jueves, abril 17, 2008

Retrato de una ciudad extraña

[Reseña de Berazachussetts, por Guido Carelli Lynch, vía Eñe]

Así como García Márquez deformó la realidad de la caribeña Aracataca para esconderla y alumbrarla por la eternidad detrás del más increíble Macondo, Leandro Ávalos Blacha distorsiona en Berazachussetts la sordidez y la malaria del postergado conurbano bonaerense a través de un tono hilarante y cáustico.
A través de la historia de cuatro amigas y docentes retiradas, una zombie punk y la fauna de esta ciudad a la vez posible y fantástica, este joven narrador (28 años), discípulo de Alberto Laiseca, no abandona el ritmo ascendente de sus provocaciones, que sirven para rememorar la eclosión social de diciembre de 2001. Ávalos Blacha pone en juego y con éxito la coherencia íntegra del texto al retratar de manera independiente las historias siempre entrlazadas de los habitantes de Berazachussetts. Los pormenores del caudillo Saavedra acosado por el fantasma de su ex mujer y por los modales de su nueva amante, las estrategias manipuladoras de la lisiada heroína de la ciudad, Periquita, y el misticismo apocalíptico de Noé González son los engranajes de este genuino y deformado retrato de las complejas relaciones sociales que ofrece la frontera del sistema con el universo de los excluidos.
Sin embargo, los guiños autorreferenciales acaban, en ciertos momentos, por minar la efectividad del humor que se impone con semejantes personajes. La meca del cine de Pehuajollywood, la despreciable moneda –los patachussetts– y hasta Lía Crucet y Sandra Smith a la cabeza de un nuevo grupo de cumbia, son recursos más efectistas que efectivos.
La estructura de esta novela breve facilita una lectura ávida y particularmente lúdica. Esa conquista del flamante ganador del premio Indio Rico, del que fueron jurados Alan Pauls, Daniel Link y César Aira, no oscura la áspera y trillada verdad de una realidad cercana e inverosímil que supera a fin de cuentas la más imaginativa de las ficciones.

1 comentario:

Pedro Paso dijo...

Conozcan a Pedro Paso