lunes, febrero 29, 2016

sobre Los incapaces

Damián Ríos, editor de Blatt & Ríos, leyó Los incapaces, de Alberto Montero, y dijo esto:



No es que lea todos los libros que compre ni tampoco todos los libros que reciba, aunque casi siempre leo todos los libros que me envía la editorial Entropía, en parte porque respeto el trabajo que hace y en parte justamente porque admiro el trabajo que hace, sobre todo en lo que respecta a primeros libros y en general con toda la política de autor que tiene. Se me ocurre que son un modelo o son uno de los modelos que tenemos las editoriales. Luego de esta larga introducción voy al punto:

Desde hace dos días estoy leyendo LOS INCAPACES de Alberto Montero, editado por Entropía. Montero nacíó en 1954 y esta es su primera novela. En la contratapa hay referencias a Thomas Bernhard y la referencia se hace ineludible cuando unos se pone a leer la novela, que, digamos, atrapa desde la primera página. El narrador se propone escribir al fin una novela, LOS INCAPACES, y su potencia expresiva y su talento para la subordinada y la digresión hace que esta primera novela sea una sola oración. Una oración que se extiende por 379 páginas, más de 100000 palabras. Casi una proeza estilística, pienso, y tal vez lo sea pero LOS INCAPACES es mucho más que eso. la novela crece en tensión narrativa a medida que avanza. En un momento la novela se hace insoportable por esta tensión entre el narrador, su familia, su ex pareja, su casa. Su casa a la que dedicó mucha energía para construirla y que termina odiando y que de alguna manera se transforma en una cárcel para él. De hecho la novela trata sobre el narrador y su casa y el lugar donde la emplazó: Clayburg, que podría ser Claypole o algún otro rincón del GBA. Si llevo leídas más de 150 de las 379 páginas de las novela quiere decir que me parece más que recomendable, una novela que tiene una sola oración, una sola frase, un solo párrafo, un solo punto y que trata sobre un personaje que está solo. Es más, tengo una batalla personal en cada página porque todo el tiempo entiendo que está a punto de poner un punto, un punto y seguido, pero no, el narrador solo sólo se las arregla para eludir ese punto y me lleva hasta el punto final, aparentemente, el último, el único, el definitivo, el final.

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