Lucía Alabart Lago lee Cómo usar un cuchillo, de Fernanda García Lao y lo reseña en el número 5 de la revista platense Estructura Mental a las Estrellas.
Cómo usar un cuchillo, de Fernanda García
Lao es un libro de 27 cuentos difícilmente encasillables en un género
particular; sin embargo comparten entre sí una atmósfera común, un universo que
linda entre lo deforme y lo escatológico: seres semejantes a lagartos, un
trabajador de la morgue obsesionado con la muerte, inmundos, paralíticos,
delirantes, personajes con deseos abyectos y finales suicidas.
Muchos de los cuentos de García Lao
trabajan con lo que podría denominarse “metáforas literalizadas”, relatos que
nos presentan una situación medianamente cotidiana pero descripta en términos
poéticos, con imágenes sorprendentes. Por ejemplo, en “Bisturí / Desgrabaciones
de mi alma”, el trabajador de la morgue tiene el corazón de su amada, que lo
acompaña inclusive en su viaje al norte, en un recipiente de telgopor con
hielo. Esa imagen metonímica por excelencia (corazón = amor) termina
despertando dos sentidos o interpretaciones: por un lado, la imagen poética del
amor y, por otro, la literalización extrema (el hombre tiene literalmente el
corazón de su amada). Otros relatos trabajan con metáforas pero de un modo no
tan claro como en el relato anterior. En ese sentido se puede mencionar “Chalet
/ Epístola punk”, donde en el soliloquio, el narrador se nombra a sí mismo y su
familia como lagartos. En el caso de “Desgracia en tres sets”, por ejemplo, la
estructura del tenis sirve como estructura trágica (en el sentido de estructura
teatral) para narrar la historia; en el caso de “Vertical” ese nombre permite
describir más eficientemente el suicidio. Sin embargo, si en alguno de los
cuentos puede verse una interpretación un poco más delimitada, en otros casos,
la trama es bastante desconcertante, como en “Desierto al revés”, “Tres a.m.”,
“Inmunda”, entre otros.
El juego lingüístico, por su parte,
interviene desde la sintaxis en narraciones truncadas o sin signos de
puntuación. “Mensaje viscoso” es uno de esos relatos en que el lenguaje se presenta
con la sintaxis del pensamiento o soliloquio interno: sintagmas nominales sin
artículos, frases yuxtapuestas por contigüidad, una narración que adopta la
forma de la enumeración o el recuento. El caso más extremo es “Golpe de sapo /
anarquía de la forma”, una narración en primera persona, por un personaje
abyecto, cuyo contenido se presenta sin signos de puntuación. También el cuento
que da título al libro, “Cómo usar un cuchillo”, presenta particularidades
formales. el relato se constituye como una “receta” o guía para matar, para ser
un asesino.
Los cuentos de García Lao me recuerdan la
estética y el horror de algunos cuentos de Silvina Ocampo (tal vez también, en
ese mismo sentido, a los de Aurora Venturini): nos enfrentamos a personajes y
situaciones más bien desagradables. Pero también nos recuerda a la estética
ocampiana en el juego con el lenguaje, en esa “tortícolis de la sintaxis” o el
juego con la exageración de las metáforas e imágenes que lleva a que éstas se
vuelvan literales: cuando los personjes de Silvina Ocampo dicen “Voy a matarte”,
acaban por matar; cuando los personas de García Lao se presentan como lagartos,
se conserva una ambigüedad entre una interpretación metafórica y una literal
que, lejos de confundir al lector o de hacerlo optar por una de las dos,
conserva esa misma riqueza.
Un libro altamente recomendable para
mentes que no se dejan perturbar por lo abyecto y el horror.
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