La penúltima antología
Sobre Buenos Aires/ Escala 1:1
por Quintín
No termino de reseñar una antología de jóvenes escritores argentinos, que ya hay otras en las librerías. De hecho, esta apareció hace varios meses y ahora ya hay un segundo tomo de la colección que se inició con En celo. Algún escritor terminará publicando una antología de sus cuentos aparecidos en otras antologías. O, siguiendo la sucesión lógica de los acontecimientos, otro escritor publicará un libro de cuentos con el título: “¡Joya. Nunca antologado!”.
Lo primero que hay que decir de la edición de Entropía es que es linda, de un formato chico y elegante, con una tapa atractiva. Después del carnaval de La joven guardia y de la grosería de En celo, es reconfortante que la antología sea sobria, tenga aspecto de buen libro y no de alguna otra cosa con connotaciones juvenilistas. Lo segundo que hay que decir es que el prólogo de Juan Terranova es bueno y no sólo por lo breve. Con cierta distancia y cierto humor, nos advierte que esta gente ha llegado con el serio propósito de quedarse. Y, por último, como para marcar un contraste con los viejos (y jóvenes) carcamanes de la literatura, nos recuerda que la mayoría de los antologados tiene un blog (aunque con adecuada prudencia agrega que no sabe muy bien qué puede significar eso).
[Sigue en la Lectora.]
jueves, diciembre 27, 2007
Quintín en Buenos Aires
miércoles, diciembre 26, 2007
lunes, diciembre 24, 2007
miércoles, diciembre 19, 2007
Ojos nuevos para la literatura
[sobre Buenos Aires/ Escala 1:1, por Nicolás Raúl Correa, vía No Retornable]
Primero: Una antología que da cuenta de la mayor parte de los barrios de Buenos Aires es, efectivamente, un mapa que construye un recorrido y una multiplicidad de experiencias. Eso es la presente obra. Un compilado homogéneo que realiza el trabajo unánime de revitalizar la literatura. Y desde allí hacemos pie sobre la nueva escritura emergente que viene levantando polvo. Pero no es sólo eso. Es más.
Si avanzamos, parcialmente, desde la construcción de los personajes que plantea La calle de los maniquíes de Federico Levín, veremos que, casi como un calco, las experiencias se repetirán hasta el final de la antología, aunque con las sorpresas necesarias que puede darnos Oliverio Coelho en “Diario de Boedo”, o “Animetal” de Leonardo Oyola y hacia el final “Walter y el perro dos narices” de Juan Incardona. El resto de las obras cumplen y trazan la misma línea: Personajes que describen puntos y referencias a lugares ejemplares de Buenos Aires como Palermo, o Parque Patricios o Retiro, que en sí mismos son bastante meritorios por su tradición, para elevar al creador. Por eso he dicho que revitaliza la literatura, ese es el trabajo de estos jóvenes escritores, darle un nuevo sentido a lo cotidiano y a su vez, fuerza a nuevas generaciones. Lavarle la cara al entramado de historias que golpean lo cotidiano y habitual, despejar el campo para volver a barajar las posiciones de la realidad de los escritores.
Segundo: “First the First” diría Animetal. Lógicamente, es inevitable pensar que una antología supone riesgos inevitables. Riesgos económicos, seguramente. Riesgos de que muchos lectores huyan despavoridos, aunque no es el caso por dos motivos: El primero simplemente, por que no todos los escritores que participan de la obra son desconocidos y segundo, porque la lectura de uno de los cuentos, supone la necesidad de la lectura del próximo (y esto se observa en la calidad de los trabajos) por naturalidad, por sorpresa, por sentido ilativo, por mera curiosidad. Considerando el riesgo que supone realizar una antología, destacamos que esta viene a reivindicar el pensamiento que supone dicha recopilación y es en la unidad temática que propone, donde gana crédito. No se pierden los nombres porque sin ir más lejos, la temática misma, los ata a un recuerdo, a un barrio. Buenos Aires/ Escala 1:1, gana en todo el sentido de la palabra, porque aprovecha el total de sus páginas para resemantizar el recorrido de las maquinas, de los colectivos, ese recorrido que todos hacemos a diario o hicimos: Los barrios. No hay perdida.
Entrando en la cueva donde moran los textos que pronto añadiremos a nuestro inconsciente, cuando al pasar por Jean Jaures y Corrientes o por el Bajo Flores recordemos ese nombre que va a titilar y nos traiga a cuento una historia joven, de un joven escritor. Entrando en esa cueva, donde Leonardo Oyola nos recibe con “Animetal”, nos recibe y no deja que confundamos un Japonés con un koreano, porque es bien Koreano, allí el sentido de pertenencia es tan grande como la antología misma. El saber y la experiencia de los personajes llevan de la mano entre la realidad del barrio, entre las verdades que encierran los paraguayos y las otras vicisitudes de una noche cualquiera. Pero la pertenencia es insalvable. “Híbrida” dirán, porque el personaje es un Koreano, “No” podemos responder, porque lo que se renueva y resuelve es toda una imagen y una geografía.
Y una geografía es la que dará Oliverio Coelho en las andanzas por Boedo y la construcción que realizará en cada bar donde deposite su presencia. Porque en cada lugar donde se detiene esparce las entrañas de su ser y allí queda el creador. Es el autor que merodea las calles y con cierta nostalgia revive, a modo de diario personal, las hazañas de un andar lleno de vida. Es la nueva ciudad la que se descubre, la mítica que va a dar cuenta de sus rarezas y novedades.
Entonces, como una ráfaga, “La traición de Calubio” de Maximiliano Tomas, recordará las traiciones más añejas, más esperanzadoras, más redentoras. Es la traición de un hombre y de un problema que parece no tener solución pero encuentra su salida, indefectiblemente, en el áspero cruce con la memoria. Es la fuerza de lo impensable ante la humanidad de la inocencia, del joven que confía y muchas veces no premedita.
Tercero: Eso es nuestra antología Buenos Aires/ Escala 1:1. Los barrios por sus escritores, un acerbo de jóvenes promesas (y presentes realidades) que avanzan sobre un campo ya construido, ya prestablecido y quizá algo añejo, que pide a gritos se devuelva su inocente mirada. La lectura de la obra nos presta sus ojos nuevos y nos recuerda las sensaciones que se pueden tener, las nuevas miradas de nuestra geografía y de nuestra literatura.
Entonces, cuando lleguemos al final de las líneas, cada personaje tiene una historia real que quedará inmortalizada en los anales de un barrio, de unos nombres que se mezclarán para dar cuenta de una época y de que algo naciente se venía dando, algo que hoy, es presente. El escritor que es personaje y que es un barrio.
Cuarto: Una antología. Un barrio único. Ojos nuevos para la literatura.
martes, diciembre 18, 2007
Social & familiar
Hoy martes, a las 19:30 hs, en Appetite, Diasdorados (de Valentina Liernur): performance/suceso con Ariel Farace, Esteban Bigliardi, María Villar, Julián Tello, Julián Larquier y Romina Paula, entre otros.
Chacabuco 551, San Telmo.
Que no falte nadie.
Salvo, bueno, Sebastián Martínez Daniell, que para evitar el amontonamiento de gente y poder excusarse elegantemente tuvo la precaución de tener un hijo esta misma mañana.
lunes, diciembre 17, 2007
viernes, diciembre 14, 2007
miércoles, diciembre 12, 2007
Get in the ring
Esta tarde, a las 19:00, en el Malba (auditorio "Kite Surf"), la señorita Sonia Budassi dialogará amenamente con Rodolfo Fogwill. Es gratis.
martes, diciembre 11, 2007
lunes, diciembre 10, 2007
Indio Rico x 2
El vino del indio rico [vía revista Enie]
Cinco botellas de Vasco Viejo y vasitos de café de plástico esperan desde temprano a que termine el acto y empiece el brindis, y que se brinde por el ganador del premio de nouvelle Indio Rico, entregado por Estación Pringles, "una sociedad flexible y móvil destinada a revelar situaciones culturales mínimas", presidida por Arturo Carrera.
El premio consiste en un afiche, que es en realidad un símbolo porque lo que ofrece Indio Rico es la atención de tres escritores -en este caso, César Aira, Daniel Link, Alan Pauls-, en un libro y su publicación a través de la editorial Entropía.
El texto elegido se llama Berazachussetts y en su gran noche su autor, Leandro Avalos Blacha, se sienta tembloroso frente a su público para leer, de unas hojas sueltas, partes de su obra. Nervios de ganador, los papeles se le desordenan y una sutil sonrisa surge de la mesa, donde está acomodado el jurado. Después, abrazos de familia y vino en vasitos.
EL DISCÍPULO [vía Paparazzi]
En el Centro Cultural Ricardo Rojas se entregó el premio literario Indio Rico al joven escritor Leandro Ávalos Blacha por su novela Berazachussetts, que será publicada por la editorial Entropía. Impulsado por el proyecto cultural Estación Pringles, el certamen contó con un jurado exquisito: César Aira, Alan Pauls y Daniel Link, quienes eligieron a la novela premiada por unanimidad. Cuando recibió el premio, Ávalos Blacha agradeció a su maestro literario, Alberto Laiseca, que observaba el acto mezclado entre el público. Entusiasmado, el escritor galardonado leyó varios capítulos de su libro -mientras Laiseca sonreía y jugaba con sus bigotes- hasta que los aplausos lo interrumpieron para dar paso al vino de honor. Se anunció que el jurado de la próxima edición estará integrado por Ricardo Piglia, María Moreno y Edgardo Cozarinsky.
jueves, diciembre 06, 2007
I used to love her...
Este sábado, 20 hs., penúltima función de Cien pedacitos de mi arenero, de Laura Fernández (en breve por Entropía).
En Apacheta, Pasco 623.
