Hollywood. Pero al mismo tiempo, en Hollywood, Puig ve aquello que hace a las divas mujeres familiares. Incorporadas a la domesticidad, él les descubre a esos seres marmóreos, afectados, aislados o intocables que eran las actrices de Hollywood, aquello que las hace mujeres cualquiera. Por eso puede ser el mejor crítico cinematográfico. Viste a la madre, pero despoja de disfraz a las actrices. Ellas son solamente Lana, Marlene, Liz, o Bette… el trato excesivamente familiar las rebaja y las condena y les descubre el artificio como si les quitara un velo y para comprender su funcionamiento les impone un equivalente “familiar”. La madre, como en el tango, es al mismo tiempo mujer única y mujer común:
Dice:
“Vi “Arabesque” y me convertí al lorenismo. La vista es un asco, a la moda, de espías, medio en broma… pero la vaca sagrada está muy bien, no tiene simpatía, pero muy segura y de una belleza fenomenal, y qué bien sabe presentarse. Saca unos anteojos blancos iguales a los que te lleva Antonieta. Anoche qué impresión rara: por TV “las infieles”, cuántos recuerdos…. Irene papas, la may Britt, y la más burra de todas era la Gina. ….”
En un gesto que sólo se puede advertir en su literatura, Puig le saca a las divas, los anteojos y una parte del nombre, y se los lleva a la madre. Hace de Loren y Lollobrigida figuras familiares y eleva a la madre a la categoría de estrella distante al enviarle los mismos anteojos del personaje de la película…
En ese intercambio que tiene la forma del un juego perverso, Manuel Puig define toda su literatura y le inventa a la literatura un lugar impensado en la cultura argentina: el de la fábrica de mundos y de realidades posibles. Y lejos de la fantasía fútil que hace de la literatura un plan de evasión, el mundo del cine es un operador sobre la realidad, transforma la realidad y la convierte en otra cosa.
Intervención épica sobre la cultura, porque tiene la forma de un gesto heroico sostenida sobre la toma de distancia que impone la figura distante (de la madre y de la actriz) y el trato epistolar. Si alguien sabía que las palabras son operadores sobre las cosas fue él, de modo que no era necesaria su presencia en al familia para ser parte de ella, tanto como no era necesario seguir la conversación plúmbea de la literatura argentina. Abrir una puerta, salir, cambiar de aire y cambiar de tema.
Nada más distante de las cartas de Coco a su querida familia que las cartas de Berto a su hermano en La traición de Rita Hayworth, las de Leonor a Nené en Boquitas Pintadas, las de Nidia y Luci en Cae la noche tropical o el bolero “mi carta” que canta Molina en la cárcel… estas cartas, las del Coco, son una retruénaco aún más imposible sobre el género epistolar... la carta señala la distancia del Coco con su familia, pero también señalan toda distancia y, para volverlas legibles, como si se tratara la letra de un tango “truculento y popular” como él mismo los define, Puig encuentra la lengua argentina de la patria perdida, inmigrante y trashumant. El “lenguaje privado” de la familia Puig está colmado de voces dialectales de Parma- Piacenza. Allí aparece la voz del expatriado de la querida familia.
“…me cayó visita, uno de esos ingleses, el que mandó el sobretodo, bueno, no supe desbratarme (sic) y se me engruñó (sic) a cenar, casi me da un ataque…”
Ese lenguaje cocoliche, en la voz de coco, dibuja la figura del tango y de la patria perdida. Para seguir hablando el lenguaje de la familia, Puig elige el lenguaje de la patria perdida por la familia, Coco habla en cocoliche macarrónico y las voces extraviadas del italiano titilan en sus cartas, como el tango habla de lo perdido: la angustia frente a la movilidad social experimentada como educación sentimental y el parpadeo adivinado de una ciudad a la que inevitablemente volver es imposible porque se trata de un país que visto de lejos tiene el mismo efecto que el mundo del cine.
En la misma carta, por ejemplo, una de las últimas enviadas por Puig en 1983 define al mismo tiempo el cine y la argentinidad:
“el mundo del cine es el horror”
dice; y en una de sus pocas opiniones sobre la sociedad argentina sentencia:
“la cuestión es que ya está claro, vuelve el peronismo y todo igual, es un pueblo maldito por el destino.”
Maldición eterna (porque siempre es todo igual) y horror frente al mismo mundo que lo alimenta y sobre el cual interviene de modo definitivo. Puig no cesa de tomar distancia frente a sí mismo, frente a la nacionalidad y frente al cine. Procedimiento incesante en su obra que leída desde estas cartas podría nombrarse como el de “toma de distancia radical” o “escritura de los extremos”. Se trata de poner en contacto con tenacidad dos elementos enfrentados y hacerlos colisionar en un acto de experimentación como si trabajara con químicos en un laboratorio para probar las dimensiones del estallido: Nombrar el centro de la cultura desde la periferia absoluta del pueblo de provincia; someter la vida infame de un preso al glamour irrestricto y el lujo caprichoso de una diva de Hollywood; hacer hablar a la vejez como si se pudiera, en el lenguaje travieso de la infancia; finalmente, poner el mundo de lo visual al servicio de un régimen estrictamente verbal. En ese acto de etnografía experimental y de escritura de los extremos, Puig encuentra su lengua perfecta y su forma de incluirse a la fuerza en la literatura argentina. Nunca ocupando el mundo de lo semejante y siempre asociando opuestos irreconciliables.
Robadas al tiempo y a la nostalgia de un país soñado, estas cartas de Puig nos iluminan como una estrella distante. Nos imponen incesantemente un régimen de lectura extremo. En medio de sus negocios, de sus planes de viajes y de sus interminables listas de películas olvidadas que Coco persigue por el mundo con el afán de un coleccionista de joyas, se cuela su presencia siempre perturbadora, siempre inquietante y siempre feliz.
El nos trata a nosotros en su epistolario del mismo modo distante y arrebatador que las actrices de Hollywood lo tratan a él cuando se instalan en su casa, cuando se vuelven parte de la vida cotidiana. Después de adquirir la maquina de video y al iniciar su proverbial colección de cine: dice como si se tratara de invitadas en su habitación:
“Me parece mentira, de golpe ver aparecer a Hedy Lamarr ahí en la pieza.”
Inevitablemente, el video genera un plus de realidad sobre la vida cotidiana de la televisión Hedy Lamarr entra a su dormitorio porque es el modo más perfecto en el que la ficción se realiza, se convierte en realidad en la vida de los espectadores, interviene y dialoga son nosotros como si sus personajes fueran parte de una familia querida que invitamos a compartir nuestra vida.
Las cartas de Manuel Puig, retazos de su vida y laboratorio de sus investigaciones sobre la proximidad y la distancia se pueden leer como si tuviéramos a Coco ahí, en casa.

[Texto leído en la presentación de Querida Familia: Tomo 2, en la galería Appetite.]

sábado, noviembre 25, 2006

Demasiado lejos

El escándalo golpea nuevamente a las puertas de Entropía: juzguen e impugnen ustedes mismos la presentación de las cartas de Puig en Appetite mediante estas imágenes captadas in situ.
Nosotros entendemos (ahora, demasiado tarde, lo entendemos) que esto no es literatura.




lunes, noviembre 20, 2006

Puig como cinéfilo

Por Quintín [para Diario Perfil]

"No sé qué habré hecho de malo que caí a ver El proceso que tendría que llamarse El castigo, qué asco, pobre Kafka, qué traición, ese Welles es un gran boludo." La correspondencia de Manuel Puig recopilada en los dos tomos de Querida familia abunda en referencias cinematográficas. De hecho, el libro incluye un índice con las películas mencionadas y el cine es uno de los temas recurrentes de las cartas, donde se alterna con otras obsesiones de Puig como la preocupación por su carrera y la pasión por la ropa y los viajes.
El descubrimiento de la vocación literaria de Puig es una leyenda con final feliz, una historia de patito feo, de crisálida transformada en mariposa. En 1956, a los 24 años, Puig viaja a Roma con el fin de estudiar dirección de cine en el Centro Sperimentale di Cinematografia. Al cabo de unos meses, abandona la institución pero se traza el objetivo de ingresar en la industria del cine como guionista. Su estadía europea se prolonga por varios años, y allí, mientras trabaja subtitulando o lavando copas, escribe guiones que intenta vender sin éxito. Hasta que un día, haciendo un ejercicio de construcción de un personaje, la voz fantasmal de una tía le dicta veinticinco páginas. Así nace La traición de Rita Hayworth, la primera novela de alguien que no era un gran lector ni se había imaginado escritor pero que, recorriendo el camino inverso de tantos literatos encogidos a guionistas, terminará teniendo un reconocimiento enorme en el campo de la literatura. Las cartas son el testimonio más cercano de esa evolución.
Es sabido que Puig se inicia como espectador en compañía de su madre en las tardes de General Villegas, que ama sobre todo las viejas películas y la performance de las actrices, pero el lector de la correspondencia se sorprende un poco al comprobar que los apasionamientos juveniles de Puig pasan por cuestiones tales como la defensa de Gina Lollobrigida sobre Sophia Loren ("Esa vaca"). La especialista Graciela Speranza afirma que, durante esos años, Puig "revé decenas de clásicos de Hollywood pero vibra también con los nuevos filmes de Antonioni, Fellini, Bresson, Bergman, Resnais o Godard". Las cartas muestran casi lo contrario: a cambio de algunos tibios elogios para Bergman o Resnais, el escritor se indigna con Antonioni ("La aventura, muy repetida y pedante", "El eclipse, una lata que no termina nunca") y con Fellini: "8 ∏, algo que no tiene nombre, tan estúpida, pesada, intelectualoide, pretenciosa, creo que es la peor película que he visto en mi vida". En cuanto a Godard, Sin aliento le parece "simpática y nada más". Tras elogiar Vivir su vida y El desprecio, cuando llega Masculino femenino es lapidario: "Es IMPOSIBLE, se le fue la mano en la forma, lo peor de todo es que aburre bestialmente". En cuanto a los clásicos, Puig asiste al estreno de The Searchers de Ford ("Me fui en la mitad"), Elena y los hombres de Renoir ("Pésima, mamarracho imperdonable"), Sed de mal de Welles ("Está completamente reblandecido"), Un rey en Nueva York de Chaplin ("Es algo lastimoso, no podría ser más estúpida y desagradable").
En plena época de la política de los autores, Puig sigue hablando de las películas "de" Marlene Dietrich o de Ingrid Bergman. A veces acierta con un film y es capaz de advertir, contra la opinión general, que Marilyn Monroe o Robert Mitchum son buenos actores. Pero, normalmente, prefiere Marcelino pan y vino a Lola Montes y Doce hombres en pugna a Vértigo ("El último mamarracho de Hitchcock"). Tal vez lo más discutible del gusto cinematográfico de Puig no sea el cholulismo sino su apuesta al entretenimiento, a la eficacia y el profesionalismo, los valores de la crítica más reaccionaria.
El escritor que sostenía esa mirada populista sobre el cine es hoy central en el canon de las letras argentinas. Admirada y copiada, su obra es sinónimo de literatura de vanguardia. ¿No hay aquí un pequeño misterio?

