El primer libro del crítico de cine Marcos Vieytes,
Subjetiva de nadie, reúne en un mismo espacio géneros que resulta difícil
imaginar juntos como la crítica, la poesía y el diario personal.
Por Horacio Bernades para Tiempo Argentino.
De las tres citas que abren Subjetiva de nadie, primer libro
de Marcos Vieytes, una es de uno de los más importantes teóricos
cinematográficos (el argelino Jean-Louis Comolli) y otra del poeta Henri
Michaux. Poeta y crítico cinematográfico (edita muy buen el sitio de Internet
Hacerse la Crítica), en lugar de mantener separadas las dos cuerdas que lo
mueven, Vieytes decidió juntarlas, sumándoles encima una tercera vertiente: el
diario personal. Subtitulado Fragmentos de un diario crítico, este libro se propone
lo que a simple vista parecería un doble oxímoron. ¿Puede concebirse acaso una
subjetiva de nadie? ¿Un diario crítico? ¿Y crítico y poético? En la idea que lo
anima, Subjetiva de nadie no parece reconocer precedentes y admite una sola
clase de lector: aquel que saca boleto para un viaje que desconoce, y que
posiblemente no lo lleve a ninguna parte.
Vieytes "sopla donde quiere", cita bíblica con la
que él mismo titula el segundo apartado, dedicado a John Ford, maestro del
western y del cine en general. Sus textos siguen recorridos dictados por la
libre asociación de ideas, de temas o motivos. Y saltan, separados por párrafos
o en forma de llamadas con asterisco, a un recuerdo personal o un poema. Diario
personal, libre ejercicio de la crítica de cine, irrupción poética: esos tres
ejes se yuxtaponen y entrelazan en Subjetiva de nadie. Tanto como se fusionan
la cita culta con la lengua coloquial-popular. Las libertades que el autor se
toma incluyen el objeto del que habla o cita: Vieytes no ensaya sobre "las
películas que conocemos todos", sino sobre aquéllas sobre las que
considera debe hacerlo.
Así, puede dedicar miniestudios de seis páginas a Maurice
Pialat, cineasta francés de quien en Argentina no se estrenó ni una película
(lo cual no le resta un gramo de importancia) o al genial Jackie Chan, máxima
expresión de la kinesis cinematográfica, conocido aquí casi únicamente en su
etapa de decadencia hollywoodense. O comparar al señor Spock de Viaje a las
estrellas con el protagonista-alter ego de los films del gran Nanni Moretti.
Viajes galácticos los de Vieytes, llenos de desvíos lógicos pero imprevistos.
En medio de esos sesudos análisis, el autor recuerda el olor de Dominga
Indelangelo, la señora que lo cuidó de niño. Revisa el éxtasis que sintió en
una librería de usados por una chica que ojeaba libros a su lado. Califica al
director de cine mudo Fred Niblo de "nabo". Versea "quebraduras/
de hierro en las costillas/no más alga/viscosa no más liquen/quemaduras/de
cigarro en las entrañas (…)."
Lo dicho: un libro que es muchos y no se parece a ninguno.
Tiempo Argentino, 15/2/2015
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