[Sobre "Mockba", por Juan Pablo Bertazza para "RadarLibros"]
Esa cantera de nuevas propuestas literarias en que se convirtió la editorial Entropía publicó Mockba, el primer libro de relatos de Diego Muzzio (1969). Lo primero que llama la atención es que la temática fúnebre de esta obra no coincide con los antecedentes literarios del autor: varios premios en poesía y una colección de cuentos infantiles. No obstante, si uno escarba un poco —haciendo honor a la clave tanática trabajada por Muzzio— enseguida descubre que esos antecedentes aportan lo suyo al libro, ya que estos doce relatos, pese a ser tremendamente directos, se las ingenian para repercutir en la emoción del lector y cuentan con una gran virtud de la literatura infantil: logran la ansiedad de saber cómo sigue cada historia. En ese aspecto, el relato más adictivo es el que, además de darle título a la obra, retoma el clásico tópico del doble, el cual —vaya a saber por qué— tiene mucho que ver con la muerte.
Al fin de cuentas, el gran acierto de Mockba —título que, pese a su significado, alude también a la parca— es haber elegido una temática que rompe fronteras y genera suma atracción tanto en modernos como en posmodernos. Aunque es verdad que estos cuentos que reúnen, entre otros, a un albino sepulturero medio necrofílico, un sedentario que encima vive frente a un cementerio y un sacerdote boxeador que evita los lugares comunes en los sermones de los entierros, más que hablar de la muerte, hablan de los numerosos vínculos tragicómicos que pueden darse entre la vida y la muerte, esos vínculos que despiertan a veces las risas nerviosas en los velorios y que, como decía Gabriel García Márquez, generan el impulso de mirar el reloj.
martes, julio 10, 2007
Lugar común, la muerte
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2 comentarios:
¿Cantera?
que cosa fuera la masa sin entropía.
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