jueves, diciembre 29, 2005

¿Cultura o espectáculo?

Con una zumbona voluntad iconoclasta, pero a la vez temerosos de ser repudiados definitivamente por el establishment, nuestros jóvenes escritores moderan sus verdades en la edición de hoy del matutino k.

“A nadie le interesaba publicar estas novelas”

[por Silvina Friera, Página/12]

“A nadie le interesaba publicar estas novelas”
Tras el parto que significó llegar a la edición de sus obras, los tres autores analizan el proceso de escritura, definen al cuento como “sospechoso” y echan un vistazo a sus influencias literarias.

Tres escritores jóvenes acaban de publicar sus primeras novelas en Entropía. Sebastián Martínez Daniell, Gonzalo Castro y Romina Paula no inundaron escritorios con sus manuscritos, ansiosos por ver sus nombres y apellidos en la portada de un libro. Conscientes de que sus propuestas no encajaban en ningún molde y de que la mejor carta de presentación siempre pasa por asumir riesgos en los textos, se dedicaron a escribir y a perfeccionar sus materiales, intercambiando figuritas y funcionando, por momentos, como en un taller literario.

El texto completo, aquí.

miércoles, diciembre 28, 2005

Marketing

Aquí hablan bien de nosotros.

AM

Anoche, tarde, en la innombrable radio de Daniel, después de una entrevista con Luis y antes de una con María, la septuagenaria Lidia charló con nuestra amiga Graciela acerca de Manuel. Aunque las intervenciones de la conductora adquirían menos la forma de la pregunta que la del inapelable suspiro (“Ay, esas novelas de Manuel...”, “Uf, cómo amaba Manuel el cine...”), Graciela se las arregló para evocar, coherentemente, al famoso villeguense en el día de su cumpleaños. Sobre la mitad de la charla, y apelando a todas sus triquiñuelas dialécticas de experta conferencista, hasta logró pasar el anuncio de “Querida familia” y mandar saludos para la editorial.

sábado, diciembre 24, 2005

Seguidilla

[por Leila Guerreiro, La Nación revista]

Romina Paula nació en 1979 en Buenos Aires y este libro breve es su primera novela. Con el diseño cuidado y de exquisito gusto de editorial Entropía, "¿Vos me querés a mí?" es un libro en el que se cruzan diversas voces que, como dice Juan Martini en la contratapa, "se mueven con intuición, ternura, impiedad y una insobornable inteligencia en la reconstrucción de una historia".

Año nuevo

Algo así, de ahora en más.

viernes, diciembre 23, 2005

Hoy copamos la Eñe

Literatura pop
Diálogos a lo Puig sobre el consumo de tv

[por Diego Erlan]

El libro se llama "¿Vos me querés a mí?" (Entropía, 2005), y la autora es Romina Paula. En un momento dos amigas hablan sobre la niñez. Insistían a sus madres para que las llevaran a los castings. "Siempre pensaba que un día me iba a descubrir un productor en el supermercado y que iba a decir ésa es la chica que estoy buscando." Y al final:
–Cuánta mierda consumimos, ¿no? ¿Nos habrá hecho un daño irreparable?
–No sé, creo que después de un par de tardes de "Jugate conmigo" o "Montaña rusa" no volvés a ser el mismo.
–Puede ser...

jueves, diciembre 22, 2005

Mañana en Eñe

[por Fermín Rodríguez]


