lunes, noviembre 12, 2018

"El lenguaje es la verdadera forma en que un pueblo habita el mundo"


Eric Barenboim es entrevistado por Dolores Pruneda Paz para la agencia Télam, a raíz de la salida de su novela Suárez en Kosovo:



El escritor y realizador audiovisual Eric Barenboim aseguró que "el lenguaje es la verdadera forma en que un pueblo habita el mundo" y advirtió que "anularlo es imposibilitar su realización".
Además, en una entrevista con Télam, el poeta perfórmatico y realizador audiovisual habló sobre su primera novela, "Suárez en Kosovo", donde logra un relato que cobra fuerza a medida que se entrecruzan los negocios del fútbol con las vivencias de los habitantes de Pristina, capital de Kosovo.
Ganadora de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires 2017, la novela editada por Entropía narra la llegada de Miguel Suárez, el kinesiólogo amigo de una estrella de fútbol homónima, a Kosovo, para encontrarse con el jugador.
Desde los Estados Unidos, donde el escritor porteño de 31 años cursa una beca en la Maestría de Escritura Creativa de la Universidad de Nueva York, Barenboim dialogó con esta agencia. 

- Télam: ¿El disparador de la novela fue la propuesta al futbolista Luis Suárez a jugar en Kosovo luego de que mordiera a Giorgio Chiellini en un partido?
- Eric Barenboim: No sabemos si esa propuesta existió, o en qué condiciones. Lo que sí hubo fue un artículo periodístico al respecto y después su viralización. Ese fenómeno fue el disparador. De un día para el otro miles de personas compartieron esa información medio disparatada, medio absurda. "Suárez" significa algo más que un apellido, en especial para los fanáticos. Y "Kosovo" es inabarcable. Ese es el tema con los nombres propios y los titulares: esconden cuánto más hay.

- T: La preocupación por el lenguaje como forma de habitar los territorios atraviesa toda la historia. ¿Qué es lo que te interesaba especialmente de ese cruce?
- E.B.: Me gustaría creer que la tierra es de quien la trabaja, pero al final del día la tierra es de quien el Estado certifique. ¿Qué es el territorio? ¿Un lugar donde vive alguien? ¿Un espacio delimitado con fronteras? La relación entre lenguaje y territorio nunca es casual ni natural. Eso es lo que hacen explícito los procesos migratorios: en un lugar determinado una población habla la lengua de otro lugar. Sabemos que el lenguaje no es de los lugares, sino de las personas. Ahí se genera el conflicto. Los nacionalismos acérrimos perciben eso como una amenaza al status quo. Y, en algún sentido, es cierto: nuestro lenguaje tiene el poder de cambiar el mundo. Lo falso e inútil es pretender que el mundo no cambie.
O sea: el lenguaje es la verdadera forma en que un pueblo habita el mundo. Anularlo es imposibilitar su realización. En una novela atravesada por un clima de posguerra me pareció clave hacer énfasis en el lenguaje.

- T: ¿Coincidís con la lectura que se hace del libro y asegura que se trata de una ucronía?
- E.B.: Sí, es la elaboración de esa nota periodística en apariencia absurda que guarda un resquicio de posibilidad. "Imaginate si Suárez hubiera considerado jugar en Kosovo". En definitiva lo más importante es la función de la prensa y la reacción de la gente.

- T: ¿Cómo se cruzan la poesía y la realización audiovisual en tu trabajo?
 - E.B.: La construcción de sentido en ambos lenguajes se parece. Mi fascinación por los dos está en el montaje, en la edición, en que tanto película como poema son constructos. En uno hay planos, en el otro hay versos. Con "Suárez en Kosovo" aprendí que las novelas también toman forma a partir de esos procesos de montaje. Lo que más disfruto de la poesía es la duración, el suceso durante el cual el poema se está recitando. Lo necesario de la presencia, que también está en el cine. Ahí hay otra conexión con la literatura: la mejor literatura es la que nos tiene pendientes, leyendo, profundizando más, con la atención puesta en desmenuzar los recovecos del mundo.

lunes, febrero 12, 2018

La estructura

Romina Paula asiste a la presentación de Peso estructural, de Gonzalo Castro, y lee este texto sobre estructuras y literatura:

"A Gonzalo Castro le gustan mucho las cosas. O ciertas cosas. O cosas que son de un modo particular. Es un preciosista de las cosas, un coleccionista también, de las que le gustan.

Gonzalo, es también y ¿sobre todas las cosas?, un autodidacta. Es, aparte de escritor, diseñador gráfico, músico, cineasta, tenista, ajedrecista, cocinero, carpintero y seguramente esté omitiendo algún otro oficio que desconozco o que él dejó atrás.

