Entrevista a Leandro Ávalos Blacha en Télam. Por Juan Rapacioli.
Leandro Ávalos Blacha escribió los libros
"Serialismo", "Berazachussetts" y "Medianera". En
diálogo con Télam, el autor habló sobre su nueva novela. "Me interesaba
ese tipo de historia policial que tiene una especie de cruce con el
terror", sostuvo.
En su nueva novela, "Malicia", el escritor Leandro
Ávalos Blacha se sirve de diversos lenguajes como el cine de terror, la
literatura policial, el cómic y la televisión, para configurar una delirante
historia que incluye una serie de asesinatos a vedettes, un misterioso grupo de
monjas, una niña que sabe demasiado y una pareja de amigos que se la pasan
compitiendo en medio de la temporada teatral de Villa Carlos Paz.
Publicada por Entropía, la novela abunda en referencias: el
manejo del terror del director italiano Darío Argento, ciertos aspectos
bizarros del cineasta estadounidense John Waters, el realismo delirante del
escritor Alberto Laiseca y una trama movediza que puede recordar a la
literatura de Thomas Pynchon.
Pero más allá de eso, el libro habla sobre el rencor, el
egoísmo y la codicia que se establece en las relaciones sociales.
Nacido en Quilmes en 1980, Leandro Ávalos Blacha escribió
los libros "Serialismo", "Berazachussetts" y
"Medianera". En diálogo con Télam, el autor habló sobre su nueva
novela. "Me interesaba ese tipo de historia policial que tiene una especie
de cruce con el terror", sostuvo.
- Télam: ¿Cómo se originó esta historia en tu cabeza?
- Ávalos Blacha: Tenía muy claro el principio: una relación
de dos amigos que están todo el día compitiendo por nada. Quería que la novela
tuviera la cuestión del juego muy a flor de piel. El vicio por el casino suele
ser un rasgo que hace asomar lo peor de uno. Es algo que termina controlando a
los personajes. En un nivel general, es una novela que pensé a partir de los
diálogos de las películas, la figura del asesino, el cruce entre policial y lo
sobrenatural. En esas películas, muchas veces, la figura de quien comente el
crimen queda diluida y lo que asoma no es tanto la monstruosidad del asesino,
sino la oscuridad de todos los otros personajes que empiezan a querer salvarse.
Una de las películas emblemáticas es "Seis mujeres para el asesino",
de Mario Bava.
- T: En su necesidad de salvarse solos, los personajes
muestran su aspecto más egoísta...
- AB: Son personajes que se mueven con un individualismo
terrible. El único lazo de amistad que hay en la novela, entre Mauricio y Juan
Carlos, está basado en el rencor, la competencia, los celos. Hay algo del
conflicto mediático, está muy presente esta suerte de periodismo de
espectáculos donde todo gira en torno a peleas entre actrices, el teatro de
revista, las obras del verano en Córdoba o Mar del Plata.
- T: ¿Cuál es la influencia que tiene el cine en tu
escritura?
- AB: El cine es inevitable, me ayuda a pensar climas para
escribir. Es un mundo del que me puedo servir más conscientemente que de lo que
puede ser una influencia literaria. Cuando me señalan una influencia de Aira o
Laiseca, creo que son cosas que surgen de un modo natural. Con el cine hay algo
más meditado, me ayuda pensar en otro lenguaje narrativo. En este caso, el cine
italiano estuvo muy presente. Me interesaba ese tipo de historia policial que
tiene una especie de cruce con el terror. Algo que me gusta, particularmente en
el cine de Argento, es que es un cine que no aspira a lo perfecto. De hecho,
muchas de sus películas son malas, pero sin embargo siempre tienen algo
interesante para apreciar. Es un género que me resulta interesante por cómo fue
dando paso al 'slasher' (subgénero del cine de terror). No me interesaba
escribir un policial clásico.
- T: ¿Cómo fue tu experiencia en el taller de Laiseca?
- AB: Lo primero que leí de él fue "Aventuras de un
novelista atonal". Fue una sorpresa total descubrir algo así en la
literatura argentina. Yo estaba interesado en empezar un taller. Ir con Laiseca
fue encontrar la libertad en la escritura. Algo que se corría de la imagen
solemne de la literatura, una cosa lúdica, fuera de serie. Todo lo que escribí
fue gracias a haber ido a lo de Lai, no solo por la influencia de su obra, sino
por lo que transmitía. El grupo que se formó fue fundamental para seguir
escribiendo. Es muy difícil mostrar lo que uno escribe. Lai sabe cómo darte
consejos sin intimidarte. Hay mucha gente que va a talleres y recibe una
devolución demoledora, eso muchas veces dificulta el camino. Lai fue
fundamental para empezar, para adquirir el hábito, para tomarlo con seriedad,
para ser exigente pero tampoco caer en una autocrítica tan extrema que te lleve
a abandonar.
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