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miércoles, abril 22, 2009

Retroceder, nunca; rendirse, jamás

Bizarra no se rinde

por Liliana Viola, para Las 12

Bizarra, que ya desde este título nada oculta ni tampoco exagera, constituyó una proeza. En el Centro Cultural Ricardo Rojas, en 2003, antes de ser el libro gordo que es ahora, Bizarra fue un espectáculo teatral que parecía estar cumpliendo a la perfección con una prueba delirante y digna de héroes de leyenda: construir una telenovela que sea una parodia de la telenovela y hacerlo en una sala teatral, con continuidad, dividida en diez capítulos a seguir no con el control remoto sino con el cuerpo, acudiendo a la platea dos veces por semana para reirse de la realidad abombada que nos dejó la crisis. Bizarra lo consiguió. Y como premio obtuvo un género roto, corrompido, ampliado y tocado además por el encanto de lo efímero. Bizarra desarrolla la historia de las hermanas Velita y Candela pero tiene espacio para incluir manzaneras, saqueos en supermercados, un calendario erótico... El género melodramático llevado a su máxima expresión en el contexto de una ciudad donde circulan sobrevivientes de una gran crisis nacional. Melodrama con actualidad, con los dramones argentinos, con los críticos que pretendieran reflexionar sobre la ruptura que se producía sobre el escenario, con la celebridad puesta a prueba. Una especie de comedia humana elevada no a la potencia sino a la impotencia argentina. Para quienes pensaran que el componente “fugacidad” fue el secreto de este engendro, la aparición de Bizarra en forma de libro obliga a pensar un poco más. El texto monumental consigue ahora una segunda proeza: se puede leer. Y se puede leer con la fruición con que se leen las fotonovelas, con la avidez con la que se miran los dramones imposibles, con el ojo torcido con que se busca el chiste y con la incredulidad con la que se leen los diarios. La historia que comienza en un frigorífico de Morón con un poema recitado por las reses, no se dispersa en ningún momento a medida que incorpora personajes, escenas y sobre todo estereotipos a burlar.

Los mandatos del género melodramático se mantienen, así como la topadora decidida a burlarse de todos. Una lectura que se asusta ante el tamaño de esta Bizarra, se alegra al ver que la locura puede durar.

martes, abril 14, 2009

El grado cero de la utopía

A propósito de Bizarra, por Jorge Dubatti, para Ñ.

La edición de "Bizarra" constituye un acontecimiento descomunal en la historia del teatro argentino. Hay que agradecer especialmente al editor Juan Nadalini el riesgo de publicar la que tal vez sea la obra de teatro más larga del mundo (o al menos una de las más largas). Es un acontecimiento porque pone en evidencia la talla del genio de Rafael Spregelburd, cuyos detractores esta vez deberán llamarse a silencio para no tener que aceptar que hablan sin haber leído los varios centenares de páginas de esta pieza monumental. Es también un acontecimiento porque el texto publicado permite evocar de una manera más aproximada la poética del espectáculo teatral que durante semanas pudo verse en entregas, para regocijo de los espectadores, en el Centro Cultural Rojas de la UBA y que es, a nuestro parecer y el de otros muchos críticos e investigadores, un hito en ésta nuestra nueva época de oro del teatro argentino. Además, la edición permite ratificar la calidad literaria de este texto que afianza una de las modalidades más interesantes del teatro de Spregelburd: su línea explícitamente política, ejercida a través de una virulenta crítica social. No se salva nada ni nadie, no hay personaje positivo ni moraleja bienpensante. Como más tarde en "Acassuso" y "Bloqueo", "Bizarra" arrasa, pulveriza todos los discursos sociales para construir la metáfora de un país impresentable, berreta, insostenible, con formato de telenovela, que se parece mucho a nuestra Argentina.

