martes, diciembre 06, 2016

Acá todavía en Revista África

Reseña de Acá todavía en Revista África, por Pablo Milani


Acá todavía trata sobre una espera, lo ineludible que pasa mientras uno espera lo irremediable, la muerte, con cierta agonía e ironía a la vez. Romina Paula (Buenos Aires, 1979), registra aquí, en su tercera novela publicada por Entropía, un desenlace, un fin que no quiere llegar a ser pero también un comienzo, un desprendimiento. La novela está escrita en primera persona, ella es Andrea, una mujer ambigua hasta en su sexualidad. Recuerdos de su amor de mujer en la adolescencia y de su padre y su madre junto a sus hermanos hacen de Acá todavía un recorrido no lineal, con bordes apenas reconocidos, que tienen que ver con una retrospectiva, pero que siempre conllevan implícito, una pérdida.  

En la escritura de Romina Paula hay una clara intención de no dejar nada donde está, de una cierta violencia en ese irreparable hachazo del tiempo, de negación, de ir hacia atrás en un tiempo retenido con historias que quieren pertenecer a algo o a alguien. Describe a la familia como algo idílico pero a la vez como registro de un vacío, de un volver a empezar cuando todo se lo ha llevado el tiempo. Habla de vaciarse, de luchar contra el tiempo por más que sea una batalla perdida, de sacarse algunas máscaras y hacerse preguntas que no tendrán respuesta. Aquí la sexualidad de Andrea juega un papel de complicidad y confesión frente al padre, de poder comunicárselo con diálogos dentro de un mundo semántico que fluctúa entre dos fuerzas opuestas, pero que al mismo tiempo conviven. Por un lado esa reminiscencia de un pasado siempre mejor y por el otro su presente, ahora frágil y recortado contra su voluntad. Es en ese ahora donde cada pregunta cambia de respuesta, de forma. Sus planteos dejan de tener esa inocencia primaria, sin lastimaduras y pasan a ser pensamientos que ya no pueden sostenerse por sí solos, que necesitan de la ayuda paterna y que a la vez esa figura como presencia, se irá desintegrando. Buenos Aires convive con la protagonista como algo estático, un lugar donde se puede caminar sin ser reconocido, pero también trabaja como artificio. “Esta es una parte de la ciudad en la que la gente no pasa hambre y para las fiestas se comporta como si fuera Europa o Estados Unidos: compran comida y regalos, visten para la ocasión.” 

Pero no es todo nostalgia en Acá todavía, el encuentro casual con un hombre y el posterior desencuentro para luego reencontrase en la casa de la familia de él, habla de una casi desesperada búsqueda de la protagonista de la novela, Andrea, que no se resigna, escapándose del dolor hacia adelante. Se refiere a la década del 90 como “La década colorinche, mal cortada, cínica y bronceada. Porque una cosa es la tristeza, noble por donde se la mire, y otra muy distinta la angustia, vinculada en general a cosas que podrían ser de otro modo y no lo son, por falta de voluntad o algún tipo de tara. Aquello era la angustia, esto podría ser tristeza, pero con dignidad.”

En Acá todavía surge el traspaso de ser hija a no tener padre, de cierta tristeza, de no saber cómo se llama eso, a no tener esa voz al lado de uno, ese amor que se disipa y pasa a ser otra cosa. De recuerdos eludiendo sombras que no saben que lo son, de silencios sostenidos, de una mente que viaja sin destino y sin pausa. En las palabras de Romina Paula el verdadero sostén es siempre el amor, de no dejarlo, de atravesarlo por completo y arriesgarse en cada paso. Es una constante búsqueda de sentirse completo con el otro, de descubrirse en esa complicidad, ya sea entre hrmanos, con una pareja, ya sea hombre o mujer, mientras la imagen del padre se va diluyendo, se va desmenuzando como alguien que siempre estuvo y un día no lo está más. En las páginas de Acá todavía se respira cierto aire de independencia y dependencia, y ese puente se articula como un estado de mutación, se desliza por un camino del porvenir del que aún no tiene nombre pero que forma parte del inconsciente de la novela.

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