jueves, noviembre 16, 2006

Appetite por Entropía






















Presentan el libro: Ariel Schettini y Graciela Goldchluk
Performance/ Dirección artística: Matías Umpierrez
Asiente de dirección: Macarena Albalustri
Vestuario/ Peinado/ Maquillaje: Catalina Rautenberg

Actrices Invitadas: María Marull, Eugenia Capizzano, Maru Sussini, Karina Roldan, Felicitas Luna, Delia Folgueira, Eugenia Mercante, Macarena
Albalustri, Susana Tale, Paula Pichersky, Carolina Martin Ferro, Paula Travnik, Alejandra Maidana.
Agradecemos a Ariel Cusnir por ofrecer su obra "Casi" como lugar de encuentro.

Galeria Appetite

lunes, noviembre 13, 2006

Radar Puig

El cartero llama dos veces

Por Juan Pablo Bertazza

Del tríptico de cartas familiares de Puig, este segundo tomo reúne doscientas treinta y cinco misivas que envió el escritor desde Nueva York de 1963 a 1967, y desde Río de Janeiro de 1980 a 1983. Con una fuerza narrativa similar a la de las cartas europeas, el presente epistolario comienza a trazar la consagración de Puig, desde que pule los capítulos de La traición de Rita Hayworth hasta las realizaciones cinematográficas de sus primeras novelas.
El primer tomo de Querida familia empezaba con la romántica partida en barco a Europa en 1956 con el ingenuo objetivo de hacer contactos a lo loco para poder consagrarse como director de cine; pero esta segunda parte marca el paso hacia su madurez como escritor cinéfilo. Ya con la experiencia, mucho más afín a su literatura, de un turbulento viaje en avión (lo cual se hará recurrente con un puesto en Air France), y ayudado por el propicio escenario de Nueva York, Puig se vuelca a escribir con estrategias más productivas, al tiempo que va tomando una confianza creciente en su prosa. Aunque siempre que habla bien de sí mismo, enseguida se burla con la frase qué plato, como si todavía no pudiera soportar el peso del éxito: “Para ellos [los responsables de la editorial Gallimard] soy ya una realidad luminosa, un astro en el firmamento literario, qué plato”.

[sigue aquí]

lunes, noviembre 06, 2006

Exaltación de lo cotidiano

Por Gloria Nozal [La Nueva Provincia]

Ignacio Molina construye en este libro de sugerente título un escenario propio, que tal vez sea el de muchos; el de una vida en Buenos Aires, la de amigos y compañeros. Privilegiando los simples hechos cotidianos, lo que daría sólo sustento para otros y en él es leit motiv, único tema central: levantarse, desayunar, hacer una compra, tomar un colectivo y que cada cosa común se torne por el arte de su reiteración, su moroso deambular por y ello y nada más, en argumento, nudo, y diálogos, así como también descripciones, las que convergen en ese mismo universo sin crescendos ni desenlaces insólitos y que constituyen trama, fondo.
Ese insistente andar de cada día, sin suspenso, sin reflexiones, donde los seres parecen entregados al sino monocorde demarcado por quién sabe qué, como una suerte de marionetas, va creando un estilo particularmente distinto. Deliberadamente ostentosa, la valorización de lo común, de una simpleza sin planes expresados, sin pensamientos o monólogo interior, con sólo diálogos que también constituyen meros hechos diarios, va creando una personalidad despojada, monótona.
Los personajes son jóvenes en sus estudios, trabajos, comidas, y los diálogos están dados por lo inmediato de sus movimientos: "El jueves a la noche, desde el umbral de su cocina, Gonzalo le mostró a Nahuel una botella de vino y le preguntó si en su departamento no tenía un sacacorchos. –No sé. Pero sino podés mandarlo para abajo con alguna... –Che, vago –lo retó Camila palmeándole la espalda–. Andá, yo vi que tenés en los cajones. "De la página 163: "Un atardecer, al salir de la biblioteca, me puse a leer el folleto publicitario de unas jornadas literarias sobre narrativa argentina que, des¬pués de obtener mi permiso, un estudiante universitario había pegado en la cartelera de la entrada." Deducimos de estas meras acotaciones, formación, estudios, lo que constituye apenas un detalle orientador, casi dado por descuido del protagonista. Sin embargo, y a diferencia de la mayoría de los escritores, voluntariamente apartado de todo asunto intelectual, Molina retoma el universo de su derrotero de hechos simples, de una chatura que no puede menos que caer dolorosa y que en él es oficio consolidado, que enarbola como sello distintivo.
Sin duda, Los estantes vacíos es una depurada muestra del estilo notable y vigoroso de este escritor que, pintando su universo juvenil, logra su objetivo, el que para nosotros sería aciago si fuera algo más que una realidad retratada por la literatura. Si fuera la vida real de los jóvenes de ahora. Sin signos que apunten a algo intelectual y espiritual, y a la vez tan natural que no se puede dudar de su realismo. Sólo la música, mencionado en ocasiones, emerge como algo más trascendente o conmovedor.
Por lo distinto, por el destacado manejo de la simpleza de las cosas, que lo hace asemejarse a algunos clásicos rusos, Ignacio Molina ha creado una obra de relieve, que aparece en el movimiento actual con un sello particular de búsqueda, de intención de mostrar la realidad sin eufemismos, valorizando así de paso cada acto humano, sin que sencillez o banalidad aparente lo distraigan de su camino, el de la vida y sus actitudes insertas en la rutina de una gran ciudad.
Surge de esto una especie de estilo, por así llamarlo, que siendo literario se aparta de lo común, haciendo destacable lo mínimo, llamando la atención sobre las formas de las cosas más que sobre las cosas. Más lo visible y palpable que los sentimientos, decisiones, pensamientos; todo lo que constituye la superficie de las cosas más que su canal conductor.
En este mundo del autor los seres no parecen pensar, sino que son llevados a cumplir sus ocupaciones sin cuestionamientos y toda otra motivación que anime y vivifique sus desplazamientos y actitudes, parece voluntariamente apartada, como si la misma gran ciudad se encargara un poco de deshumanizar a sus criaturas, llevándolas una y otra vez a los mismos encuentros en una suerte de danza ritual, donde seguramente el hondo significado de los hechos quedará oculto, inadvertido.

miércoles, noviembre 01, 2006

Cartas americanas

por Jorge Ariel Madrazo [El arca digital]

En estas mismas páginas se comentó la aparición del primer tomo de esta radiografía íntima de Manuel Puig; el que reunía las llamadas "cartas europeas" del autor nacido en General Villegas. Bullía allí el fervor de los comienzos literarios, el acercamiento al cine y a sus figuras fundamentales –sobre todo, durante la permanencia en Italia y más exactamente en Cinecittá–, los primeros contratos, las promesas y desilusiones.
En el Prólogo de este segundo volumen Graciela Goldchluk, compiladora y autora de las notas, señala que si aquellas cartas enviadas desde Europa narraban una suerte de novela de iniciación, estas otras doscientas treinta y cinco que Puig envió a su familia entre 1963 y 1967 (cuando vivía en Nueva York como escritor que trabajaba en un aeropuerto a la espera de ser publicado) y entre l980-1983, cuando ya consagrado residió en Río de Janeiro abocado a traducciones y adaptaciones cinematográficasde sus obras, marcan un cambio crucial en el autor de La traición de Rita Hayworth. Puig está ya seguro de su escritura, vista por él como un don: "Leí por orden la novela (no la pude terminar porque al final se juntaron muchos paseos) y me produjo una impresión REGIA; modestia aparte, me parece que me tocó la varita mágica."
Esta correspondencia incursiona en todo: se inicia en Nueva York y despliega desde problemas de dinero a la búsqueda de vivienda, sus proyectos literarios, el trabajo, la compra de un camisón o una blusa para su madre, las incontables idas a cine o al teatro que dan pie a juicios críticos muchas veces vitriólicos, sus "escapadas" a Alaska o Tahití... Se telefonea con Fellini, o revela que Goytisolo "se interesó mucho por mi novela", en alusión a La traición de Rita Hayworth y "me dice que está todo listo para el contrato con Gallimard", o bien: "El chisme se corre en París de que Sarduy y yo somos las dos revelaciones castellanas..." La editorial Jorge Alvarez lanzó por fin en el 58 aquella primera novela, con un éxito fenomenal que incluyó la edición por Gallimard y las reediciones en toda Europa. De todo eso y mucho más tratan estas cartas, que se reanudarán en 1980-83 desde Río: antes, Puig se había exiliado en México, huyendo de las amenazas de la Triple A. A fines del 83 su madre se instala cerca de él, en Leblon; en el 89 Manuel desea radicarse en México, el lugar elegido es Cuernavaca. Pero un paro cardíaco tras una operación de vesícula termina con su vida, el 22 de julio de 1990.
Fotos, un índice de películas y un glosario del dialecto parmesano usado por el escritor en muchas de sus cartas, completan este libro de valor excepcional.

