miércoles, marzo 28, 2012

Broadcast

En su programa Leer es un placer, Natu Poblet le dedica una emisión a Andrade, de Alejandro García Schnetzer, y entrevista al autor.

Aquí, el audio de la conversación.

lunes, marzo 26, 2012

Dani Umpi recomienda

Desde la vecina orilla nos llegan las recomendaciones de Dani Umpi para el diario El País:

«Un libro.
Agosto, de Romina Paula. Esta chica escribe que es una delicia. Muy sensible, muy admirable, muy astuta. Es la historia de una chica que vuelve a la Patagonia a esparcir las cenizas de una amiga muerta. ¡Todo su encuentro con el pibe del que estaba enamorada es tan pero tan lo más!»

La nota completa, acá.

viernes, marzo 23, 2012

Arrebatos

A raíz de la publicación de Partida de nacimiento, Virginia Cosin, es sometida a las afamadas 10 preguntas del suplemento cultural del diario Perfil:

«Virginia Cosin nació en 1973 en Caracas, Venezuela. Vive en Buenos Aires desde los 5 años. Estudió cine en la Escuela Nacional de Experimentación Cinematográfica y es egresada de la carrera de dramaturgia de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. Fue productora periodística en radio y televisión y realizó investigaciones en proyectos documentales. Estrenó en el Centro Cultural Recoleta el cortometraje Media Luna, escrito y dirigido por ella. Obtuvo una mención en el V Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia. Escribe guiones, obras de teatro y narrativa. Coordina un taller de escritura y colabora con suplementos culturales de distintos medios nacionales. Partida de nacimiento (Entropía) es su primera novela.

—¿Cuál es el primer libro que recuerda haber leído?
—Mi mamá nos leía a mi hermano y a mí antes de dormir un libro que se llamaba Chiti Chiti Bang Bang, cuya historia ya olvidé por completo, pero su protagonista era un auto que, como Cupido motorizado, estaba vivo. Como a todos los chicos, lo que más me gustaba era leer y volver a leer muchas veces la misma historia. Entonces, una vez que mi mamá terminó de leernos el libro, yo volví a leerlo por mi propia cuenta.

—¿Cuál es su autor favorito vivo?
—Por un pelito hubiera podido decir J.D. Salinger, sin ninguna duda. De entre los que quedan me cuesta decidirme, pero me inclino por Lorrie Moore. Sobre todo me fascinan sus tres libros de cuentos, que tuve la fortuna de conseguir a precio de saldo, hace ya como diez años, y lamentablemente están agotadísimos.

—¿Qué libro se llevaría a una isla desierta?
—Una pregunta difícil para mí, porque cuando salgo de viaje llevo una cantidad desmesurada de libros, muchos más de los que llego a leer. Asumo que la pregunta supone que sería una isla de la que no podría volver. Así que tendría que ser un libro que admitiera muchas relecturas, que contuviera en él muchos otros libros y que, a la vez, despertara en mí el deseo de, también, escribir. Por ejemplo, El libro de las preguntas, de Edmond Jabés.

—¿Cuál es el último libro que leyó o qué está leyendo en este momento?
—En general, leo muchos libros al mismo tiempo. En este momento estoy con Agape se paga, de William Gaddis, los Cuentos completos de Lydia Davis y La tentación del fracaso, que son los diarios íntimos del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro.

—¿Qué libro reciente no pudo terminar de leer?
—Del mismo modo que leo muchos libros al mismo tiempo, dejo por la mitad o, incluso, apenas empezados, muchos otros. No siempre –o casi nunca– el motivo es que no me gustan o no me “atrapan”. Lo hago de puro ansiosa por empezar otro nuevo. Abandoné hace poco Vida y época de Michael K., de Coetzee. Pero no descarto retomarlo en algún momento.

—¿Qué libro quisiera releer pronto?
—Los Diarios de Kafka.

—¿Cuándo escribe?
—Cuando puedo. Cuando tengo espacio físico y mental. Escribo por arrebatos. En general, por la noche. Pero también en bares durante el día, o caminando por la calle, si me asalta una imagen o una idea.

—¿Quién debería ser el próximo Nobel?
—Nunca entendí bien cuál es el criterio para elegir el Nobel. Además de ser un premio políticamente correcto, creo que es una humorada de la Academia Sueca para desconcertar al mercado.

