Quintín sobre Poste restante, de Cynthia Rimsky en La lectora provisoria
Pasé unos días en compañía de una escritora y unas horas en
compañía de otra. La primer está muerta (ya lo estaba cuando pasé unos días con
ella). Se llamaba Lucia Berlin (1936-2004) y su fama fue póstuma, o casi. Una
extensa colección de sus cuentos acaba de ser traducida bajo el título Manual para mujeres de la limpieza (…)
La otra mujer es Cynthia Rimsky y nació en Santiago de Chile
en 1962, años después de que Berlin volviera a su país. De ella se acaba de
reeditar en la Argentina Poste restante, pequeña crónica de un viaje que la
autora hizo en 1999 en busca de señales de su familia de inmigrantes judíos a
partir de un vago álbum de fotografías con su apellido. Rimsky pasa por Medio
Oriente, Chipre y Europa Oriental y su estrategia es un vagabundeo entre gente
perdida, con la que se comunica muy poco. En la contratapa (¡oh, las
contratapas!), María Moreno escribe que se trata de un tipo de viaje que
contrasta con el beat y el guevarista, y que Rimsky hace “observaciones
delicadas pero políticas”. No veo la política, pero creo encontrar en las fotos
y reproducciones sesgadas ecos de Sebald y de Bellatin. Si Berlin escribe en el
sistema narrativo apreciado en la industria editorial, Rimsky lo hace en el
mundo de los procedimientos literarios (cambios de persona y de género,
desenfoques, distanciamiento de los personajes, incluso de sí misma). Pero
ambas transitan un espacio común: el de los que no tienen dinero ni destino.
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