¿Qué habrá en las niñas, más que los niños, para que la literatura no deje de volver a ellas? De Alicia a Lolita, la literatura ha encontrado en las niñas superficies de inscripción dúctiles y maleables por las que deslizar con facilidad el sentido. De esa misma materia, indecisa e indiferenciada, donde la inocencia y la precocidad, la ingenuidad y la ironía, mezclan sus aguas, Gonzalo Castro extrajo a Chloé, una singular niña-adolescente que fluye a lo largo de Hidrografía doméstica. Con casi doce años, Chloé habita una franja de tiempo inestable, que se expande y se contrae de un capítulo a otro. Chloé crece y decrece, se agranda y se empequeñece a los saltos, como si el tiempo que corre del pasado hacia el futuro pasara a su lado sin rozarla. En ese pliegue de tiempo que son los once-doce años, Chloé vive sola, al fondo de la casa de los padres, entre colchones que recubren el piso por entero –“la cama más grande del mundo”. Desde esa tierra de ensueños, que la pone a distancia tanto del orden familiar como del resto de los chicos de su edad, Chloé nombra el mundo en un lenguaje fluido, no coagulado por el sentido común. Fragmentos de percepción que apenas se mantienen unidos flotan a la deriva por una novela que no avanza narrativamente ni desemboca en ninguno de los géneros que canaliza el paso de la infancia a la madurez –el bildungroman, la novela de iniciación. Es que en el país de Chloé, todo es acuático, como si el agua fuera el elemento que impregna toda percepción y ralenta todo lenguaje. Pero las aguas de Hidrografía doméstica no son aguas profundas que esconden tesoros de sentido sumergidos, sino aguas superficiales, películas líquidas que elaboran lo que se refleja en ellas –como los pensamientos de Chloé. Porosa al mundo que la atraviesa, Chloé vive empapada en bloques palpitantes de percepción donde los sentidos no están todavía domesticados por el sentido común o por la generalidad del lenguaje. Faltan allí las líneas rígidas de formación –la escuela, la televisión o la familia– que van modelando la materia blanda de la infancia. Volverse adulto significa darle dirección al pensamiento, pasar de una cosa a la otra según un orden rígido, imponerle una forma a la experiencia. Corresponde a los niños y a los artistas –al devenir niño de tantos artistas– liberar las imágenes de los conceptos que las dominan, hacer fluir el mundo y fluir junto a él, interrumpir las asociaciones más comunes para percibir el mundo desde un punto más allá de sí. “Tengo miedo al encadenamiento de cosas” –confiesa Chloé, mientras deriva por ese monólogo que sería erróneo llamar interior, porque un niño es una vida abierta hacia fuera flotando antes o fuera del sentido, una potencia de transformación que la madurez agota. Pura posibilidad abierta al futuro, Chloé es como un animalito agazapado en la inestabilidad de la edad, dispuesta a algo que no se sabe bien qué es. Porque un joven se define menos por lo que es que por lo que puede ser, y lo que puede ser Chloé es una incógnita incalculable que Gonzalo Castro se cuida de no resolver. Como una primera novela.

Lecturas

[gzal wrote:]

La nueva librería Prometeo es estupenda de amplia y confortable, y ahí, en el segundo piso, nos dispusimos a la lectura en estas vísperas de navidad.
Los únicos que leímos bien fuimos Ignacio y yo. Neutros, afables, sin altisonancias, cada uno llevó adelante su material (Ignacio un excelente cuento de su “Los estantes vacíos” y yo algunas lonjas de Hidrografía). En cambio SMD (que cerró el evento y ofició, si, con eficiencia, de presentador) exageró con cierto énfasis de su potente voz. Pero, claro, lo peor nos lo tenia reservado, cuando no, Romina Paula. Primero, con su indignante actitud de ir y tomar un ejemplar nuevo de “¿Vos me querés a mí?” de un estante al lado de la mesa, cuando el resto teníamos los libros marcados con esmero, o hojas impresas con amor. Abrió su libro y empezó por el principio, lanzándose a la interpretación de un diálogo entre la protagonista de su novela y un noviecito, en electrizante contrapunto, mostrando una vez más que la literatura le importa un rábano (o ni sabe lo que es), y que lo suyo, lo único que le interesa, es el teatro.
Opino que a ella y a SMD (que sigue casi sin producir comments para este blog) habría que estudiar expulsarlos del catálogo.

miércoles, diciembre 21, 2005

Diario Perfil

Novedades
Semana
Entre la mueca metafísica y el retrato antropológico, Semana, la primera novela de Sebastián Martínez Daniell, cuenta siete días de la vida de Esteban Tellier, un tipo que no puede dejar de pensar. A medio camino entre la filosófica y la narración costumbrista, la trama se desenvuelve con precisión. Una excelente y cuidada edición de un libro potente, escrito con inteligencia.

martes, diciembre 20, 2005

Casi nada

Este año casi no leímos ningún libro, pero lo bueno es que tampoco vimos películas.

