Brenda Fontán lee Agosto, de Romina Paula, y escribe lo siguiente para Revista Veintitrés:
Tal vez pueda definirse como una larga carta o una especie de diario íntimo o diario de viaje. O quizás sea una confesión de sentimientos, ganas y desganas. Tal vez no haga falta definición alguna. Nada tiene un porqué, ni un orden lógico, ni un principio y, ni siquiera, un fin en Agosto -última novela de la escritora, directora teatral, dramaturga y actríz Romina Paula (su primera novela fue: ¿Vos me queres a mí?)-. Cinco años después de la muerte de su amiga del alma, Emilia -la protagonista- vuelve a su Esquel natal a pedido de la familia de su amiga para esparcir las cenizas.
Esa situación la lleva a internarse en un sin fin de reencuentros y sensaciones. Aparecen personas y escenarios de su pasado para volver a formar de un presente extraño, por momentos agobiante. El amor perdido, el que ya no será, el que podría ser, la edad de una mujer joven que comienza a sentir el paso del tiempo como forma de vida y las preguntas que eso dispara. Todo junto y al mismo tiempo. “Es fácil renegar de la melancolía cuando se tiene pensado vivir tan poco”, acusa y reflexiona la protagonista. Y los cuestionamientos, van y vienen con esa única voz que Romina Paula logró formar tan concreta y profundamente. En Agosto casi no existen los diálogos. Es un relato lleno de contradicciones tan orgánicas, tan reales, que es imposible no ubicarse como protagonista o como receptor de esta hermosa novela. Porque es eso, y esto sí requiere una definición. Una hermosa novela.
jueves, diciembre 03, 2009
Ganas y desganas
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