Vayan y desborden las instalaciones.
miércoles, diciembre 05, 2007
El que tuvo sed
["Besos", texto leído por Iosi Havilio en el ciclo Confesionario]
A los trece años me agarró la costumbre de darle besos a una botella de Criadores antes de ir a la cama. Besos al pico enroscado, besos de lengua, profundos, y ahora que lo pienso, más cerca del sexo oral que de los besos de boca. En la oscuridad de mi cuarto, con los ruidos de la avenida corriendo cuatro pisos abajo, se había convertido en un rito íntimo, casi una cábala. Incluso a veces, que ya me había acostado, la garganta me ponía en alerta negándome el sueño porque no había corrido ese trago de whisky caliente que la dejaba ardiendo por un rato. Entonces me levantaba, daba los tres pasos que me separaban del baúl verde, corría las frazadas, descartaba la enorme caja del tren eléctrico brasilero, y a ciegas, reptando con la mano por la pared del baúl, atrapaba por el cuello la botella de criadores que me esperaba siempre fiel. Le daba unos chupones, de pie, y quedaba entonado para esas primeras pajas torpes.
En casa no se tomaba alcohol, mamá tomaba otras cosas, más contundentes, por eso, cuando alguien venía a comer o algo, se traía una botella, casi siempre de vino blanco. La que no se despegaba nunca de su vaso de whisky era María Ester, una pintora amiga de mamá que se traía su propia botella y al irse la dejaba en la vitrina de un aparador del comedor, para la próxima. No sé mucho cómo, pero de tanto pasar, de tanto ver ese envase retacón con su líquido dorado, cada vez que entraba o salía de mi cuarto, un día me la apropié. Eso fue lo primero que hice, apropiármela, y esconderla en la baúl verde, que ya funcionaba como mi cofre vicioso, porque ahí también guardaba, en un pequeño bolso azul acolchado, de club, mi modestísima colección de revistas quasi porno, revistas con mucho relato y pocas fotos, revistas de bolsillo que por eso mismo, por su tamaño, por su sobriedad, me había animado a comprar.
(Sigue en nuestro patio trasero)
martes, diciembre 04, 2007
lunes, diciembre 03, 2007
Estudio del amor
[por Celia Dosio, para Perfil]
El amor. Entropía acaba de publicar la trilogía de Lola Arias que incluye fotos, fichas técnicas de cada estreno y un bonus track donde se recuerda la génesis de esos textos. Las obras tienen un personaje en común pero la unidad también se logra por un sutil entramado de citas y referencias. Dice Lola: “esta trilogía podía pensarse como un estudio del amor en tres partes: el inicio del amor (Sueño con revólver), el final del amor (Striptease) y el duelo (El amor es un francotirador). Y como telón de fondo, una ciudad oscura, amenazante, post-todo: Buenos Aires del futuro, idea recurrente, sugerida, apenas vislumbrada pero también muy eficaz".
Lo real. La experiencia de lectura hace que estos textos se escapen de la realidad escénica y se acerquen a la poesía. Lo más interesante de lo que sucedía en escena adquiere en el papel la forma de acotaciones tan irrepresentables como literarias. Por ejemplo, al describir los movimientos de un bebé como los de un “robot melancólico” o decir que “su corazón es la banda sonora del mundo”.
En toda la trilogía está esa exploración con los límites de la representación. Ya sea por la presencia del bebé (¿puede actuar un bebé si todavía no está en el lenguaje?). O en Sueño… que transcurre en una penumbra casi total, intuyéndose los cuerpos semidesnudos apenas por sus movimientos. O en El amor… cuando se cuenta la historia de cada uno de los tatuajes que el actor (no el personaje) tiene en su cuerpo.
Al mismo tiempo, ciertos textos que resultan especialmente literarios en la puesta, se vuelven más explícitos y menos poéticos a los ojos del lector. Por ejemplo, cuando en Sueño… la voz masculina pregunta:
“¿Dónde vivís?
En el Norte.
¿En los barrios alambrados que tienen guardias con rifle?
No, en la periferia, donde están los trenes de los pobres.”
Esas tensiones con lo que excede la representación dan cuenta de una profundidad y sensibilidad poética tan singulares que hacen de la lectura de la trilogía una experiencia a disfrutar.
viernes, noviembre 30, 2007
De la saga trágica
Esta noche, después de la entrega del Premio Indio Rico, no dejen de acudir masivamente a la última función de Ifigenia en, de Agustina Gatto. Es a las 22:30, en El Excéntrico de la 18, Lerma 420.
miércoles, noviembre 28, 2007
martes, noviembre 27, 2007
lunes, noviembre 26, 2007
viernes, noviembre 23, 2007
Drim tim
Laura Fernández
Mariana Chaud
Romina Paula
Julieta De Simone
Lola Arias
Agustina Gatto
Agustina Muñoz
(Muy pronto, en Entropía.)
jueves, noviembre 22, 2007
martes, noviembre 20, 2007
Herzog para principiantes
San Francisco, 16/6/1979
Casa de Coppola sobre Broadway. Afuera un viento muy fuerte sacude con violencia los arbustos de laureles. Los veleros en la bahía se inclinan por completo; las olas están afiladas, inquietas. Desde Alcatraz el faro manda señales, en pleno día. Todos mis amigos "no" están ahí. Cuesta acometer este trabajo, esta enorme carga de los sueños. Sólo los libros dan algún consuelo.
La torrecita, arriba en la esquina de la casa, designada ingenuamente para la meditación, está repleta de una claridad tan chillona que me atrevo a asomarme sólo de a un minuto por vez, luego vuelve a hacerme retroceder. Puse la pequeña mesa contra la única porción de pared, el resto son ventanas llenas de luz enloquecida, y en la pared dibujé con regla y lápiz puntiagudo una retícula de precisión matemática. Eso es todo lo que veo: el punto donde las líneas se cruzan. Trabajo en el guión con mucha furia y urgencia. Será apenas poco más de una semana, mirando fija y desquiciadamente ese punto.
San Francisco, 17/6/79
El padre de Coppola me hizo escuchar una grabación de su ópera. Al oírla adquiere un rostro notoriamente enjundioso, severo, inteligente, muy en contra de su aspecto.
San Francisco, 18/6/79
Télex de Walter Saxer desde Iquitos. El asunto se ve bastante bien, sólo que es probable que en poco tiempo todo se venga abajo. Somos como trabajadores con rostros serios, confiados, que construyen un puente sobre un abismo, pero sin pilares. Hoy tuve una prolongada conversación casual con el productor de Coppola, que entre un milkshake y una hamburguesa me quiso hacer creer de pasada que él se haría cargo del destino del proyecto. Le di las gracias. Me preguntó: sí, gracias, o no, gracias. Le dije no, gracias. Después de la operación de hernia, Coppola no se siente aún del todo bien. En él se mezclan de forma singular el lamento quejumbroso, la necesidad de protección, el trabajo profesional y el sentimentalismo. La oficina del séptimo piso se afanaba febrilmente por tener una cama de enfermo en la sala de montaje y otra para transportar y armar donde fuera. A Coppola no le gustaban las almohadas, estuvo la tarde entera refunfuñando sobre los ejemplares que le traían con esmero, y rechazó todos.
Los Ángeles, 19/6-20/6/79
Piso de los ejecutivos de la 20th. Century Fox. Resulta que todavía no hubo contactos sustanciales entre Gaumont, los franceses y Fox. Además, acá es una obviedad no discutida que se subirá un barquito de plástico por encima de una colina dentro de un estudio, tal vez incluso en un jardín botánico que no esté muy lejos, por qué no San Diego, ahí hay invernaderos con buenas plantas tropicales, dije qué son entonces las malas plantas tropicales, y dije que la obviedad que no se discute es que tiene que tratarse de un verdadero barco de vapor sobre una montaña de verdad, pero no por una cuestión de realismo sino por estilizar un gran evento operístico. A partir de ahí, las amabilidades que intercambiamos se cubrieron de una ligera capa de escarcha glacial.
[Conquista de lo inútil, próximamente en Entropía]
lunes, noviembre 19, 2007
viernes, noviembre 16, 2007
El hombre del lobo
[microrrelato de Augusto Bianco publicado en Perfil]
El niño yace tumbado en sollozos cuando el animal se aproxima. La tibieza de la lengua en la mejillas le abre los brazos, frenéticos. Logra aferrarse, embocar un pezón, mamar a la desesperada. Por sobre su cabeza, rastrillando el cielo, el viento acarrea nubes de una cumbre a otra.
Diez meses antes, cuando nació, era la guerra. El padre había partido para el frente y la madre, huérfana de sí misma en medio de la barbarie, a poco de parirlo eligió la paz por sobredosis de barbitúricos. El recién nacido quedó en manos de la doméstica que lo crió en silencio y devoción. Cuando una bomba entró por la chimenea y sin explotar quedó latiendo en el living, la mujer recogió al pequeño, se lo cruzó sobre el pecho para darse ánimos y caracoleando entre cráteres y escombros se dirigió hacia su casa natal en las montañas. Anduvo en la noche y se ocultó durante el día, cuesta arriba hacia el sol, hasta reconocer finalmente el sendero, la higuera, la cerca de piedra. Con sus últimas fuerzas y con el niño pataleándole sobre el vientre, volvió a recorrer la doble hilera de álamos hacia el único lugar donde alguna vez había sido feliz. La vivienda estaba en ruinas pero ella no pareció advertirlo. Deshizo el hatillo, depositó a la criatura allí donde su madre se sentaba a hilar todas las tardes, lo cubrió con su chal, levantó la vista... Y comprendió. Comprendió que había pasado demasiado tiempo desde que ella a los nueve años había bajado a la ciudad de la mano de su primera patrona como para que sus padres vivieran y la casa conservara su integridad. Ella misma apenas podía sostenerse sobre sus fémures cansados. ¿Cuánto hacía que no se buscaba la mirada en el espejo? Sintió como de pronto y sin ruido entre las vértebras y las costillas los años se le desmoronaban todos juntos uno sobre otro. No estaba triste. Se sentía liviana, transparente. Comprendió que su misión estaba cumplida, que se había agotado su tiempo y estaba lista. Puso junto al niño dormido los últimos mendrugos y se alejó con la intención de dejarse morir allí donde la tierra quisiera recibirla. La encontró la loba, la misma que más tarde se encargaría del niño y la devoró mansamente junto a sus cachorros, limpiando los huesos.