lunes, octubre 30, 2006

Reseña bahiense

Los estantes vacíos

por Silvana Angelicchio [Ecodias, Bahía Blanca]

Definir su género, hacer un resumen de su argumento o perfilar su temática puede resultar un ejercicio tan elusivo como la propia lectura de Los estantes vacíos. Sin embargo, esto no es una objeción sino un halago, ya que la sensación de no hacer pie que proviene de los quince relatos que lo conforman resulta estimulante y atrapa al lector en su realidad enrarecida.
La geografía se reconoce como porteña, el tiempo como presente y cercano, pero siempre hay alguien que pide la hora o pregunta a gritos por una calle.
Los detalles son minuciosos, pero no tienen incidencia en las acciones que se describen.
Los personajes son recurrentes, protagonizan un relato y son comparsas en otro, mostrando el mismo hecho desde diferentes ángulos, pero no se los reconoce fácilmente. Sólo pinceladas cortas que van pintando un estado de ánimo generacional. Una indolencia que los protagonistas no reconocen sino vagamente: "Una madrugada de domingo mientras caminaba desvelado por el barrio, tuvo una sensación extraña. Durante unos segundos no supo de dónde venía ni hacia dónde iba, se preguntó qué hacía parado en ese lugar y para no perder el equilibrio, tuvo que apoyarse en un poste.", y se mantiene con rutinas, diversiones inmediatas o durmiendo.
El título proviene de uno de los relatos -definitivamente no son cuentos tradicionales cuando exponen poco, son todo desarrollo, y carecen de desenlace-, en el que un hombre registra que ha finalizado su matrimonio recién al ver vacíos los estantes de su biblioteca. Faltan los libros, entre los que ha escondido un mensaje que su ex podría no encontrar jamás. Un azar al que parece haber apelado el propio autor, con este atrapante trabajo.
Nativo de Bahía Blanca y afincado en Buenos Aires donde se desempeña como periodista y corrector, esta es la primera obra editada del joven Molina, que ya era conocido como blogger.

martes, octubre 24, 2006

Mockba cover

La inagotable imaginería entrópica no se detiene, claro. No ante el volumen de relatos de Diego Muzzio, Mockba, de próxima materialización.
Elegante y lúgubre, el color elegido es el negro, para solaz de los newtonianos, que siempre sostienen que sí, que se trata de un color.

[Como siempre, censuraremos los comentarios excesivamente laudatorios, que corroen la credibilidad de este globbspot.]

viernes, octubre 20, 2006

Contrataping

En un paso más hacia el vacío, ahora vamos a experimentar con la composición de la contratapa de “Opendoor”, de Iosi Havilio (novela de la cual ya apostillamos anteriormente los tres primeros párrafos, y un puñado de versiones de tapa).

Aquí un inicio posible cualquiera, y ya sigan ustedes:

Opendoor
Iosi Havilio

El desplazamiento entre la ciudad y el campo construye la dinámica básica de esta novela, un movimiento que transforma y amplifica los rasgos sensoriales en la indolente voz de su protagonista, una joven veterinaria [...]

miércoles, octubre 18, 2006

Molina lector

En el marco de su ciclo de lecturas itinerante, el Quinteto (Leonardo Oyola, Ricardo Romero, Funes, Federico Levín, Ignacio Molina) se presentará hoy miércoles a las 20:30 horas en el bar "El viejo Belgrano", Amenábar 2363, ciudad de Buenos Aires.
Estamos todos invitados.

jueves, octubre 12, 2006

Cómo entretener a la familia

Una tardía reseña del tomo 1 de la correspondencia de Puig , en la página web de Punto de vista.

-------

Cartas... y más cartas: cómo entretener a la familia o el arte de querer a la distancia

por Adriana A. Bocchino


Las cartas europeas de Manuel Puig, cuidadosamente editadas por Graciela Goldchluk el año pasado, remiten a un autor, un escritor de novelas que todavía no sabe –sobre todo él no lo sabe-, que será un escritor de novelas. Lo que sí sabe es que está empeñado en meterse de lleno en el ámbito del cine y el espectáculo europeos.
Manuel empieza a viajar en barco hacia Europa el viernes 27 de julio de 1956, tan sólo con veintitrés años y decidido a ganarse el favor de maestros, directores, productores, actores y actrices, a fin de llevar adelante un sueño: hacer películas. Películas como aquellas que lo mimaron desde chico en el cine España de su General Villegas natal: primero, a los cuatro años, de la mano de su padre, Baldomero, para ver La novia de Frankestein y quitarse el miedo, y luego, casi a diario, de la mano de su madre, tanto sea para ver películas de todo tipo como buscar libros en la Biblioteca Municipal que funcionaba en el mismo edificio, en el piso de arriba.
El viaje se realiza para seguir la carrera de dirección cinematográfica en el Centro Sperimentale di Cinematografía di Roma. Puig nunca llega a ser director de cine pero las cartas que empieza a escribir desde el primer momento que pone un pie en el barco, la primera fechada a los tres días de haber zarpado, devuelven a la familia, a su madre, una novela -una película, tal vez- como ellos deseaban sea vivida por Coco. Manuel Puig firma estas cartas familiares con la intimidad del sobrenombre, un perfecto desconocido para quienes serán luego los lectores de sus novelas. Y si bien resultan familiares e íntimas también a los lectores de sus novelas futuras le ofrecen otra novela -la póstuma arriesgará su prologuista: una novela de formación para dejar paso a una de iniciación, en la que el protagonista nos cuenta su viaje, sus diversas estadías, los paisajes que más lo conmocionan, las personas que definen, por la positiva o la negativa, sus gustos, su estética, los amigos y las amigas, pero sobre todo, fundamentalmente, las películas, los espectáculos, la ópera, la danza... Metidos en diagonal entre Coco y su familia, los lectores hacemos también el viaje.

[sigue en Bazar americano]

martes, octubre 10, 2006

Laboratorio

Estamos convencidos de que con este material (polaroids tomadas por SMD en Moscú y Barcelona) alcanzaremos el cenit del book-cover design. El libro se llama Moskva, y es un volumen de relatos de Diego Muzzio, excelente compañía para el libro de Molina, hasta el momento único bajo la nomenclatura:
_cuento

viernes, octubre 06, 2006

Adaptation

Río, lunes 22 de marzo 1982


Querida familia:

Primera carta de la nueva tanda. Hoy una semana que se fueron, acá todo más o menos controlado, el Zacharías está cuidando el 107 así que eso no me preocupa. El teatro bien, dieron los premios Molière, los más importantes de teatro del año, y Rubens Corrêa ganó el mejor actor.
Lo malo de la semana fue la llegada del guión “pasado en limpio” por De la Torre. Una verdadera catástrofe. Cortó cosas y puso otras al tun tun, hoy habló por teléfono y me le mostré absolutamente decepcionado, se pegó un susto y quería venir hoy mismo en el avión de las tres pero lo frené... hasta mañana, ahora lo voy a llamar a cobrar para tratar de disuadirlo de que venga, es un cabezón y basta ¿para qué más discusiones? si total sale haciendo cualquier burrada. Es algo de no creer lo que quedó del guión, al sacar cosas no se entiende nada. Una lástima. Yo le voy a pedir que saque mi nombre de la adaptación y basta. Qué se le va a hacer, total nadie va a ver el bodrio fuera de la Argentina, y allá me sirve de propaganda, y hasta es capaz de tener éxito de público. Pero yo no quiero tener nada que ver. Será la última vez que me meto con él, es increíble.
Bueno, a otra cosa. El otro bodriero, el Babenco, sigue con la cuestión de la mujer araña, dice que no descarta el otro argumento del bígamo pero sigue con esta cuestión. Conversamos una tarde sobre la película de la mujer araña y dijo tantos disparates que quedé planchado ¡qué redoblona de burros! Acá para colmo un calor asqueroso que empezó el día mismo que se fueron, se la salvaron.

Besos y cariños

Coco_

jueves, octubre 05, 2006

Daniel, contratapista

A partir de este paratexto, que gentilmente robamos a Daniel Link para la contratapa de "Querida familia 2" (y cuyo evidente punch marketinero triplicará las ventas del mentado volumen), surge el siguiente intercambio de opiniones:

Comments:
pregunta:

¿Sólo el diario de ellos interesa pq es utilizado como motor de obra?
acaso no es ir incontra de la idea de literatura menor y canonizar su fuerza. A lo mejor lo que digo es una boludes atómica , ya que se trata también un poco de públicidad y de arenga, así que mis disculpas. Pase, leí y dije lo que pensé.
dam
# posted by guacha editora : 1:47 PM

Ehhhh, creo que el texto no habla de diarios, sino de cartas.
El texto aparece en una contratapa, pero fue publicado en otro lugar como artículo (a propósito del tomo anterior de cartas de Puig), de modo que no es, estrictamente hablando, un texto de circunstancia.
El problema de la "obra", naturalmente, supone el problema del "autor". No tratándose de ciencia, sino de artefactos culturales, es necesario que haya "obras" y "autores". De otro modo, ni siquiera una polítcia contracanónica sería posible.
Saludos
# posted by linkillo : 3:38 PM

martes, octubre 03, 2006

Sarcasmo

Ahora la gente de la revista La Nación, con justa intertextualidad, se mofa de nuestro extravagante estilo contratapístico, a la hora de empastillar “Los estantes vacíos”.

lunes, octubre 02, 2006

No voy en tren, voy en avión

[Suplemento Cultura del diario Perfil, por Juan Terranova]

Se acaba de editar el segundo tomo de la profusa correspondencia que el genial escritor argentino mantuvo con su familia. Si en la primera entrega el joven Puig miraba el mundo con arrogancia, ahora se lo reconoce entre los paisajes de Nueva York y Río de Janeiro, practicando el turismo relámpago, preocupado por las traducciones de sus libros y deslumbrado por el formato VHS que le permite ver cientos de películas, y copiarlas, sin salir de su casa.

