jueves, enero 13, 2011

Geología

Matías Raia lee Precipitaciones aisladas, de Sebastián Martínez Daniell, y escribe para Golosina caníbal cosas parecidas a éstas:

«Precipitaciones aisladas de Sebastián Martínez Daniell (Entropía, 2010) comienza con el anuncio de una “exploración genealógica”, una lucha contra la desmemoria, que se irá transformando en una exploración geológica. El movimiento pendular del relato va y viene de Napoleón Toole, su pasado y su relación con Vera al jardín, el frío de Limmermonk, el refugio de rinocerontes o la discusión en torno de anuncios meteorológicos oficiales. Carasia es el archipiélago en el que se desarrolla esta historia, un territorio imaginario en el que el clima y la geografía enmarcan las derivas de un narrador que intenta comprender su relación, amorosa y conflictiva, con una mujer, Vera.»

«Si hay genealogía, hay exploración del pasado. La vuelta a las escenas primordiales pueden ser la solución de sentido para la relación Napoleón-Vera: el regreso a la pareja originaria, el regreso al padre y la madre, como mitología familiar y clave para iluminar los conflictos de la pareja principal de la novela. Por otro camino, Napoleón Toole, erudito, recurre a conocimientos enciclopédicos (la muerte de Séneca; la historia de Carasia) o triviales (cómo preparar arroz; una reflexión sobre los baños) para comprender su amor por Vera, esa mujer cautivante que conoció una noche de discusiones eólicas, para reconstruir una genealogía, una historia que va de la paz a la “guerra” y que culminará, de algún modo, con la frase que vuelve una y otra vez a lo largo de la novela: “—Señor Toole, su mujer lo espera.”. ¿Para qué lo espera? ¿Por qué lo espera?»

«Digo que la genealogía se vuelve geología y si hay geología, hay exploración por capas: las tres capas de relato (el metarrelato, el pasado y la relación con Vera, la estadía en Limmermonk) que se alternan en Precipitaciones aisladas; las parejas en la prehistoria (Hammer-Dora), la historia (Napoleón-Vera) y el tiempo de la espera (Ulises-Ginebra); y las capas de palabras referidas a la climatología, a la geografía y la biología que recubren el núcleo de acontecimientos, una exploración geológico-biológica del vocabulario.»

«En este sentido, uno de los varios aciertos de Precipitaciones aisladas es el tono de la narración, un tono que se sostiene en una descripción y comprensión de la realidad lograda a través de los espéculos de las disciplinas antes mencionadas. Esa perspectiva desde la que Napoleón Toole realiza su exploración genealógica abre interrogantes en la relación del hombre con su entorno (el territorio, el clima, la flora) pero también con su propia naturaleza: cómo se organiza la especie, cómo prever, como en el servicio meteorológico, los acontecimientos que se avecinan, cuánto influyen los espacios en la historia de los hombres, dónde quedó nuestra animalidad.»

«En Precipitaciones aisladas, voy cerrando pero podrían agregarse muchos más elementos de tan fascinante novela, la genealogía geológica de Toole es también un modo de conjurar la muerte, el fin (...). Por eso, porque el relato de Napoleón Toole funciona como talismán contra la muerte, hacia el final de la novela, otra cita irrumpe: “Sólo donde hay sepulcros, hay resurrecciones”.»

La reseña completa, acá.

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