Pasó un tiempo. El niño era casi un muchacho, un muchacho-lobo cuando apareció por allí un hombre, el primero en años, arrastrando consigo la historia de su especie. El niño lobo lo observó a escondidas durante días. Una noche lo vio caer vencido por el sueño junto al fuego y llevado por un impulso irrefrenable se acercó. Mientras lo devoraba con los ojos el hombre que duerme sueña que no está solo y despierta. Trae la mirada desorbitada de quien viene del otro lado del mundo. El lobo humano extiende las patas, su dentellada convertida en lengüetazo. Vencido por el espanto el hombre extrae un cuchillo y se lo estrella en el pecho. La sangre salta y retoma su curso natural. La devoción de la criada, la leche de la loba, la furiosa algarabía de la manada vuelven a la tierra. La última llama se extingue. El hombre con el arma en la mano queda solo temblando bajo la cúpula del universo. Sobre su cabeza giran imperturbables los astros.
jueves, noviembre 15, 2007
miércoles, noviembre 14, 2007
Ciudad oculta
[vía "Caras y Caretas", por Raúl Arcomano]
Una excusa para reconfigurar y reinterpretar la ciudad. Generar nuevas miradas a partir de un deambular flaneur. Literatura con el territorio urbano de telón: cuentos, apuntes, diarios personales. Todo eso es Buenos Aires/ Escala 1:1, una antología de jóvenes escritores, nacidos entre 1968 y 1982 con un reto: escribir y describir 25 de los 48 barrios porteños. Plasmar "breves ficciones que dan cuenta –de forma explícita, oblicua o abstracta– de ciertas particularidades urbanas, demográficas e idiosincráticas", apunta el libro. Que es, en su trazado, "una suerte de catastro de la narrativa argentina actual".
El libro fue editado por Entropía y compilado por el escritor Juan Terranova. El resultado no es una guía turística, pero sí dibuja un mapa "amable y cotidiano" de la diversidad porteña, dice Terranova. ¿Desde qué lugar se narra a Buenos Aires en el libro? "Supongo –responde– que se escribió más cerca de la pulsión arlteana, esa pulsión de caminar la ciudad y vivirla entre sus miserias y sus grandezas, que del espacio mítico borgeano. Hoy la ciudad de Buenos Aires es, al mismo tiempo, un monstruo tentacular y una madre permisiva, que te deja ir y te deja hacer y te recibe cuando volvés lastimado o triunfante."
Continúa por acá, en un escaneo de incómoda lectura (el departamento de tipeo sigue de huelga).
martes, noviembre 13, 2007
Powerpuff chick
[vía Paparazzi]
(...) También se presentó Buenos Aires Escala 1:1, la antología de jóvenes narradores compilada por Juan Terranova. Cuando le tocó el turno de leer su cuento a Marina Mariasch, Sebastián Martínez Daniell se ofreció a sostenerle el micrófono. Mariash fue terminante: "De ninguna manera. Soy autosuficiente", le dijo. Leyó -con el micrófono en una mano y el libro en la otra- una historia protagonizada por una narradora en primera persona, repleta de escenas eróticas de subido tono. "Los que quieran saber si es o no autobiográfico pregunten después de la lectura", desafió Mariasch. Muñeca brava.
lunes, noviembre 12, 2007
Recuerde el alma dormida...
[Una entrevista a Diego Muzzio, firmada por Augusto Munaro]
(...) Con Mockba (Editorial Entropía), puede afirmarse lo que Lovecraft alguna vez expresó al recordar los relatos de Ambrose Bierce, cuando justificó que tratan "horrores físicos y psicológicos dentro del orden natural". Para el presente autor, lo tenebroso reside en la realidad cotidiana. Lo siniestro existe entonces, en las acciones que sus personajes protagonizan ante el polimórfico rostro de la muerte.
En esta entrevista, Muzzio habla con inteligencia sobre su estilo pudoroso, y de "Mockba", que incluye cuentos como "El desplazamiento", "Shankar" y "El cementerio central", escritos que enriquecen a la literatura nacional.
-¿Por qué la muerte como epicentro en su primer libro de relatos, Mockba?
- La muerte siempre fue, para mí, un tema muy presente. Mi padre murió joven, yo tenía apenas diez años. De manera que, a partir de entonces, la muerte fue para mí una obsesión.
-¿Cuánto tiempo le demandó la redacción de los doce cuentos? ¿Recuerda las circunstancias que lo llevaron a escribir alguno en particular? ¿Cuál le resultó más desafiante y por qué?
- El libro lo escribí muy rápido, alrededor de cuatro meses, aunque después lo corregí durante años. Cuando estudiaba Letras en Puán, volvía todas las noches en el colectivo 44, que bordea la Chacarita; en esos viajes se me ocurrió "El correo del Zar", ese cuento en el cual un chico atraviesa el cementerio trotando, todos los días, yendo de un puesto de flores al otro. Creo que los cuentos que resultaron más complejos son aquellos donde el diálogo tiene un papel preponderante, ya que hay que escuchar la voz y la entonación de los personajes y, al mismo tiempo, ser muy preciso y medido. (...)
Toda la entrevista, acá.
viernes, noviembre 09, 2007
Californication
La otra tarde, en la Funceb, y recién llegado de Santiago de Chile (hacia donde peregrina anualmente para visitar a Pedro Lemebel), Iosi Havilio leyó el siguiente texto, que bien podría haber formado parte de “Buenos Aires. Escala 1:1”. Y lo hizo sin amplificación, aun a riesgo de que el tintineo de las petaquitas de pisco que escondía en el bolsillo de su perramus tapara su sonora voz de barítono.
El relato se llama “California”.
Salgo a eso de las doce. Ordeno un poco, apago la luz y cruzo el patio. Casi siempre los perros se me vienen encima. Los atajo como puedo, con los brazos extendidos, nunca supe perderles el miedo. Se calman lamiéndome la punta de los dedos. En la escalera, los olores de adentro, a corazón hervido, kilos y kilos de corazón hirviendo que se van a comer los perros, se confunden con los de afuera, y esa mezcla, esa síntesis, siempre distinta, me cambia el ánimo, engordándolo, o pinchándolo, según. Porque ese olor a útero cansado que sale del fondo del río, ese olor que a veces me diseca y otras me vuelve el más valiente, que es el olor de las deformidades, de las tres orejas y de las mandíbulas rectas, ese olor a pólvora con azufre, y a semen con limón, picante, agrio, devastador, que cambia de color con el viento, la marea, los astros, ese olor mágico hoy está de mi lado. Y en esta esquina de California y el río, con la luna enorme, oblonga, y amarilla trabada entre los puentes empieza mi aventura. Tengo un chicle rojo enloquecido en la boca y un cigarrillo doblado en la punta de los labios, voy rumbo a la civilización, no es muy lejos, serán unos quinientos metros, dos curvas y una recta. El movimiento es inusual, las chicas, los chicos, los anteojos, las botas arremangadas, ese estado único, crónico, que me llena de satisfacción ajena. Me meto, acertando en las miradas, una mano en el vermú, y un pie en la terraza, hago un esfuerzo, quiero participar, pero algo funciona mal, algo trastabilla, las palabras me salen torcidas, no entiendo el código, me arrepiento, me angustio, retrocedo, y con la noche encima, cargándose de espuma rancia, camino por la costanera tarareando canciones que no voy a tocar nunca más en el piano. Entre los puentes, antes de la autopista, las canoas, las balsas, y las cintas de clausura donde encontraron al chino decapitado la semana pasada. Más allá está la villa, tan cerca. Me excito pero no avanzo, vuelvo sobre mis pasos, agarro por Brown, y se me van los ojos admirando las marquesinas de los piringundines, resisto, cierro el puño, frunzo las piernas. Me dije que no, que no iba a volver a entrar, pero mi fuerza motriz habla sola, cuál mejor, cuál más delicioso, quisiera abarcar a todos a la vez, repartir mis miembros, multiplicarme, cierro los ojos, y apunto al azar. Ahí voy pasar la noche, cruzo la calle, respiro profundo y entro, respetuoso, sin mirar a los costados. En la barra pido una cerveza rubia, la mujer me mira como nunca, aceptándome, o amenazándome. En este antro perfecto, sin ventanas ni tragaluces, la mesa de pool divide el universo en dos, de un lado la pista, del otro la platea, una pareja de tres baila en el medio, dos chicas con cueros juegan al pool, me quedo tímido, esperando, con sonrisa de muñeca articulada. La primera media hora pasa sin novedades, soy feliz igual. Al rato entran tres hombres robustos, las caras de piedra, hermosas, mitad rusos, mitad paraguayos, entran y todo cambia, vienen hacia mí, me encandilan, brutos, tatuados, vanidosos, en la barra piden sus cosas, sin hablar, parpadeando, y les llegan vasos de distintos tamaños, con líquidos blancos, negros, transparentes, y entre trago y trago, se palmean, miran, me miran, me encierran. Voy a olerlos, tengo que olerlos, saborearlos, y alguno de los tres, no sé cuál, me va pasando por debajo del asiento, vasos, muchos vasos llenos que tomo hasta el final, uno con leche, otro con vodka, otro con café, uno blanco, otro negro, otro transparente. Con la garganta de fuego, oigo sus palabras mordidas, gruñidas, trato de entender, el por qué de los rosarios que corren por sus manos, los granos de café que se pasan por los orificios de la nariz, el origen de los besos que se dan muy cerca de la boca. Me doy cuenta de que no soy nada, me entrego, me dejo caer.