Demolidos por la crítica todos los discursos, el espectador llega a través de la risa a un sentimiento de carencia y de sustitución y es invitado a imaginar el otro país que desearía, debería, podría tener. Nueva modalidad política de la sátira que denuncia una realidad degradada y, aniquilándola simbólicamente, permite ver que esa realidad ha sustituido a otra posible que no conocemos y deberíamos empezar a soñar. Es el teatro del grado cero de la utopía, a partir del que empezar a imaginar otra vez: Spregelburd no dice cómo debemos pensar, sólo invita a pensar nuevamente porque es indispensable. La operación política y poética puede sintetizarse: demolición, sustitución y vacancia, llamado por efecto de carencia o ausencia a imaginar o concebir la utopía de un país a otro, de un mundo mejor.

Bizarra posee además un rasgo notable: su escritura está amasada en la teatralidad, por lo que reafirma la conquista para la literatura argentina de un territorio nuevo y singular, no el de la "literatura dramática" o literatura escrita para el teatro, sino el del teatro en sí mismo –convivio efímero y eterno, cuerpos en acción, gramática del espacio e intensidad musical de los acontecimientos de escena– transformado en una nueva y extraña literatura. Muchos no comprenden aún la revolución que el teatro de Spregelburd significa; en el mejor de los casos les falta perspectiva histórica. Ojalá la lectura de la desmesurada y tan terrenal "Bizarra" los ayude para calibrar tamaño fenómeno artístico.

viernes, enero 09, 2009

Textos que no son obras

Acerca de Dramaturgias

Por Luciana Espinosa, para No Retornable

El teatro, en tanto fenómeno teatral o “verdad-teatro”, es irreductible a su propio texto a la vez que lo supone. La forma-teatro en su versión escrita se presenta ella misma siempre incompleta, faltante respecto del momento crucial que lo acaba en su propia definición: el momento -fugaz y eterno- en que se encuentran series diversas, público y actores, mediando un escenario y el telón como firma del pacto de ficción. Desde esta afirmación es fácil percibir una cierta “dificultad” que emerge, tan sólo, en el momento de leer los textos teatrales -textos que no son las obras- y que corroboran su falta estructural, la falta del momento de la representación en escena, aunque desde su reverso, sea ello mismo lo que constituye su peculiar encanto: la lectura que busca recomponer el acontecimiento negado.

En este sentido, la antología teatral Dramaturgias nos presenta siete ocasiones de invención, siete versiones distintas de lo imaginario, siete artistas, siete mujeres, en última instancia, siete posibles obras teatrales cuyo “hilo común” sólo surge de un forzamiento, del obcecado deseo de profundizar las coincidencias allí donde comienzan a esbozarse afinidades. Si bien es cierto que por lo menos se deja plantear la pregunta (que se explicita en el breve pero contundente prólogo que realiza Mariana Obersztern) acerca de si lo que se va a leer es propio de un subgénero (el teatro de mujeres) o una mera compilación de creaciones teatrales contemporáneas sin más, nada hay en el texto que nos lleve a perseverar en la primera alternativa. El libro parece sustraerse cómodamente a los intentos de buscar “lo común” para reunificar sus textos y por el contrario, despliega su verdadera riqueza en tanto permite el despunte de la peculiaridad propia de cada obra.

Ahora bien, no podemos dejar de mencionar tampoco que las dramaturgas de la compilación son jóvenes argentinas cuyas edades oscilan en un pequeño rango que va desde los veintitrés hasta los treinta y cinco años, y que han sido muy afines en sus formaciones profesionales, las cuales parecen trazar una extraña línea de puntos que acaba dibujando un círculo que deja a los mismos individuos en su interior.