Sigue aquí

martes, septiembre 26, 2006

Resentimientos

Sabemos que el segmento infanto-juvenil no se nos da bien.
Que la sección ”Libros” de Rollingstone es una microscópica broma es algo aceptado, pero la edición argentina de Les inrockuptibles nos produce un especial fastidio con su amable manera de soslayarnos. Pastillas. Pastillas. Pastillas.

jueves, septiembre 21, 2006

Solidaridad corporativa

Flaco favor le hacemos a la editorial de Romana, difundiendo esta gacetilla de prensa entre los tres o cuatro lectores que aún conserva este aletargado glob.

(Nosotros, se entiende, no pensamos ir.)

---

Queridos amigos, este viernes 22 de septiembre a las 19 hs. Sigamos Enamoradas lanza sus dos nuevos libros: Ruego por el Tornado, de Osvaldo Bossi, y Paisaje Oblicuo, de Diego Bentivegna. Los presentarán Nicolás Peyceré y Paula Jiménez y habrá un vinito para brindar y música acompañadora.

En la Biblioteca Leopoldo Lugones de Belgrano, La Pampa 2215 (entre Vuelta de Obligado y Cuba) a pasitos del subte D.

Ojalá puedan venir. Un beso.

Romana.

miércoles, septiembre 20, 2006

Abandon all hope...

¡Ay, Destino de Moisés! Morir, exhaustos, a las puertas mismas de la Tierra Prometida...
Cómo son, eh: primero nos ofrecen una caja PAN, y ahora pretenden que celebremos el raquítico banquete sobre porcelana de Limoges, que desempolvemos nuestra cristalería Riedel... ¿Como qué deberíamos estar habilitados, exactamente? ¿Como manipuladores de manuscritos canónicos? ¿Como ingenieros en estiba de resmas impresas? ¿Como operadores culturales? ¿Como local bailable clase C? Horror, el horror...

Ansiamos, de todo corazón, que la inteligencia del burócrata (¡es hielo abrasador, es fuego helado!) haga la vista gorda sobre este enojoso e incumplido ítem de nuestra solicitud. Gracias.

----------

Estimados,

Nos dirigimos a ustedes para informarles que ya han pasado la etapa de la evaluación económica financiera, y ahora van a pasar al jurado.
Debemos informarles que es un requisito excluyente para la obtención del subsidio tener la habilitación municipal correspondiente o inicio de tramite. Es por ello que debemos avisarle que en caso de que el jurado los elija como beneficiarios tendrán indefectiblemente que presentar la habilitación o inicio de tramite. Cabe aclarar que al momento de conocerse la decisión de dicho órgano van a tener un plazo de 7 días para cumplir con ese requisito.
Les solicitamos por favor nos confirmen la recepción de este mail.

Saludos cordiales

Evaluación de Proyectos
Centro Metropolitano de Diseño
Subsecretaría de Industrias Culturales
Ministerio de Producción
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

martes, septiembre 19, 2006

Así se lee Semana

Así, en un ámbito de austeridad y tabaquismo.
El lector puede también echar mano a alguna bebida de alambique, como el bourbon, la maltodextrina o el petróleo.

viernes, septiembre 15, 2006

Iosi 3

Si alguien tiene alguna imagen cualquiera que se le ocurra para la tapa de la novela de Iosi Havilio, nos la envía a unsolparahavilio@hotmail.com

miércoles, septiembre 13, 2006

Opendoor (The Twilight of the Ice Nymphs)

Luego del frontal repudio a las presencias bovinas, decidimos dar un golpe de timón y reemplazar al ganado por la imagen de un galpón de carpintería en la colonia psiquiátrica Cabred, en Open Door. Fotos (al igual que la de las vacas) que datan del año 1906, lo cual las convierte en centenarias... Pero claro, que saben ustedes de todo esto, que aún no tienen la chance de leer la novela de Havilio; y, que como sigan entorpeciendo nuestro trabajo con sus arbitrarias críticas, nunca leerán.

lunes, septiembre 11, 2006

Opendoor

En avanzada de la novela de Iosi Havilio, ahora tenemos una versión preliminar de tapa. Sin la debida autorización de las damas presentes en el collage, trámite que está en progreso, nos atrevemos a la exposición temprana, en busca del siempre fértil feedback que ustedes, lectores y comentadores, de seguro, nos brindarán, en avalancha.

viernes, septiembre 08, 2006

Puig en stock

Con un peso total de 8 quintales métricos, la llegada del tomo 2 de la correspondencia de Manuel Puig ha limitado de manera drástica nuestra libertad de movimiento.

miércoles, septiembre 06, 2006

Canecalón

[Por Juan F. García, Canecalón, número doce]


Sala de lectura

“...Quizás sea bueno pensar en libros que por sus antagonismos nos deparen la inigualable fortuna de gozar leyendo. De cierta intraducibilidad en reseñas críticas. Cruces. Pienso en El discurso vacío de Mario Levrero (Interzona, 2006) y en Hidrografía doméstica (Entropía, 2004) de Gonzalo Castro.
El libro del inclasificable Mario Levrero discurre sobre la ritualidad de la escritura, sus imposibilidades. Y a su vez, el elemento autobiográfico trabajado en los bordes siempre sutiles, lábiles, de la pura ficción. El primer libro del joven escritor Gonzalo Castro, anima a una niña que descorre velos sobre la infancia y el paso previo a la adolescencia. De ritmo muy bien trabajado, esta primera novela no es deudora de nadie, no deshilacha las influencias y se sitúa cómoda en las novelas por venir, deudoras de su propia voz (como es la luminosa primera novela de Lucía Puenzo El niño pez (B. Viterbo. 2004)).

[...]

“...Leyenda. Literatura argentina: cuatro cortes de Daniel Link (Entropía, 2006) reclama un lector interesado en preguntas sobre la literatura argentina a partir de cortes periódicos que, en el orden social y politico, enlazan peronismo, postperonismo, dictaduras, democracia, los 90 y después. Y en ese entramado, Link lee las líneas fundamentales de las escrituras locales. De ardua lectura, de inteligente pluma que sopesa los desvaríos de la teoría con la justeza de una cita.”

martes, septiembre 05, 2006

Coming Attractions

[fragmento de Opendoor, de Iosi Havilio]


Open Door no se dice siempre igual. Algunos dicen ópendor, y otros opendór. Eloísa dice ópendor, Boca y Jaime, opendór. Yo todavía no me decido. Depende del momento, y de quién tenga enfrente. En general digo ópendor, pero la verdad es que no sé cuál de las dos me gusta más.

El almanaque que cuelga de la manija de la alacena atrasa. Nadie arranca las hojas desde el dos de marzo y estamos a veinte o diecinueve de abril, ya ni sé. No tengo a quién preguntarle. Es bien de noche, deben faltar unas pocas horas para que amanezca. Jaime ronca en el cuarto, no es un ronquido fuerte pero sí persistente, que nunca se apaga. A veces crece, va del agudo al grave, se enoja, después se apacigua, pero enseguida recobra aliento y se acelera. Cuando no ronca, silba, y cuando no silba sopla. De alguna manera habla, dice cosas en ese idioma básico y universal, cosas difíciles, fragmentos de algo que Jaime lleva bien adentro, en las entrañas, y suelta de noche sin hacerse cargo, para que yo lo escuche, y lo comprenda un poco más, o para que empiece a despreciarlo. Estoy desvelada por completo y más proclive al odio que a la comprensión.
Ahora, en la cocina, trago sorbos de ginebra para poder dormirme. Entonces me fijo en este almanaque que nunca había notado hasta hoy y cuyas hojas nadie saca desde hace tiempo. Arranco una por una, del dos de marzo al diecinueve de abril. Estoy a punto de hacer un bollo con todos los días y tirarlos al tacho de basura pero un descubrimiento me detiene. A cada hoja le corresponde una frase entrecomillada al dorso de la fecha. Están firmadas por personajes célebres, escritores, artistas, filósofos, estadistas, hombres y mujeres notables, a primera vista muchos más hombres que mujeres. Algo así como una consigna para encarar el nuevo día. Algunas son confusas o están mal traducidas, las más proponen conductas impracticables, hay proverbios chinos, refranes criollos, versículos bíblicos, fragmentos de la literatura universal. Uno de los temas más recurrentes es la codicia. Otro es la relación entre cuerpo y alma.
Retengo dos citas, una por ingeniosa, la otra porque me deja pensando. La primera es de Schopenhauer, al menos el almanaque se la adjudica, y dice: “La mujer es un animal con cabello largo e ideas cortas.” Horacio firma la otra: “No sacar de la luz humo, sino humo de la luz.” Me encanta, no sé por qué.

lunes, septiembre 04, 2006

Conductas

Del autor: Romina Paula
De la clasificación: Ficción y Literatura / Novelas / Argentina


Clientes que compraron “¿Vos me Queres a Mi?” también compraron

Breve Historia de la Filosofia Occidental
Dos Novelas Cortas
La Guerra de los Mundos
Matematica...¿Estas Ahi? Sobre Numeros, Personajes, Problemas y Curiosidades
El Lago


Clientes que compraron libros de Romina Paula también compraron de

Bordelois, Ivonne
Lewis, C. S.
Allende, Isabel
Mastretta, Angeles
Serrano, Marcela


[Tomado de Tematika.com, el sitio de venta por internet de Yenny)

viernes, septiembre 01, 2006

Entropía random

Ahora tomamos Todo esto será tuyo, de Augusto Bianco, y leemos este fragmento:

[...]
Siempre en el centro de las lentes con el logo de TUC refulgiendo en los pectorales, asaltó aviones secuestrados, recuperó ministerios, embajadas, teatros, cárceles tomadas, disolvió y encabezó manifestaciones, despejó piquetes, barricadas, depuso dictaduras, repuso democracias y copó países delincuentes sin nunca comprender qué parte de la misión cumplía consciente y en cuál soñaba.
Cuando descendió a los sumideros de Nueva York a convivir con los hombres-rata, comentó ante las cámaras: “No hay formas de vida indignas”, pero en la transmisión del Primer Canal Mundial se perdió la palabra “no”. Cuando enviado en misión a los países más atrasados denunció las inhumanas condiciones de vida y de trabajo, en el doblaje apareció arengando a los operarios a seguir su ejemplo y superar día a día los límites de la productividad humana. Cuando se hizo disparar a cañón una bola de acero en el abdomen para apoyar la campaña de reclutamiento militar, salivó ante las cámaras: “¡A esto y mucho más hay que estar dispuestos para defender a la patria!” Pero no era lo que había dicho. Cuando logró la rendición de un grupo insurgente que operaba desde el interior de un volcán al que hacía aparecer en actividad mediante el simple artilugio de echar humo por el cráter y exaltó la generosidad de aquellos que encontraron en la lucha por los demás su objetivo de vida, en las pantallas del globo apareció acusándolos de masacres inventadas. Cuando en su carácter de justiciero global se apersonaba en las aldeas más remotas y recibía en audiencia denuncias contra “los ricos que nos quitan las tierras, desvían ríos, manipulan la atmósfera y cercan el mar”, en sus contestaciones mediáticas aparecía anunciando indemnizaciones que cuando se cumplían sólo servían para perpetuar ese estado de cosas. Cuando a solicitud de las corporaciones asociadas viajó a los países inviables y se inflamó de indignación ante las políticas esclavistas, en las pantallas del planeta esa indignación persistía pero dirigida tanto contra el neocolonialismo del pasado como contra las rebeliones del presente que impiden el acceso a los beneficios de la civilidad globalizada.
–¡Sólo la fe en la ciencia y el progreso sustenta! –se lo oyó pregonar protegido por un campo magnético entre falsas bandas de música falsos indígenas y falsos pordioseros en medio de insultos explosiones y pedradas mientras su secretario se esforzaba en seguir las instrucciones por citófono.

miércoles, agosto 30, 2006

Así se lee Leyenda

Idealmente, se necesitan: un mantel geométrico, un mate de nácar, una cartuchera austro-húngara, una tijera, repasador, un almohadoncito a rayas, un patio primaveral, un gato cualquiera, una llave, y otra silla. Inténtenlo ustedes también.

viernes, agosto 25, 2006

Mondo Paula

Es inminente el contrato (millonario en liras) con Einaudi, la gira de lecturas por el Piemonte, la Lombardía, el Friuli (inútil sería tratar de mercadear libros en el sur de la península, ¿verdad?, tan incivilizada), las odiosas comparaciones con Melissa P., el éxito masivo, el millón de ejemplares vendidos, el inevitable salto hacia la pantalla caliente de la RAI, la conducción del Festival de San Remo, en fin...


¿Vos me querés a mí?

Una delle novità editoriali più interessanti degli ultimi mesi in Argentina, il romanzo della esordiente Romina Paula ¿Vos me querés a mí? (Editorial Entropia, pp. 128, € 4,43) consiste in una serie di dialoghi serrati, a cui si alternano monologhi e riflessioni introspettive, espresse con un linguaggio fresco e diretto.
La protagonista è Inesia, giovane di classe media urbana, che in queste forme esprime i dilemmi che la tormentano. Ne viene fuori quasi un manifesto generazionale: l’isteria di fronte al sesso, la sfiducia nelle utopie dei padri, paura di non farcela, paura della vecchiaia, l’angoscia di fronte al futuro, il suicidio come possibile soluzione di tutto, la relazione controversa col cinema e con la tv. Ma soprattutto ne viene fuori la fragilità, un profondo vuoto esistenziale, un senso profondo di noia e di fastidio condensato in una domanda, che è quasi una richiesta, impersonale, ampia, che non ha un destinatario preciso: “tu mi vuoi bene?”.

La reseña salió acá.

jueves, agosto 24, 2006

Pantone 363N

Hoy, a la imprenta, para la puesta en máquina de la tapa de Querida Familia: Tomo 2, como referencia de color llevamos este muñequito Jack de Apu Nahasapeemapeti, por su chaquetita verde.
A Manolo, el imprentero, le pareció que esta vez habíamos ido demasiado lejos.

martes, agosto 22, 2006

Molina por Mairal (Llegás a Buenos Aires)

Gente que duerme de día

Por Pedro Mairal

Este primer libro de cuentos de Ignacio Molina tiene algo de novela. Las distintas historias están interconectadas, los personajes reaparecen en otros cuentos, vistos desde la mirada de otro. El autor sabe mostrar las relaciones mínimas que hay entre la gente: el que va al kiosco y pide algo, el que le pregunta la hora a un desconocido, el que comenta algo en la calle. El libro está hecho de todos estos cruces entre gente que pareciera que está comunicada pero que en realidad no lo está, gente que se conoce apenas de vista o de oídas, gente que habla con otra pero que está en su propio mundo, distante. Y lo interesante es que esta interconexión entre los cuentos y los personajes no es explícita, el lector tiene que armar su propio rompecabezas.

Los personajes, a pesar de su mutismo emocional, caen bien, quizá porque están respetados en su actitud de "bajo perfil"; no hacen grandes cosas, ni encarnan grandes dramas. Es gente que duerme de día, gente que se despierta y no sabe dónde está, gente que se ducha en casas ajenas, gente que se pone a pensar en otra cosa mientras alguien le habla, gente que pide delivery, gente que va al kiosco a las tres de la mañana.

En uno de los cuentos hay una chica que ve en un cartel una publicidad de unas clases de yoga. Al otro día, cuando decide volver a fijarse el teléfono, ve que sobre ese cartel pegaron un anuncio de un taller literario. Entonces anota el número igual y termina yendo al taller literario. No elige su destino, se entrega a esa especie de azar: si hubiera visto un anuncio de clases de reiki o de tarot, habría ido a reiki o tarot. Así, los personajes de Molina no pueden planear nada ni pueden ver el futuro. Intentan hacerlo pero la vida los lleva para otro lado. Los rodean asuntos domésticos, cosas a corto plazo. Viven en un presente poblado de recuerdos recientes, cositas que pasaron ayer, hace una semana, y sus vidas giran en espiral.

Esta forma de la soledad se vuelve manifiesta, casi material, cuando se trata el tema de la ruptura de una pareja, tema que está en el título mismo: "los estantes vacíos", que se refiere a ese momento cuando el que se va se lleva sus libros y deja los estantes desnudos. El autor muestra las consecuencias grandes y las consecuencias mínimas de las separaciones. Los personajes que las sufren están como catatónicos, anestesiados por el dolor de la separación. Pero lo interesante es que ese dolor no está explicado, sino que de alguna manera debe ser intuido por el lector. Lo efectivo es justamente que quien se hace cargo de las emociones es el lector. Los personajes están en piloto automático, flotando en esa vida doméstica. Y pareciera que, a pesar del dolor, la vida sigue: hay que comprar comida, hay que bañarse, hay que hablar con los demás, hay que contestarle a la gente que pregunta la hora por la calle.

Con un estilo donde predomina el "show, not tell" ("mostrar, no explicar"), un estilo que viene de los cuentistas norteamericanos, Molina deja libre nuestra silla de lectores; simplemente no la ocupa, no nos subestima, nos muestra sin explicar, para que nosotros mismos ocupemos ese lugar y nos demos cuenta de las cosas. Su apuesta es que la profundidad no debe mostrarla el autor, sino que debe sugerirla para que el lector la encuentre. La poética de Molina parece decir que lo profundo son los hechos que suceden en la superficie.

No hay palabras que suenen extrañas o demasiado literarias o culturosas. El tono natural, a veces incluso informativo, atraviesa todo el libro. Los cuentos son hiper detallistas: hay una gran suma de detalles y de observaciones de gestos, como pliegues del pensamiento. Por ejemplo, hay un chico que pasa a buscar a una chica por primera vez, caminando, y le toca el portero eléctrico. Mientras espera en la vereda, se apoya contra una camioneta, y en un momento piensa: "Ah, pero ahora va a bajar y me va a ver a apoyado en la camioneta y se va a pensar que es mía, y después se va a desilusionar", entonces se aleja de la camioneta. La suma de esas pequeñas actitudes humanas le dan relieve a cada relato, esas observaciones acertadas que hacen que estos cuentos estén vivos y resulten tan creíbles.

viernes, agosto 18, 2006

SMD 360º

El monstruo informe constituido por Mavrakis/ Galmarini/ Gostanián queda ahíto con la ingesta de Semana, de SMD. Aquí los pormenores de la faena.


Cuestiones de estado

Habría que ver – pero el análisis de las voluntades requiere un diván y no un blog – hasta qué punto S. M. Daniell entiende que la literatura consiste en dominar todos los elementos materiales de la palabra (la sonoridad, la sintaxis, el vocabulario, el ritmo de la prosa, todo ese lenguaje poético elaborado hasta no dejar ningún intersticio vacío) antes que una labor inevitablemente ligada a esa otra ficción que se llama realidad, contorno político, quehacer histórico y hasta deber cívico o intelectual.

Opto (con impune arbitrariedad) por llamarle literatura a todo lo primero y ensayo a todo lo demás. Con todavía mayor arbitrariedad, Mavrakis, coloco para lo uno y lo otro el imperativo ficcional. Entonces la literatura y el ensayo son ficción: lo que se escribe ante una carencia que, a lo sumo, para ser revelada, requiere de la inclinación rigurosa de un diván. Así que no interesa.

Pero sí interesa en Semana – suerte de Ulises donde las 24 horas se multiplican por 7 – la cuestión del tejido (que no más bien de manera “tensa” sino “complementaria”) que disponen durante tantas páginas literatura y ensayo.