Salgo en cuatro patas, el pantalón desgarrado, la piel brillante, regurgitando leche y la oscuridad del cielo empieza a ceder. Salgo temblando, las piernas hacen menos de la mitad de lo que les pido, pero igual llego, medio rastrero a la vera del río, y me recuesto boca arriba en un banco de hormigón, con la panza llena. Va ser un día raro. Acurrucado, dormitando, con las patas en el aire, fumo el primer cigarrillo de la mañana, y ahora que asoma la punta del sol allá en el horizonte, no puedo entender como se hizo tan temprano, pero ya no tengo apuro, estoy cerca. Desde acá mismo, si quisiera, levantándome un poco, o sólo cabeceando, podría ver mi altillo de California y el río, y también, con un poco de ganas, las colas de esos perros podridos. Voy a ir más tarde, en un rato, y voy a dormir hasta las cinco, voy a juntar el sueño con la siesta, pero por ahora quiero quedarme mirando, un poco más.
jueves, noviembre 08, 2007
Pinta tu aldea
[por Carolina Sborovsky, vía WickedBA]
Desde hace un tiempo, la nueva generación de narradores denominados por la primera antología que los reunió como “la Joven Guardia” viene demostrando que la ficción porteña se renueva con auspiciosa vitalidad. A partir del suceso de esa primera selección, siguieron varias otras como la femenina Una terraza propia (Norma), la picante En Celo, sobre sexo, editada por Mondadori que acaba de sacar In Fraganti, a partir de resonados casos policiales argentinos. La consigna de Escala 1:1 (Entropía), esta vez, fue contar los barrios de Buenos Aires. Aquí la “Joven Guardia”, ya ampliada, dibuja un mapa literario, una travesía de veinticinco relatos alejados de cualquier guía turística. Fijados con la precisión del cronista atento, cada uno es una muestra de fidelidad a las calles tantas veces recorridas donde conviven la capacidad de observación, la sensibilidad para el ritmo y el desenfado para contar.
Entre toda la paleta, algunos textos son verdaderos hallazgos, como “Eleven”, de Natalia Moret, quien elude tics de chica sexualmente liberada y da una ingeniosa vuelta de tuerca a ese clisé; “Animetal”, el genial cuento en el que Leo Oyola crea un potente voz lumpen (e incluso la parodia) en una helada noche en el Bajo Flores; “Capacidad de adaptación”, un agudísimo micro- memoir de Sonia Budassi; “Autocine” del también actor Mariano Pensotti y “En la santería”, la filosa excursión a la sordidez barrial de Hernán Vanoli. La primera persona y las anécdotas casi mínimas en la mayoría de los relatos da a esta antología un tono bastante íntimo, en algunos casos nostálgico o de reflexión en voz alta que, junto con el estilo llano, directo y el leve cinismo para tratar ciertos temas caracterizan a esta nueva generación. Quizás otros relatos, menos afortunados, vuelvan algo despareja la calidad total de la colección, o de a momentos algunos (pocos) la vuelvan monocorde; sin embargo esa heterogeneidad, creemos, puede ser tomada como parte de la consigna y el riesgo de la antología.
La Buenos Aires que se dibuja es contradictoria, festiva, cruel y bestial. Heterogénea y fascinante, cada relato arma figuras caprichosas en el vertiginoso calidoscopio de nuestra urbe. Como advierte el escritor y compilador Juan Terranova: “Buenos Aires incluye tanques de agua teñidos de óxido, terrazas llenas de macetas, calles bien y mal iluminadas, parques reciclados, avenidas y edificios, personajes excéntricos y para cada uno de sus habitantes, la poética del recorrido privado. Además, sus aldeas, a las que llamamos barrios, generan sus historias y sus formas de desprecio y seducción”.
Completa, acá.
miércoles, noviembre 07, 2007
martes, noviembre 06, 2007
RRHH
Por favor, no insistan. No contratamos traductores que hayan ganado menos de dos certámenes internacionales de narrativa. Gracias.
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Premio Iberoamericano de Novela Breve “Juan de Castellanos”
El día 30 de octubre de 2007 se reunió en Madrid el jurado del Premio Iberoamericano de Novela Breve Juan de Castellanos con el propósito de emitir su veredicto sobre la obra ganadora del certamen. Presidido por Carmen Posadas y con participación de los otros dos miembros, Juan Cruz y Daniel Samper Pizano, el jurado debatió las novelas breves finalistas y llegó por unanimidad al siguiente veredicto:
Ganadora, “Muñecas”, que lleva la firma de Osvaldo Caracol y el número 290 entre los participantes.
El jurado quiso destacar de “Muñecas” que se trata de “una obra interesante y que sorprende tanto al propio lector como a sus protagonistas. Llaman la atención los monólogos interiores y algunas escenas surrealistas que llegan a la comicidad. Entre los manuscritos leídos por el jurado, es este el que demuestra un mejor conocimiento y mayor dominio del género de relato o novela breve por parte del autor”.
Abiertos los sobres que contenían los nombres correspondientes a los seudónimos de las obras señaladas por el jurado, pudo saberse que el ganador es Ariel Magnus, de Argentina, quien obtendrá un premio de US$ 15.000.
lunes, noviembre 05, 2007
viernes, noviembre 02, 2007
miércoles, octubre 31, 2007
Fumata bianca
En Buenos Aires, a los 30 días del mes de octubre de 2007, los Jurados del Premio Indio Rico que firman el presente dictamen se reúnen para emitir fallo de acuerdo con las Bases del Premio elaboradas por Estación Pringles para la edición 2007 en el género nouvelle, objeto de la convocatoria.
Luego de haber leído con atención los treinta y siete (37) originales recibidos oportunamente, los jurados deciden declarar finalistas a las siguientes obras, presentadas con los seudónimos que se aclaran entre paréntesis:
Berazachussetts (Jorge Romero)
Desgrabaciones ordinarias (Clifford)
La ira del Curupí (Juan Baini)
Discutidas las obras de referencia, el Jurado decide por unanimidad otorgar el Primer Premio a la nouvelle
Berazachussetts (Jorge Romero)
de la que se destacan el estilo desenvuelto y corrosivo con el que el autor tritura las convenciones de género y el modo en que hace coincidir los motivos más emblematicos de la cultura chatarra de nuestros días con la geografía del conurbano bonaerense, para construir un universo ficcional particularísimo cuya mayor virtud es la felicidad con la que se impone al lector.
Berazachussetts es un relato original y cautivante que, al mismo tiempo que conecta con las más desenfadadas tendencias de la literatura actual, reclama una reflexión sobre las complejas y muchas veces absurdas relaciones entre literatura y mundo social.
Una vez abiertos los sobres y verficados los datos, se declaran finalistas a
Mariana Terrón por Desgrabaciones ordinarias
Leandro Ávalos Blacha por Berazachussetts
y Diego Fernando Meret por La ira del Curupí
Se otorgan menciones especiales y recomendación de publicación. a Mariana Terrón, en primer término, y a Diego Fernando Meret, en segundo término. El ganador del certámen, Leandro Ávalos Blacha, fue notificado en el acto de la decisión del jurado.
César Aira, Daniel Link, Alan Pauls
martes, octubre 23, 2007
Esto no es una presentación
Editorial Entropía y la Fundación Centro de Estudos Brasileiros invitan a
Buenos Aires/ Escala 1:1
en la FUNCEB
Leen Marina Mariasch, Iosi Havilio y Félix Bruzzone
(Entonces: es una lectura, la presentación “oficial” es el mes que viene.)
Jueves 25 de octubre, 19hs.
Esmeralda 969
martes, octubre 16, 2007
“Mapa de fantasía para narrar a Buenos Aires”
Por Julián Gorodischer [para el suplemento Cultura de Página/12]
La visita a la ciudad literaria, que se desprende de la ficción reciente, empieza en Palermo, narrado con una furia digna del colombiano Fernando Vallejo (La virgen de los sicarios), en la antología recién publicada Buenos Aires. Escala 1:1 (Entropía), allí donde se escribe que “como Cambridge, como Padova, como la Sorbonne, el barrio de Palermo cuenta, también, con su propia universidad. La Universidad de Palermo, privativo palacio de la memoria. Aunque su proyecto académico más verosímil a la fecha sea la loable tarea de auspiciar, con representativa gentileza, a Los Simpson. Por Fox”. El mérito del paseo de Nicolás y Adrián en el relato Palermorama en seis vuelos rasantes, de Nicolás Mavrakis, es incorporar la palermidad a la forma, empapar la mirada de los que andan de una liviandad menos ligada a lo etéreo que a lo intrascendente. El “territorio” ingresó con fuerza a la ficción de este año, tomando partido por el Contarás tu aldea en El Once (Alfaguara) de Marcelo Birmajer y en Filcar, ese híbrido agudísimo entre el ensayo y la crónica que Alan Pauls les dedicó a ciertos emblemas del ex Palermo rojo en el libro Diagonal Sur (Edhasa).
Completo, aquí
miércoles, octubre 10, 2007
¿Qué escriben los que nacieron después de 1960?
MARTÍN KOHAN
IGNACIO MOLINA
PATRICIA RATTO
PAULA VARSAVSKY
Y el bonus track intergeneracional:
MARÍA ROSA LOJO
Coordina ELSA DRUCAROFF
Domingo 14 de octubre, 18 hs
CasaBrandon
Luis Maria Drago 236 (a dos cuadras de Canning y Corrientes).
Parque Centenario, Buenos Aires
viernes, octubre 05, 2007
jueves, octubre 04, 2007
Paula 2.0
Anticipándonos a la inminente segunda edición de ¿Vos me querés a mí?, de Romina Paula...
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[El placer no es una variable, por Alejandro Soifer para "Alrededores"]
La época de la abulia existencial tiene diversos epígonos y ha encontrado en cierta literatura de nuestros días, una encarnación proliferante.
Puede pensarse una trama que entrelaza la estética del Nuevo Cine Argentino con la de algunos de los escritores nóveles que empiezan a ver la luz de la existencia por mano de algunas editoriales que están apostando a esta literatura fresca.
En ese sentido, la Editorial Entropía lleva la delantera en cuanto a preciosas publicaciones de interesantes nuevas promesas del campo literario y de la estética de existencias abúlicas.
La editorial pareciera estar encarando la edición de sus libros siguiendo la regla del “secreto del éxito” de toda pequeña editorial: publicar para determinada pequeña porción de mercado que las grandes editoriales descuidan. Lo que se llama “el nicho editorial”.
Entropía por su parte, pareciera haber encontrado su nicho en lo que podría llamarse “la efervescencia de Puán”: la construcción de lo cool y lo integrado que es ser de Letras en este momento o ser del palo de Letras (basta recorrer los centenares de blogs e intervenciones en blogs de satélites de la carrera, los encuentros de estudiantes de letras, los ciclos de lecturas de narrativa y poesía que se expanden por cuanto antro haya en la ciudad, la importancia de las nuevas revistas literarias de Letras y las intervenciones mediáticas de gente de letras que adquirió, con el Caso DiNucci del verano 2007 su momento de mayor exposición).