A Gonzalo Castro, confirmo ahora, le importan mucho las estructuras.

Las de las frases, doy fe: estuve ahí viéndolo llenar en promedio una hojita por hora. Escribe cada frase como un orfebre; se toma tiempo entre la escritura de una palabra y otra, tacha, duda, vuelve para atrás. Ese trabajo se aprecia en su prosa, tan erudita, precisa y cómica, todo a la vez.

El adjetivo del título Peso estructural reaparece como esqueleto de la narración, de las anécdotas que se despliegan, hacia delante y hacia atrás, en forma de sustantivo.

La estructura de un hotel que se quiebra hasta hundirse.

La estructura de hierro y poleas para una obra de danza de difícil realización.

La estructura de una casa sin paredes internas.

La estructura de un vestido.

La estructura de un piano.

La estructura de un beso.

La estructura de la danza, que es técnica en movimiento.

La estructura del movimiento.

La estructura de unos huesos, que componen un cuerpo.

El delicado equilibrio de esa estructura traccionada hacia abajo por su propio peso, atraído por la gravedad.

La estructura de una relación entre amigas.

La estructura de una relación incipiente, entre dos mujeres.

La estructura de una relación con un hermano.

Lejos.

Que es la estructura de una novela.

Que es la estructura de cada frase también.


Gonzalo se construye un mundo para sí, hablado de ese modo, con un supuesto vínculo con la realidad pero tan propio en el nivel del lenguaje que sus personajes quedan suspendidos en un espacio-tiempo que seguramente no sea el de lo público. Él nos arrastra a la temporalidad caótica de la intimidad, donde dormir puede ser crear obras de danza, y viajar, desplazarse, reposar dentro de un lecho de río yermo. Y si bien en esta novela hay más marcas de época y consumos culturales, eso no desactiva el efecto de extrañamiento, de ostranenie, de para sí.

Como si al escribir Gonzalo se volviera la pequeña Chloé, la niña visionaria de su primera novela, poblando el mundo de plantas, agua y colchones, hablando bien.

Gonzalo también está muy preocupado por la técnica, a todo nivel. Como si quisiera ver de qué están hechas las cosas, esas que le gustan tanto, sus partes: desarma el objeto para darse cuenta, al querer recomponerlo, que una vez inteligido, nada vuelve a ser nunca igual. Que el todo es sus partes para también es algo más, acaso eso inefable que anima todo peso estructural.

miércoles, enero 17, 2018

"Escribo sobre lo que no sé, lo que me interpela tiene que ver con esos agujeros"

Dolores Pruneda Paz lee Las tormentas, de Santiago Craig, y lo entrevista para la agencia Télam:


El libro "Las tormentas" reúne ocho cuentos de Santiago Craig, historias cotidianas atravesadas por el intento de entender qué es el tiempo, donde lo metafísico se cruza con lo corpóreo sin distinciones y desarrolladas en una lengua poética y precisa.

Craig escribió estos cuentos a lo largo de siete años. Los escribió junto a otros libros, como Veintisiete maneras de enamorarse, de pronta aparición (27 relatos vinculados con las relaciones de pareja) y el poemario Los juegos, que apareció en 2012; también hay otro libro de relatos que aguarda su edición, mientras escribe una nueva novela.

Esa forma de funcionar es un poco cómo entiende lo literario Craig, donde la lírica se confunde con la prosa y se desentiende de límites de forma y género. Las tormentas fue un poema que después se convirtió en nouvelle, y luego en el cuento que da título al libro que ahora publica Entropía.

Los parajes alejados y espacios que se despegan del trajín urbano son un recurso en estos cuentos y parte de una geografía adoptada: “Hay dos cosas que me apropié de mi esposa –cuenta Craig a Télam–, el intento de encontrar cuestiones que tienen que ver con lo femenino y los pueblos de provincia. Ella es de Santa Fe, estuve mucho ahí y eso me quedó”. Pero además le interesan las voces y las cadencias que pueda imaginar como lenguaje: "La manera en que yo creo o invento que existen en esos lugares", asevera.

La mirada sobre los hijos y las voces infantiles son otra constante que se despliega en estos textos: "Creo que la paternidad es un lugar donde se mezcla un deber ser que tiene bordes y a la vez no los tiene. Ves cómo se va gestando el ser humano, es raro, veo a mi hija a los ocho años y digo ahora estás siendo lo que vas a ser para siempre y sigo sin entender, no puedo asir eso y llevarlo a un cuento".