{sigue aquí}

martes, agosto 15, 2006

Confesionario

Hoy a las 20:00 horas, en el Rojas, Romina Paula va a leer “Natalia [se] muere”, texto catártico escrito a medida del ciclo organizado por Cecilia Szperling. En un inevitable segundo plano, como adláteres, quedarán Guillermo Martínez y Marina Kogan.
(Todos saben donde queda el Centro Cultural Ricardo Rojas, claro, es Corrientes 2038.)

viernes, agosto 11, 2006

Contesto













Lugar: el Trocadero.
Al fondo: el engendro del ingeniero Eiffel, con los obligatorios campos marcianos.
Sonriente: Coco Puig. ¿Y a la derecha del cuadro, con gafas ahumadas, saco sport abierto y regio perfil de galán latino...? ¿Quién es? Pistas: ganó un Oscar.
(Hay un "Querida familia: 2" de premio.)

jueves, agosto 10, 2006

miércoles, agosto 09, 2006

Control de calidad

Debemos aceptarlo: nuestros lomos son muy irregulares. La saludable combinación de un guillotinado irresponsable, un layout inconsistente, y distintas enemistades sembradas entre nuestros proveedores hacen de nuestro horizonte vertical una verdadera farsa. A aquellos de nuestros lectores que tengan más de un volumen de Entropía (muchos de nuestros lectores no tienen siquiera uno), recuerden ubicarlos espaciadamente en sus anaqueles.
Mil gracias.

martes, agosto 08, 2006

Actividades para el día de hoy

Es oficial: Entropía se materializará en la presentación de los primeros libros de narrativa de Editorial Tamarisco, en una maniobra de claro espionaje industrial. De seguro propondremos trocar algunos de nuestros libros de mayor gramaje literario, de mayor pedigree (el de SMD, o el de Gzal), por la flamante y prometedora producción tamarisca.

Hojas de Tamarisco
(Hernán Vanoli, Félix Bruzzone, Sonia Budassi, Violeta Gorodischer)

Toronto no
(Leonel Livchits)

Hoy a las 20.30 hs. Bar Bartolomeo, Bartolomé Mitre 1525.

lunes, agosto 07, 2006

Hay un estante vacío

[Por Juan Pablo Bertazza, para RadarLibros]

Alguien dijo que lo más importante de una biblioteca son los espacios vacíos. Ignacio Molina, un joven bahiense blogger que ha realizado reseñas para algunos medios como la revista de crítica Los asesinos tímidos, tomó la idea para hacerla carne en lo que es su carta de presentación: un sobrio libro de cuentos. Y los quince relatos que vienen a llenar Los estantes vacíos se afilian muy claramente en esa tradición que inició Hemingway y que llevaron hasta su máxima expresión Cheever y Raymond Carver. En efecto, se podría jugar un poco y pensar que estas historias, que encuentran en el fútbol (ver el cuento “El opio de las masas”) una curiosa unidad, constituyen algo así como las variaciones argentas de dos cuentos de Carver que resumen, a su vez, los dos grandes procedimientos del autor norteamericano: “Veía hasta las cosas más minúsculas”, en el cual, por ejemplo, si pasa un avión los personajes levantan la cabeza para imaginar aquella situación a bordo, y “El visor”, con un fotógrafo que les saca el trabajo a las tarotistas al decirle a un hombre abandonado, a partir de las fotos tomadas con su Laica, por qué pasó lo que pasó y cómo van a seguir las cosas. Imaginación obsesiva y sujeta al azar y minuciosidad arbitraria y fotográfica. El resultado: las decisiones que van tomando los personajes de Los estantes vacíos, y que siguen una ilógica relación de causa y efecto. Por ejemplo, el hecho de que se gasten las pilas de un reloj es causa directa, en el mundo narrativo de este libro, de que la persiana permanezca levantada; o el ingreso de una chica a un taller literario responde, de la misma manera, a que en el lugar donde había un volante de un curso de yoga al que deseaba asistir, apareciera imprevistamente el de un profesor de literatura. En todos los casos, ese vuelco del destino, consecuencia de las singulares relaciones de causa y efecto, tiene en común la desidia. Pero la desidia de estos personajes, cuyo desgano es una lograda estrategia literaria de Molina, quien, por ejemplo, no inventa suficientes personajes para llenar todos sus cuentos, sino que deja que sus personajes (que, claro, son descriptos muy vagamente) vayan reapareciendo en distintas historias, pero no para acabar una trama inconclusa sino como un efecto del azar. Gustavo, Alejandra y Juliana aparecen en varios de los cuentos, aunque sin que se los nombre siempre, como quien infringe a medias una norma, o como quien no se muestra totalmente. Es que con Los estantes vacíos Ignacio Molina no sólo hizo uso de la famosa teoría literaria de la punta del iceberg, sino que se apropió de ese iceberg para fundirlo con sus propios personajes. El lector de Los estantes vacíos no sólo responderá con un entusiasmo activo a tanta desidia narrativa, sino que además de llenar con su interpretación las historias y las descripciones de los personajes, terminará de definir, cada cual como más le plazca, el mismo género del libro: cuento o novela, realismo o fantasía; cuando hay lugares vacíos todo está por verse. Y eso para el lector es, al menos, estimulante.

miércoles, agosto 02, 2006

Palimpsestos

Ahora, atención: ustedes pueden ganarse un libro de cuentos escrito por, digamos, Molina (un libro verde inglés bastante bonito). Sólo deben acertar a que obra de Puig pertenece esta página a máquina, transida de correcciones y tachonada de tachaduras.


martes, agosto 01, 2006

Predicciones

Ya lo decía Manuel Puig: (...) Traje un saldo muy bueno de Barcelona, ante todo la Carmen Balcells me impresionó regio, es de unos cuarenta años, muy simpática, muy clara, me expuso sus planes, está siempre tomando aviones a París, Milán, Londres y Frankfurt por sus affari, se mueve mucho, aunque le tiene poca simpatía al avión, resulta que una vez la agarró un pozo de aire y cayó con una pierna mal y se le quebró, peor que lo nuestro de Puerto Rico. Yo voy con el cinturón colocado todo el viaje. [Abril ´66, tomo dos de "Querida familia:"]

Ahora la Ñ le pregunta:

—¿Qué siente cuando mira a su alrededor, al mundo de la edición?
—La impresión es muy buena. La compraventa de editoriales es constante y seguirá, con los grandes grupos abriendo un amplísimo espectro o, para ser más gráficos, abarcando la totalidad de la cultura. Casi todos ganan dinero. Veo a las editoriales pequeñas esperando crecer, y a las minúsculas, creando un modelo o una línea lo más definida posible para que los lectores se identifiquen con ellos. La complicación es la librería, que se vuelve más grande, y las editoriales pequeñas acabarán vendiendo sus libros los domingos a la salida de misa de 11, por internet, en pequeños clubs de suscriptores..., pero siempre de manera difícil. No se olvide de que vivimos plenamente en la era digital. El cambio es y será brutal.

lunes, julio 31, 2006

El autor como lector

[Por Ana Ojeda, para La Nación, Suplemento Cultura]

Una fotografía muestra, apenas abierto el libro, a su autor leyendo un libro de rigurosa encuadernación negra, un libro genérico. Ese será el enfoque elegido y desarrollado a lo largo de Leyenda. Literatura argentina: cuatro cortes , el autor -primero y antes que nada- como lector.

"Llamo Leyenda a un conjunto de textos sobre literatura argentina escritos por alguien que no se imagina como un experto en el campo de los estudios sobre literatura argentina pero que, sin embargo, ha sido convocado una y otra vez a intervenir en ese campo", asegura Daniel Link en la Introducción.

Cuatro son los cortes postulados en el título y dos los tipos de intervención que Link, autor de Los años noventa y Clases , nos propone en esta oportunidad. "Peronismo y misterio (1942-1953)", "Crítica y política (1955-1966)" y "Crisis de la literatura (1968-1983)", por un lado, son artículos críticos aparecidos o inéditos, escritos en diferentes momentos. El primero, por ejemplo, originalmente pensado para la Historia crítica de la literatura argentina dirigida por Noé Jitrik, no llegó a publicarse debido a diferencias irreconciliables entre el autor y el director de aquella colección; el segundo, también escrito para integrar un volumen colectivo -la Historia social de la literatura argentina dirigida por David Viñas-, no logró ver la letra de molde (al menos en esa oportunidad), debido a que el proyecto se interrumpió luego de la salida del primer tomo, dirigido por Graciela Montaldo.

Estos tres primeros cortes ofrecen al lector una progresión cronológica ordenada, que abarca gran parte de la literatura del siglo XX. De esta forma, partiendo de un análisis del género policial y las particulares declinaciones que éste adoptó en la Argentina, se pasa a una reflexión acerca de la importancia que tuvo Contorno para "la fundación de la crítica contemporánea en Argentina", y se termina analizando la literatura de los años setenta, que coloca en el centro de la escena de escritura a la violencia. Además del panorama cronológico, estos tres primeros cortes ofrecen al lector otro beneficio: un enfoque similar, obsesionado por los discursos de los medios masivos, la cultura industrial y la lógica del mercado.

En la década del cuarenta, sostiene Link, "los escritores educados al calor de la máquina cultural y sus valores (el entretenimiento, el relato bien fait, el wonder , el suspense , el internacionalismo y la traducción de formas y contenidos ya probados en otras latitudes) se vuelcan masivamente a la experimentación del género policial". En la década siguiente, en cambio, la crítica empieza "a ser pensada ella misma como una mercancía". Esto le permite plantearse como una intervención declarada (y no solapadamente) política en el campo de la cultura: "Escribir -en palabras de Oscar Masotta- es cuidarse de lo que se escribe porque lo que se escribe puede ser utilizado". En esta línea, "los setenta muestran por lo general una confianza permanente (heredada de los sesenta) respecto del ´control que la cultura alta (letrada) podía ejercer sobre los medios, la certeza ciega de que la cultura industrial no desplazaría a los productos de esa cultura de la posición central que ocupaban".