—¿Cuáles son sus rituales o supersticiones a la hora de escribir?
—No tengo rituales. Pero sí tengo excusas, o pretextos. Antes de escribir, por lo general tengo que leer algo. O releer muchas veces alguna otra cosa que ya escribí. Ultimamente me volví medio dependiente de unos cuadernitos Moleskine, que son así de finitos y se pueden llevar en la cartera. Y siempre usé pluma. La mía es una Lamy que pierdo cada dos por tres y tengo que volver a comprar. Cada vez me resulta más difícil escribir en la computadora, porque si bien se supone que es un “ordenador”, el acceso ilimitado a Internet lo vuelve caótico y un elemento de dispersión.

—¿Cuál es su comienzo favorito de la literatura universal?
—“Otros, ellos, antes, podían.” Es de La mayor, de Juan José Saer.

lunes, marzo 19, 2012

Trance

Andrés Hax lee El animal sobre la piedra, de Daniela Tarazona, y entrevista a la autora para la versión digital de la revista Ñ:

«Tarazona nació en la Ciudad de México en 1975 y reside en el DF, pero dice que no se siente con raíces firmes a ningún lugar. Actualmente trabaja en dos novelas nuevas. Una beca le ha permitido hacerse más tiempo para la escritura. Esta primera obra, por más breve que sea en páginas, fue el fruto de casi seis años de trabajo. De reescribir, reconfigurar, rearmar. Parte la escribió con la dirección del escritor Mario González Suárez, con quien se juntó como resultado de ganarse una beca para artistas jóvenes.

Tarazona nos cuenta: “Cambié el relato de tercera primera persona y empecé a meterme en la metamorfosis – cuando de pronto volví a leer lo que había escrito, me asustaba… Era un gran extrañamiento. No podía entender, no tenía el registro mental de cómo habían salido esas palabras. Había sido un trance. Me dio una sensación abismal. Y llegué a la beca y le conté a Mario que sentía miedo y me decía, ‘Pues si sentiste miedo está bien. Eso es lo que tienes que sentir.’”

¿Cómo pensaste la prosa de este texto?
En esta novela, para mí fue muy importante la contención –no usar más palabras que las justas. Y los silencios. Por eso también tiene esos espacios en blanco.

¿Esta pensada poéticamente también? ¿En el sentido que esta lleno de símbolos que dirigen la trama?
Para mí es importante el lenguaje y la condensación. La transmisión de una emoción a través del lenguaje. Entonces lo que yo procuré todo el tiempo, y que es algo que hago siempre que escribo, es tener muy clara la emoción de la que partí, con la que comencé a escribir - y tratar de que todo lo que escribo sea pensando en eso.

¿Como sostienes eso a través del tiempo de la escritura? En este caso, seis años…
Quizás fueron seis años porque era mi primer libro y entonces me tardé en encontrar la voz y la forma. Me llevo cuatro tratamientos hasta llegar a esto. Fueron cuatro manuscritos a cabo y a rabo completo. Al principio era una novela en la cual quise conocer el proceso interior de un personaje.

¿Y cuándo escribías? ¿Todos los días?
Para mí es difícil la escritura. Mucho, mucho. Entonces tengo que contar con un estado que no se cómo propiciarme, un estado anímico determinado. Necesito sentirme segura, estar atravesando por un momento, pues no sé, en donde fluya.»

La entrevista completa, acá.

viernes, marzo 16, 2012

El vocabulario del hampa

Silvina Friera lee Andrade, de Alejandro García Schnetzer, y entrevista al autor para Página 12:

«–En Andrade perdura su interés por cierto tiempo de Buenos Aires, por el habla de una época que se percibe en palabras o frases como “espichó”, “me tenés patilludo”, “no manyaba” y “campeó la mishiadura” por mencionar algunas en ese inventario en el que recrea un lenguaje, una manera de hablar que son como “sombras errantes”. ¿De dónde viene este interés, que también estaba en Requena , esa especie de nostalgia por los tiempos idos de la lengua?
–Listadas así parecen el vocabulario del hampa (risas). Pero esas palabras las siento cercanas, están en los libros que leo, en la música que conozco, en la charla con algunos amigos, personas de cierta edad y buen decir. Y no sólo esas voces, oraciones enteras, diría; expresiones que son justas y que no tienen reemplazo.

