martes, octubre 01, 2013

Literatura real


Pedro B. Rey lee Modo Linterna, de Sergio Chejfec y lo reseña para la Revista ADN Cultura, del diario La Nación. 

Los nueve escritos de Sergio Chejfec (Buenos Aires, 1956) que recoge Modo Linterna, son, según indica la portada del libro, cuentos. La designación genérica desconcierta, pero permite leer estas notables narraciones híbridas, que entrecruzan crónica, ficción y divagación ensayística, bajo una clave iluminadora. El minucioso relevo sobre la disposición urbanística de un suburbio norteamericano (“Donalson Park”) o la meditación narrativa sobre el cuidado de los dolientes (“Los enfermos”) sugieren, al ser leídos como cuentos, una promesa de resolución que los dota de carga dramática involuntaria.
Sólo “Vecino invisible”, que inaugura el volumen, participa de manera evidente de los ingredientes fabulatorios que convienen al cuento: en él, el narrador retorna a su departamento en la ciudad de Caracas tras visitar en los Andes venezolanos a la singular artista Rafaela Baroni. El mismo Chejfec, que hoy reside en Nueva York, vivió durante años en el país caribeño y escribió un libro sobre la tallista, sanadora y vidente. Podría atenerse a una memoria sobre la visita, si no fuera porque las conversaciones sobrenaturales que mantuvo con Baroni quedan titilando en el narrador como un resto diurno: la presencia fantasmal de vecino invisibles y una bolsita de estraza, que recuerda una máscara, causan un inesperado efecto jamesiano.
Los personajes o las voces de Chejfec son proclives al movimiento. Las últimas novelas del autor (Mis dos mundos, La experiencia dramática) consisten de hecho en caminatas, memorables por su falta de acontecimientos decisivos y por la trama de observaciones que enlazan. No es ilícito vincularlas con los libros de W. G. Sebald (que también jugaba con la denominación genérica y llamaba “novela” a sus artilugios narrativos) aunque las precisiones del autor argentino tienden a enrarecer el mundo, a extranjerizarlo, y no a reafirmarlo en la melancolía de una cultura en ruinas.
En Modo Linterna, hay bruscas transiciones de ámbitos y paisajes entre relatos, aunque esto no implique el menor pintoresquismo. La población estadounidense que supo de días épicos y hoy está venida a menos (“Hacia la ciudad eléctrica”), la disección poética de la nieve (“El seguidor de la nieve”) no contrastan necesariamente con el montañoso entorno tropical de un encuentro de escritores (“Novelista documental”) o con los barrios de Buenos Aires en los que se busca detectar, por medio de viejas guías telefónicas, el domicilio de algunos autores argentinos en el lejano 1939 (“El testigo”).
En su vano intento de sacarse una foto con una guacamayas, uno de los narradores le explica a un interlocutor: “La novela, le digo, puede ser ficción, leyenda o realidad, pero siempre debe estar documentada. Sin documento no hay novela, y yo preciso esta foto con las guacamayas para poder escribir sobre ellas y yo; porque de lo contrario cualquier cosa que se ponga carecerá de profundidad, no dejará estela”.
La densidad de la experiencia, el peso de lo real, es una condición sine qua non de la escritura de Chejfec, que acopia hechos nimios, anotaciones, reflexiones y un velado coleccionismo de curiosidades (¿será cierto, como dice, que en la pequeña Islandia, a falta de un gran mercado, los libros se publican sólo antes de las Navidades?). El desinterés por el argumento en sentido clásico termina por producir narración en estado puro y, a veces, en su sobriedad, escenas perfectas. El encuentro, por ejemplo, entre el escritor catalán Enrique Vila-Matas y el árbitro argentino Horacio Elizondo (aquel que expulsó en una final del mundial a Zinedine Zidane) en el hotel donde se desarrolla el congreso literario de “Novelista documental”. O la búsqueda, en “Una visita al cementerio”, del lugar en París donde está enterrado Juan José Saer. A los amigos que emprenden la cruzada les cuesta encontrar el nicho, pero, al fin, gracias al “modo linterna” de un celular, rodeados de oscuridad, dan con él. La perplejidad de encontrarse otra vez frente a un autor clave para la propia concepción de la literatura se convierte en un homenaje sin estridencias, como debe ser. 

Publicado en la edición del viernes 20 de septiembre de 2013. ADN Cultura. Diario La Nación. 

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