[Por Sonia Budassi, para Perfil]
"La potencia es una categoría ajena a las letras", diría El Mierda, entrañable –por llamarlo de alguna manera amistosa– personaje de esta historia. Una hipótesis que la propia novela se encarga, rotunda, de desmentir. Potente, divertida, inteligente. Semana es la novela de un autor que deja con ella la incierta categoría de promisorio para dedicarse a cumplir", escribió Mauricio Kartun sobre Semana, primera novela de Sebastián Martínez Daniell, publicada en 2004. El autor nació en Buenos Aires, en 1971, y junto Valeria Castro, Juan Manuel Nadalini y Gonzalo Castro es uno de los cuatro fundadores y responsables de Entropía, una de las más dinámicas editoriales independientes. En 2007 y 2008, Martínez Daniell participó en las antologías de narrativa Buenos Aires / Escala 1:1 (con un relato titulado "Núñez: Claves para turistas con impedimentos ópticos") y Uno a uno (con un cuento titulado "Paddle"). El escritor trabaja como periodista, docente y crítico de cine; este año publicará su segunda novela.
–¿Cuál es el primer libro que recuerda haber leído?
–Todo es un poco nebuloso. Pero sí puedo recordar que en mi biblioteca de la primera infancia convivían gran cantidad de cómics europeos (Asterix, Lucky Luke, Tintin, El Corto Maltés); Dailan Kifki, de María Elena Walsh; El libro gordo de Petete primorosamente encuadernado por mi abuelo en una decena de tomos; algo de la Colección Robin Hood, y (posiblemente mis favoritos) tres gruesos volúmenes de una exhaustiva enciclopedia zoológica italiana llamada originalmente Il mondo degli animali y publicada en Argentina por la editorial Abril.
–¿Cuál es su autor favorito vivo?
–Soy más devoto de los libros que de los autores. Y si tuviese que erigir un panteón autoral, me inclinaría generacionalmente hacia una docena de escritores que murieron entre 1941 y 1999. Pero eso no respondería a la pregunta. Así que, por decir algo, menciono a algunos de aquellos que aún viven y cuyos libros, en el momento de su lectura, me conmovieron de alguna manera: Jerome David Salinger por El guardián entre el centeno, Thomas Pynchon por V., Mario Vargas Llosa por Conversación en La Catedral, Martin Amis por Experiencia, Kazuo Ishiguro por Los inconsolables, Claudio Magris por El Danubio. Hay más, por supuesto.
–¿Qué libro se llevaría a una isla desierta?
–Siempre temí que me preguntaran esto y siempre temí responder algo fuera de lugar o caer en la elusión del "Manual de instrucciones para dejar atrás una isla desierta". En fin. Diría que llevar narrativa sería pedirle demasiado a un solo libro. Quizá empacaría la Enciclopedia Británica o algún sucedáneo. Un libro con potencial de hidrógeno (pH) neutro. Algo así como el grado cero de la ensayística, algo que permita ser recreado ad nauseam.
–¿Cuál es el último libro que leyó o qué está leyendo en este momento?
–Estoy tratando de avanzar con Fear and Loathing: On the Campaign Trail '72, de Hunter S. Thompson. No me está resultando sencillo: primero porque me lo prestaron en inglés (lengua que desconozco puntillosamente); segundo, porque mi competencia sobre las internas demócrata y republicana de comienzos de los '70 es más bien escasa. De todos modos, el periodismo gonzo tiene su gracia.
–¿Qué libro reciente no pudo terminar de leer?
–Todo el tiempo dejo libros por la mitad. Por lo general, los retomo luego. A veces, terminan gustándome. Los últimos dos que quedaron en barbecho fueron Orlando, de Virginia Woolf (que, por cierto, estaba disfrutando mucho), y La biblioteca de noche, de Alberto Manguel.
–¿Qué libro quisiera releer pronto?
–Borges daba a entender que la relectura es una pasión propia de la ancianidad. Aún falta para eso.
–¿Cuándo escribe?
–De noche, cuando el resto de la casa duerme cerca.
–¿Quién debería ser el próximo Nobel?
–¿El próximo Alfred Nobel? La dinamita se inventa sólo una vez.
–¿Cuáles son sus rituales o supersticiones a la hora de escribir?
–Al margen de la nocturnidad, no mucho más. Café suele haber. Tabaco también.
–¿Cuál es su comienzo favorito de la literatura universal?
–No padezco en exceso el fetichismo de las primeras líneas. No creo que sea justo pedirle a la primera oración más que a la quincuagésima. De todos modos, pienso que aquellos comienzos que han perdurado por obra y gracia de la mnemopraxis canónica se lo han ganado por mérito propio. Digo: el de La divina comedia, el de La metamorfosis, el de Don Quijote de la Mancha, el de La Biblia, etc. Pero para salirse un poco de los tópicos extenuados, me inclino por el de Habla, memoria, de Vladimir Nabokov: "La cuna se mece sobre un abismo y el sentido común nos dice que nuestra existencia no es más que una breve grieta de luz entre dos eternidades de tinieblas".
jueves, junio 04, 2009
Las 10 preguntas / Martínez Daniell
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4 comentarios:
one question, si se me permite, yo leí hace poco ¨semana¨ y lo relacioné.asocié,linkié con Esperanto de Fresán. Me gustaría saber si es mera fantasía mia - lo cual es muy problable Y NO DESCARTO a priori - o si el autor SMD leyó dicho libro y ...(bla, bla, bla) no sé el mierda, los días de la semana, la incapacidad de comunicarse del personaje, etc, miles de etc.
gracias, saludos y adioses.
No leí "Esperanto", taparoja. ¿Usted dice que si lo hubiese leído a tiempo me ahorraba la incomodidad de escribir "Semana"?
qué pena, por un momento me creí iluminada, una especie de marlowe porteña!
si le tienta leerlo, se lo puedo prestar.
- ahorre dinero mejor, porque lo otro ya es irreversible -
infinidad de aplicaciones prácticas surgen de llevarse la enciclopedia británica a una isla desierta...
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