sábado, diciembre 27, 2008

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miércoles, diciembre 24, 2008

Picnic en el cuarto "B"

A propósito de Anís, de Mariana Dimópulos
[por Damián Tullio, para No-Retornable]

Si hay un refrán popular, que con cierta permeabilidad en el discurso social, expresa que cada casa es un mundo, no nos resulta arriesgado afirmar que una comunidad cerrada de viviendas, como la de un edificio, podría interpretarse como una cantidad innumerable de mundos posibles. En un edificio hay una multiplicación exponencial de subjetividades, construidas todas, en torno a aquel monolito que las configura. Podríamos aquí hacer una escueta referencia a aquel luminoso libro de Georges Perèc La vida instrucciones de uso (La vie mode d’emploi), aquella novela donde más que expresar las subjetividades de los vecinos que habitan un edificio, más bien, se hace una minuciosa exploración de cada una de las habitaciones de una propiedad horizontal, logrando, en un detallismo casi frenético, un mosaico general que no solo configura un edificio, sino la realidad en su conjunto.

No es el ánimo de esta reseña de la novela de debut de Mariana Dimópolus, Anís, un ánimo comparatista, pero si recurrimos a la novela de Perèc es porque, de alguna forma, Dimópolus ha escrito un libro en ese sentido. O en el contrario.

En Anís, aparecen variablemente, un maduro hombre alemán (Bonow), una mujer de mundo, ilusionada, que toma a una niña prestada para pasearla para jugar a ser su madre (Patricia); un revolucionario contra la “inconsistencia” (Horacio), una jovencita enamorada (Inés), un docente atribulado (Darío C.) o un par de vecinas aisladas. Todos habitan el mismo edificio. O, al menos, todos están relacionados con él.

La novela transcurre episódicamente, alternando en un ida y vuelta, los devaneos intelectuales de Bonow frente a un mozo, al que le pide respectivas copitas de Anís.
Anisados de por medio entonces, asistimos a los devenires de estos personajes. Y las subsiguientes interpretaciones (malinterpretadas diremos más adelante) de sus vecinos.

Los personajes de Anís, en su interacción, en su discurso, están construyéndose continuamente los unos a los otros. O más bien, están desconociéndose. En Anís hay miradas deformadas de los otros. Como si la convivencia no les permitiera tomar perspectiva, los personajes recurren a un prisma que deforma la realidad. Nada es como lo ven los personajes. Como si no pudieran hacer otra cosa (y Bonow es aquí centro y paradigma de esta cuestión) inventan inversomiles historias alrededor de sus vecinos.
Al acentuar esta distancia, esta incomprensión que tienen los vecinos entre sí, Anís, entonces, nos impone la pregunta: ¿podemos, acaso, conocernos?

Si La vida instrucciones de uso se sirve de una descripción detallada, pedazo por pedazo de un edificio, para construir así un todo cognoscible que sea mayor que la suma de las partes, puede decirse que Anís (que como decíamos, esta construida episódicamente, pero que tiene una narración que fluye) destruye en mil pedazos aquel “todo” que podría constituir el edificio donde transcurren los acontecimientos, haciéndolo, desde ya, inasible.

Anís es una novela que parece ir deliberadamente a destiempo. Como si Dimópulos se hubiera propuesto escenificar en esa falta de sincronía, en el destiempo y arrojo de sus personajes, todo un síntoma actual. En Anís, todo esta malinterpretado, todos son intentos fallidos. Anís, posee como virtud, entonces, aquella sagaz y deliberada falta de sincro. Aquel estallido hacia lo incognoscible.

Una propuesta interesante entonces, seria pensar el libro como una obra de teatro fallida, donde los actores entran a destiempo, equivocan los roles, donde no hay ritmo. Donde el parlamento ha sido olvidado, o más aun, donde no ha estado nunca. Una puesta en escena sin dirección. Tal como sucede en el ultimo capítulo del libro, que desde ya, no revelaremos por una simple cuestión de buen gusto.

Mariana Dimópulos ha logrado un libro con una interesante cualidad, un libro que se puede adjetivar redundantemente. Más bien, decimos, logró que su libro sea anisado, ese adjetivo que suele atribuirse a ciertos licores, pero que más bien indica un sabor y un olor indescriptible, casi inasible, de esas cosas que su descripción no pueden encontrarse ni en Google ni en Wikipedia.

viernes, diciembre 19, 2008

miércoles, diciembre 17, 2008

martes, diciembre 16, 2008

[Ohne Warum]

Entrevista a Mario Bellatin, por Silvina Friera para Página/12.

