[sobre Buenos Aires/ Escala 1:1, por Nicolás Raúl Correa, vía No Retornable]
Primero: Una antología que da cuenta de la mayor parte de los barrios de Buenos Aires es, efectivamente, un mapa que construye un recorrido y una multiplicidad de experiencias. Eso es la presente obra. Un compilado homogéneo que realiza el trabajo unánime de revitalizar la literatura. Y desde allí hacemos pie sobre la nueva escritura emergente que viene levantando polvo. Pero no es sólo eso. Es más.
Si avanzamos, parcialmente, desde la construcción de los personajes que plantea La calle de los maniquíes de Federico Levín, veremos que, casi como un calco, las experiencias se repetirán hasta el final de la antología, aunque con las sorpresas necesarias que puede darnos Oliverio Coelho en “Diario de Boedo”, o “Animetal” de Leonardo Oyola y hacia el final “Walter y el perro dos narices” de Juan Incardona. El resto de las obras cumplen y trazan la misma línea: Personajes que describen puntos y referencias a lugares ejemplares de Buenos Aires como Palermo, o Parque Patricios o Retiro, que en sí mismos son bastante meritorios por su tradición, para elevar al creador. Por eso he dicho que revitaliza la literatura, ese es el trabajo de estos jóvenes escritores, darle un nuevo sentido a lo cotidiano y a su vez, fuerza a nuevas generaciones. Lavarle la cara al entramado de historias que golpean lo cotidiano y habitual, despejar el campo para volver a barajar las posiciones de la realidad de los escritores.
Segundo: “First the First” diría Animetal. Lógicamente, es inevitable pensar que una antología supone riesgos inevitables. Riesgos económicos, seguramente. Riesgos de que muchos lectores huyan despavoridos, aunque no es el caso por dos motivos: El primero simplemente, por que no todos los escritores que participan de la obra son desconocidos y segundo, porque la lectura de uno de los cuentos, supone la necesidad de la lectura del próximo (y esto se observa en la calidad de los trabajos) por naturalidad, por sorpresa, por sentido ilativo, por mera curiosidad. Considerando el riesgo que supone realizar una antología, destacamos que esta viene a reivindicar el pensamiento que supone dicha recopilación y es en la unidad temática que propone, donde gana crédito. No se pierden los nombres porque sin ir más lejos, la temática misma, los ata a un recuerdo, a un barrio. Buenos Aires/ Escala 1:1, gana en todo el sentido de la palabra, porque aprovecha el total de sus páginas para resemantizar el recorrido de las maquinas, de los colectivos, ese recorrido que todos hacemos a diario o hicimos: Los barrios. No hay perdida.
Entrando en la cueva donde moran los textos que pronto añadiremos a nuestro inconsciente, cuando al pasar por Jean Jaures y Corrientes o por el Bajo Flores recordemos ese nombre que va a titilar y nos traiga a cuento una historia joven, de un joven escritor. Entrando en esa cueva, donde Leonardo Oyola nos recibe con “Animetal”, nos recibe y no deja que confundamos un Japonés con un koreano, porque es bien Koreano, allí el sentido de pertenencia es tan grande como la antología misma. El saber y la experiencia de los personajes llevan de la mano entre la realidad del barrio, entre las verdades que encierran los paraguayos y las otras vicisitudes de una noche cualquiera. Pero la pertenencia es insalvable. “Híbrida” dirán, porque el personaje es un Koreano, “No” podemos responder, porque lo que se renueva y resuelve es toda una imagen y una geografía.
Y una geografía es la que dará Oliverio Coelho en las andanzas por Boedo y la construcción que realizará en cada bar donde deposite su presencia. Porque en cada lugar donde se detiene esparce las entrañas de su ser y allí queda el creador. Es el autor que merodea las calles y con cierta nostalgia revive, a modo de diario personal, las hazañas de un andar lleno de vida. Es la nueva ciudad la que se descubre, la mítica que va a dar cuenta de sus rarezas y novedades.
Entonces, como una ráfaga, “La traición de Calubio” de Maximiliano Tomas, recordará las traiciones más añejas, más esperanzadoras, más redentoras. Es la traición de un hombre y de un problema que parece no tener solución pero encuentra su salida, indefectiblemente, en el áspero cruce con la memoria. Es la fuerza de lo impensable ante la humanidad de la inocencia, del joven que confía y muchas veces no premedita.
Tercero: Eso es nuestra antología Buenos Aires/ Escala 1:1. Los barrios por sus escritores, un acerbo de jóvenes promesas (y presentes realidades) que avanzan sobre un campo ya construido, ya prestablecido y quizá algo añejo, que pide a gritos se devuelva su inocente mirada. La lectura de la obra nos presta sus ojos nuevos y nos recuerda las sensaciones que se pueden tener, las nuevas miradas de nuestra geografía y de nuestra literatura.
Entonces, cuando lleguemos al final de las líneas, cada personaje tiene una historia real que quedará inmortalizada en los anales de un barrio, de unos nombres que se mezclarán para dar cuenta de una época y de que algo naciente se venía dando, algo que hoy, es presente. El escritor que es personaje y que es un barrio.
Cuarto: Una antología. Un barrio único. Ojos nuevos para la literatura.
miércoles, diciembre 19, 2007
Ojos nuevos para la literatura
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2 comentarios:
He leído, posts abajo, una nota sobre unos bebés, en la que se dice que un bebé no está en el lenguaje. Por favor, que quien escribió eso se retracte: el bebé, el cachorrito humano según mi mejor amigo J. L., es arrojado al lenguaje,es más, es llamado (porque lo requieren y porque le ponen un nombre) desde antes de ncer, lo que no quiere decir que hable, claro.
Atte.
Sí, a mí también me gustó mucho el libro. Hagánse otra antología, che.
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