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[Sebastián wrote:]

Hubo 244 estrenos. Vi 27 (11%). Uno más que el año pasado.

A mi madre le gustan las mujeres (Inés París y Daniela Fejerman)
Adictos al sexo (John Waters)
Adiós, querida luna (Fernando Spiner)
Adulterio (John Curran)
Agua turbia (Walter Salles)
Al caer la noche (Brett Ratner)
Alejandro Magno (Oliver Stone)

La lista completa, acá.

lunes, diciembre 19, 2005

Marketing directo

Al usuario "Taragüí", de Wikipedia, le pareció que los links hacia nuestros autores en el artículo sobre "Literatura argentina" eran "publicidad descarada". Y los borró.

El archivo Puig

A 15 AÑOS DE SU MUERTE, SIGUE APARECIENDO SU OBRA

[por Elizabeth Neira - La Nación, Chile]

“Querida familia” recopila las cartas que el controvertido escritor argentino Manuel Puig envió a su familia entre 1956 y 1962, renovando la polémica de hasta qué punto es lícito hurgar en los papeles de un escritor fallecido. Carlos Puig, hermano menor, albacea y principal custodio de la obra del autor de “Boquitas pintadas” y “El beso de la mujer araña”, defiende la publicación de inéditos. Acá desclasificamos los documentos de un rechazado que fue traducido a más de 30 idiomas.

Hay escritores que, ante la inminencia de una edición póstuma de papeles dejados al azar, llevada a cabo generalmente por una viuda ambiciosa coludida con un editor de similares intenciones, destruyen en vida, todo indicio de escritura previa y se cuidan que del producto literario final no quede huella, ni borradores, ni primeras versiones. Nada de nada, ya que todo puede ser utilizado en su contra.

Tal vez el impulso sea narcisista y mucho de lo que va a la pira constituya un valioso material de estudio para futuras generaciones. Hay quienes piensan que no, como el meticuloso Adolfo Couve, que alimentó su chimenea durante años con manuscritos que él consideraba intentos fallidos. Distinto es el caso de Manuel Puig, el popular escritor argentino que publicó libros clave de la literatura latinoamericana de este siglo, como lo son sus novelas “Boquitas pintadas”, “El beso de la mujer araña”, “La traición de Rita Hayworth”, “Cae la noche tropical” y “Pubis angelical”. Libros que le valieron ser considerado el principal renovador de la literatura argentina, estancada medio siglo bajo la sombra de un Borges omnipresente.

Por estos títulos también sufrió persecuciones, críticas injustas, censuras y hasta amenazas de muerte. Pero también lo elevaron a un sitial de honor cuando, en 1982, fue postulado al Premio Nobel, circunstancia compartida en su país sólo por el mismísimo Borges.

Manuel Puig murió en la ciudad de Cuernavaca (México), en 1990 a la edad de 58 años, de manera abrupta. Según versión de sus familiares, producto de una negligencia médica que hizo que una simple operación de vesícula terminara en un paro cardíaco. Cuando eso ocurrió, Puig se encontraba en el cenit de su carrera y en mitad de una fervorosa producción. Es así como dejó a sus herederos una cuantiosa herencia literaria, consistente en una gran cantidad de manuscritos (12 mil piezas), entre los que se cuentan obras de teatro, guiones para cine, comedias musicales, cartas, primeras versiones, crónicas, borradores, proyectos de novelas, papelitos, diagramas de escritura y toda una serie de joyitas como para volver loco a cualquier editor con ganas de exprimir hasta el fondo ese pozo de talento.

Desde 1990 a la fecha, el llamado archivo Puig ha sido desmenuzado en publicaciones de diversa índole hasta la reciente aparición de “Querida familia” (Editorial Entropía), el primer tomo de una serie que recopila las cartas que el escritor enviara a su familia durante los años 1956 a 1962, correspondientes a su primera estadía en Europa.

Carlos Puig, el único depositario de los derechos del archivo, defiende con tesón la potestad de la familia de dar a conocer la herencia que dejara su más célebre miembro, como una manera de reivindicar al autor, por muchos años injustamente acallado, y de mantener viva la memoria de quien fuera el más importante renovador de las letras argentinas del siglo XX.