Completo acá.

lunes, noviembre 03, 2008

El arca de las dramaturgas

Por Alfredo Torchelli

[vía El Arca digital]



Desde el prólogo de esta oportuna y muy bien presentada antología nos alertan con una observación extraña. “Yo creo que no existe el teatro de mujeres como un subgénero”, nos dice la autora del prólogo, Mariana Obersztern. Se trata de siete trabajos de siete autoras teatrales y se quiera o no, se pueda leer como subgénero o no, es teatro escrito por mujeres. Si esto los diferencia del teatro escrito por hombres, es otra cuestión a ser revisada. Otro si digo: en verdad no se trata de obras de teatro sino de textos teatrales, equívoco común heredado del mal uso del término “dramaturgia” el cual significa: “concepción escénica para la representación de un hecho dramático”. El texto es casi siempre anterior y una parte de la dramaturgia propiamente dicha. Con su lectura no se completa la concepción de la obra. Pero se avanza en ella.

Son siete jóvenes mujeres (una de 35 años, dos de 32, una de 31, una de 29, una de 27 y una de 23). Muy jóvenes. Todos los textos son cortos, bien escritos, buscando romper con la tradición naturalista, además son todas actrices, la mayoría directoras de sus obras, muchas docentes de teatro, todas premiadas en concursos importantes, todas habiendo estrenado teatro e incursionando en TV y cine. Un grupo singular y muy rico. El lenguaje utilizado es surrealista, y simbólico, haciendo gala de una contagiosa ganas de bucear en nuevas fronteras, sin abandonar el humor y la frescura. (Se adivina un innegable aire Harold Pinteriano). Claro, naturalmente se corre siempre el riesgo de caer en exageraciones o situaciones disparatadas. Pero no debe interesar tanto, en esta etapa, en la cual es importante valorizar, la valentía, la libertad, la búsqueda aunque sea desmesurada, porque están abriendo caminos. Ellas son: Lola Arias, Mariana Chaud, Julieta De Simone, Laura Fernández, Agustina Gatto, Agustina Muñoz y Romina Paula. Las esperaremos atentamente.

martes, octubre 14, 2008

Dramaturgias en Bazar

Por Andrés Gallina

¿Cómo pasar de la voz escrita a los cuerpos? ¿Cómo activar desde la escritura la potencia de las cosas? El lector de textos dramáticos asiste a un acto incompleto y lo redefine a su modo: insiste en encontrar los signos que exceden al texto. El riesgo parece estar ahí: negado el acontecimiento teatral, el aura, el lector juega a rehacer la experiencia perdida.

La antología Dramaturgias, prologada por Mariana Obersztern, reúne siete piezas escritas por siete mujeres. Siete piezas singulares, que pueden dialogar entre sí, pero que juegan un juego propio, con sus propias reglas. Hay algo, sin embargo, que parece hacer posible la convivencia: frente a un teatro despojado, que se saca de encima el relato, estos textos recuperan la anécdota, el argumento, el contenido como forma.

Completo en Bazar Americano

martes, septiembre 23, 2008

Una aguda mirada generacional

Por Celia Dosio [vía diario Perfil]

En el prólogo de Dramaturgias, Mariana Obersztern se plantea el interrogante: ¿existe una especifidad en la escritura teatral femenina? Rápidamente responde que no, “no existe un teatro de mujeres como no existe un teatro de hombres”. Basta echar un breve vistazo a este libro para acordar con la prologuista, no se reconoce –y es uno de los grandes atractivos de esta antología- un recorte temático o estilístico que remita a “lo femenino” u otro constructo parecido.

La sobriedad de la edición y lo acertado de la selección de las autoras no termina de expresarse en el título. ¿A qué se refieren con “dramaturgias”, así, en plural? ¿No se trata de siete autoras que comparten una manera de entender el teatro, de escribirlo, de actuarlo? En las fichas técnicas y datos biográficos incluidos al final del libro, se pueden reconocer las coincidencias, los recorridos afines, la recurrencia a los mismos nombres, los mismos circuitos, los mismos maestros. Mariana Chaud, Lola Arias y Romina Paula trabajan con los mismos actores. Julieta De Simone codirigió la obra de Laura Fernández y ambas fueron compañeras de Agustina Gatto en el teatro Apacheta. De manera que el título termina pareciendo una tibia apertura de paraguas, innecesaria ante la contundencia de los textos.