“Soy escritor porque escribo, pero no sé por qué escribo”

Fue el encargado de cerrar el Filba con una lectura performática, aunque sostiene que en esta era de alta exposición de los escritores busca “estratagemas para poner el cuerpo sin ponerlo”: Bellatin reflexiona sobre su propio estilo a través del tiempo.

Escribir para seguir escribiendo resume el impulso vital de Mario Bellatin. Quizás uno de sus mayores logros es existir solamente dentro de lo literario, aunque esas fronteras hayan perforado hace tiempo el margen de los libros, expandiendo sus límites hacia arenas mucho más movedizas. Ahora que a los escritores se les exige “poner el cuerpo” en festivales literarios y congresos –el escritor mexicano fue el encargado de cerrar el Filba con una lectura performática titulada El fantasma del masajista–, Mario está empeñado en una empresa compleja: buscar el modo de “superar” el dilema hamletiano contemporáneo de estar “sin estar”, como si sólo a través de ese gesto huidizo –el manotazo de quien escribe para no hablar a pesar de que le “exigen” todo el tiempo que hable– pudiera sortear las múltiples estandarizaciones y etiquetas que le adosaron desde que empezó a publicar. El sofisticado garfio que tiene en el brazo derecho se sobresalta al recordar que parte del embrión de Condición de las flores (lanzado recientemente por Entropía), una selección de textos rescatados en Perú, donde el autor vivió y publicó sus primeras cinco novelas, fue producto de un trueque con su psicóloga. Cada sesión la pagaba con una cuartilla. “Al comienzo no escribía como escribo ahora”, se justifica y pone distancia de esa zona de su obra. Y confiesa que no ha podido leer aún ese libro y que no sabe qué encontrará en esos textos porque un proceso recurrentemente bellatinesco es olvidar todo el tiempo lo que ha escrito.

Sigue acá.

martes, diciembre 09, 2008

Budassi por Sagasti

En la presentación bahiense de Los domingos son para dormir, Luis Sagasti expone una extraordinaria vivisección de la literatura de Sonia Budassi:

"Los incómodos cuentos de Sonia Budassi, cuyo sistema nervioso se funda en un formidable sentido del ritmo, niegan esa tríada constituyente de un modo de ser, de una identidad, de un lugar de pertenencia. Acaso sea en el domingo donde mejor se ve un país, una cultura. El resto de los días el trabajo globaliza, la búsqueda de la renta nos hace ciudadanos del mundo.

Los cuentos, como dije antes, dan testimonio de que estos tres pilares se han hecho añicos o se encuentran en vías de. A diferencia de la narrativa norteamericana que lo que muestra es apenas el indicio de un drama que se soslaya, la famosa teoría de la punta del iceberg que John Cheever y Raymond Carver elevaron a cotas casi insuperables, Sonia se interna por ese lugar en donde el iceberg se ha quebrado. No le interesa tanto qué es lo que subyace tras la eterna sonrisa Kolynos de la familia frente al televisor, sino los perfiles agrietados que el témpano ha dejado al desprenderse de la barrera de hielos.

Del mismo modo rehuye del costumbrismo o, si leemos bien, inaugura acaso un costumbrismo de las grietas. Veamos. No hay un andar por el borde, pese a que hay desplazamientos, deslizamientos sobre lo estipulado, lo socialmente convenido, los domingos; digamos que sus cuentos no bordean el filo sino que sencillamente se instalan en las grietas de una sociedad cuyos valores instituidos, el núcleo que fundamenta identidades, señala pertenencias, exige reconocimientos, se ha deshilachado. Sexo, familia, resguardo, intimidades, constituyen tópicos que uno a uno la autora deconstruye mediante un proceso de revisión acrítica, indolente, como al descuido, sabiendo antes que muchos, cuáles son los colores de los nuevos paisajes".

El texto completo acá.

viernes, diciembre 05, 2008

Pola Print

Pola Oloixarac observando los primeros pliegos, fuera de registro, de la tapa de su novela “Las teorías salvajes”. Sobre el tablero vemos que se alcanzó un match cuasi perfecto con respecto a la referencia de color aportada por la autora.

miércoles, diciembre 03, 2008

Libro marcado III

“No leía jamás, pero sus subrayados eran perfectos”, O. Lamborghini.
Ariel Schettini seguirá las pistas de sus propios subrayados hasta esclarecer sus propios crímenes.
Graciela Goldchluk tras las pistas de Clara Evelia y las marcas en los originales de Manuel Puig en la gran The Buenos Aires Affair.

Idea y entrevistas: Cecilia Szperling

Miércoles 3 de diciembre. 20:30 hs.
En el patio de la biblioteca Ricardo Guiraldes.
Talcahuano 1261. Gratis

lunes, diciembre 01, 2008