“El mundo como supermercado” es el inteligente título (no así tanto el libro) que le puso Michel Houellebecq a una colección suya de artículos de revistas. En momentos en que es clara la forma en que los ciudadanos somos tratados como consumidores a los que se nos intenta vender cualquier cosa como se intentaría vender jabón en polvo, también hay una literatura que puede ser de consumo masivo pero que al mismo tiempo, está contaminada de guiños formales, estructurales y de contenido que harían sonreír de satisfacción a cualquier estudiante que haya aprobado Teoría y Análisis Literario I.
“¿Vos me querés a mí?”, primera novela de Romina Paula se inserta en ese preciso espacio.
La novela toca varios tópicos de la insatisfacción juvenil y en su apuesta por una retórica ampulosa y vacía, desarrolla su problemática: la duda.
Enunciada desde el título, la duda es duda de todo: los valores familiares, el amor, la verdad, la sexualidad, las fantasías, la normalidad, la muerte y el psicoanálisis.
Para leer el resto del texto, pulse aquí.
martes, octubre 02, 2007
lunes, octubre 01, 2007
Micronesia
[Microrrelato publicado en Perfil por nuestro escritor en boga, SMD]
Estoicismo para lactantes
Por supuesto que yo también tuve padres, niño. Y que mis padres tuvieron padres. ¿Qué más quieres saber? Ya te lo he dicho. Éramos multitud. Estábamos aquí desde siempre; teníamos un linaje más antiguo que la hierba. Vestíamos pieles de bestias rastreras. Desollábamos serpientes y cubríamos nuestras vergüenzas con angostas escamas. Y pasábamos frío. No creas, niño, que no pasábamos frío. Sufríamos los inviernos y nuestra gente era diezmada por el viento del Norte. ¿Qué me puedes decir tú? ¿Te gustan tus estufas, tus bufanditas? Nosotros moríamos en los brazos de cualquiera, sobre la nieve. Metíamos los pies entre las vísceras de los cadáveres tibios. Encendíamos fogones con los bosques y asesinábamos por dormir junto a las brasas.
¿Te preguntas, niño, por qué Dios nos daba la espalda? Pues no había un Dios magnánimo. Más bien, criaturas caprichosas que hacían sus cosas sin meditar. Una lloraba y hacía llover, otra eructaba desde el Sur y traía la primavera. Ahora le llaman animismo, niño. Pero, qué podrías saber tú de animismo, si te despiertas cada mañana y te acercan calostro caliente a la cuna.
¿Quieres saber si teníamos un rey? Claro que sí, muchos. Nerón, se llamaba el mejor. Era imponente. Entraba a palacio entonando la lira y todos callaban. Nos dejó tan joven... Dicen que incendió Roma. ¡Falso! El hombre estaba en Anzio, ajeno de todo, concupiscente con las Camenas. Dicen que mató a su madre. Puede ser. Que mató a su hermanastro. Pareciera que sí. Que instigó la muerte de su tutor. Seguro, cualquiera hubiese hecho lo mismo.
Es que tú no conociste a Séneca. Intrigante, jactancioso, indolente. Todavía lo recuerdo, niño. Llega el centurión y le anuncia: Nerón quiere que te mates. Séneca como si nada. Se mete en la tina y se corta las venas. Pero la sangre apenas mana; es un hilito viscoso y morado que ensucia su brazo izquierdo. Pasa el tiempo y el militar se impacienta: Señor, ¿podría hendirse el puñal detrás de los tobillos? Sí, claro, y se tajea de nuevo. Percibe, con decepción, que cada diástole apenas impulsa la sangre. Con dos cortes más podremos sortear esta demora, ministro. No hay problema, responde el viejo y se hiere detrás de las rodillas. Pero no hay caso: la hemorragia no mata.
Al centurión se le hace tarde. Se le ocurre decapitar al anciano; lo sugiere. Pero Séneca quiere cumplir con precisión las órdenes de su entenado. Exige a su médico que prepare un poco de cicuta. Toma un primer trago y espera. Tráiganme otro, pide al rato. Apura una segunda dosis. Nada. Sigue divagando: “Lo importante es no oponer resistencia cuando se aproxima lo inevitable”, dice a sus hijas. También adoctrina a su mujer: “Has nacido mortal. Has parido mortales. Debes pensar en todo. Esperarlo todo”.
Finalmente, propone una solución. Llévenme a los baños, reclama. Y que me cubra el vapor. El vapor lo cubre y, entonces sí, niño, Séneca se desvanece en el aire.
Ahí están. Nerón y Séneca: mis hermanos. ¿Qué más quieres? ¿Te intriga saber si teníamos contacto con los muertos? ¿Ansías saber de dónde vinimos? Pues a mí no se me antoja contártelo ahora. Quédate con esto. Y cada vez que te compren guantes de lana, cada vez que te pongan la camperita impermeable, acuérdate de Séneca, niño felón. De Séneca y de su máxima: “Nadie nace impunemente”.
viernes, septiembre 28, 2007
Conozca el interior
El próximo fin de semana largo: ni Cataratas ni Calamuchita, ni Punta Tombo ni Tafí del Valle. La opción es una sola: Pringles, provincia de Buenos Aires.
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JORNADAS PREPARATORIAS
PRIMER CERTAMEN REGIONAL DE DECLAMADORAS DE POESIA-2008
PROGRAMA:
Viernes 12 de octubre de 2007:
- "Poesía, ritmo y oralidad", taller a cargo de Daniel Link.
- "VOZ ALTA Poesía, oralidad y declamación", conferencia a cargo de Jorge Monteleone.
- "Cabaret literario", performance a cargo de la poeta Gaby Bejerman.
Sábado 13 de octubre de 2007:
- "Declamación y disciplinamiento de la voz: la enseñanza de la lengua en la Argentina del aluvión inmigratorio", conferencia a cargo de María Celia Vázquez.
- "Voz y memoria", taller interactivo a cargo de Teresa Arijón.
- "Cierre de las Jornadas Preparatorias", a cargo de Arturo Carrera.
- "Caravana de las declamadoras", puesta en escena de Vivi Tellas.
Las actividades con certificados de asistencia requieren inscripción previa. Cupos limitados. Inscripción gratuita.
Por e-mail a jornadas@estacionpringles.org.ar
jueves, septiembre 27, 2007
miércoles, septiembre 26, 2007
Último tren a Pringles
Narrador bonaerense, el 30 de septiembre cierra Indio Rico. Corre a la estafeta postal más cercana. Gracias y suerte.
martes, septiembre 25, 2007
Otro durísimo revés
[Buenos Aires/ Escala 1:1, vía la Fundación Iracundos los Niños]
(...) Como es de esperar, el resultado es relativo, con algunos cuentos muy logrados, otros simpáticos y algunos que son definitivamente un asco. Los más, para hacer honor a la verdad, son un asco, y probablemente una de las cosas divertidas de estas recopilaciones generacionales es que le permitirán al escritor longevo observar cuántos de estos escritores alcanza producir un texto medianamente atendible y cuántos se pierden en la furia y el ruido de la industria cultural.
Más bilis, por aquí.
lunes, septiembre 24, 2007
viernes, septiembre 21, 2007
Un chino en bicicleta
Tal es el título de la novela con la que nuestro traductor estrella, Ariel Magnus, acaba de obtener el Premio La otra orilla 2007, de manos de nuestro jurado estrella César Aira, y el escritor colombiano Santiago Gamboa y la española Nuria Amat. Todo esto sucedió en Cali, Colombia, algo así como ayer.
(Edita Norma, y el premio en metálico son treinta mil dollars, caramba.)
jueves, septiembre 20, 2007
Pero, Mairal...
Acá Pedro Mairal dice que dudó y dudó acerca de su texto para nuestra antología. Que reescribió dos cuentos que no lo convencieron.
Finalmente no nos envió ninguno.
Ahora se lamenta un poco, él (y nosotros):
“Recién ahora me doy cuenta de que quizá podría haber mandado esto que copio más abajo, sobre las idas a Constitución con Cucurto, y haber hecho ese enroque: Cucurto en Barrio Norte y yo en Constitución...”
martes, septiembre 18, 2007
lunes, septiembre 17, 2007
De la heptalogía
Mañana y pasado, a las 19 hs., en el CCC, "La paranoia", de Rafael Spregelburd (autor también de Bizarra, de próxima aparición por Entropía).
viernes, septiembre 14, 2007
Entropía: ahora en tres tamaños
jueves, septiembre 13, 2007
Oferta por tiempo limitado
Narrador bonarense, que no te tiente el oropel del Malba, ni el pasaje en business por Air Madrid.
La opción es Indio Rico. Sin contubernios de preselección. Leen todo y dan su veredicto: Alan Pauls, César Aira, Daniel Link.
Convoca: Asociación Estación Pringles, presidida por Arturo Carrera. Nosotros publicamos al ganador.
Todavía hay tiempo: cierra el 30 de septiembre.
Las bases están acá.
miércoles, septiembre 12, 2007
The Man Comes Around
Costó, pero aquí está: este domingo, por primera y única vez en el año, Sebastián Martínez Daniell, nuestro novelista más esquivo, accede a compartir sus textos en una lectura pública.
La cita es en Casa Brandon (Luis M. Drago 236), a las 18:00.
También participan: Claudia Feld, Alejandra Laurencich, Guillermo Martínez y Ana María Shúa.
Todo coordinado por Elsa Drucaroff.
martes, septiembre 11, 2007
lunes, septiembre 10, 2007
Highlights
[La Boca / "Quinquela", por Iosi Havilio, de Buenos Aires/Escala 1:1.]
1.