EL CUSTODIO DEL TESORO

Nietos de un matrimonio de españoles por parte paterna y de italianos recién bajados del barco por parte materna, los hermanos Manuel y Carlos Puig Delledonne crecieron en el pequeño pueblo de General Villegas, en la provincia de Buenos Aires. Pueblo que de no ser por el único cine que existía a mediados de los años ’30, hubiera sido un descampado total. Manuel, el mayor de los hermanos, tenía dos pasiones fundamentales: leer a los clásicos e ir todas las tardes a ver alguna película al destartalado recinto de General Villegas. Carlos tenía otra pasión: la pintura, oficio que hoy comparte con la gerencia improvisada del legado familiar.

–¿Siente una responsabilidad muy grande administrar la obra de su hermano?

–Claro que sí, porque no es mi obra, sino la de otro y encima ese otro es mi hermano mayor. Yo sé cómo era Manuel, cómo pensaba, lo meticuloso que era. Entonces, trato el tema con mucho respeto.

–¿No son las cartas un tipo de documentación muy privada?

–Sí, pero las cartas que él escribe muestran una faceta del escritor que la gente no conoce. Por ejemplo, derrumba el mito de que él era un autor espontáneo, que todo le salía más o menos por pura inspiración. Él era un gran lector, un estudioso y devorador de bibliotecas, tenía muchísimos referentes literarios, que no hacía explícitos en sus novelas porque no le interesaba. No escribía para intelectuales, sino para toda la gente.

–¿Es verdad que al principio le costó mucho conseguir editor?

–Sí, claro, porque lo distinto asusta a la gente. La censura siempre estuvo presente en la obra de Manuel, desde sus inicios, y él se lo tomaba muy a pecho, sufrió mucho por eso. Visto desde hoy, fue una verdadera persecución.

–¿De qué maneras se materializó esa persecución?

–De las maneras más evidentes: no lo editan, lo descalifican a través de la prensa, se prohíben sus libros, su nombre, y por último lo amenazan de muerte. Ahí es cuando decide irse definitivamente de Argentina. A mí, un día me confunden cuando levanto el teléfono y ahí me entero que estaba amenazado. Cuando él se exilia, su literatura deja de circular en la Argentina y comienza su carrera internacional.

–¿Tuvo en vida una postura política muy recalcitrante?

–No, nunca. Era político en la medida que era un humanista y le interesaba la libertad humana. En sus libros eso queda claro. Fue perseguido y rechazado tanto por los conservadores como por la izquierda ultramilitante, porque los totalitarismos justamente atentan contra las libertades humanas.



SIN ALHARACA

–¿Cómo se vivió el tema de la homosexualidad de Manuel al interior de la familia?

–Yo diría que de la mejor manera, siendo un asunto personal y particular de él. No derivó ni en tensión ni en exposición. Tuvo en él un desarrollo tan natural, no tuvo cuestión. Yo siempre sentí a Manuel como una persona muy libre, por lo que su homosexualidad siempre fue parte de su naturalidad y en la familia siempre se respetaron mucho las individualidades.

–¿Le parece que la publicación de inéditos contribuye a la revalorización de la obra de Manuel?

–Lentamente, pero sí. Creo que el archivo contribuye a cambiar el ángulo de visión que tenían los argentinos sobre la obra de Manuel Puig, que era muy estrecho. Los manuscritos lo muestran en su faceta íntima, de hacedor, de ser humano, de familiar, de viajero, de artista que tuvo que vencer muchas dificultades para llegar a ser quien fue.

–¿Cuál sería esta forma estrecha que tienen los argentinos de entender la obra de Manuel Puig?

–Que era un escritor de rarezas, que sólo escribió “Boquitas...” y dos novelitas más. No existe en Argentina la conciencia de que él escribió y experimentó con todo tipo de textos: breves, reportajes (que se publicaron en la revista “Bazaar”), guiones, teatro, comedia, musicales, etc. Manuel hacía cuidadosos diagramas de las tramas de sus obras y corregía mucho. Hay dibujos sobre ello. Tomaba nota de todo y no descuidaba detalle; su literatura dista mucho de ser casual.

–¿Cuál es para usted la pieza más valiosa del archivo?

