Últimas noticias de la escritura, por Héctor Pavón para la
revista Boca de Sapo.
Elogio de lo inestable. Algo, por caso una novela, una
máquina de escribir o una libreta verde de notas cobra la apariencia de lo
sólido. A primera vista pero, sometido cualquiera de estos objetos a una
segunda vista o, si la curiosidad o el método del observador lo demandan, a una
tercera, la solidez se desvanece en el aire, en el movimiento o en la escritura
de Sergio Chejfec.
Este parece ser el método: caminar por una calle y una
ciudad hermanadas por el anonimato y dejarse cautivar por un objeto cualquiera.
Después operar un pasaje del objeto desde “el mundo real” hacia “el mundo de la
ciencia”, se trata de pensarlo, en esta instancia, como “un objeto de estudio”.
Los nombres de los primeros capítulos de Últimas noticias… remiten a una epistemología
ficcional: “Origen del ‘problema’” y “Modos de copiado”. Sin embargo, más
temprano que tarde, las analogías con el método científico también se
desvanecen, porque se trata de una ficción y al mismo tiempo de una puesta en
crisis. Caminar, dejarse cautivar y reflexionar sobre un objeto. Reflexionar
una y otra vez. Adoptar un punto de vista y otro y otro. Pero esta adopción,
dinámica, propicia un devaneo. No hay, Chejfec no parece necesitarlo, un rumbo
determinado.
Otro pasaje (siempre el movimiento): desde la narración como
vagabundeo físico hacia el ensayo como devaneo mental. Chejfec, el narrador,
camina, se detiene frente a la vidriera de una tiende y dice: “Ese soy yo, miro
con atención la libreta verde que está junto a un florero angosto, para apenas
dos flores, de un color parecido” (pág.16). La temprana inscripción del “yo” en
Últimas noticias… abre la dimensión del ensayo y favorece la puesta en crisis
del método científico. Se trata de una historia de la escritura, desde la era
manuscrita hasta la era digital, pero de una historia personal, narrada y
pensada desde las experiencias del “yo”.
Una constante atraviesa todas las experiencias del “yo”: lo
inestable. Chejfec construye un diccionario y una fraseología a su alrededor,
en sólo dos párrafos por ejemplo nos habla de lo precario, lo inseguro, lo
oscilante, de presencias no muy firmes y de motivos siempre poco claros para
escribir. Esta inestabilidad, producto de los cambios de puntos de vista y de
la reflexión permanente, se ha vuelto un estilo que lo sustrae de las
afirmaciones.
Una salvedad (matizada): “¿Alguien puede sostener con
seriedad que la escritura no existe? Sería como negar la lluvia. Pues bien, el
cuaderno al que me refiero viene a presentar muchos de los lazos hacia lo
escrito que se apoyan en la oscilante disposición hacia esa creencia” (13). Dos
actos de fe: creer en la lluvia y creer en la escritura, dos actos que Chejfec
necesita matizar (incluso la lluvia se muestra vacilante). Descomponer la
realidad mediante la descomposición de la escritura, menos que una lluvia, se
trata de una escritura que se deshilacha como una llovizna, que se dice y se
desdice en los vagabundeos y en los devaneos del narrador. Ese es su placer: el
de quien pasea bajo una llovizna de otoño.
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