Antuca (novela)
de Raúl Castro
1
Miro los destellos de agua, el temblor de los reflejos, las ondas que se cruzan y bailotean, y es una red tan intrincada como mi memoria, tan impenetrable y misteriosa.
El muelle de madera podrida cruje siempre, con una queja monótona y vacía.
Así paso las horas y los días mirando el agua marrón, con olor a barro fermentado, a junco y a pescado.
Paso las horas y los días esperando mi nombre. Esperando que se abra ese telón pesado que me separa de mis recuerdos, y sepa quién soy. Que me diga quién carajo es este tipo que está sentado en este muelle crujiente de madera podrida, mirando el agua.
Mi historia termina del otro lado de la isla, donde los naranjales se encuentran con el río Luján, donde los camalotes se enganchan en el recodo de la orilla.
Allí me recogió Roberta y me arrastró por el yuyal y el colchón de naranjas caídas, me cargó por la escalera de troncos hasta la casilla y me dejó en su catre, como si hubiera pescado un hombre.
Roberta dice que hervía y que hablé mucho pero que no entendió lo que decía, que más bien era un lamento o un llanto, y que a veces me retorcía como un animal maniatado que estuvieran marcando.
Eso decía Roberta, y es toda mi prehistoria. A los tres días desperté violentamente, me sorprendí sentado sobre un catre, en una casilla precaria, con una mujer maciza, de cara aindiada, pómulos fuertes, pelo lacio y tez muy oscura, que me miraba desde un rincón, sentada en una silla de mimbre.
Dice que me sacó del río enredado en las ramas de un camalote, con las manos atadas con alambre de enfardar. Todavía tengo marcas rojas en las muñecas y heridas en el cuerpo que parecen quemaduras, y un horror impreciso y lejano que se mueve atrás de la niebla, más allá del naranjal.
Sigue acá.
sábado, junio 06, 2009
Primeras páginas (V)
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2 comentarios:
Raúl Castro es el gran escritor de Entropía, con una sola mano le gana a cualquiera del presente y les empata a dos o tres que la salvan raspando. En Venecia aguardamos, no sin impaciencia, sus memorias tecnológicas.
Esta novela es la materia prima de Las teorías salvajes... no se debería hablar de la segunda sin mencionar esta primera. Acá está el sentimiento, el punto de vista, las vivencias, de aquello que con el tiempo se volvió algo irreconocible... tan extraño como el videojuego de la dirty war
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