Alberto, el encargado de mi edificio, dice que en el ´89, cuando lo echaron del ministerio, le agarró tanta bronca contra el gobierno que decidió entrar a robar al museo. Me lo dice en la terraza, mientras cuelgo la ropa, un domingo de mucho calor. Vení, dice y me hace señas con la mano para que lo siga. Ves, dice, subimos por ahí atrás, por el patio de la escuela. Nos trepamos al muro ese, pasamos del otro lado, y caímos justo en el primer piso del museo. De acá no se ve, dice. Fue con el ex-cuñado, que es un degenerado. ¿Y qué se llevaron? Dos cuadros, uno para cada uno. Él se quería llevar todo lo que había, las sillas, la mesa, el piano, es un falopero. Vuelvo a colgar la ropa que queda y Alberto me sigue, me da detalles. Dice que se llevaron los cuadros con marco y todo y que salieron por adelante. Quién se iba a fijar, esa época era un quilombo, me explica. ¿Y qué hicieron con los cuadros? Los tengo en el sótano, abandonados. A mi cuñado no volví a verlo más, vive para la droga. Si querés, me dice Alberto, un día de éstos bajamos y te los muestro. ¿Vos entendés un poco, no?, dice y me da una palmada en el hombro con la mano bien abierta. Está contento. Cuando llego a casa, con la película que me acaba de contar Alberto en la cabeza, abro la ventana y me asomo para ver el frente del museo. Está recién pintado.
2.
Otro día, el mismo verano, saliendo de casa. Alberto, parado en el escalón más alto de la entrada del edificio, me da un codazo y señala con el mentón a dos chicas que pasan caminando del otro lado de la calle, por la ribera. Son dos chicas del barrio que me parece haber visto, en el supermercado chino, o en el playón ensayando con la murga. Usan unos tops mínimos que les aprietan las tetas tanto que parecen crecer a cada paso. Una es rubia y la otra morocha. La rubia lleva unas calzas rojas y la morocha una minifalda igual a una vincha. Alberto, sin mirarme, con la boca abierta, cierra el puño de la mano derecha, dobla el brazo y hace tres o cuatro movimientos frenéticos. Que dan miedo. Les doy, me dice al oído. Y a mí me sale sonreír y mover la cabeza como un caballo manso. ¿A las dos? Alberto se ríe como un perro. Yo le sigo la corriente: ¿Pero cuántos años tienen, trece, catorce? Él se lleva el dedo índice a la boca como las enfermeras en los pósters. Me agarra del brazo y me lleva hacia él. Les doy en el sótano, me dice otra vez al oído, vienen solas, y cuando se van me dejan guita. Me suelta y yo repito la última frase: ¿Te dejan guita? Sí, dice, diez, veinte mangos.
3.
Afuera sopla un viento muy frío y arremolinado que en otras partes de la ciudad no se siente. Llamo el ascensor. Alberto aparece de golpe, viene del sótano. Te acordás de los cuadros que te dije, bueno, estuve pensando, tengo algo para proponerte, un negocio. Vos que conocés gente que pinta, no querés ver si le interesan a alguien, yo qué sé, quizás aparece un tipo, un tipo de confianza, que no pregunte mucho, y se lo tirás así, a la pasada, le decís que vos no tenés nada que ver, que son de un amigo, de un conocido, que a vos te los ofrecieron, pero que no te interesa, y si el tipo agarra, vamos mitad y mitad, yo tengo auto, se los puedo llevar a la casa. ¿Qué decís? ¿Cuánto pueden valer? ¿Te animás? Puede ser, dejame ver, le digo y me apuro en cerrar la puerta del ascensor. La idea me deja perplejo. Cuánto pueden valer, veinte, treinta, digamos diez mil porque al fin y al cabo son robados, y eso un marchand o un coleccionista tiene que saberlo. Diez cada uno, diez para mí, diez para él. Si se vende uno solo, cinco y cinco, tampoco está mal. Levanto los ojos y me sorprendo en el espejo del ascensor, con el ceño fruncido, haciendo cálculos.
Completo, acá.
viernes, septiembre 07, 2007
Stats
LOS QUE COMPRARON OBRAS DE DIEGO MUZZIO TAMBIEN COMPRARON:
Hay que Sonreir, Luisa Valenzuela
Fotocopias, John Berger
En Tinieblas, Leon Bloy
Sobre las Propiedades del Retrato Fotografico, John Berger
Open Door, Luisa Valenzuela
LOS QUE COMPRARON MOCKBA TAMBIEN COMPRARON:
Carta Abierta sobre la Intolerancia, Roberto Gargarella
Contra Ratzinger, Anonimo
Cosa de Negros, Washington Cucurto
Cria de Asesinos, Andres Rivera
En Tinieblas, Leon Bloy
jueves, septiembre 06, 2007
¿Sabemos más que un chico de quinto grado?
miércoles, septiembre 05, 2007
Precios bajos, todos los días. Siempre.
Otras antologías:
"En celo" (Mondadori): $34.-
"La joven guardia" (Norma): $31.-
"Una terraza propia" (Norma): $31.-
Antologías de Entropía:
"Buenos Aires/ Escala 1:1": $29.-
martes, septiembre 04, 2007
Cómo estar solo
[Los estantes vacíos, por Alejandro Soifer vía El interpretador]
¿Cómo escribir sobre un libro del que ya se ha dicho tanto? Intentémoslo.
Tenemos entonces, quince relatos agrupados en un libro con ciertas continuidades temáticas y argumentales tanto como formales y de procedimiento.
Podría establecerse como plano de lo narrado el espacio y el tipo de personajes que se repiten en los relatos. Tenemos hombres y mujeres de entre 20 y 30 años, de clase media – media baja (en esa franja difícil de clasificar que algunos han llamado La generación del milqui: mil quinientos pesos de sueldo que obligan a la vida gasolera y el alquiler y los gastos compartidos con otro; compañero de cuarto o pareja) que intentan vivir y sobrevivir a la vida en la época del ningún- ismo.
Establecer que hay una repetición de arquetipo de personaje que se reproduce a lo largo de los quince cuentos es un mecanismo crítico productivo porque permite hablar del desplazamiento de personajes y situaciones como una constante en la construcción del libro. Una idea básica se desliza: no importa el personaje, importa la situación. Los personajes entran en un juego de enroques permanentes, un desplazamiento que sigue la línea de toque de de significantes vacíos. Como si de jugar el Juego de la mancha se tratase, un nombre propio que representa a un personaje en un cuento le pasa la mancha o el significado a otro personaje, otro significante, en otro cuento, permaneciendo ese significado inmutado en el traspaso. No hay una delimitación de los personajes tal que permita el juego de las diferencias sino que hay un montón de nombres propios actuando como marca y posibilidad de encadenamiento, deslizamiento del significado (ese condensado que incluye situaciones y escenarios similares en desplazamiento a lo largo de los cuentos) de cuento en cuento, de personaje en personaje (lo que es lo mismo en este caso, de nombre propio en nombre propio) lo que lleva a pensar una categoría excesiva pero posible y esclarecedora: un Archipersonaje como presencia previa, como personaje que deviene personaje encarnado en los nombres propios que saturan los relatos.
Sigue, bastante, por acá.
lunes, septiembre 03, 2007
viernes, agosto 31, 2007
jueves, agosto 30, 2007
lunes, agosto 27, 2007
Talking' Bout A Revolution
[Literatura y mercado, vía Rufián Melancólico]
(...) Esas apuestas cortoplacistas de la ganancia inmediata llevan indefectiblemente a la pérdida: pérdida de lectores, pérdida de posibilidades con libros editados que terminan en saldo porque nadie se siente motivado a apostar por un escritor joven argentino.
Lo más irónico es que la literatura argentina contemporánea queda relegada al lugar de lo no-mainstream y se genera un nicho de mercado que es el que está sabiendo aprovechar la revolución llamada Editorial Entropía.
Entropía publica algunos de los mejores libros de literatura argentina contemporánea, apuesta a la calidad, el diseño, el precio, la selección y los nombres poco difundidos. Y gana.
¿Gana dónde? Gana en ese nicho de mercado que somos nosotros: lectores obstinados, estudiantes de humanidades, apostadores a una nueva narrativa, gente que ha logrado superar sus prejuicios (hasta hace un año y pico sólo leía literatura francesa y norteamericana), intelectualoides de blog, gente que asiste a lecturas, etc.
Todo, acá.
jueves, agosto 23, 2007
Mártires
[microrrelato de Iosi Havilio, publicado en Perfil]
Muy temprano, demasiado, un estruendo de trompetas, bombos y platillos, irrumpe en el supermercado chino de Olavarría y Martín Rodríguez. Un sonido explosivo que intento esquivar como si viniera seguido de un golpe o de esquirlas. Los chinos también se sorprenden. Incluso alguno se anima a dejar su puesto en la caja para dar unos saltitos hasta la vereda. Para ver qué hay. Me apuro en comprar lo que vine a buscar: pan, café, manteca, detergente y algo de fruta. En la caja, para ir desasnándome, le pregunto al chino adolescente qué pasa afuera. El chino me sonríe, y con una mano toca una trompeta imaginaria. Salgo y lo que se ve en la esquina, a unos treinta metros, delante de la iglesia, es lo más parecido a una película sobre la mafia. Un película de época y de bajo presupuesto. Una celebración.
La calle está cortada por un autobomba. La banda, integrada por hombres uniformados, igual a carteros antiguos, con boinas y atriles portátiles, no para de tocar. Son músicos octogenarios que inflan los cachetes, le pegan al parche, o hacen chocar los platillos con una parsimonia asombrosa. El repertorio se compone de cinco o seis canzonettas y un par de arias que se repiten aleatoriamente con intervalos de cinco segundos entre una y otra. A parte de la banda, están los fieles que serán en total unos cincuenta, mayoría de mujeres mayores y chicos chicos, y el público en general, que pasa ocasionalmente por la esquina, una esquina inevitable un domingo por la mañana. Ahora que levanto la vista veo un pasacalle en la entrada de la iglesia que lo explica todo: “Santa Molfetta Virgen de los Mártires”. De pronto, se abren las puertas de la iglesia y los fieles al unísono agitan pañuelos blancos para saludar a la figura de la virgen que sale en andas sostenida por cuatro curitas jóvenes. Tarde me doy cuenta de que estoy en la zona acordonada. En medio de la procesión, entre la virgen y la banda. Y tengo que ponerme a caminar para que no me atropellen. Alguien que no se deja ver nos conduce con un megáfono y va marcando el recorrido. Vamos por Olavarría, cruzamos Brown y después Necochea. La virgen me lleva hasta la plaza Solís, la de las historias macabras. La plaza de todos los dealers. Donde se consigue la droga más barata del mundo. Bordeamos la plaza y pasamos delante de la villa con vista al río. La villa chica, la villita. Delante nuestro, debajo de los puentes, por encima de la villa, el horizonte. Y la mecha encendida de los destiladeros del doke en lo otra punta. No se sabe por qué, por momentos, la banda deja de tocar y sin aviso, con vehemencia, vuelve con todo. En una especie de corral, al frente de una de las casetas de la villa, un cerdo gordo, a punto de reventar, rasca la tierra. Y no sé si no me mira. Nos acercamos al río y un barco de prefectura que echa vapor nos espera haciendo sonar su sirena. La virgen se embarca y los que nos quedamos en tierra firme la saludamos con una mano en alto. Con o sin pañuelo. Después, todos se empiezan a besar, algunos, emocionados, lagrimean. Me llega el turno. Dejo las bolsas del supermercado en el piso y me entrego al ritual. Un chico de unos quince años, bien morocho, las cejas tupidas, la frente brillante, peinado para atrás con mucho gel, se acerca para darme la mano y un beso en la mejilla. No sé por qué me nace abrazarlo. Fuerte, con ganas. Y por un instante, apenas, apoyo mi cabeza sobre su hombro. Tatuado en el cuello, un pequeño dragón escupe fuego cerca de mis ojos.
jueves, agosto 16, 2007
miércoles, agosto 15, 2007
Más ruido
Sigue en cartel –luego de seis meses– “Algo de ruido hace”, la obra de nuestra novelista Romina Paula (ahora, además, integrando la programación local del Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires).