El cuarto y último corte, "Milenio (1995-2010)", es, a diferencia de los anteriores, una miscelánea de textos aparecidos en su mayor parte en el suplemento Radarlibros . Reseñas en su mayoría, pero también contribuciones escritas originalmente para presentaciones de libros, entrevistas y notas. Mientras que en los tres primeros cortes se intentaban abordajes de conjunto (de un género, de una disciplina, de una década), aquí el trabajo es más puntual. Se avanza sobre textos de autores por lo general contemporáneos (Piglia, Fogwill, Andahazi, Sábato, Molloy, Aira, entre otros), con la vista puesta en el futuro: "lo importante es el punto de llegada, el milenio, es decir: la literatura producida, agónicamente, hacia finales del siglo XX y comienzos del XXI (aproximadamente entre 1995 y 2010)".

Leyenda. Literatura argentina: cuatro cortes es de lectura ágil, amena y entretenida. Su interés por el análisis del peso político que tiene la literatura, por otra parte, le permite salir airoso del desafío principal que entrañan las recopilaciones de artículos: la falta de organicidad.

viernes, julio 28, 2006

Al margen de los clásicos

Recluido en su chateaux esteño, el Gordo Gostanián (nuestro alucinado y empeñoso Azorín del mundito blóguer) desmenuza la novela de Romina Paula.


Spinning on an axis

Existen las voces que articulan su deseo y en ese orden de las cosas establecen una (su) linealidad. Las que no pueden articularlo, giran, casi siempre, sobre su propio eje. Orbitan – o mejor: están encarceladas por la órbita – alrededor de un eje inevitablemente enlazado a sí mismas (spinning on an axis, en la metáfora de Sir Paul McCartney).

La quintaesencia de cierta literatura de género – opto por llamarla así, Mavrakis: literatura minita, ¿te parece? – es intentar bordear con la literatura esta voz – que es, por supuesto, una figura retórica - incapaz de articular su deseo, y que suele ser, siempre, la voz femenina.

Claro: es una torpeza misógina asignarle el carácter minoritario a la voz femenina por su sola condición cromosómica. Las minoridades no se constituyen a razón de lo numerario. Se constituyen a razón de la designación, siempre arbitraria (siempre necesariamente arbitraria), de las mayorías. Es decir: en un mundo de hombres heterosexuales, la voz femenina (la mujer) es la minoría. Aunque, demográficamente - ¿pero qué importa esto a la mayoría real? - las mujeres sean la verdadera mayoría.
Y la literatura, queriendo mojar su galleta en la cuestión, se acercó a esa minoridad con la intención de elaborar una voz. Y, paulatinamente, esa voz se fue multiplicando y diseminando (por ejemplo: La romana es una voz fémina rotundamente disímil, por mil y un razones, desde Flaubert, que no vienen al caso, a la de ¿Vos me querés a mí? )

----

Luego sigue, y sigue. Aparecen: Jaime Bayly, McLuhan, Woody Allen, Madame Bovary, Freud y el Gato Chatrán. La quincallería completa, acá.

jueves, julio 27, 2006

Así son las cosas, señores

















Este es el esquema de exposición que actualmente le estamos imponiendo a las cadenas Yenny y Barnes&Noble, para sus mesas de novedades. Lo denominamos Panentropía o “disposición en latifundio”.

miércoles, julio 26, 2006

Agenda secreta

Hoy hubo reunión con Terranova en las oficinas de Entropía.
Acordamos destruir el universo blogger.

martes, julio 25, 2006

Tecnología


















Creemos que con nuestra nueva impresora a rayo láser tipo Xerox-Xanadú, no necesitaremos nunca más tercerizar los vegetales de los interiores de nuestros libros.
Claro, luego de esta adquisición, JM ya quería comprar una Heidelberg Speedmaster de 6 colores, para poder ser imprentero como Virgina Woolf. Tratamos de disuadirlo diciéndole que, para obtenerla, tendríamos que vender las viviendas de todos nosotros, y de todos nuestros familiares cercanos (y probablemente las de todos ustedes).
Ahora está sin consuelo.

lunes, julio 24, 2006

Radiotropía o radiotropismo












Hoy lunes a las 11 de la mañana será entrevistada nuestra novelista estrella Romina Paula en el programa de Gabriela Borrelli Azara “La montaña mágica” en Radio Nacional Clásica (FM 96.7).
Todos aquellos que carezcan de la competencia tecnológica mínima para manipular un sintonizador de radio, bien pueden escucharlo on-line, en:

http://www.radionacional.gov.ar

[Ahí nomás en la homepage de la radio hay unos cositos de colores que se mueven, y dice “EN VIVO”. Clickean (si la RAE nos permite el anglicismo) “Escuchar FM Clásica” y se quedan en silencio, subyugados por las palabras de la joven escritora.]

viernes, julio 21, 2006

El mundo por asalto (deuxième)






















JM regresó, con todo su carnaval, su fantasía, sus ganas de vivir a fondo. Trajo esta foto, baluarte (por todo concepto) de su promocionada gestión europea.

_Leyenda

jueves, julio 20, 2006

Antuca

[Revista Acción, Junio]

Se diría que el corazón radiante de la primera (y tardía) novela de Raúl Castro (1936) es un nombre de mujer, Antuca, pero como un agujero donde se pierden fantasmas y ensoñaciones de toda una generación. El universo político y cultural de los años 60 en Buenos Aires, evocado por un grupo de amigos reunidos en una playa fría y ventosa, otorga al realismo del relato cierto aire melancólico y de lejanía que solo la imagen de Antuca (una modelo negra de cuerpo de serpiente) rompe como un objeto de deseo inalcanzable. Mientras los protagonistas danzan con torpeza o elegancia a través de botellas de vino y ginebra, libros, cigarrillos, amores cálidos o suavemente gélidos, cinismos o desesperaciones, el nombre de Antuca asciende por momentos a la categoría de símbolo irresoluble, de emblema de algo que todavía no es o no puede ser. Esa tensión se expresa en la escritura crispada de Castro y en la textura de las historias que se entrecruzan a varias voces, bajo el signo del sarcasmo o la tristeza, contra el fondo desértico de un paisaje de mar y pampa. Un laberinto cuya máxima osadía consiste quizá en abandonar a la deriva todo consuelo.

_Antuca

miércoles, julio 19, 2006

Entropía al azar

Volvemos a la extraordinaria Semana, de SMD, y leemos otro fragmento.


Monografía (detalle)

La iconolatría del rector del colegio salesiano se expandía y tomaba posiciones evangelizadoras ante la mirada de mi padre. De todos modos, el viejo Antoine ya se había fijado un objetivo y avanzaba indolente hacia el final de la conversación. El hermano Efraín –una eminencia en exorcismos– exponía ante mi padre cada una de las razones por las cuales el joven Esteban debía ser expulsado por la manifiesta tendencia a subvertir los términos de la instrucción religiosa. Utilizaba todos los recursos cinéticos a su alcance: alzaba las manos y los ojos al Cielo buscando la aprobación de sus decisiones pedagógicas. Apuntaba con el índice hacia mi cabeza y escribía ideogramas sobre su ceño. Luego, se volvía suave y comprensivo; ponía en escena su persuasión de confesionario, para que su panegírico de las formas celestiales se volviese seductor a los oídos de ese médico forense, que sólo sabía de vísceras en descomposición. Cada tanto, el sacerdote parecía encontrar complicidad en los crucifijos. Un Cristo gótico lo miraba sufriente por la espalda asintiendo, inconsolable. Por la ventana, entre las nubes, la luz del alumbrado público disponía el cuadro para un fresco de Piero Della Francesca. Mi padre esperaba la pausa en el discurso eclesiástico de Efraín. Volvían a enfrentarse la razón represiva de la religión y la razón violenta de la ciencia. Yo, el dócil alumno demonizado, miré el suelo de madera del rectorado ofreciendo una imagen de culpa y recogimiento. Comencé a contar los tablones del piso, para calcular la superficie de la habitación. De un modo impreciso, el área del rectorado era de entre veinte y veintiún metros cuadrados. Aburrido, miré la biblioteca del rector e intenté clasificar mentalmente los libros. Primero por orden alfabético de acuerdo con el apellido del autor. En este punto encontré ciertas dificultades a la hora de ubicar la Biblia en su sitio correcto. Si lo consideraba un texto divino debía colocarlo en la “D” de Dios, en la “J” de Jehová o en la “Y” de Yahvé. Sin embargo, el Nuevo Testamento tiene cuatro autores reconocibles. Finalmente decidí colocar la Biblia dentro de la serie de “autores varios” y, quizás más tarde, consultar con el rector sobre este punto.
En algún momento, no podría decir con exactitud cuándo ocurrió, me descubrí incorporándome de mi silla con la intención de comenzar a ordenar aquella monstruosa desorganización bibliográfica. Frente a la anarquía de los anaqueles, quise comenzar mi cruzada personal. Llegué a levantarme y dar dos pasos en dirección a la biblioteca, cuando percibí que mi intención no había sido bien recibida.
–Disculpen. Iba a ordenar la biblioteca.
–Ya lo ve, Doctor Tellier, su hijo es así.
–Yo sé perfectamente cómo es mi hijo. Continúe, por favor, hermano Efraín.
Me senté en mi lugar y esperé, reconcentrado, el golpe de mi padre. Efraín cayó sobre sus sotanas. Antoine me hizo alguna pregunta sobre mi futuro y otra lo suficientemente asertiva como para que yo no me atreviese a contestar.

martes, julio 18, 2006

La espada de Damocles

El Estado tiene que tomar cartas en este asunto. Hemos perdido el rumbo, extraviamos el propósito. El problema es: ya no sabemos cómo hacer con los manuscritos recibidos. Son demasiados.
¿En que tester confiar, que reacción química razonable nos remitiría a un esquema de colores y referencias contrastable, cierto? No tenemos nada de eso. Leer con el peso de dictar sentencia es un mal asunto.
¿Y responder con coherencia a todos esos autores que no vamos a publicar? “Pese a las indudables cualidades de su material...”, o cualquier otro convencionalismo automático, imposible; y una respuesta sincera, señalando las fallas de un sistema en cuyo funcionamiento no pensamos involucrarnos, extenuante (¿y con qué autoridad?).
En fin, que no lo estamos manejando tan bien que digamos, pero lo vamos llevando.

lunes, julio 17, 2006

Molina por Mairal

(Desgrabación de las palabras de Pedro Mairal en Bartolomeo, el fatídico día que Los estantes vacíos tomó estado público)

“...En otro cuento hay una chica que un día, mientras espera el colectivo, ve en un cartel una publicidad de unas clases de yoga, y otro día, cuando decide volver a la parada a fijarse el teléfono, ve que en ese cartel hay un anuncio de un taller literario. Entonces anota el número igual y termina yendo al taller literario. No elige su destino, hay como un azar: si veía un anuncio de clases de reiki o de tarot, iba a reiki o tarot. Los personajes no pueden planear nada, no pueden ver el futuro tampoco. Intentan hacerlo pero la vida los lleva para otro lado. Los rodean asuntos domésticos, cosas a corto plazo. Viven en una especie de presente poblado de recuerdos recientes, cositas que pasaron ayer, hace una semana, y sus vidas giran en espiral (de hecho hay un cuento que se llama "Espirales", en el que los personajes se entrecruzan sin conocerse en el mismo relato y pasan una y otra vez por los mismos lugares)...”