–¿Tiene en su biblioteca algunos de los libros que se mencionan en Andrade, como El casamiento de Laucha, Los caranchos de la Florida y Juan Moreira? Esos libros, ¿están minuciosamente subrayados como Memorias de un vigilante, de Fray Mocho, uno de sus preferidos?
–Claro que están; son obras de referencia, de gran importancia para mí. Ahora bien, esa literatura, leída y memorizada, daña el pensamiento, como si proyectara en uno mismo los ácaros que la roen. No parece ser muy recomendable. La mayor parte de los subrayados destacan expresiones, razonamientos oscuros, que hacen aportes a la de­sesperación. Pienso en el final de Sin rumbo, de Cambaceres, o ese pasaje de Manuel Gálvez donde Monsalvat recibe cuatro anónimos: “En uno le recordaban que era hijo natural y aludían groseramente a su madre; en otro escupíanle que se había entregado a la mala vida, vivía de las mujeres y era anarquista. Los dos restantes le vaticinaban el manicomio”. Bajo un punto de vista menos literal, el barro de la desesperación puede ser la lentitud y la inconsistencia. Mientras leía las novelas de Richardson, dijo Johnson que sentía ganas de ahorcarse.

–Es curioso el efecto que genera el “esplín” de Andrade. Al integrar a la novela el poema de Tomás de Iriarte, un poeta de la ilustración española, ¿se podría inscribir el ADN de ciertas letras de tango, de cierta nostalgia de la época, de los ’40, como algo más remoto que ya fue registrado en el siglo XVIII y quizá antes?
–Sí, Iriarte en el tango, como también están Bécquer y Lupercio de Argensola. Y no sólo en el tango, diría. Hay un verso de Lope de Vega que dice: “No hay cuchillo como el propio amigo”, lo escribió hacia el 1600... ya anuncia la gauchesca. Hidalgo y Ascasubi seguro lo conocieron.

–Otro detalle de la novela tiene que ver con una escena en la que una madre pregunta por su hijo. A diferencia de Requena, en Andrade se despliega, siempre oblicuamente, lo político. ¿Por qué inscribir a las Madres de Plaza de Mayo en febrero de 1940?
–La muerte es uno de los temas del libro y la política ha sido su principal benefactora a lo largo de la historia. Creo que ése pudo ser el fundamento de la confesión de Byron: “He simplificado mis opiniones políticas, detesto a todos los gobiernos”. De ahí a pedir que se vayan todos hay doscientos años, o más bien un paso solo.»

La entrevista completa, acá.

miércoles, marzo 14, 2012

La clase media salva a la Argentina

Matías Raia lee La comemadre, de Roque Larraquy, y escribe para Golosina caníbal cosas como éstas:

«Si "la clase media salva a la Argentina", en La comemadre, la clase media encarna, al menos, dos figuras en 1907 y en 2009: la figura del médico positivista-paranoico y la del artista espectacularizado. Ambas figuras históricas muestran inflexiones intimistas en sus relatos, el diario y la carta, reflexionan en torno del cuerpo y el poder y muestran una debilidad patética de un yo en crisis. Roque Larraquy acierta en proponer esta estructura, en el tono que alcanza con cada figura y en los personajes secundarios que acompañan ambas historias de vida: Papini y sus elucubraciones paranoicas; Sebastián, el chongo fotosensible; etc.»

«Un último interrogante: entre las dos generaciones que encarnan las figuras, entre Quintana y el artista, hay un hiato. Me pregunto qué propuesta traía esa generación ausente, qué otra salida entre la medicalización del cuerpo social y la espectacularización de las formas de vida venía a proponer esa clase media ausente.»

