martes, noviembre 20, 2007

Herzog para principiantes

San Francisco, 16/6/1979
Casa de Coppola sobre Broadway. Afuera un viento muy fuerte sacude con violencia los arbustos de laureles. Los veleros en la bahía se inclinan por completo; las olas están afiladas, inquietas. Desde Alcatraz el faro manda señales, en pleno día. Todos mis amigos "no" están ahí. Cuesta acometer este trabajo, esta enorme carga de los sueños. Sólo los libros dan algún consuelo.
La torrecita, arriba en la esquina de la casa, designada ingenuamente para la meditación, está repleta de una claridad tan chillona que me atrevo a asomarme sólo de a un minuto por vez, luego vuelve a hacerme retroceder. Puse la pequeña mesa contra la única porción de pared, el resto son ventanas llenas de luz enloquecida, y en la pared dibujé con regla y lápiz puntiagudo una retícula de precisión matemática. Eso es todo lo que veo: el punto donde las líneas se cruzan. Trabajo en el guión con mucha furia y urgencia. Será apenas poco más de una semana, mirando fija y desquiciadamente ese punto.

San Francisco, 17/6/79
El padre de Coppola me hizo escuchar una grabación de su ópera. Al oírla adquiere un rostro notoriamente enjundioso, severo, inteligente, muy en contra de su aspecto.

San Francisco, 18/6/79
Télex de Walter Saxer desde Iquitos. El asunto se ve bastante bien, sólo que es probable que en poco tiempo todo se venga abajo. Somos como trabajadores con rostros serios, confiados, que construyen un puente sobre un abismo, pero sin pilares. Hoy tuve una prolongada conversación casual con el productor de Coppola, que entre un milkshake y una hamburguesa me quiso hacer creer de pasada que él se haría cargo del destino del proyecto. Le di las gracias. Me preguntó: sí, gracias, o no, gracias. Le dije no, gracias. Después de la operación de hernia, Coppola no se siente aún del todo bien. En él se mezclan de forma singular el lamento quejumbroso, la necesidad de protección, el trabajo profesional y el sentimentalismo. La oficina del séptimo piso se afanaba febrilmente por tener una cama de enfermo en la sala de montaje y otra para transportar y armar donde fuera. A Coppola no le gustaban las almohadas, estuvo la tarde entera refunfuñando sobre los ejemplares que le traían con esmero, y rechazó todos.

Los Ángeles, 19/6-20/6/79
Piso de los ejecutivos de la 20th. Century Fox. Resulta que todavía no hubo contactos sustanciales entre Gaumont, los franceses y Fox. Además, acá es una obviedad no discutida que se subirá un barquito de plástico por encima de una colina dentro de un estudio, tal vez incluso en un jardín botánico que no esté muy lejos, por qué no San Diego, ahí hay invernaderos con buenas plantas tropicales, dije qué son entonces las malas plantas tropicales, y dije que la obviedad que no se discute es que tiene que tratarse de un verdadero barco de vapor sobre una montaña de verdad, pero no por una cuestión de realismo sino por estilizar un gran evento operístico. A partir de ahí, las amabilidades que intercambiamos se cubrieron de una ligera capa de escarcha glacial.

[Conquista de lo inútil, próximamente en Entropía]

7 comentarios:

Anónimo dijo...

q lindo un verano con herzog. será un entrópico best seller marplatense!

Apostillas dijo...

sí, verano del ´09.

Anónimo dijo...

Exeleeeenteeee. Por fin repuntan, che.

Anónimo dijo...

y para semana santa del 2008?

Anónimo dijo...

ahí va queriendo...

Anónimo dijo...

super! entonces tienen tiempo para invitar a Herzog.

Anónimo dijo...

Si, lo pueden llevar al tigre, a remontar alguna lancha colectiva.