Rescatamos de las redes dos comentarios de lectores sobre Las esferas invisibles, de Diego Muzzio
Por Sebastián Vargas:
Hoy les comento sobre “Las
esferas invisibles”, de Diego Muzzio. El libro, precioso, cuadradito, en un
formato pequeño, ultra cómodo de llevar de acá para allá y muy bien editado,
fue publicado (recién recién) por Entropía. (...)
El libro está integrado por
tres nouvelles (cuentos largos o novelas cortas, como prefieran considerarlos)
que tienen en común una ubicación histórica precisa: Buenos Aires en 1871, el
año de la gran epidemia de fiebre amarilla (la misma ubicación histórica tiene
también una de las más recientes novelas de Franco Vaccarini, “Fiebre
amarilla”, que me estoy debiendo pero leeré próximamente).
Las tres nouvelles (“El
intercesor”, “El ataúd de ébano”, “La ruta de la mangosta”) comparten también
una cercanía con lo inquietante, lo sobrenatural y lo tenebroso-diabólico, con
esas “esferas invisibles” que titulan el libro y remiten a un epígrafe de
Melville. La mímesis con las grandes voces del terror fantástico del siglo XIX
es perfecta: al leer estos textos uno se siente como leyendo a Conrad, a Poe, a
Stevenson, a Kipling. Por momentos, con conexiones a la literatura gauchesca, a
los textos costumbristas del 1900, a “El inmortal” de Borges, a “El señor de
las moscas” de Golding, a Lovecraft. Y es que estas nouvelles de Muzzio están
tan bien escritas y tan impecablemente estructuradas que son, ya, en mi
opinión, textos clásicos por prepotencia de trabajo (como diría Arlt).
En “El intercesor” (texto que
dialoga con Conrad, ya desde el epígrafe, tomado de “El corazón de las
tinieblas”), un joven sacerdote escucha (onda “El exorcista” de W. Blatty) el
relato final de un viejo ciego (y cuasi diabólico) que en su juventud había
sido deportado por Rosas a un fortín alejado de todo, a una frontera desierta
donde solo rondaban la locura, la miseria y fuerzas desconocidas y siniestras.
“El ataúd de ébano” muestra a
dos buscavidas delincuentes que vacían y roban ataúdes para revenderlos a
precio de oro, considerando la gran demanda existente en la ciudad a causa de
la peste. Pero mientras arrastran un ataúd, se les presenta una niña (que
podría tranquilamente ser hija de Poe) que les pregunta por qué tardaron tanto
y les exige que la sigan dentro de la casa y le entreguen el ataúd…
“La ruta de la mangosta”
muestra cómo un joven se vuelve a la vez aprendiz de fotógrafo y de inmortal,
aunque para ello deba entregar su cuerpo (y tal vez su alma) al opio y seguir
una ruta de guerras, pestes y desgracias, para conseguir cadáveres frescos que
le permitan sostener su juventud y su amor.
En síntesis: muy buen libro
de Diego Muzzio. Recomendado.
Por Mariano Blatt (editor en Blatt & Ríos)
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