miércoles, agosto 30, 2006

Así se lee Leyenda

Idealmente, se necesitan: un mantel geométrico, un mate de nácar, una cartuchera austro-húngara, una tijera, repasador, un almohadoncito a rayas, un patio primaveral, un gato cualquiera, una llave, y otra silla. Inténtenlo ustedes también.

viernes, agosto 25, 2006

Mondo Paula

Es inminente el contrato (millonario en liras) con Einaudi, la gira de lecturas por el Piemonte, la Lombardía, el Friuli (inútil sería tratar de mercadear libros en el sur de la península, ¿verdad?, tan incivilizada), las odiosas comparaciones con Melissa P., el éxito masivo, el millón de ejemplares vendidos, el inevitable salto hacia la pantalla caliente de la RAI, la conducción del Festival de San Remo, en fin...


¿Vos me querés a mí?

Una delle novità editoriali più interessanti degli ultimi mesi in Argentina, il romanzo della esordiente Romina Paula ¿Vos me querés a mí? (Editorial Entropia, pp. 128, € 4,43) consiste in una serie di dialoghi serrati, a cui si alternano monologhi e riflessioni introspettive, espresse con un linguaggio fresco e diretto.
La protagonista è Inesia, giovane di classe media urbana, che in queste forme esprime i dilemmi che la tormentano. Ne viene fuori quasi un manifesto generazionale: l’isteria di fronte al sesso, la sfiducia nelle utopie dei padri, paura di non farcela, paura della vecchiaia, l’angoscia di fronte al futuro, il suicidio come possibile soluzione di tutto, la relazione controversa col cinema e con la tv. Ma soprattutto ne viene fuori la fragilità, un profondo vuoto esistenziale, un senso profondo di noia e di fastidio condensato in una domanda, che è quasi una richiesta, impersonale, ampia, che non ha un destinatario preciso: “tu mi vuoi bene?”.

La reseña salió acá.

jueves, agosto 24, 2006

Pantone 363N

Hoy, a la imprenta, para la puesta en máquina de la tapa de Querida Familia: Tomo 2, como referencia de color llevamos este muñequito Jack de Apu Nahasapeemapeti, por su chaquetita verde.
A Manolo, el imprentero, le pareció que esta vez habíamos ido demasiado lejos.

martes, agosto 22, 2006

Molina por Mairal (Llegás a Buenos Aires)

Gente que duerme de día

Por Pedro Mairal

Este primer libro de cuentos de Ignacio Molina tiene algo de novela. Las distintas historias están interconectadas, los personajes reaparecen en otros cuentos, vistos desde la mirada de otro. El autor sabe mostrar las relaciones mínimas que hay entre la gente: el que va al kiosco y pide algo, el que le pregunta la hora a un desconocido, el que comenta algo en la calle. El libro está hecho de todos estos cruces entre gente que pareciera que está comunicada pero que en realidad no lo está, gente que se conoce apenas de vista o de oídas, gente que habla con otra pero que está en su propio mundo, distante. Y lo interesante es que esta interconexión entre los cuentos y los personajes no es explícita, el lector tiene que armar su propio rompecabezas.

Los personajes, a pesar de su mutismo emocional, caen bien, quizá porque están respetados en su actitud de "bajo perfil"; no hacen grandes cosas, ni encarnan grandes dramas. Es gente que duerme de día, gente que se despierta y no sabe dónde está, gente que se ducha en casas ajenas, gente que se pone a pensar en otra cosa mientras alguien le habla, gente que pide delivery, gente que va al kiosco a las tres de la mañana.

En uno de los cuentos hay una chica que ve en un cartel una publicidad de unas clases de yoga. Al otro día, cuando decide volver a fijarse el teléfono, ve que sobre ese cartel pegaron un anuncio de un taller literario. Entonces anota el número igual y termina yendo al taller literario. No elige su destino, se entrega a esa especie de azar: si hubiera visto un anuncio de clases de reiki o de tarot, habría ido a reiki o tarot. Así, los personajes de Molina no pueden planear nada ni pueden ver el futuro. Intentan hacerlo pero la vida los lleva para otro lado. Los rodean asuntos domésticos, cosas a corto plazo. Viven en un presente poblado de recuerdos recientes, cositas que pasaron ayer, hace una semana, y sus vidas giran en espiral.

Esta forma de la soledad se vuelve manifiesta, casi material, cuando se trata el tema de la ruptura de una pareja, tema que está en el título mismo: "los estantes vacíos", que se refiere a ese momento cuando el que se va se lleva sus libros y deja los estantes desnudos. El autor muestra las consecuencias grandes y las consecuencias mínimas de las separaciones. Los personajes que las sufren están como catatónicos, anestesiados por el dolor de la separación. Pero lo interesante es que ese dolor no está explicado, sino que de alguna manera debe ser intuido por el lector. Lo efectivo es justamente que quien se hace cargo de las emociones es el lector. Los personajes están en piloto automático, flotando en esa vida doméstica. Y pareciera que, a pesar del dolor, la vida sigue: hay que comprar comida, hay que bañarse, hay que hablar con los demás, hay que contestarle a la gente que pregunta la hora por la calle.