A pesar de ser muy jóvenes, las autoras ya cuentan con una reconocida carrera. Son actrices y directoras y oportunamente supieron recibir sendos premios. Cinco de las siete obras que integran la antología han sido estrenadas. Todas dirigidas por las autoras, salvo Cebo y El calor del cuerpo que todavía no subieron a escena.

Ahora bien, si no se observa una problematización de “lo femenino”, sí podemos reconocer la afinidad generacional que se imprime como un sello propio de la antología. A la contingencia de haber nacido mujer en Argentina a fines de la década del 70, se suma el haberse dedicado al teatro. Y, a pesar de ser propuestas muy distintas ( del pesimismo futurista de Lola Arias a la relectura de la Orestíada de Agustina Gatto; el minimalismo intimista de Romina Paula y el desborde ácido de Laura Fernández; la desproligidad melancólica de Agustina Muñoz y la precisión desbordada de Mariana Chaud), no por eso dejamos de reconocer, en este recorte, siempre tan arbitrario como acertado, una aguda y distintiva mirada generacional.

miércoles, enero 23, 2008

jueves, diciembre 06, 2007

I used to love her...

Este sábado, 20 hs., penúltima función de Cien pedacitos de mi arenero, de Laura Fernández (en breve por Entropía).

En Apacheta, Pasco 623.

Vayan y desborden las instalaciones.

viernes, noviembre 30, 2007

De la saga trágica

Esta noche, después de la entrega del Premio Indio Rico, no dejen de acudir masivamente a la última función de Ifigenia en, de Agustina Gatto. Es a las 22:30, en El Excéntrico de la 18, Lerma 420.

viernes, noviembre 23, 2007

Drim tim

Laura Fernández
Mariana Chaud
Romina Paula
Julieta De Simone
Lola Arias
Agustina Gatto
Agustina Muñoz

(Muy pronto, en Entropía.)

lunes, septiembre 17, 2007

De la heptalogía

Mañana y pasado, a las 19 hs., en el CCC, "La paranoia", de Rafael Spregelburd (autor también de Bizarra, de próxima aparición por Entropía).

martes, julio 17, 2007

Amor, etcétera

[dijo Matías Capelli, en el último número de Inrocks, hablando de la trilogía de Lola Arias ("Striptease", "Sueño con revólver" y "El amor es un francotirador")...]

(...) Y ésa no será la única mutación que experimentará la trilogía: el mes que viene, el sello Entropía la editará en formato libro. Arias: “Las obras fueron escritas como un texto independiente de la puesta; no son guiones, son literatura. Es como si estuviera publicando una novela; la diferencia es que además la represento... Lo literario en teatro es un problema cuando es retórico, el virtuosismo de la palabra vuelto pura pretensión. Cuando el autor te dice: ‘Mirá esta frase’. Creo que mi búsqueda es poética, pero en el sentido de que busca asociaciones extrañas y pone en juego la gramática. El teatro es acción, música e imágenes, pero también literatura, aunque los literatos desprecien a los dramaturgos”.
(...)
Casi en simultáneo, Entropía promete seguir expendiendo su catálogo de dramaturgia y además de la monumental edición del teatro completo de Manuel Puig, publicará una antología de dramaturgas, entre las que se cuentan, además de Arias con su obra Poses para dormir, Mariana Chaud con Sigo mintiendo, Agustina Muñoz con El calor del cuerpo y Agustina Gatto con Ifigenia en. Un gesto que no hace más que confirmar el buen momento del género no sólo en el campo de la escritura, sino también en el de la dirección y la puesta en escena. Sobre todo, teniendo en cuenta la presencia mayoritariamente masculina al frente de la renovación del teatro local en los noventa.

miércoles, julio 04, 2007

¿Qué se puede hacer, salvo ir al teatro?