Craig nació en Buenos Aires en 1978, estudió psicología en los 90 mientras trabajaba de telemarketer ofreciendo planes de Internet, pero ejerció “poquito”, dice: “Leía a Freud como si fuera literatura”. Hizo un máster en periodismo y ejerció como periodista, asistió a talleres literarios y ahora dicta un taller y trabaja en una consultora.


- Télam: Los textos parecen atravesados por distintas formas de entender el tiempo.

- Santiago Craig: No es una cosa muy racional, no dije voy a hacer un libro sobre el tiempo, tampoco dije voy a hacer un libro, sino simplemente fui escribiendo cuentos a lo largo del tiempo y en general me pasa que estoy pensando todo el tiempo en el tiempo. Eso se filtra en lo que escribo, desde lo autobiográfico y como recuerdo sobre otros, lo que yo imagino de ellos. La sensación obvia es la de no poder asir el tiempo, y en ese esfuerzo por asentar algunas cosas, escribo.


- T: La reiteración, la rutina y la memoria como otra forma de hablar del tiempo también están presentes.

- S.C.: El cuento más representativo de mi idea sobre el tiempo es “Hacer un pozo y meterse adentro”, que trata del esfuerzo de controlar y desarrollar algo –una mirada, una constancia, una permanencia– y todo lo que interfiere en la vida para que eso no suceda. Habla de ese loop. Mientras el protagonista, Bruno, porfía en hacer el pozo, el cuento va evidenciando todo lo otro que va sucediendo en esa vida.

- T: La imposibilidad de comunicación se reitera en los cuentos, algo aparece en “Formosa”, en esos dos hombres que decían “casa, ruta, pueblo agua y todo sonaba a un idioma inventándose”; o en “Olivia”, cuando el narrador escribe sobre su madre cosas como “a los otros no los conocemos nunca”.

- S.C.: Eso me pasa en la vida cotidiana, termino imaginando que hay un código común y que entre todos más o menos sabemos lo que pasa, pero dándome cuenta todo el tiempo de que no hay dos personas que digan lo mismo cuando dicen silla. Es algo muy tangible que siento tal vez con una intensidad un poco atrofiada, muchas veces me reprimo hablar de esas cosas en un contexto del día a día porque en la vida hay momentos en los que no tenés que dudar, pero cuando escribo dudo todo el tiempo de todo, es el lugar donde puedo desplegar esa perplejidad. Pobres tipos sobre los que escribo, están perdidos en esa especie de rulo y de multiplicidad de sentidos, posibilidades y tiempo que se abre permanentemente.


- T: La metafísica y lo corpóreo circulan mucho en los textos, extrañados por una especie de ensoñación.

- S.C.: Me gusta la literatura que borra esa barrera porque me parece más realista, mi vida tiene ese carril: trabajo, subte, marcha, quilombo y una parte mía que percibe y está dentro del cuento. Vivo y pienso así, para mí es cierto lo que me figuro de las cosas, no me pone un límite la cosa en sí, las personas con las que me relaciono son lo que yo me imagino de esas personas y no lo que son. Lo que digo es que son una construcción.


- T: El narrador va variando pero mantiene una conciencia de soledad existencial a lo largo de los textos.

- S.C.: Con un amigo que hablo estas cosas, decíamos que se trata de ver cuán bueno y cuán malo está darse cuenta de algunas cosas y de ver adónde poner el esfuerzo para no verlas y estar más tranquilos. Son bastante evasores los personajes de este libro, pragmáticos es otra manera de decirlo. Yo escribo sobre lo que no sé, lo que me interpela tiene que ver con agujeros, con cosas que no están, escribo siempre rodeando un pozo, esa es la sensación de estar en la escritura para mí.


- T: El caos, como concepto nutriente y creativo se cuela en todo el libro, en las atmósferas de los cuentos, en intervenciones de los personajes y en la estructura de algunos textos, como intentaras dejar a la vista el motor, el corazón de la narración.

- S.C.: Eso es un proyecto de mi escritura, me gusta que, en un punto, se evidencie que se está generando una narración y dejar engranajes a la vista es algo que trato de hacer, es un proceso que está bueno no esconder, me parece que abre más puertas que las que cierra.

- T: La voz de infancia también se reitera en las diferentes historias.

- S.C.: Adoptar esa perspectiva tiene que ver con que hay un resto de las convicciones de infancia que permanece en mÌ, no hay tanta diferencia entre mi perspectiva de hoy y la de los ocho años respecto de varias cosas, y hay muchas cuestiones de base –lo familiar, la permanencia, el grupo– que quedan asentadas. Abrís un poquito esa caja y ese registro está, no se fue.