Aquí el texto que Damián Ríos leyó en la presentación de La Serenidad, el 30/07/2014:
En La serenidad el Protagonista (el nombre
del protagonista es El Protagonista); el Protagonista rompe con Bárbara y se
apresta a vivir una aventura en viaje. El Protagonista, Bárbara (que es La
Reina de la Noche), El Gran Otro, El Filósofo de Toda una Generación, La
Hermana Unificada funcionan más como alegorías que como personajes, es decir,
como ideas encarnadas que atraviesan y sostienen el relato.
Iosi Havilio publicó Opendoor, su primera novela (o la primera que pudimos leer) en
2006, por Entropía, una editorial local que se especializa desde 2004
precisamente en primeras novelas de autores argentinos de los que, sin mayores
precisiones y por falta de un término mejor, en la industria llamamos “jóvenes”:
“jóvenes escritores”. Por eso todos estamos atentos al catálogo de Entropía,
que cumple esta función de decirnos qué y cómo se está escribiendo ahora, aquí.
El catálogo de Entropía descubre y
sigue escritores; es decir, es un mapa inestable que mete mano en el incesante
ir y venir de inéditos y los convierte en libros, en literatura, y los somete
al público lector. Opendoor era, es,
una muy buena novela, y nos pasó lo que nos pasa en estos casos a los que por
cuestiones personales y profesionales tomamos nota de las novedades: ¿cómo
sería una segunda novela de Havilio?, ¿escribiría otra cosa, estaría
escribiendo? Siempre vienen estas preguntas. Tenemos no diría miedo, pero sí
morbo cuando leemos una “primera novela” de un “joven escritor”: imaginamos las
cavilaciones y problemas del que, ahora que publicó, tiene que escribir más, publicar más. Esperamos un poco y en 2010
Mondadori avisó que Havilio seguía haciendo novelas, y publicó Estocolmo. Internacionalización de la
edición e internacionalización del asunto de la novela bajo el hilo argumental
del exilio. Bien, teníamos segunda novela. ¿Y ahora? En 2012 apareció la
luminosa Paraísos, también por
Mondadori. En esta tercera novela teníamos además una segunda parte o saga de Opendoor, hermosa, y Havilio nos decía
que no sólo seguía escribiendo, progresando, publicando, lineal. Con esta pequeña
Comedia humana de personajes recursivos Havilio mostraba que estaba pensando en
la novela, en los problemas de la novela, en las posibilidades de la novela.
La serenidad, su cuarta publicación, está dividida en capítulos
cuyos títulos son argumentos, como en las novelas clásicas, como en el Quijote.
Sumados a los nombres alegóricos de los personajes,
estos títulos parecen decirlo todo sobre lo que se está leyendo y se va a leer:
pura claridad clásica. Entonces, los capítulos se abren en apartados que
retoman, deformada, la lógica alegórica. En estricta mayúscula de nombre propio
leemos: “Fin de Fiesta”, “El Sur”, “Sucesos argentinos”, “Basta de Imaginar!”,
“Historia y Geografía”. Estos subtítulos poco descriptivos puntúan la aventura
que El Protagonista se apresta a vivir como misterios. Si los títulos suelen
empezar con “De como...”, los subtítulos interrumpen para preguntar: ‘sí,
bueno, pero cómo’. Las peripecias del viaje de El Protagonista a veces lo ponen
en ridículo, y el ridículo es un importante motor de la anécdota, que Havilio
nunca olvida en ninguna de sus novelas. Pero no es menos cierto que aquí la
anécdota no es lo único que importa, o mejor, ‘cómo, cómo es posible la
aventura, la peripecia, la anécdota, la novela’ es en sí mismo un misterio en La serenidad.
Prefiero pensar que esta es una novela sobre el
arte de novelar, entre otras cosas, pero me interesa sobre todo ese aspecto.
Está la mesita de novelar y sobrevienen las ganas de novelar, le gustaba decir
a Fogwill: novelar, hacer combinatorias de palabras y situaciones y poner a
andar los personajes, crearles un clima.
Y me parece que no invento esta lectura para esta
ocasión; me parece que aquella tercera novela, Paraísos, que era la segunda parte de Opendoor decía que la
preocupación por el arte de novelar era un insumo de la continuidad de la
escritura de Iosi Havilio, sin renunciar a la novela misma. Cuando llegamos a
aceptar que las novelas, los poemas, los cuentos y la televisión pueden ser una
combinación de experiencia y costumbrismo, Havilio hace uso de su capital
simbólico acumulado con un ritmo constante de publicación y nos propone la
aventura de imaginar una novela; dice que la novela, bajo el estricto cuidado
de las buenas frases, de las sentencias con fuerza de slogan y de las
observaciones que le dan un verosímil, también es imaginación y misterio de la
escritura. Y para esto vuelve de su periplo internacional a Entropía.
Hay humor y hay unas peripecias, hay un héroe y hay
novela de esas en las que todo lo que pasa y vive ocurre dentro de las novelas,
sin respetar convenciones que la novela misma no haya impuesto. Es decir que no
tenemos nada afuera de la novela que nos distraiga de la novela misma, para eso
leemos. El Protagonista rompe con Bárbara y se apresta a vivir una aventura que
dura un día y cincuenta años: los tiempos que dura la novela, desde Tolstoi y Joyce.
Como en sus novelas anteriores, pero más programático, con La
serenidad Havilio ofrece el resultado de una feliz discusión con los modos
de novelar en el presente. Podríamos decir: he aquí la segunda primera novela
de Iosi Havilio, publicada por Entropía.
Damián Ríos.
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