A partir de la puesta de Fauna, Jorge Dubatti reflexiona en el Suplemento Cultural del diario Tiempo Argentino sobre la obra de Romina Paula, sus obras de teatro, y sus narraciones.
Romina Paula (Buenos Aires, 1979) es uno de los referentes insoslayables en la renovación del teatro argentino de los últimos años. Para los amantes de nuestra escena, resulta imposible ignorar la secuencia que se abre con Algo de ruido hace (2007), continúa con El tiempo todo entero (2010) y llega hasta hoy con Fauna (en cartel en el Espacio Callejón, Humahuaca 3759). Notables acontecimientos escénicos los tres, pero además notable literatura, como lo demuestra la lectura de los textos reunidos en la flamante edición de Entropía. En el origen del teatro de Paula siempre está la literatura, una tensión fascinante, que logra un efecto excéntrico, es decir, que se sale de los saberes de un centro y juega en el espacio entre varios centros, algo característico de las prácticas escénicas de muchos de los artistas de su generación, las tensiones híbridas entre las artes –cine, plástica, música, literatura, video, fotografía, teatro–, y entre las artes y la vida.
En realidad, hay que pensar la serie teatral de Algo de ruido hace, El tiempo todo entero, Fauna inseparablemente entretejida con otras creaciones de Romina Paula, dos novelas: ¿Vos me querés a mí? (2005) y Agosto (2009), y el espectáculo Si te sigo muero (2005), basado en la poesía de Héctor Viel Temperley. Por debajo de la escritura de sus obras teatrales siempre hay un palimpsesto de alto valor literario: "La intrusa" de Borges, en Algo de ruido hace; El zoo de cristal de Tennessee Williams, en El tiempo todo entero; "La hacienda" de Katherine Anne Porter, Los desterrados de Horacio Quiroga, junto a textos de Rilke, Shakespeare, Calderón, Arlt, en Fauna. El teatro como puro acontecimiento escénico se integra refinadamente a otras dimensiones: el teatro como poesía en voz alta, el teatro como literatura corporizada, territorializada, transformada por las intensidades de los cuerpos en el espacio y el tiempo de la escena y él convivió con los espectadores. Parte fundamental de esta poética son los excelentes actores que siempre trabajan con Paula: Pilar Gamboa, Esteban Bigliardi, Susana Pampín, a los que se suma en Fauna otro gran actor, Rafael Ferro.
El punto de partida de la historia que cuenta la nueva creación de Paula es la filmación de una película sobre una extraña mujer que vivió en la selva misionera. Fauna, así se llamaba –con toda la potencia del símbolo– esa mujer, es una summa de civilización y barbarie, de primitivismo y cultura, mezcla de animal salvaje y de sofisticada artista que se disfraza de hombre (Fauno) para poder participar en un círculo literario y que, travestida en varón, seduce a uno de los hombres de su vida. Una actriz y un director de cine viajan a la casa donde vivió Fauna y toman contacto con sus hijos para obtener más información y pedirles que colaboren en el proyecto. Pronto la historia de la filmación de la película se confunde y fusiona con la historia de las relaciones personales entre estos cuatro personajes. Los planos se multiplican, interactúan, se desdelimitan. La brillante escenografía de Alicia Leloutre y Matías Sendón evoca deliberadamente una hacienda selvática y un set de filmación / estudio de grabación de efectos sonoros, rodeado por grandes focos. Pronto el espectador deberá asumir la perturbación que le produce no saber bien qué está viendo (la infrasciencia, el no-saber como condición de relación con el espectáculo, es justamente otro rasgo característico de este nuevo teatro): si la materia del film es Fauna o las conexiones interpersonales de los responsables de la película mientras buscan a Fauna. Esto es, si se trata de una película sobre su propio hacerse, el documental sobre la historia del documental, o la ficción sobre la producción de la ficción, que en realidad se experimenta como una obra teatral atrapante.
Creemos que el gran tema de Fauna radica en la reflexión sobre las relaciones entre arte y vida, a la vez nítidas y borrosas. Si el arte es hoy el lugar donde construimos nuestra relación con la realidad; si el arte es la usina de producción de sentido que necesitamos para construir el sentido que la realidad mediática se empeña en disolver, Fauna se ofrece como un gran observatorio ontológico, es decir, como un espacio para detonar en el espectador las preguntas esenciales sobre cómo establecemos relaciones de multiplicación entre arte y realidad. (Recordemos que, en griego, la palabra théatron significa "mirador", "observatorio"). Y, en consecuencia, por qué necesitamos imperiosamente del arte para vivir. Esta puede ser una de las razones de por qué tantas obras teatrales hoy hablan explícitamente sobre el arte, por ejemplo, en la cartelera actual, junto a Fauna, Amadeus, El crítico, Manzi, Las vírgenes, Alfonsina y los hombres, Cineastas, Melancolía y manifestaciones, Puro papel pintado, La patria fría, etcétera. Investigar la vida de una persona y proponerse transformarla en una película genera algunas preguntas acuciantes: ¿en qué se diferencian el arte y la vida, que ya Aristóteles separó en su Poética en el siglo IV a.C.?; ¿en qué se identifican o se asemejan?; ¿qué es aquello de la vida que el arte no puede representar, como afirma el hijo de Fauna cuando habla de la muerte de las yeguas atacadas por las abejas?; ¿un personaje es lo mismo que un hombre, o como escribió Arlt en Saverio el cruel "cien fantasmas no valen un hombre"? "No hay tal cosa como contar la historia de una vida, eso es para gente que no sabe vivir. ¿Por qué no cuenta su historia si no, la de su vida, algo de lo que tenga algo de idea?", dice el hijo de Fauna.
La veta de oro se abre infinitamente. ¿Vivimos de otra manera a través del arte, como cuando la actriz asegura que "sólo puedo acercarme a ese dolor a través de la ficción"? ¿Cómo se vinculan ser y contar? ¿Qué diferencia hay entre la verdad de la historia de una mujer, la mentira y las versiones sobre su vida? ¿Cómo pueden el hijo y la hija de Fauna tener miradas tan diferentes sobre acontecimientos de la existencia de su madre? ¿Es el mito una forma de mundo alternativa a la naturaleza de la realidad y del arte, que amplía nuestra experiencia en otra dirección, como sostiene Paul Ricoeur? Paula incluye en su obra el mito de los jóvenes hermanos transformados en cisnes por el hechizo de su madrastra, y cuando recuperan su forma humana "la gente asiste al milagro en silencio". Como en la función de Fauna. Y finalmente la gran pregunta, aquella sobre nuestra (in)capacidad de conocer y distinguir: el director le pide a la actriz que actúe "esa ambigüedad" entre la verdad, la mentira, el mito y la ficción propia de la realidad, y la didascalia del texto se hace cargo de la limitación de nuestras posibilidades: "Todo es muy confuso", escribe Paula. Para el autor, para el espectador, para los actores... Paula nos enfrenta con el límite, así en el arte como en la vida. Fauna, imperdible, se enriquece con la iluminación de Matías Sendón, la sonorización de Liza Casullo, la asistencia de Ramiro Bailiarini y la producción general de Sebastián Arpesella. Un lujo de equipo.
martes, agosto 06, 2013
Relaciones entre vida y arte
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