Entrevista de Gustavo Pablós a Sergio Chejfec para Ciudad Equis, La Voz del Interior
Escritura manual, mecánica y digital. Cada una con sus propias
y singulares técnicas, materiales y hábitos, le ha dado forma a la expresión
textual hasta el presente. En Últimas noticias de la escritura (Entropía), a
partir del interrogante principal sobre el estatuto físico de la escritura, el
narrador y ensayista Sergio Chejfec aborda, entre otras, las nociones de
manuscrito, original, copia, reproducción, transcripción, serialidad,
imitación.
“El libro surge de la experiencia de la escritura y de la
lectura, además de un interés por la escritura a mano en una época acotada por
lo digital”, señala el autor. También advierte que el ensayo está marcado por
“varios hitos ahora encadenados”, pero que inicialmente fueron momentos
“bastante neutros”. La compra de una libreta para escribir manualmente y que después
terminó cumpliendo la función de talismán; la etapa de su juventud en que
copiaba relatos de Kafka, creyendo que a través de la transcripción algo se le
impregnaría; y el descubrimiento de imágenes facsimilares del diario de Enrique
Wernicke en la revista Crisis, cuya letra manuscrita lo llevó a admirar su obra
antes de conocerla.
El karma de la escritura digital
Una de las ideas planteadas por Chefjec para pensar la
escritura digital es la de “presencia pensativa”, a partir del concepto de
“imagen pensativa” que emplea Jacques Rancière al referirse a cierta clase de
fotos. “Sería algo así como una reserva autónoma respecto de la mirada del
observador. La escritura en pantalla es inmaterial porque no precisa de un
soporte físico para mostrarse –argumenta–. La falta de materialidad es una
carencia. En la medida en que toda escritura remite a una idea de incisión
manual sobre una superficie, mi impresión es que la escritura digital arrastra
esa carencia como un karma, algo que debe ser compensado. Y la compensación
anida en esa somnolencia o titilación de la pantalla digital, que exhibe una
escritura como a la expectativa, recelosa o al acecho”.
–¿Cuáles son las diferencias entre la escritura de acuerdo
con las diversas tecnologías?
–Las diferencias son muchas o pocas, depende de cómo se
mire. Pero más me intrigan las coincidencias. Ha habido cambios drásticos en la
tecnología de la escritura y en su manipulación, circulación y archivo; sin
embargo, la escritura entendida como una secuencia de palabras a ser contenida
por una línea, párrafo, página, etc., se mantiene invariable. Incluso se podría
llegar a decir que, cuando todo ha cambiado, la escritura es lo más invariable.
Esa constante me inspira más preguntas que cualquier diferencia.
–Las preguntas que guían el ensayo no son muy frecuentes
dentro del pensamiento crítico y literario. ¿A qué se debe ese desinterés?
–Quizás porque las actuales herramientas de escritura y toda
esa circulación múltiple de lo textual obran con lentitud sobre las premisas literarias.
A veces el rechazo obedece a prejuicios contra las redes sociales, y por
extensión el descarte de lo que proviene de ellas. Pero es un error. Un ejemplo
es el reciente libro de Daniel Gigena, Estados, que viene a ser una compilación
de sus estados en Facebook. Uno podría decir que bajo la forma libro esa masa
textual se ha convertido en otra cosa, pero también es cierto que posee una
prosodia y una economía narrativa que de otro modo no se hubiera dado.
Un campo fértil para las artes visuales
Por el contrario, algunos artistas visuales sí han mostrado
interés en pensar la relación entre las herramientas de la escritura y su
soporte. Uno es Fabián Kacero, quien en su obra Fabián Kacero autor del Jorge
Luis Borges, autor de Pierre Menard, autor del Quijote, copia páginas del
cuento de Borges imitando su caligrafía. Otro es Tim Youd en su proyecto
Typewriter Performance Series, que consiste en pasar a máquina 100 obras
relevantes de la literatura, con la particularidad de que la copia de cada libro
se hace sobre un mismo papel y con una máquina de escribir similar a la que
utilizó el autor en su momento. Otros artistas son Mirtha Dermisache, Fernando
Bryce, Torres García.
–¿Qué te llamó la atención de estos artistas?
–Son experiencias que rescatan la connotación plástica o
material de la escritura, en momentos en que los originales manuscritos son
cada vez más inusuales. Hasta su virtual abolición por la computadora, el
manuscrito fue el único punto en común que la literatura tenía con la plástica.
Me refiero a la omnipresencia del original, su carácter de fuente de
autenticidad y, llegado el caso, de verdad.
–En este período de la escritura inmaterial en pantalla, ¿es
posible que las narrativas transmediales lleguen a modificar radicalmente las
formas de escritura?
–No me parece que el cambio vaya a ser radical, en todo caso
será paulatino. La presión se orienta hacia la narración en soporte visual, el
cine y la televisión. La palabra escrita, cualquiera sea su naturaleza, sigue
teniendo como principal y excluyente virtud el matiz. Allí anidan el sentido y
la ideología.
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