Sandro Barrella lee El tesoro de la lengua y lo reseña para ADN:
Un recorrido por algunos de "los poemas más escuchados de la lengua española en Latinoamérica" es lo que propone El tesoro de la lengua, de Ariel Schettini. No se trata de una mera recopilación sino de una intervención crítica sobre los textos escogidos. El prólogo oficia a su vez de programa. Al decir un "tesoro de la lengua", se evoca tanto el célebre y primer diccionario de nuestro idioma, obra del clérigo Sebastián de Covarrubias, como ciertas antologías de carácter divulgativo que suelen emplear el término en virtud de lo que el propio compilador declara: "Una antología de los versos que se grabaron en la lengua y que fueron perdiendo su autor". Entretanto, el subtítulo, "una historia latinoamericana del yo", marca el punto de tensión que Schettini señala como lo propio y lo común entre el discurso poético y las palabras de la tribu, aquello que conjuga lo colectivo con su disolución en la forma particular, la instancia del ego.
Con la sola excepción de la rima XXI de Bécquer, los catorce textos seleccionados comprenden más de tres siglos de escritura poética en el continente. De sor Juana Inés de la Cruz y su redondilla a los "hombres necios" al Títere de la moneda de Arturo Carrera, Schettini sigue los avatares de la subjetividad latinoamericana. A cada poema le sigue un comentario en el que se combinan el afán pedagógico con el ensayo literario, la exploración sociohistórica del momento de aparición de los poemas y el universo cultural que los rodea.
Mientras que la inclusión de "La agricultura de la Zona Tórrida", de Andrés Bello, representa el hito fundacional de las naciones del Nuevo Mundo, el poema primero de Cantos de vida y esperanza señala el punto en que la lengua americana declara su independencia, y Rubén Darío pasa a encarnar lo moderno. Los nombres de Amado Nervo, César Vallejo, Pablo Neruda, Juana de Ibarbourou no presentan zonas de conflicto en el índice. El de José Lezama Lima tal vez abra una brecha. "A medida que el tiempo de creación del poema se acerca al presente, entonces, la antología se transforma de los poemas más escuchados a los poemas más escuchados por un yo", dice Schettini en el prólogo, y agrega: "Posiblemente yo mismo haya sido el único lector del último poema". El presente inestable crea un sujeto inseguro, balbuceante a la hora de decir "yo". El final abierto vuelve a plantear desde la contemporaneidad la pregunta sobre el género poético, que aparece también en los cuatro versos de Bécquer, y que el antólogo parece incluir como una afirmación de principios, como aquello que señala el centro siempre móvil, vacilante, de la utopía de la lengua.
miércoles, febrero 03, 2010
El verdadero yo poético
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