martes, enero 17, 2017

Carlos Paz sobrenatural: "Malicia", la novela sobre asesinatos, extraterrestres y posesiones veraniegas

Por Javier Mattio para La Voz del Interior


Leandro Ávalos Blacha vuelve a cruzar géneros con realismo social en "Malicia", novela que narra extraños sucesos que se suceden en Carlos Paz entre médiums, aliens y vedettes.

Además de las revistas, Carlos Paz tiene su libro dedicado a las vedettes y los febriles días de temporada: en Malicia, Leandro Ávalos Blacha (Quilmes, 1980) imagina un verano sobrenatural en el que los turistas y habitantes carlospacenses asisten a extraños fenómenos: muertes sangrientas en plena función de teatro, posesiones, médiums y advenimientos extraterrestres. La historia arranca con un crimen: el de la vedette Sisí Iseka, del que se enteran Juan Carlos, su mujer Perla y amigo Mauricio, de paso vacacional por la Villa, y al que le sigue la muerte también mediática y brutal de Bárbara Rainbow.

Los protagonistas asistirán a una función en el teatro Marshall de El Joker, puesta desconcertante a lo Fantasma de la Ópera freak dedicada al universo de Batman en el que todo termina por descalabrarse: la narración avanzará desde allí presa de un “realismo delirante” afín al del recientemente fallecido Alberto Laiseca, de quien Ávalos Blacha fue discípulo en su taller.

¿Por qué situar Malicia en Carlos Paz? “La última vez que había ido a Carlos Paz fue hace varios años –dice el autor-. Me impresionó la inmediatez y proximidad que se producía entre la gente, los medios y los teatros. Algo que, quizás por la estructura de otras ciudades como Mar del Plata, no veía que se diera con igual intensidad. Y esa intensidad me interesaba para esta historia. Todo se daba en pocas cuadras, en la calle, en la peatonal, se cruzaban los móviles de televisión, los actores, los fanáticos. Por otra parte, empecé a escribir la novela pensando en las películas del giallo (cine italiano de terror), en especial las de Darío Argento, ambientadas en escenarios como academias de baile y la ópera. Pensaba que me servía el teatro de revista. Sumado a todo, los lugares de Córdoba tienen esa mística increíble que da la presencia del imaginario extraterrestre”.

Ávalos Blacha ya había combinado pulp con realismo social en Berazachussetts (2007), novela en que la sátira de un conurbano post-2001 se alternaba con zombies y otros fenómenos bizarros. En Malicia la influencia del terror –cine mediante- está también presente. “En esta novela el cine fue lo principal”, reconoce el autor. Y completa: “Los climas y clichés del giallo (como el asesino de guantes y cuchillo), los ambientes. También dos situaciones recurrentes: el ‘testigo involuntario’ (personajes que, por accidente, presencian un crimen y terminan envueltos en la trama); y la presencia de una mujer perseguida por el asesino que tiene algún secreto turbio en su vida. También tuve muy presente algunas novelas gráficas, principalmente las que tenían que ver con el Joker (el Guasón), para armar esa obra de revista que toma momentos del personaje. En especial La broma asesina de Alan Moore y Arkham Asylum de Grant Morrison”.


-En la novela se hace hincapié en la competencia desleal entre vedettes, el oportunismo de los medios o las cargadas resentidas entre los amigos protagonistas. ¿Existe un comentario del presente en esos rasgos, hay un componente moral en “Malicia”? El título parece sugerirlo.

-Pensaba que toda esa competencia del teatro, por ejemplo, se puede dar en cualquier otro mundo, pero en la revista representaba casi una máxima del género (al menos como materia publicitaria de una obra). Después hay marcas evidentes de la época. La fama inmediata. Cómo cualquier hecho de la vida cotidiana es asimilado rápidamente y se convierte en espectáculo. Pero no lo pensé desde la moral al escribirlo, sino más bien desde ese lado, de aquello que ocurre, que consumimos en los medios, y a lo que nos habituamos. Es cierto que hay un individualismo exacerbado en la novela. Casi todo está llevado al extremo. Básicamente porque son personajes que, si son humanos, se mueven con mucha intensidad, de forma impulsiva, y de la peor manera.

-La narrativa argentina ha tomado el mestizaje con subgéneros underground y bastardos como dirección destacada de un tiempo a esta parte. ¿A qué creés que se debe, al menos en tu caso?

-Es saludable y necesario liberarse de prejuicios a la hora de escribir. En algún punto pienso que ese mestizaje tiene que ver también con haber comenzado a incorporar las cosas que lo marcaron a uno (desde películas a videojuegos, historietas, canciones) y animarse a construir una obra con eso. En mi caso siento que es natural. Estos géneros ‘bastardos’ son los que me gustan y disfruto de los autores que se movieron en ellos a través de la mezcla, como Philip José Farmer o Fredric Brown. En la literatura argentina es un rasgo ya presente en Alberto Laiseca, César Aira, Juan Sasturain y Elvio Gandolfo, por nombrar algunos. Y en el uruguayo Mario Levrero.

-Hace semanas murió Alberto Laiseca, de quien fuiste discípulo. ¿Qué recordás de él y de su taller?


-Tengo muy presente sus consejos, siempre. Lo de sacarse los prejuicios y escribir con total libertad eran máximas suyas. Le interesaba que cada uno desarrollara su propio mundo literario, que encontrara su voz. Siento que fue una influencia enorme. Conocer su obra fue una de las lecturas más impactantes. Era descubrir algo que no imaginaba posible, cómo servirse del imaginario del terror para hacer una obra que no fuera estrictamente de género, jugar con el humor. Fue como ese choque con El Eternauta y la sorpresa de que se podía contar ciencia ficción desde la Argentina. En Malicia se menciona una supuesta obra de revista, El castillo de las secuestraditas, que es un cuento de Lai. De algún modo su influencia siempre está presente.

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