Juan Rapacioli escribe para Telam una crónica del segundo encuentro del ciclo Preguntas por el cómo, que se desarrolló el pasado miércoles 21 de mayo en la librería Gandhi de Palermo.
Las diversas formas de encarar un relato, de pensar un narrador, de concebir la escritura, así como la intimidad del proceso creativo fueron los temas abordados anoche en la Librería Gandhi por los escritores Fernanda García Lao, Ignacio Molina y Mariana Dimópulos.
En el marco del ciclo "Preguntas por el cómo", organizado por los diez años de la Editorial Entropía, los escritores hablaron sobre sus respectivas maneras de asumir la escritura, sus puntos de vista sobre los tipos de narrador, y las diferentes formas de pensar una estructura narrativa.
Molina (Bahía Blanca, 1976) es autor de las novelas "Los modos de ganarse la vida" y "Los puentes magnéticos"; los libros de relatos "Los estantes vacíos" y "En los márgenes", y los libros de poemas "Viajemos en subte a China" y "El idioma que usan todos".
El escritor admitió que "la verdad es que no soy muy prolífico, no escribo todos los días; me gustaría, a veces lo intento, pero siempre termino escribiendo cuando me sale. Hasta hace poco tenía un trabajo de nueve horas por día y pensaba que cuando no trabajara más iba a tener mucho tiempo para escribir. No es así, no tiene que ver con el tiempo libre".
"En realidad -sostuvo-, es en esos momentos, cuando no tengo tiempo, que me dan ganas de escribir. Los escritores grosos tienen sus decálogos y consejos sobre la escritura, yo no soy uno de ellos, pero igual lo tengo: creo que la premisa más importante es que cuando uno se pone a escribir tiene que olvidarse un poco de la palabra literatura, que es muy grande".
"Al menos -continuó- eso me pasa a mí, si me pongo a escribir de manera muy solemne, no me sale nada; en cambio, si de pronto estoy frente a la computadora, no pensando en hacer gran literatura, ahí sale algo que luego se asocia a otras cosas; de alguna manera mis libros salen así: no tengo una idea previa, sino escenas sueltas".
Molina apuntó que esas escenas, "en algún momento se entrelazan y así empiezan a conformar una historia. No es que empiezo una historia conformada por esa escenas, sino que son diferentes escenas que a la larga van a conformar una historia".
El autor mencionó, además, que "es muy importante el tema del narrador, encontrar la persona, la voz del relato. Una vez que llego a esa voz, ese tono, empieza a surgir todo lo demás. Voy relacionando las partes sueltas y ahí sí escribo todos los días".
García Lao (Mendoza, 1966) es autora de las novelas "Muerta de hambre", "La perfecta otra cosa", "La piel dura" y "Vagabundas", y del libro de cuentos "Cómo usar un cuchillo". Vivió en España desde 1976 hasta 1993. Escribió, además, varias piezas teatrales con las que viajó por Latinoamérica.
"Estuve pensando en cómo surgen los relatos, cómo aparecen, y cómo eso se modifica con el paso del tiempo -mencionó la escritora-; cuando empecé a escribir me sentaba y me dejaba llevar por el automático surrealista: no saber para dónde voy, no planificar nada, y dejar que los dedos sean los que dirigen a la cabeza".
"Pero después de mucho tiempo de escribir así -explicó- empezaron a aparecer otras fuentes, un deseo de encontrar algo en mi cabeza que no sabía que existía, para poder generar otras cosas a partir de experiencias vividas o noticias insólitas o del territorio más oscuro que viene de la poesía, que siempre está".
En "Cómo usar un cuchillo", apunta la autora, "hay un par de cuentos que tienen que ver con noticias y de cómo a partir de la noticia uno se adueña de ese universo realista y lo lleva a un lugar al borde de lo inverosímil: la noticia se refería a una mujer que fue al dentista porque el día anterior había comido pulpo crudo y algo le molestaba en la boca".
"Entonces -continuó-, el doctor la examina, y le dice que encontró espermatóforos de pulpo. O sea que el pulpo había eyaculado en la boca de la mujer o no había quedado limpio. Me pareció genial pensar que la mujer quedara embarazada de un pulpo después de cenar".
"Claro -explicó- tenía que seguir la lógica humana y aquellos espermatóforos debían ir al lugar indicado, así fue como inventé un personaje y pude situar el tema de la voz y el punto de vista. Además, me puse a estudiar el sistema reproductivo de los pulpos, como para tener la base científica para después irse al carajo".
Dimópulos (Buenos Aires, 1973), es licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y traductora del alemán y el inglés. Vivió en Alemania entre 1999 y 2005. Publicó las novelas "Anís", "Cada despedida" y "Pendiente".
"A diferencia de mis dos colegas, yo sí soy metódica -afirmó la escritora-, sí sé a dónde voy cuando escribo, lo logre o no, y, de hecho, una de las cosas que me pasan y que a veces es una trampa mortal, es que sé perfectamente cómo tiene que terminar lo que pienso escribir".
La autora sostuvo que le interesa "la idea de hacer verosímil lo imposible, es un desafío en la hora de escribir, esa es la maravilla de la ficción, algo que no es real y sólo puede ser verosímil".
"Trato de ser metódica -reafirmó-, pero no vivo de lo que escribo, por lo cual tengo poco tiempo; me dedico a la traducción, eso me lleva muchas horas por día y significa que escribo cuando puedo, pero siempre tengo un libro dando vueltas en la cabeza que me tortura, me sigue, me pone bien y mal".
La escritora aseveró: "de ninguna manera me siento a escribir con la idea de ver a dónde me lleva el libro. Eso no quiere decir que sepa cómo llego a ese final, por eso tengo que reescribir mucho, abandonar y empezar de nuevo un libro terminado que no funciona".
"Lo que me pasa -explicó- es que tengo un problema y, para solucionarlo, debo convertirlo en relato. Es un problema de orden teórico que sólo se puede resolver a partir de una narración".
viernes, mayo 23, 2014
Un diálogo sobre las formas de concebir la escritura
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