Con un estilo donde predomina el "show, not tell" ("mostrar, no explicar"), un estilo que viene de los cuentistas norteamericanos, Molina deja libre nuestra silla de lectores; simplemente no la ocupa, no nos subestima, nos muestra sin explicar, para que nosotros mismos ocupemos ese lugar y nos demos cuenta de las cosas. Su apuesta es que la profundidad no debe mostrarla el autor, sino que debe sugerirla para que el lector la encuentre. La poética de Molina parece decir que lo profundo son los hechos que suceden en la superficie.

No hay palabras que suenen extrañas o demasiado literarias o culturosas. El tono natural, a veces incluso informativo, atraviesa todo el libro. Los cuentos son hiper detallistas: hay una gran suma de detalles y de observaciones de gestos, como pliegues del pensamiento. Por ejemplo, hay un chico que pasa a buscar a una chica por primera vez, caminando, y le toca el portero eléctrico. Mientras espera en la vereda, se apoya contra una camioneta, y en un momento piensa: "Ah, pero ahora va a bajar y me va a ver a apoyado en la camioneta y se va a pensar que es mía, y después se va a desilusionar", entonces se aleja de la camioneta. La suma de esas pequeñas actitudes humanas le dan relieve a cada relato, esas observaciones acertadas que hacen que estos cuentos estén vivos y resulten tan creíbles.

viernes, agosto 18, 2006

SMD 360º

El monstruo informe constituido por Mavrakis/ Galmarini/ Gostanián queda ahíto con la ingesta de Semana, de SMD. Aquí los pormenores de la faena.


Cuestiones de estado

Habría que ver – pero el análisis de las voluntades requiere un diván y no un blog – hasta qué punto S. M. Daniell entiende que la literatura consiste en dominar todos los elementos materiales de la palabra (la sonoridad, la sintaxis, el vocabulario, el ritmo de la prosa, todo ese lenguaje poético elaborado hasta no dejar ningún intersticio vacío) antes que una labor inevitablemente ligada a esa otra ficción que se llama realidad, contorno político, quehacer histórico y hasta deber cívico o intelectual.

Opto (con impune arbitrariedad) por llamarle literatura a todo lo primero y ensayo a todo lo demás. Con todavía mayor arbitrariedad, Mavrakis, coloco para lo uno y lo otro el imperativo ficcional. Entonces la literatura y el ensayo son ficción: lo que se escribe ante una carencia que, a lo sumo, para ser revelada, requiere de la inclinación rigurosa de un diván. Así que no interesa.

Pero sí interesa en Semana – suerte de Ulises donde las 24 horas se multiplican por 7 – la cuestión del tejido (que no más bien de manera “tensa” sino “complementaria”) que disponen durante tantas páginas literatura y ensayo.

{sigue aquí}

martes, agosto 15, 2006

Confesionario

Hoy a las 20:00 horas, en el Rojas, Romina Paula va a leer “Natalia [se] muere”, texto catártico escrito a medida del ciclo organizado por Cecilia Szperling. En un inevitable segundo plano, como adláteres, quedarán Guillermo Martínez y Marina Kogan.
(Todos saben donde queda el Centro Cultural Ricardo Rojas, claro, es Corrientes 2038.)

viernes, agosto 11, 2006

Contesto













Lugar: el Trocadero.
Al fondo: el engendro del ingeniero Eiffel, con los obligatorios campos marcianos.
Sonriente: Coco Puig. ¿Y a la derecha del cuadro, con gafas ahumadas, saco sport abierto y regio perfil de galán latino...? ¿Quién es? Pistas: ganó un Oscar.
(Hay un "Querida familia: 2" de premio.)

jueves, agosto 10, 2006

miércoles, agosto 09, 2006

Control de calidad

Debemos aceptarlo: nuestros lomos son muy irregulares. La saludable combinación de un guillotinado irresponsable, un layout inconsistente, y distintas enemistades sembradas entre nuestros proveedores hacen de nuestro horizonte vertical una verdadera farsa. A aquellos de nuestros lectores que tengan más de un volumen de Entropía (muchos de nuestros lectores no tienen siquiera uno), recuerden ubicarlos espaciadamente en sus anaqueles.
Mil gracias.

martes, agosto 08, 2006

Actividades para el día de hoy

Es oficial: Entropía se materializará en la presentación de los primeros libros de narrativa de Editorial Tamarisco, en una maniobra de claro espionaje industrial. De seguro propondremos trocar algunos de nuestros libros de mayor gramaje literario, de mayor pedigree (el de SMD, o el de Gzal), por la flamante y prometedora producción tamarisca.