Todos los miércoles (¡hoy es miércoles!) a las 21hs, en el Espacio Callejón.
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Clarin dijo esto:
“...Esta es la segunda obra de Romina Paula (28), que está a cargo de la dirección y la dramaturgia, pero además tiene el don del diálogo gracias a un oído absoluto para recrear situaciones orales y verosímiles.
El living de antes y la situación conversacional -tan afín al universo de Manuel Puig-, así como los silencios y la ingravidez de los varones, rápidamente atrapan el interés del espectador. Esteban Lamothe (Nacho) y Esteban Bigliardi (Colo) tienen algo más que un nombre en común. Simplemente hay que ver esas caras y esa gestualidad casi involuntaria, que bien les hubiera permitido ser estrellas del cine mudo...”
viernes, agosto 10, 2007
El contorno del deseo
[Microrrelato de Raúl Castro, publicado en el cultural de Perfil]
Cae, golpeando en las salientes, fragmentándose en infinitas partículas tremulantes, hasta sumergirse en sí mismo estrepitosamente, él.
Recoge unas palabras cercanas; mesa, vaso, ralladuras en la tabla de pino, algunas iniciales cuneiformes bajo la luz oblicua de la ventana; ve el viento en las hojas de la vereda y danza sin moverse, él.
–Sería mejor que no viniese –piensa–. Sería mejor.
Se amarilla con la tarde, se otoña, se envina mientras espera, él.
Si viniese tendría un vestido ligeramente verde, muy liviano, casi como dar vuelta la esquina, ella. Y frío. Porque refrescó.
Pero ya no tiene ganas de abrigar. Prefiere simplemente desear su ir llegando, el de ella. Imaginarla crecer desde la esquina, su pelo suelto, su andar viniendo.
Hay poca gente en la calle. Los coches pasan encerrados en su aire.
La vereda se pierde en la línea de fuga y el círculo rojo del vino va rodando por baldosas de vainilla su reflejo en el vidrio plano de la ventana.
No pasa casi nada, pero anochece.
Paga su vino, deja unas monedas sobre la tabla y se va caminando por donde esperó verla venir. Por donde ella vino muchas veces cuando era posible su llegada.
Atrás de sus pasos los árboles de la calle y las casas se disuelven.
A la vuelta de la esquina comienza el desierto. Una llanura de sal sin límites donde caminar o no caminar es casi lo mismo, salvo eso de mover las piernas. Pero la llanura no es de sal ni de arena, es un desierto de nada.
Se piensa un nombre: Juan.
Juan camina por un desierto de nada, pero puede nombrarse. Puede gritar su nombre. Eso sí, no hay eco. Todavía no llegó el momento de inventarlo.
Puede inventar el agua que es insípida, incolora e inodora, pero no tiene sed.
Si Juan tuviese sed, habría manantial y correría un río por el desierto.
Tiene dos materiales para hacer el mundo: la memoria y la imaginación. Le faltan ganas.
Prescindiendo de las ganas de Juan la nada se vuelve arena por propia voluntad. Una arena muy fina y blanca.
Mientras Juan deja correr la arena entre sus dedos, piensa que si no actúa todo volverá a ser como era, porque “lo mismo” quiere ser.
Detrás del horizonte, el humo negro de la vida flota sobre el contorno azul de la ciudad.
Si la imaginación está hecha del material de los recuerdos, piensa Juan, ¿por qué no pensar lo mismo?
Entonces piensa el bar con la ventana, y la vereda con baldosas de vainilla por donde ella, ahora sí, puede llegar.
Pasan los mismos coches y vuelven a pasar. Las mismas hojas vuelven a caer, la misma mujer del perro negro se detiene en el mismo árbol. Una película sin fin como las que se veían en las viejas máquinas a manivela de los parques de diversión.
Juan piensa sólo un fragmento de tiempo y ahora está cómodo en el retorno de lo mismo. Se recuesta en la góndola de una vieja calesita.
Todavía no está decidido a pensar su llegada, la de ella. No está preparado para verla dar vuelta la esquina y venir por la vereda de baldosas de vainilla, con su paso de encontrarse, pensando en él, ella, balanceando el encuentro con su andar vestido tan liviano a pesar del otoño.
jueves, agosto 09, 2007
El lenguaje de lo imposible
[texto de José María Brindisi, leído durante la presentación de Mockba]
Hace algunas semanas, a partir de los relatos de Mockba, se me ocurría pensar que, a su modo, Muzzio había revitalizado, y por qué no redefinido, aunque con apabullante clasicismo, los términos en que debíamos hablar del género fantástico en la Argentina de estos años. El género fantástico es, se sabe, el género por excelencia, porque trabaja más que ningún otro con la sugestión y con lo ambiguo; y en aquel entonces, cuando me tocó pensar y escribir sobre Mockba –y me disculpo por lo autorreferencial, pero apenas trato de ser coherente-, proponía leer estos relatos en el lenguaje de lo imposible: lo imposible, claro está, entendido como contracara de la medianía, de lo cotidiano, de lo previsible y, mucho más allá, de lo que nos es dado comprender o asimilar. Lo imposible es, también, la muerte, que aquí más que un imán se parece a un secreto, y que como tal debe ser guardado, e incluso negado.
Pero la muerte no sólo es, en este caso, el fin de todo, y sólo a veces es el comienzo de algo. Es más bien un rumor, y al mismo tiempo un meridiano; es el fatum, la fatalidad del destino, sólo que es un destino omnipresente, un destino que asfixia, que lo devora todo, un tatuaje, un mapa sin contornos ni nombres propios. Lo imposible es, en Muzzio, una utopía horrorosa: sus personajes transitan la vida como sombras, como un recuerdo de lo que nunca han sido. De vez en cuando deciden inmolarse: entre la pena y la nada, algunos eligen –fatídicamente- la pena, cuando su única salvación está en no hacerse notar y esperar, con mansedumbre, la muerte. Otros, en cambio, no tienen elección: son muertos vivos, y el horror en ellos es la posibilidad de que los arranquen de esa letanía, que vislumbren cualquier tipo de esperanza.
En su extensión total, aquí.
miércoles, agosto 08, 2007
Agenden
Talando Árboles
Una discusión sobre la situación de la literatura argentina y la industria editorial.
Cuatro jornadas de debate sobre la actualidad de los libros, las editoriales, las librerías, el periodismo cultural, los autores y los lectores. De la crisis a la explosión de las editoriales independientes, de las grandes editoriales a los suplementos culturales.
Durante agosto y septiembre Interzona Editora y Boutique del Libro Palermo Viejo organizan un ciclo de charlas con editores, libreros, periodistas y escritores orientadas a los interesados en los diversos aspectos del libro y su actualidad. Los encuentros se realizarán cada quince días, los días miércoles a las 19 hs en Boutique del Libro Palermo Viejo, Thames 1672.
PROGRAMACIÓN:
/ AGOSTO
• Miércoles 15 de agosto, 19 hs
Editoriales grandes y chicas.
Editoriales independientes y grupos: ¿Competidoras o complementarias?
¿Qué convierte a una editorial en independiente?
¿Las editoriales más chicas se encasillan?
¿Es el lugar que les dejan o el que eligen?
El rol de los editores. Los autores: ¿cómo eligen dónde publicar?
Relación con los mercados exteriores. Traducciones. Importaciones y exportaciones.
Ediciones pagas, concursos, criterios de selección y exclusión. Políticas editoriales.
Vínculos con librerías, con la academia y con los medios.
Participan:
* Alberto Díaz, editor (Emecé y Seix Barral, Grupo Editorial Planeta)
* Adriana Hidalgo / Fabián Lebenglik, editora (Adriana Hidalgo)
* Valeria Castro, editora (Entropía)
* Juan José Becerra, escritor
Coordina: Gabriela Adamo
La programación completa, por acá.
martes, agosto 07, 2007
¡Editores independientes, uníos!
Declaración internacional de los editores independientes, por la protección y la promoción de la bibliodiversidad:
Preámbulo
El papel de los editores independientes, como actores esenciales de la difusión de ideas, de la construcción del ser humano, se encuentra hoy gravemente amenazado en el mundo entero. La bibliodiversidad –la diversidad cultural en relación al libro– corre peligro.
Los editores independientes padecen intensamente los efectos de la globalización económica, que favorece la concentración financiera de este sector, dominado hoy por grandes grupos que poseen los recursos económicos, los medios de comunicación y mecanismos de difusión. La uniformización de los contenidos está en marcha.
La lógica puramente financiera empuja el mundo editorial hacia una mercantilización incompatible con la creación y la difusión de bienes culturales. A pesar de ello el libro debería ser un bien público.
Frente a estas amenazas, nosotros, 75 editores independientes de más de 45 países –entre los cuales hay representantes de colectivos que agrupan en total más de 465 editoriales– reunidos en París, en la Biblioteca Nacional de Francia, del 1º al 4 de julio de 2007 en el Congreso internacional de la edición independiente, reafirmamos nuestra determinación de resistir y actuar unidos.