–Todo es valioso, desde los papeles aislados hasta los proyectos más delineados. Dejó numerosos proyectos inconclusos, la mayoría orientados a la escritura de guiones, pero también el proyecto de una novela que se llama “Mére Fantasie”, sobre la que no había comenzado la etapa de redacción. Y un guión sobre la vida de Vivaldi.

–Todo eso ya es público. ¿Qué queda por mostrar?

–Queda. Lo próximo es otro tomo con más cartas. En eso estamos trabajando.

–¿Cómo le gustaría que se recuerde a su hermano?

–Como un espíritu libre, una persona muy libre que sin hacer revuelo ni alharaca causó una verdadera revolución en el arte y en su época.

Ahora sí

Castro básico

Buenos Aires, 1972.
Es diseñador gráfico free-lance y docente en la Fadu-UBA desde el año 1995, en la cátedra Gabriele de diseño.
Hidrografía doméstica es su primera novela editada, escrita entre los años 97-01, e inspirada en un fragmento de “La mujer zurda” del escritor austriaco Peter Handke. Terminada su segunda novela, está actualmente trabajando en una tercera, “Hélice”, y en un proyecto de canciones para guitarra y voz.

sábado, diciembre 17, 2005

Economía de recursos

Dicen que a pesar de la baja tecnología de impresión que manejan nuestros proveedores, el catálogo quedó hermoso (hoy se reparte, gratuitamente, en el festival Buendía). De todos modos, el diseñador equivocó tantas veces la confección del original, que con lo que gastamos en película gráfica habríamos podido financiar el segundo tomo de las cartas de Puig.

jueves, diciembre 15, 2005

miércoles, diciembre 14, 2005

La librería más larga del mundo

¿Quién es David Donayo, que se sigue llevando el crédito por todos nuestros best-sellers?
¿Cómo llegan nuestros libros a Amazon? ¿Los manda Yenny? ¿La Cancillería? ¿Los viene a comprar Jeff Bezos al parque Rivadavia?
¿Quién fija esos precios absurdos?
¿Por qué la novela de Romina, que aquí se vende a 17 pesos, cuesta en Amazon 43?
¿Por qué ni nosotros ni Romina cobramos esa diferencia?
¿Quién es el animal que tipea los títulos en español?
No sé, hagan algo. Gracias.

lunes, diciembre 12, 2005

Prensa

Parece que el sábado Quiroga la entrevistó a Romina en la radio. No avisé antes porque no sabía que iba a ser este sábado...

Beso, A.

sábado, diciembre 10, 2005

La voz del interior

Verano

La separata Ñ recomienda "Querida familia" como uno de los 234 libros ideales para pasar las vacaciones de verano. Otras opciones: Curvas peligrosas II (de Maitena), El libro de los secretos (de Deepak Chopra), Kama-sutra del sexo oral (de Alicia Gallotti), La ciudad de los herejes (de Fede Andahazi).

viernes, diciembre 09, 2005

La lengua de una generación

[por Carlos Gazzera, La Voz del Interior, Córdoba]

Una veinteañera, Inesia, alias “la Rumana”, a quien todos llaman “Ine”, se convierte en la anfitriona de un relato por las oscuras galerías de la conciencia de una generación. Inesia o “Nesia”, como decide llamarse artísticamente –es actriz de teatro– habla con su diario, con sus amigas, su ginecóloga, con el “amigovio” de turno, la compañera de estudio que se quiere ir a vivir al “Primer Mundo”... Ella vive en “un Aleph enloquecido”. Y esa es la verdadera metáfora de la novela. Un aleph enloquecido por el que todos los puntos de una vida –de su vida– transitan en un instante.

La novela ¿Vos me querés a mí? tiene el vértigo de los jóvenes de clase media que habitan las ciudades de la Argentina. Escrita con la lengua de ellos, es posible asumir que en sus páginas se inscriben los espejismos de una generación que tiene los efectos distorsionados del no-diálogo con la generación de sus padres... ¿Es que siempre será así?

En un país donde las generaciones se vienen matando desde los años ’50 del siglo pasado (los “parricidas”) o han sido desaparecidas" por los genocidas, es difícil abrir un pronóstico de cómo está resultando, después de 50 años, ese diálogo.

