“Del caminar sobre hielo” es un extraño diario de viaje. El
escritor y director de cine alemán Werner Herzog cuenta su periplo a pie desde
la ciudad de Munich hasta París.
Por Pablo Natale para Ciudad Equis, La Voz del Interior
Está esa idea de que se puede hablar de “la mejor obra” de un autor, y luego de sus “obras menores”; está la idea de que las películas, pinturas, poemas de tal o cual en realidad “no eran otra cosa que lo que había vivido”; están los hechos épicos y los hechos insignificantes, y están los “sacrificios” que estamos dispuestos a hacer por nuestros familiares, un dios o un buen amigo. En Del caminar sobre hielo, el cineasta, actor y escritor Werner Herzog deja todo eso en el camino y lo destroza paso a paso. La obra (“literaria”) está a la altura de buena parte de sus producciones cinematográficas: por momentos es intensa, por momentos lenta, casi perdida en el paisaje, y de pronto resulta algo brillante, único.
El libro registra diariamente el periplo que Herzog realizó
a pie, en plena temporada invernal y durante tres semanas, entre Munich y París
a modo de “promesa” o “peregrinación” por la crítica de cine Lotte Eisner,
quien estaba internada en la capital francesa. Mediante frases cortas y frases
descriptivas ocasionalmente interrumpidas por reflexiones o máximas, Herzog
cuenta lo que ve en cada pequeño pueblo, el modo en que, cada noche, invade una
propiedad para pernoctar, las historias que escucha o que inventa, la posible
narración escondida detrás de un pequeño detalle.
Ahí está la frase “una lluvia indecisa cae gota a gota,
siempre al borde de que me importe”, o la sentencia cartográfica-estética
“después de reconocer una decisión errada no tengo el temple para regresar,
prefiero corregirla con otra decisión errada”, o un árbol repleto de manzanas
en un paraje abandonado, o dos camiones detenidos en un paso de altura, uno
casi pegado al otro, los camioneros almorzando juntos sin decirse palabra.
¿Cuál es la obra principal y la obra secundaria de un
hombre? ¿En qué momento un artista deja de construir esa obra y simplemente
vive, respira y camina? ¿Qué es real y que desearíamos que lo fuese? ¿Qué es un
documental y qué es ficción, qué es un diario íntimo y qué es una novela de
iniciación? ¿Cuál es el límite entre una persona extravagante, un loco y un
héroe?
Difícil resumir las virtudes y las preguntas que genera la
obra de Werner Herzog: un grato e incómodo asombro, la sensación de una
vitalidad espléndida en un mundo ansioso, desolado y demasiado preocupado por
que todos sigan las mismas reglas.
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