Hojas de Tamarisco
(Hernán Vanoli, Félix Bruzzone, Sonia Budassi, Violeta Gorodischer)

Toronto no
(Leonel Livchits)

Hoy a las 20.30 hs. Bar Bartolomeo, Bartolomé Mitre 1525.

lunes, agosto 07, 2006

Hay un estante vacío

[Por Juan Pablo Bertazza, para RadarLibros]

Alguien dijo que lo más importante de una biblioteca son los espacios vacíos. Ignacio Molina, un joven bahiense blogger que ha realizado reseñas para algunos medios como la revista de crítica Los asesinos tímidos, tomó la idea para hacerla carne en lo que es su carta de presentación: un sobrio libro de cuentos. Y los quince relatos que vienen a llenar Los estantes vacíos se afilian muy claramente en esa tradición que inició Hemingway y que llevaron hasta su máxima expresión Cheever y Raymond Carver. En efecto, se podría jugar un poco y pensar que estas historias, que encuentran en el fútbol (ver el cuento “El opio de las masas”) una curiosa unidad, constituyen algo así como las variaciones argentas de dos cuentos de Carver que resumen, a su vez, los dos grandes procedimientos del autor norteamericano: “Veía hasta las cosas más minúsculas”, en el cual, por ejemplo, si pasa un avión los personajes levantan la cabeza para imaginar aquella situación a bordo, y “El visor”, con un fotógrafo que les saca el trabajo a las tarotistas al decirle a un hombre abandonado, a partir de las fotos tomadas con su Laica, por qué pasó lo que pasó y cómo van a seguir las cosas. Imaginación obsesiva y sujeta al azar y minuciosidad arbitraria y fotográfica. El resultado: las decisiones que van tomando los personajes de Los estantes vacíos, y que siguen una ilógica relación de causa y efecto. Por ejemplo, el hecho de que se gasten las pilas de un reloj es causa directa, en el mundo narrativo de este libro, de que la persiana permanezca levantada; o el ingreso de una chica a un taller literario responde, de la misma manera, a que en el lugar donde había un volante de un curso de yoga al que deseaba asistir, apareciera imprevistamente el de un profesor de literatura. En todos los casos, ese vuelco del destino, consecuencia de las singulares relaciones de causa y efecto, tiene en común la desidia. Pero la desidia de estos personajes, cuyo desgano es una lograda estrategia literaria de Molina, quien, por ejemplo, no inventa suficientes personajes para llenar todos sus cuentos, sino que deja que sus personajes (que, claro, son descriptos muy vagamente) vayan reapareciendo en distintas historias, pero no para acabar una trama inconclusa sino como un efecto del azar. Gustavo, Alejandra y Juliana aparecen en varios de los cuentos, aunque sin que se los nombre siempre, como quien infringe a medias una norma, o como quien no se muestra totalmente. Es que con Los estantes vacíos Ignacio Molina no sólo hizo uso de la famosa teoría literaria de la punta del iceberg, sino que se apropió de ese iceberg para fundirlo con sus propios personajes. El lector de Los estantes vacíos no sólo responderá con un entusiasmo activo a tanta desidia narrativa, sino que además de llenar con su interpretación las historias y las descripciones de los personajes, terminará de definir, cada cual como más le plazca, el mismo género del libro: cuento o novela, realismo o fantasía; cuando hay lugares vacíos todo está por verse. Y eso para el lector es, al menos, estimulante.

miércoles, agosto 02, 2006

Palimpsestos

Ahora, atención: ustedes pueden ganarse un libro de cuentos escrito por, digamos, Molina (un libro verde inglés bastante bonito). Sólo deben acertar a que obra de Puig pertenece esta página a máquina, transida de correcciones y tachonada de tachaduras.


martes, agosto 01, 2006

Predicciones

Ya lo decía Manuel Puig: (...) Traje un saldo muy bueno de Barcelona, ante todo la Carmen Balcells me impresionó regio, es de unos cuarenta años, muy simpática, muy clara, me expuso sus planes, está siempre tomando aviones a París, Milán, Londres y Frankfurt por sus affari, se mueve mucho, aunque le tiene poca simpatía al avión, resulta que una vez la agarró un pozo de aire y cayó con una pierna mal y se le quebró, peor que lo nuestro de Puerto Rico. Yo voy con el cinturón colocado todo el viaje. [Abril ´66, tomo dos de "Querida familia:"]

Ahora la Ñ le pregunta:

—¿Qué siente cuando mira a su alrededor, al mundo de la edición?
—La impresión es muy buena. La compraventa de editoriales es constante y seguirá, con los grandes grupos abriendo un amplísimo espectro o, para ser más gráficos, abarcando la totalidad de la cultura. Casi todos ganan dinero. Veo a las editoriales pequeñas esperando crecer, y a las minúsculas, creando un modelo o una línea lo más definida posible para que los lectores se identifiquen con ellos. La complicación es la librería, que se vuelve más grande, y las editoriales pequeñas acabarán vendiendo sus libros los domingos a la salida de misa de 11, por internet, en pequeños clubs de suscriptores..., pero siempre de manera difícil. No se olvide de que vivimos plenamente en la era digital. El cambio es y será brutal.