Una novela acerca de lo cotidiano que pone en duda qué es
vital.
En el blog Libros, Instrucciones de uso
Por Claudia Aboaf
En el blog Libros, Instrucciones de uso
Por Claudia Aboaf
Como un ángel caído –el clima de la novela recuerda a Alas
del deseo de Wim Wenders, mezclado con destellos inteligentes y actuales de
Lorie Moore–, la protagonista sobrevuela la ciudad. Tal vez desobedeció (a Dios o a la Madre) y
es una rebelde o solo arrastra tristeza por la creencia de que existe un cielo,
uno donde se está mucho mejor, claro.
Gravita en tierra desconocida. Mira la vida para adentro y para afuera:
«Calibrar el peso de mi propio centro para no caerme de costado». «Hacer
planes. Cocinar e invitar amigos a comer. Salir de noche. Dar vueltas en la
cama. Tenderme como una prenda mojada, para que escurra toda el agua, hasta
recuperar la forma del cuerpo. Enredarme en la madeja del insomnio». «Se mueve
como por brazadas, desplazándose del mismo modo que en esos sueños en los que
quiere correr pero la voluntad no alcanza».
No se decide: «Si hay que vivir, bueno. Pero cocinar ya es
rendirle tributo a la vida. Y no es ése el plan en este momento. No quiero
seguir, pero sigo». «Ahora somos tantos los que queremos ser algo, que es tan
difícil sobresalir como enganchar un fideo en el agua hirviendo con el
tenedor».
Los ángeles caídos caen pero recién tocan el suelo al
enamorarse de algún o alguna madeja de problemas o de un microgesto que él, el
ángel considera profundamente humano. Así, la protagonista declara: «Soy una
mamá, pienso».
Por momentos, Partida de nacimiento (acta que determina un
acontecimiento, el nacimiento, o sea, la existencia de una persona) parece
narrar más la partida por la puerta 4, el llamado a subirse en un avión que la
devuelva al cielo. O podemos pensar que a la protagonista aún no le han dado su
partida, su acta, y tiene 30 años de no nacida. Es un trámite sin terminar. Y
aún así, o tal vez por eso, porque está aprendiendo, es una experta. La
narradora presta mucha atención a lo cotidiano: es una madre, es una ex, es
también «de esas personas que nunca hacen lo debería estar haciendo» y sin
embargo hacen. «¿Es posible aún así tener una hija hacer las compras tomar una
cerveza? »
La delicia en la lectura de esta novela está en recorrer con
la protagonista el mapa que nos brinda de su quehacer diario, con una mirada
nueva. Se pregunta si es linda, si es fea, si eso importa. Un viaje o dos a una
clínica, un lavado de estómago, el rol que actúa Madre, así con mayúscula. Algo
de la relación con Padre. Las catorce mudanzas.
Hay muchos detalles: «Pasar una noche de largo. Recostada,
ensayar posiciones, una especie de Kama Sutra del insomnio. Recorrer la
superficie del colchón, como la aguja del reloj hasta dar con los pies en la
cabecera. Enredarme entre las sábanas (…) hacer cuentas, cálculos…Respirar».
La relación diaria con su hija, la ancla, la determina,
«bailan juntas en el living», pero también “la saca de quicio».
Hay un viaje a la playa, hay un ex, hay amigas. Hay poesía.
Pero, ¿se puede vivir esperando la partida de nacimiento?
Ser por fin una existencia: ¿qué lo determina?
Este ángel caído, la protagonista, descubre, como les suele
pasar a los ángeles caídos, un amor irremediable por algún humano imperfecto o
que, mientras degusta la pulpa de una cereza y retiene el carozo deslizándose
entre los dientes, algo de esa consistencia maciza, es el último empujón que
salva la distancia entre él y el suelo.
Poder sentir.
Una pregunta a la autora
P: ¿Importa, acaso?
R: Importa, siempre y cuando no sea muy serio.
Virginia Cosin nació en Venezuela, pero sus primeros
recuerdos son de la Argentina, país que la adoptó a los cinco años y que ella
adoptó a su vez. Su formación académica fue mucho más una deformación: estudió
cine, filosofía, ciencias de la comunicación y y teatro, pero nunca estudió
letras, aunque desde muy chica estuvo en contacto con libros, porque en su casa
no había ni una pared sin bibliotecas. Escribe desde siempre y publicó su
primera novela, Partida de nacimiento, en el año 2012. También colabora en
suplementos culturales y blogs, como la revista Ñ del diario Clarín, la revista
digital Otra parte y Eterna cadencia. Coordina encuentros de lectura y de
escritura.
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