La reseña completa, acá.

lunes, marzo 12, 2012

Escrituras incandescentes

Daniel Gigena lee Partida de nacimiento, de Virginia Cosin, y Los años que vive un gato, de Violeta Gorodischer, y escribe para el suplemento ADN:

«La protagonista de Partida de nacimiento, de Virginia Cosin (Caracas, 1973), tiene mayor conciencia, circunstancial y verbal, sobre la realidad que padece. Madre de una niña, separada, en duelo no sólo por la juventud terminada sino también por el abandono, expresa el desconcierto ante su maternidad ("¿en qué momento?, ¿cuándo sucedió?") y algo "con respecto a la soledad, al tiempo y al dolor". 95 fragmentos, en su mayoría narrativos (también hay breves poemas, y una forma híbrida entre el poema y la nota rápida), testimonian la vida de una periodista free lance en una Buenos Aires donde las pesadillas conviven con la realidad en un presente insomne. La lengua de la narradora no es inocente; filosa, traza los límites entre una voz y otra, aunque imite la cháchara ajena. Etnógrafa de la interioridad, registra con frases irreprochables los desechos de su historia personal. De nuevo la infancia, esta vez figurada en el personaje de su hija, asume la luminosidad (pero también lo más pulsional) del relato: "Má, ¿cómo es que se les dice a las personas que no tienen casa y duermen en la calle? ¿Solteras?". El texto de Cosin, digno heredero de La pasión según G. H., de Clarice Lispector, también encuentra en el cuerpo un signo inequívoco de lectura, y con él, su modernidad apremiante: "El cuerpo puede lo que nosotras no". En esa primera persona del plural se juega una filiación y una toma de distancia sobre lo que nace y lo que desaparece con la escritura.»

La nota completa, acá.

viernes, marzo 09, 2012

Gelman dixit

Juan Gelman lee Andrade, de Alejandro García Schnetzer, y escribe un texto breve, del cual, a la postre, se termina desprendiendo el contenido de la contratapa. El escrito, completo, a continuación:

«A modo de arrimo

¿Y esto? ¿Es una novela corta, como las Ejemplares de Cervantes? ¿Es un cuento largo, como Bola de sebo de Maupassant? ¿Es una nouvelle, palabra que inventaron los franceses adictos a la medición de un escrito por número de páginas? Andrade escapa a cualquier magnitud. Es Andrade nomás, una narración que excede su propia narrativa por todo lo que pone en juego a partir de un hombre que no consigue convencer a la mujer que amó de que está muerta.

Las aventuras del relato son insólitas: minihistorias dentro de la historia no subordinadas a la trama central, sino como sucesos que la callan y alimentan; citas filosóficas de autores del siglo XVI o XVIII, títulos inventados de libros que no se escribieron; versos de Le Pera y de Iriarte, del Martín Fierro y Juan Moreira en boca de los personajes, que entran sin comillas y como anillo al dedo de cada situación; mezcla de palabras que juntan “hundióse”, “no campeó la mishiadura”, el “canotier” que expiró con Maurice Chevalier, y un hablar porteño que dedica altisonancias a decires corrientes: “se me agarrotan las cervicales”, sí. ¿Qué muestra esta fábrica de hallazgos, sino los agujeros, los olvidos y los límites de la lengua?

Y no falta la referencia a la argentinidad, al llamado ser nacional, a “nuestra común condición rastacuera, mitad hija de Europa, mitad hija de la campaña”, dice un lector en procura de la obra que explique a fondo el tema. El librero le pregunta si está buscando El manuscrito Voynich, escrito por un autor anónimo en el año 1404 en un idioma incomprensible de alfabeto desconocido que viene rompiendo en vano la cabeza de sus descifradores. La mención nada tiene de casual.

Es que el verdadero protagonista de Andrade no es Andrade, es el lenguaje. El autor le descubre una arquitectura propia de la que brota la ironía como agua de manantial, una ironía que es pariente íntima del humor, afilada y a la vez compasiva, y hermoseante porque logra que alguien pinte de verde las alas de un gorrión. Nadie se llame a engaño: bajo el relato explícito subyacen otros, tristezas conmovedoras de la pérdida, guiños literarios de gran comicidad, reflexiones y preguntas sobre el ser humano y el mundo, los tiempos del pasado que modifican el presente que lo modificó, presagios de un futuro que fue. Alejandro García Schnetzer logra que el dolor sonría, con una finura de estilo que alcanza lo que Juan María Gutiérrez persiguió toda su vida: la difícil sencillez.»

viernes, marzo 02, 2012

Miércoles: Andrade

Editorial Entropía invita a la presentación de Andrade, de Alejandro García Schnetzer.































Presentarán: Carlos Sampayo y el autor.

Eterna Cadencia / Honduras 5582.
Miércoles 7 de marzo, 19 hs.