Donde se lee "David Vanner", debería decir, claro, "David Banner". Porque no se trata, como pensábamos, del hijo de la actriz María Vanner (que tampoco se escribe así), sino del protagonista del tebeo de Stan Lee y Jack Kirby.
Atiendo el teléfono para no escuchar ese sonido que me despierta, hola.
–¿David Vanner?
–Daph.
–Juan dice que ya es hora de que dejes los rayos Gamma, que pienses en lo que le estás haciendo a tu organismo.
–Chau.
Corto el teléfono, y lo desconecto. Necesito dormir este invierno, y levantarme en la primavera, florecida. Necesito que hoy no hubiese pasado nada, que mis límites siguieran estando donde estaban. Me duele la cabeza, los ojos, el empeine, y me agarro los dientes cuando pienso en ese ruido.
Soy un animal, pero eso no es bueno, tengo que dormir y pensar.
Un ladrido lejano, pasos crujientes y Daph que entra de golpe (sólo Daph tiene permitido entrar así en mi casa, aunque se lo tengo prohibido) y se me zambulle encima gritando:
–¡Ella lucha por la justicia!
–Daph, no seas estúpida, me siento mal.
–Buen, perdón, no sabía... ¿pero no estás contenta que los cagaste a piñas a esos pendejos de mierda? –me dice, condicionante.
–¡No! Sos estúpida, Daph, no entendés nada.
Hace un pausa, y toda su forma de sentir la situación se da vuelta.
–¿Por qué me decís estúpida, Chloé?
Calculo que tengo cinco segundos para rectificarme antes de que Daph se me ponga a llorar.
–No, perdón, Daph, no te quise decir eso, mil perdones que te dije así, es que me siento muy mal, hice algo horrible hoy.
–Pero, Chloé, estuviste maravillosa, lo defendías a Fede, y eras vos sola contra cuatro varones...
–Sí, está bien, no, pero no sabés lo que era, yo tenía demasiada fuerza, eran nenes blanditos.
–¡¿Qué nenes blanditos?! Esos pendejos son unos hijos de puta, ¿vos viste cómo estaba Fede? Le rompieron toda la ropa, estaba todo raspado. Fede no cuenta bien qué pasó, me parece; salvo la parte cuando llegaste vos. Ahí se alucina y empieza a contar en detalle, no sabés la cara que pone, está maravillado, es muy gracioso.
Daph no entiende el problema, y yo no sé explicarlo. Yo tampoco entiendo el problema, pero no necesito que nadie me lo explique. Está muy claro en el cuerpo, ahora que soy frágil de nuevo. Tengo miedo, no quiero consecuencias, y no quiero felicitaciones porque no quiero castigos. Tengo miedo al encadenamiento de cosas. No quiero ni pensar lo terrible que pueda ser lo que hice, no quiero tener que defenderme. Estoy muy cansada, y me pesa el cuerpo aunque estoy acostada, que es lo mejor que se me ocurre contra la fuerza de gravedad.
No, hay algo mejor, más liviano, puedo flotar.
–Daph, ¿no me llenás la bañera?
–¿Cuál de las dos?
–La que está contra la pared.
Daph se levanta contenta, porque ya está contenta otra vez.
–¿Se pueden llenar las dos al mismo tiempo? –pregunta Daph abriendo multitud de canillas.
jueves, noviembre 03, 2005
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1 comentario:
Ah...ahora todo cobra otro significado. Debo volver a leer Hidrografía.
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