martes, marzo 02, 2010

¿Dónde estará la cabeza de Mishima?

Roka Valbuena entrevista a Mario Bellatin a propósito de la edición de Biografía ilustrada de Mishima, y publica en Crítica de la Argentina las siguientes líneas:

«Mario Bellatin, al ser consultado por Mishima, se vio francamente sorprendido: “Sabe Dios quién es ese sujeto. Ni el profesor que lo presentó en la conferencia lo sabe. Es uno de los tantos fantasmas que recorren el mundo y que de vez en cuando se le suben a la gente cuando duerme”. Bellatin confesó, además, ignorar el destino de la cabeza de su personaje. “¿Qué habrá sido de la cabeza de Mishima?, suelo preguntarme. Su vida o su muerte me interesan más que el destino de aquella cabeza cercenada”, acotó y luego reconoció que Mishima, en su calidad de espectro, lo pasa muy bien. No tiene las manos atadas, dijo. Organiza proyectos de muy diversa índole y parece, señaló de forma críptica, que suele gustarle la construcción de agujeros.

–¿Y usted cree que hay, en el planeta, un lugar en que se juntan los espectros?
–Sí, claro. En mi casa, por ejemplo. Está llena de espectros. También en los congresos.

–¿Siente que es uno de sus libros con más humor?
–No –dijo con precisión y Crítica de la Argentina sintió la arremetida de un complejo de inferioridad: quizás, leyendo las peripecias de un protagonista sin cabeza, percibió sensaciones humorísticas justo donde un espectro iba sufriendo. Y Bellatin explicó entonces que el humor es algo difícil de definir. Él piensa que no lo ha logrado: “Se habla mucho del humor y, generalmente, quien cree saber de qué va es el más serio de todos”.

–¿Qué significado le da a Biografía Ilustrada de Mishima dentro de su obra total? –preguntamos, recordando a un crítico peruano, Iván Thays, quien señaló que el libro es esencial para comprender las creaciones de Bellatin.
–Ninguno en especial. Es un libro desprendido, como una rama de algo más grande que todavía no tengo claro qué es.

–¿Y por qué escribe tanto de japoneses?
–Porque casi no los conozco. Y espero, además, no ir nunca a ese país.

–Perdone, pero, ¿su cabeza, la suya, Mario, está en su sitio?
–La última vez que se lo pregunté a mi acupunturista me dijo que estaba un poco de lado. Por eso la energía de las agujas no la abarca de la forma como debería hacerlo. Siempre me he preguntado en la extraña capacidad que tenemos los seres humanos de saber que la cabeza se encuentra donde está. Veo a mis perros con detenimiento y no estoy seguro de que cuenten con esa certeza.»

La nota completa, acá.

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