Inesia y su mundo es el de una juventud que también está descubriendo la intemperie que confesaron sus abuelos, que atravesaron sus padres. Es el relato en clave de pregunta sobre la voracidad del fuego que consume a los jóvenes de hoy en las incertidumbres que los acechan, en los horrores con que los tienta el sistema. “El deseo es oscuro”, dice uno de los personajes.

Es difícil saber si Romina Paula se propuso escribir a los 25 años un manifiesto generacional de su no-generación, pero lo cierto es que le salió un texto lleno de “manifestaciones” de su generación. Histeria frente al sexo, sabores homoeróticos, desconfianza de las utopías paternas, gustos atravesados por el cine y la TV, horror a la vejez en los geriátricos, a las internaciones en los hospitales públicos, terror al cáncer de mamas o de útero, miedo al fracaso, el suicido como una salida, consternación frente a la desilusión paterna.

Y, sobre todo, un profundo vacío existencial. Un vacío que no llena el sexo, que no llena la terapia psicoanalítica, la adrenalina del oficio. Un profundo tedio de quienes han pasado por la Universidad y no encontraron lo suyo, un tedio de no trabajar, un tedio de no saber qué se quiere… La fragilidad de una pregunta impersonal, amplia, dirigida a la humanidad: “¿vos me querés a mí?”

Leer este fragmentado y vertiginoso relato es como llegar verdaderamente a un aleph, a ese aleph que toda generación busca desde tiempos inmemoriales, y que con el tiempo comprende que nunca encontrará. Quizá la única diferencia es que el lector adulto sentirá que los jóvenes están pagando con sus cuerpos el no hablar la misma lengua de tres generaciones hacia atrás. Quizá, después de leer la novela, los jóvenes podrán comenzar a reinventar la lengua con la que nosotros, sus mayores, los dejamos a la intemperie.

jueves, diciembre 08, 2005

Wikipedia es adictiva

Qué fácil es sentirse Diderot.
Bueno, todo sea por la literatura argentina...

Todo no se va a poder...

[Valeria wrote]

Hay que:

enviar VMQAM a Yenny
hacer otro despacho a Córdoba
reponer urgente libros en librerías de Corrientes
cobrar Galerna
meter las novelas en imprenta
imprimir el catálogo
imprimir recibos para el cordobés

miércoles, diciembre 07, 2005

Las cartas de Coco

[por Fermín Rodríguez, Los Inrockuptibles, octubre 2005]

La edición del primero de los dos volúmenes de la correspondencia familiar de Manuel Puig es sin duda un acontecimiento para cualquiera que haya aprendido de sus novelas que el genero
epistolar
puede usarse para otra cosa que no sea la afirmación de los privilegios de la personalidad. Porque buscando en las cartas los secretitos de una obra –la vida antes o por debajo de ella–, se corre el riesgo de reponer esa función que Puig trató de desmontar en cada una de sus novelas: la literatura como una cuestión de autor. De hecho, quien entre 1956 y 1962 firma más de ciento cincuenta cartas no es todavía Manuel Puig, el autor de La traición de Rita Hayworth, sino Coco, un joven entusiasta de veintitrés años tratando de estirar todo lo posible un viaje de aprendizaje por Europa. Pero leídas como laboratorio de escritura, las cartas ayudan a entender mejor cómo funciona una literatura que vive de conectarse con la familia y con los grandes relatos de la cultura de masas. En este sentido, la advertencia de Graciela Goldchluk, compiladora de la edición, nos previene de salir a buscar en el lenguaje individual de las cartas, que pertenece a un único narrador –Coco–, el lenguaje de La traición de Rita Hayworth, que no pertenece a nadie más que a los géneros que les prestan la voz a quienes no la tienen.
En esos cinco años de vueltas por Roma, París, Londres y Estocolmo, Puig va ajustando las piezas de una máquina de escritura que no se detiene nunca. El consumidor que va a Europa a llenarse (de películas, de paisajes, de museos, de óperas, de teatro, de comida –Coco no para de comer–) es al mismo tiempo un aparato de producción y reproducción desenfrenado que no deja de registrar, puntillosamente, todo lo que ve y escucha. Ver y oír para escribir parece ser la consigna de una escritura insaciable que se alimenta principalmente de nombres propios –de divas, directores, películas– tanto como de detalles. Porque Coco, aspirante a guionista, se cuida de generalizar: cualquier experiencia se transmite a partir de detalles que hay que saber dar y recibir con avidez (“Quiero saber los detalles”: demanda habitual que funciona como instrucción de escritura). Además de vivir escribiendo, Coco vive de escribir, pero entre la redacción de sus “bodrios” –así se refiere a sus guiones– y las traducciones y subtitulados de películas, más allá de para qué o para quién escribe, Puig va despejando un campo dominado por el acto intransitivo de escribir, por la necesidad casi física de la escritura a secas: “La cuestión es que cuando me siento a escribir lo hago con gusto y se me vuelan las horas. Antes tenía terror a la redacción, lo que me apasionaba era trabajar la trama in mente… Ahora felizmente la segunda fase me gusta también”. Recién cuando la escritura deje de lado la necesidad de interesar a otros o de adaptarse a los gustos del mercado cinematográfico, puede surgir La traición de Rita Hayworth, la novela que transformó a Coco en Manuel Puig.