Reserven sus localidades para esta obra, "Ifigenia en", de Agustina Gatto, y de próxima aparición por Entropía.

viernes, junio 08, 2007

Papeles encontrados

Fragmento de una entrevista a Manuel Puig (y parte de un posible apéndice a su "Teatro completo", magnífico y voluminoso título en preparación).

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[“Manuel Puig finaliza su primera obra teatral, titulada “Bajo un manto de estrellas”, por Francesc Arroyo, desde Barcelona, en El País, miércoles 23 de marzo de 1983; p. 27 (Suplemento La Cultura).]

Pregunta: Que escriba usted teatro tras siete novelas ¿está relacionado con el éxito de la adaptación teatral de su novela?

Respuesta: Nunca había pensado en escribir teatro, pero poco a poco fue abriéndose paso la idea. Cuando empecé a escribir novela y dejé el cine pensé que de ahí no me movería jamás, porque el tipo de trabajo que a mí me gustaba hacer con la novela era un intento de comprender una realidad muy compleja en la que estaba metido.

P.: El cambio de género, ¿repercute en un cambio de estilo?

R.: Sí. En novela siento la validez de un diálogo realista, que pretende ser una recreación del habla cotidiana de clases sociales reconocibles. Me interesaba llevar eso al teatro. Antes de pensar en escribir teatro había reflexionado mucho sobre la crisis del lenguaje actual. El realismo de un Arthur Miller en La muerte de un viajante, lo lleva a un diálogo realista que se presta al desarrollo del drama. Miller consigue una tragedia moderna y válida que se sigue reponiendo y siempre impresiona, pero se pensó en ese momento que aquello era un filón infinito, inagotable. Se pensaba que un autor de los quilates de él iba a producir una gran cantidad de obras de alto nivel. Otros intentos también revelaron lo mismo: que cierto tratamiento teatral realista limita íntimamente al autor. Yo había seguido esta crisis del realismo con asombro. Después está el caso de Tennessee Williams, donde la introducción de cierto elemento poético es más evidente, pretendiendo amalgamarlo en situaciones realistas. Williams no sé hasta qué punto está envejeciendo bien. Es decir que el teatro realista se me hace peligroso. Una vía poco rica en posibilidades. Y creo que la crisis actual del teatro tiene que ver con eso. Lo que ha impresionado después de esos logros realistas han sido obras como las de Ionesco, que son diametralmente opuestas. Yo veo el realismo mucho más adecuado al tratamiento novelístico. Cuando es posible un acercamiento analítico al tema, cuando se puede prescindir de la síntesis, hay una posibilidad de tratamiento realista rico. Veo una posibilidad de realismo expresivo. En cambio, no veo bien el maridaje de realismo con síntesis, por eso siento más, en cine o en teatro, un lenguaje alegórico, estilizado. El sueño nuestro de cada noche es un modelo de síntesis, en pocos segundos está contada toda una historia. Me parece que la fantasía, el sueño, se presta a la síntesis. (...)

jueves, junio 07, 2007

Fe de erratas

Lola Arias: del circuito off al mundo

[de "Clarín", por Laura Gentile]

A los 30 años, la directora, actriz y poeta cultiva el teatro experimental, con el que construye una carrera internacional.

Su nombre viene sonando con fuerza en el circuito del llamado teatro alternativo. A los 30 años, Lola Arias —directora de teatro, poeta y actriz— ya montó obras propias en Madrid, Londres, Nueva York y Varsovia.
(...)
Por estos días se puede ver en el Centro Cultural Rojas una trilogía formada por Striptease, Sueño con revólver y El amor es un francotirador. Trilogía que, en breve llevará a Austria, invitada al prestigioso festival Steiricher Herbst.

La entrevista completa, acá.

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Donde dice "Centro Cultural Rojas" debe leerse "Espacio Callejón".
Y donde dice "Striptease, Sueño con revólver y El amor es un francotirador" debe leerse "De próxima aparición por Entropía".

jueves, mayo 24, 2007

Noches blancas

Vayan, vayan. Vayan todos y abrigados.