Todo, todo: por acá.
lunes, agosto 06, 2007
Entre el sugerir y el mostrar
[reseña de Opendoor, por Solana Schvartzman, vía no-retornable]
Al leer Opendoor, la ópera prima de Iosi Havilio, en seguida me vinieron a la mente las siguientes palabras de Eduardo Grüner: “Si hay un imperativo ético para la poesía y el arte (…) es la de no dejar de buscar esa representación… pero guardarse muy bien de encontrarla. Es la reivindicación simultánea del anhelo y la imposibilidad: y ya sabemos muy bien lo que nos advirtió Freud sobre la satisfacción del Deseo: que es siniestra.”
En Opendoor conviven dos sensaciones distintas. Por un lado la sensación de una búsqueda siempre frustrada: montones de enigmas no resueltos, empezando por la voz de una protagonista que no tiene nombre y que se nos presenta más como configurada por los hechos que como propietaria de su accidentado andar. Por otro lado, y en paralelo, nos encontramos con la sensación de que la novela mete el dedo en la llaga, muestra en forma siniestra lo que a veces parecería mejor no ver: el modo en que un cuerpo suicida cae al suelo, el rostro de un cadáver, el beso entre dos hermanos.
Todo en texto, acá.
viernes, agosto 03, 2007
jueves, agosto 02, 2007
¿Valdrá la pena?
¿Servirá para algo? ¿Se venderán más libros?
¿Algún autor de la casa está particularmente interesado? ¿Alguno se ofrece como caso testigo? ¿Molina, Havilio, Muzzio, Link?
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Opción Libros lanza su quinta convocatoria.
El objetivo de este programa de Fomento a la Diversidad Bibliográfica es auspiciar y difundir la tarea de las pequeñas y medianas editoriales, facilitando la llegada y promoción de sus títulos en las librerías adheridas.
Las bases completas, acá.
miércoles, agosto 01, 2007
martes, julio 31, 2007
lunes, julio 30, 2007
Generación 00, del intimismo al blog
[vía Clarín]
Joven Guardia, Generación 00 o Nuevos Narradores Argentinos, son algunas de las etiquetas que se utilizan para nombrar a los creadores nacidos en la década del 70 que hoy construyen su espacio dentro de la escena literaria. Una de sus principales señas de identidad es que, a diferencia de generaciones anteriores, tienen un desarrollado sentido de manada: impulsan encuentros de lectura y mantienen un contacto casi compulsivo a través de blogs.
Quizás sean estos elementos los que expliquen que las editoriales suelan publicar sus relatos en forma de antologías. Primero fue La Joven Guardia (Norma, 2005), que va por su tercera edición. Allí estaban reunidos muchos de los autores sub-35, desde los "afamados" (Cucurto o Pedro Mairal) hasta los casi desconocidos (Gisela Antonuccio, Oliverio Coelho y Germán Maggiore).
Acaba de publicarse En celo (Mondadori), donde varios de estos autores escriben sobre sexo, y dentro de poco será el turno de Buenos Aires Escala 1:1 (Entropía), que reúne textos sobre los barrios porteños. En noviembre, el fenómeno se verá reforzado con la llegada de una nueva antología sobre casos policiales.
"Hasta ahora, la relación entre los escritores y las editoriales era individual. En nuestro caso, ese vínculo funciona de una manera más comunitaria y autogestiva", explica Maximiliano Tomas, antólogo de La Joven Guardia. "Además, los integrantes de esta nueva generación no tenemos problemas en convivir dentro un mismo proyecto", agrega Diego Grillo Trubba, responsable de En celo. "No existen esos prejuicios personales o estéticos comunes entre los escritores".
Despojadas de los valores políticos de sus padres, las obras de estos nuevos narradores muestran predilección por los universos íntimos. Los grandes temas históricos, sociales o culturales aparecen casi siempre como música de fondo de relatos personales, en el borde de lo autobiográfico. Mucho más importante es la presencia de elementos de la cultura contemporánea como la televisión, los viajes y la angustia urbana. "No somos la generación de la dictadura, ni la de Malvinas. Fuimos los tipos que nos formamos bajo el menemismo, con el desempleo masivo, el acceso inmediato a la información y la posibilidad de salir a conocer el mundo", sostiene Tomas. Gisela Antonuccio, una de las mujeres del grupo, suma otra idea: "Yo creo que todo relato es político de alguna manera, pero en nuestro caso la política atraviesa lo literario de una forma mucho más individual que colectiva. Quizás es una literatura menos militante, donde las tomas de postura suelen ser personales".
La Joven Guardia presume de ser el primer libro argentino leído y criticado en Internet. Esa es otra marca de esta generación: la pasión por la cultura digital, principalmente por los blogs. La mayoría tiene uno y lo utilizan tanto para construir y difundir sus obras como para relacionarse. "Durante los últimos años, a partir de los blogs se ha conformado una especie de comunidad alternativa de autores y editores", afirma Juan Manuel Nadalini, de la editorial Entropía. "En esas comunidades circulan y se debaten las nuevas obras de la narrativa argentina y muchas editoriales independientes, como la nuestra o Tamarisco, se nutren de los autores que circulan por blogs".
Los referentes literarios de la Generación 00 son tan variados que es inútil buscar un denominador común que pueda dar idea de una estética compartida. Los une, eso sí, una mirada respetuosa y tolerante sobre los exponentes de la generación anterior como Rodrigo Fresán, Juan Forn o Pablo De Santis. "Muchos nos hemos formado en talleres dictados por escritores apenas más grandes que nosotros, y por eso creo que no hay demasiadas rupturas ni rebeldías", reflexiona Antonuccio. Un poco más picante, Juan Terranova, impulsor de la antología Buenos Aires Escala 1:1, dispara: "En la década del 70, Manuel Puig sacaba una novela y la leían todas las lectoras de Para Ti; vendía miles de ejemplares. Desde hace mucho que eso no ocurre con los escritores argentinos de ficción. ¿Qué sentido tiene, entonces, cargar contra autores de otras generaciones a los que casi nadie lee?"
Para cerrar, Tomas reflexiona: "Los escritores de los 80 escribían contra Borges, contra Cortázar, contra Sábato. A nosotros esos autores ya nos quedan a 30 años de distancia, no hay necesidad de rebelarse contra ellos. Para bien o para mal, nosotros no matamos a ningún padre".
viernes, julio 27, 2007
jueves, julio 26, 2007
Pequeñas muertes
por Fernanda Nicolini, para la revista Llegás
Se sabe: la muerte y el sexo son los dos grandes núcleos que estructuran la psiquis humana, los que moldean o alteran conductas, los que paralizan o arrojan a la acción. Y por eso suelen convertirse en obsesiones temáticas. Diego Muzzio (Buenos Aires, 1969, con tres libros de poemas publicados y uno de relatos para chicos) escribe doce cuentos atravesados por la muerte y es conciente del riesgo que conlleva lanzarse hacia Un Gran Tema. No es casual que uno de sus personajes diga : “Morand hizo un comentario (…) que derivó en un lamentable debate sobre el misterio de la muerte y el más allá, un diálogo plagado de lugares comunes con ribetes trascendentales y metafísicos”. Porque precisamente en estos relatos la muerte no se presenta como idea trascendental ni como materia elegíaca, sino que aparece –y se la nombra- como un elemento concreto que empuja a través de cosas, sujetos, recuerdos, supersticiones y sucesos insólitos, cada una de las historias que salen a la superficie.
Y a pesar de que proliferan los cementerios, las enfermedades, los sepultureros y las lápidas, en cada relato se construye un universo propio, diferente. Desde la procesión de un apestado durante los años de la fiebre amarilla, inhumadores que nunca se acostumbran al momento de la cremación, un grupo de rateros que debe robar un cadáver por encargo, un sacerdote que se va derrumbando con cada misa de entierro, un apostador que se aprovecha de la superstición ajena para recuperar su plata y un elefante que se siente convocado por un muerto obeso, hasta adolescentes que ensayan Antígona y un taxista fabulador con pretenciones de escritor. Personajes de todo tipo, escenarios disímiles.
Quizás en este afán de diferenciar las atmósferas y de variar la voz narrativa, por momentos lo menos logrado sea el registro. Con una escritura extremadamente correcta –a veces en exceso, como si la literatura “pop” de los últimos años hubiera pasado desapercibida para el autor-, ciertas voces carecen de verosimilitud en sus discursos. Sucede especialmente cuando intenta reproducir el habla popular (el operario que inhuma cuerpos en “Albino”) o machaca las limitaciones linguísticas de ciertos personajes (los rateros en “Posibles nombres para un perro”). La solidez descansa, entonces, más en la trama que en los tímidos riesgos estilísticos.
Un punto interesante es la lateralidad del contexto social, contexto que nunca se presenta de manera frontal –algunos cuentos casi no tienen marcas temporales- pero que al lector se le va revelando en pequeños detalles que en algunos casos se vuelven clave: sucede en “El cementerio central”, último cuento del libro, donde la muerte, aquí sí, se vuelve materia de reflexión a través del delirio de un arquitecto obsesionado con erradicar los cementerios de las ciudades y centralizarlos en algún lugar de la Patagonia, y se entrelaza con la desaparición de personas durante la última dictadura militar. “Nadie puede pensar en la muerte durante tanto tiempo impunemente”, escribe el personaje, frase que se resignifica a la luz del marco histórico.
Sin duda, el título Mockba resulta acertado: nombre del cuento más extenso e inquietante de la serie, es la historia del empleado de un cementerio que encuentra una lápida con su nombre. Luego conocerá a las hijas de su homónimo muerto, mellizas comunistas fanatizadas con Lenin, y formará con ellas un trío de amor a la par que se desencadenará en él una estremecedora nostalgia por un lugar nunca conocido: Mockba, que en ruso significa Moscú. Para él Mockba es sinónimo de cementerio, pero a la vez un sitio anhelado. Es en este cuento donde se ve cómo la obsesión temática opera como pulsión: la muerte se vuelve parte del deseo, da vida y sentido a los personajes, para cerrar un círculo perfecto.