[Completo, aquí]

viernes, julio 14, 2006

Entropía al azar

















Ahora tomamos Semana, de SMD, y leemos un par de fragmentos aquí y allá.

[...]

–¿Le molesta la radio?
–No, por favor.
En efecto, la radio no molestaba. Esencialmente porque estaba apagada. Cuando el taxista la encendió todo fue diferente. El chofer tendría unos sesenta y dos años. Sus movimientos eran parsimoniosos, estaban ralentizados por la experiencia, pero había algo más. Algo que parecía provenir de un profundo fastidio hacia su trabajo, o hacia su vida, o hacia mí. Tenía bastante pelo para su edad; de hecho, tenía casi la misma cantidad de pelo que yo. Estaba mucho más abrigado de lo que requería el verano, pero no transpiraba. Su modo de conducir el Renault 12 era lento y exasperado. Si hubiésemos chocado, el principal damnificado hubiese sido el concepto de colisión.

[...]

Antes de tener trabajo tenía miedo a los números, especialmente a los números irracionales. Miedo a los decimales de las facturas impagas. Todos esos centavos que debía y que se iban acumulando. Ahora, que tengo trabajo, le tengo miedo al tiempo. Porque la diferencia entre el desempleado y el trabajador es la distancia que existe entre la sensación de que uno debe hacer algo ahora y la sensación íntima de que uno debió hacer algo hace ya mucho tiempo.

[...]

jueves, julio 13, 2006

¿Qué está leyendo la Burli?


















Transgrediendo la expresa prohibición familiar, la Burli se ocupa de Hidrografía, tratando de entender que diantres vio Loli (su madre) de censurable en esta bucólica e inofensiva novela.

miércoles, julio 12, 2006

Molina en Perfil

La cohesión de la apatía

Por Nicolás Mavrakis

En su primer libro de cuentos, Ignacio Molina se propone abordar el género desde un particular manejo del lenguaje, el estilo y la forma; particularidad que fija su alejamiento de una tradición argentina de narradores tan consagrados como canonizados de cuya órbita, a tantos cuentistas de su misma generación, suele resultarles tan difícil escapar, innovación mediante.
Gracias al uso ininterrumpido de una escritura cuidadosamente despojada de todo ornamento y de toda pompa; una escritura que, a razón de su elaborada depuración del lenguaje entraña su aire inusual, Molina sitúa al lector ante un "estilo apático" que exige una atención distinta. Este estilo, que se impone como rasgo de una cohesión general –lo que distingue a una serie dispersa de cuentos agrupados en un mismo libro de una unidad significativa, es decir, de un libro de cuentos propiamente dicho–, surte, además, el efecto de dar vida instantánea a personajes a su vez decididamente "apáticos" (es evidente que Carver y Cheever figuran entre las lecturas predilectas del autor). Irresolución de ánimos que se traslada, también, a la forma misma de cuentos que, a veces interconectados como nouvelles, repiten personajes y alteran perspectivas en torno a una misma situación, como montajes cinematográficos en el que se brindaran planos generales y zooms.
Tramas incompletas que evaden lo tradicional; personajes que, si bien forman circuitos de relaciones privadas y espacios propios, escapan o se ven imposibilitados de toda relación -incluso amorosa y aún cívica- en una Buenos Aires construida como espacio de innumerables desplazamientos (abundan caminatas, trenes y colectivos) que tematizan cuestiones referidas al encierro y a la regresión; todo esto termina elaborando una opera prima con innegable personalidad propia.

_Los estantes vacíos

martes, julio 11, 2006

Molina por Tamariscos

El sentido de los espacios vacíos

Por Violeta Gorodischer

Los estantes vacíos es un continuo de discontinuos: momentos, fragmentos, fotografías que, como la ilustración de portada, no parecen sino instantes robados de una vida. Hay un lenguaje acertado y concreto en boca de un narrador humilde que logra un registro mimético de lo cotidiano. Así, con pasos lentos pero seguros, el libro va dibujando la geografía de una ciudad dormida.

[Sigue en Hojas de Tamarisco]

lunes, julio 10, 2006

Zootropía






















“Chiquita”, la gata siamesa de Loli, intenta leer la novela de Romina Paula. Sin éxito, claro. No sólo por ser bizca, sino por su propia naturaleza animal, esencialmente iletrada.
Pero Chiquita lo intenta, eso nos parece valioso, y queríamos compartirlo con ustedes.

viernes, julio 07, 2006

Making of Molina

























Cuando el Design-Tank de Entropía se enfrentó al enigma gráfico que planteaba “Los estantes vacíos”, algunos creyeron ver el advenimiento de un fracaso, el primero. El mismo Molina, invitado, no rendía en los brainstormings, JM se obsesionaba con fruslerías, VC se dejaba llevar por las neurastenias que naturalmente provoca JM en todas las personas, Gzal preparaba café en silencio. Sólo SMD supo afirmarse en la adversidad y sacar a relucir su variopinta colección de Polaroids.
Con ese material hicimos esto:












_Los estantes vacíos

miércoles, julio 05, 2006

martes, julio 04, 2006

Una pesada herencia








JM nos legó la potestad del posteo de las Apostillas, como si se tratara de algo valioso, y partió. ¿Acaso nosotros no teníamos cosas más importantes que hacer en esta editorial? ¿Acaso deseábamos esta tarea? Si y no. Nosotros entendemos el mundo blog como una perversión, como el extravío de una tecnología militar en manos infantiles. Todas estas gentes que publican blogs, ya sean personales (como el mayoritario caso de los links aquí a la derecha) o demi-corporativos (como este horrendo ejemplo entrópico) deberían cesar en el acto. Señores, niñas: reemplacen las horas-blog por ejercicio físico, ya sea calistenia o tensión dinámica, o pulp fiction; es nuestra recomendación. Nosotros no podemos abandonar inmediatamente, es nuestro deber postear con regularidad hasta el regreso de JM. Lo que sí podemos hacer es hundir este blog en el fango de la desesperación.
Aquí arriba están las estadísticas actuales, que muestran un volumen tibio pero consistente de visitas. Nos proponemos reducir drásticamente estos guarismos en un 70%, en dos semanas.
Sin ser jactanciosos, pensamos que, con vuestra solícita asistencia (en fin, claro: inasistencia), podemos lograrlo.

viernes, junio 30, 2006

--

JM se toma un avión hoy al mediodía, insultando nuestro desvelo mundialista. Va hacia Francia (el país que triunfa sobre el Brazil los sábados a la tarde), y esto es muy positivo, a dinamizar un joint venture Gallimard-Entropía. También visitará Barcelona, luego, donde comprará las primeras seis letras del fondo editorial de Anagrama; y de ahí a Gran Bretaña, a la final de Wimbledon, invitado por el gremio de artesanos encuadernadores de Random House, nuestra próxima, inminente fusión.
Este blog queda en manos expertas. Esperen superproducciones.

martes, junio 27, 2006

Vendrá la beca y tendrá tu nombre

Queridísimo SMD,

No sé si a esta altura te interesa, pero me siento en la obligación de informarte que los demiurgos de la Beca Telerman recibieron nuestros biblioratos reglamentarios, los sopesaron, los ensobraron en papel Manila, los etiquetaron y nos extendieron un taloncito con el vistoso número 664. Calculo que ahora sólo resta esperar sentados a que empiecen a llover los cheques.
Qué habrá sido más difícil, me pregunto: ¿completar las nueve planillas del formulario B-7 del anexo XII, con la proyección del flujo de activos para los próximos tres años, u obtener el rótulo de LALCEC como “Editorial libre de humo” (condición sine que non del anexo noveno)? ¿Conseguir la certificación ISO 9000:2001 que pedía el acápite 33 del parágrafo undécimo, o falsear con cierto decoro las declaraciones juradas para ocultar nuestras tupidas cuentas off-shore? No sé. Quizás nada de eso. Quizás la prueba más compleja, el verdadero escollo (¿el decimotercer trabajo de Hércules?), haya sido llegar hasta la recóndita calle Villarino, sede del gélido Centro Metropolitano de Diseño, oculto entre los recodos del Riachuelo y la arquetípica rebelión del fango. Tomé taxis, micros de línea, remises, kombis-fantasma. Crucé avenidas (¿Montes de Oca?), diagonales, transversales, jirones, bulevares, alamedas, paseos (¿existe la planificación urbana más allá de la avenida Independencia? ¡Sí, sí!). Caminé, troté, pregunté, evadí el magnetismo de varios mojones turísticos, dudé, me ensombrecí, recuperé el rumbo, vi plazuelas, vi vehículos de tracción a sangre, vi trenes sobre-elevados (¿es que me sentía en Chicago?), crucé, galopé, llegué. Bueno. Gracias por todo. Tuyo,

jm