Correspondencia

Hola,

Quería averiguar cómo hacer para mandar pdf´s de nuestros libros para su nueva sección. Muchas gracias. Saludos,

Juan

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Juan:

Yo soy la encargada de recibir el material de libros.
Luego, la decisión de la publicación corre por otras manos.
Pero, en principio, mandame tu material cuando quieras, los títulos que te interese publicar con alguna reseña o pdf, así conocemos de qué se tratan.

Saludos!

Natalia

martes, diciembre 06, 2005

Revista First

Entropía es una editorial nueva, que se dedica a publicar a jóvenes autores argentinos. Es el caso de Romina Paula, nacida en 1979 , quien presenta en su primera novela una mixtura novedosa de elementos narrativos. Paula combina el diálogo coloquial con diversos recursos más cercanos al fluir de la conciencia y, consigue así un retrato ajustado de su generación.

lunes, diciembre 05, 2005

Un relato subacuático

[Suplemento Oh!, diario Perfil]

por Julieta Mortati

Chloé es una nena angustiada que no puede llorar y duerme. Es la hija ensimismada que quisieran tener todos los intelectuales que desean ser padres. Con una vocecita aguda y débil pero inquebrantable, cuenta cómo es vivir sola en una casa en el medio del jardín, atrás de la de sus padres. Un viaje a la costa, la escuela, el examen, una enfermedad y una salida nocturna, para volver a dormir. Chloé parece haber vivido más de doce años: puede prever las reacciones de su amiga Daphnis, seguirles el juego a las conversaciones de su padre.
Hidrografía doméstica no tiene una introducción, un nudo y un desenlace, porque todo es nudo. El relato que construye Gonzalo Castro es una foto subacuática de un momento donde todo lo que pasa pasa por dentro. Y de la asfixia Chloé podrá salir si y sólo si aprende a sobrellevar su inteligencia en un mundo bobo, lleno de estímulos.
Todo en una edición cuidada y tan suave como un nueva cuerpo de bebé. Ideal para leer en una tarde ventosa de verano.

Lecturas II

Infantilmente timados por el Banco de Galicia, que se robó el único micrófono que había en la Sala Jorge Luis Borges para jugar a la lotería de cartones (o anunciar quién sabe qué espurio premio), editorial Entropía se quedó sin su esperada sesión de lectura en la feria Periférica. El público, en un primer momento furioso ante la gambeta (hasta el punto de montar un pequeño piquete en las escalinatas de mármol), fue luego malamente sobornado (y diezmado) por las autoridades de la entidad crediticia con Coca-Cola diluida y fosforitos de jamón y queso.

viernes, diciembre 02, 2005

Lecturas

El programa oficial de Periférica dice "Mesa presentación de Editorial Entropía". Cuando en realidad se trata de una sesión de lectura. A saber:

Gonzalo Castro: Hidrografía doméstica.
Sebastián Martínez Daniell: Semana.
Romina Paula: ¿Vos me querés a mí?
Ignacio Molina: Los estantes vacíos.

Lo que sea será este domingo a las 18 en el Centro Cultural Borges, con entrada libre y gratuita.

jueves, diciembre 01, 2005