lunes, octubre 31, 2016

Un refugio contra la opresión

Gonzalo León escribe sobre la obra de Cynthia Rimsky para Paniko.cl



Disculpa, pero hace años que no vivo en Chile y me
 parece que no me estoy dando a entender.
Cynthia Rimsky en El futuro es un lugar extraño

1.
Si no saco mal la cuenta, he visto más veces a Cynthia Rimsky (Chile, 1962) en Buenos Aires que en Santiago, eso habla de una cercanía que espero no se traduzca en parcialidad, porque si algo tenemos con Cynthia son diferentes ópticas para abordar, por ejemplo, la literatura argentina que, a excepción de César Aira, no concordamos en casi nada, a veces estas diferencias se expresan —las menos, aunque no por eso menos estridentes— hasta los gritos. Tampoco concordamos en el diagnóstico de lo que pasa en Chile ni en el plano político ni cultural, aunque a mi entender no son visiones contrapuestas, sino complementarias, aunque claro, Cynthia podría pensar todo lo contrario.

2.
Cuando llegó a Buenos Aires en julio de 2012 le pregunté en un bar de Barrio Norte si estaba escribiendo algo nuevo, el año anterior nos habíamos encontrado aquí cuando ella vino al Filba de invitada y me pasó su última novela, Ramal. Puede que la memoria me falle, pero en ese bar de Barrio Norte me respondió que no tenía nada nuevo y que eso precisamente era lo que la inquietaba. Quería escribir en Buenos Aires e iba a tratar de hacer todo lo posible para lograrlo. Y lo hizo. Cuando nos juntábamos en su casa o en algún bar, hablábamos del país —Chile y Argentina convertido en un extraño país llamado ArgenChile—, luego hablábamos lo que nos pasaba para finalmente llegar a lo que estábamos escribiendo. Yo contaba más cosas que ella, y eso no era ni sigue siendo una novedad. El año pasado en una caminata hacia el cóctel anual de Editorial Mardulce me dijo que había terminado una novela y un libro de cuentos y que los pensaba publicar este año. La borrachera de aquella noche hizo que olvidara este recuerdo hasta hoy.

3.
No he leído todos sus libros, algunos los he encarado y otros he preferido seguir de largo. De los que he encarado el que más me gustó fue La novela de otro (2004) publicado por una editorial salesiana. Cuando se lo dije no le gustó nada. Ramal (2011) que ha sido su novela con mejor crítica no llegó a entusiasmarme tanto; de Poste restante (2001 y 2010 en Chile), aquel diario de viajes o de encuentro con el origen, María Moreno escribió en la contratapa de la edición de la edición argentina «está hecho de epifanías, lejos de la exaltación maniaca del viaje beat o del sesgo de denuncia del viaje guevarista». Todo esto para decir que hace unas semanas terminé de leer su última novela, El futuro es un lugar extraño (Random House, 2016, Chile), y me sorprendió por muchas razones. En nuestras charlas ella me decía que esta novela tenía algo argentino, y yo busqué eso argentino (en mis cánones por supuesto), y no lo encontré, es más, me pareció una novela muy chilena, con una lengua anclada en el país, con cierto coloquial, lo que denotaba a mi entender una enorme nostalgia. Sin embargo, no era una nostalgia por Chile, sus cazuelas, sus empanadas y su vino tinto, sino por cuestiones que expresaban una sensibilidad: amistad, fraternidad, compañerismo, en fin, algunos de los ideales que aparecen en la tapa del libro, ideales que son nombres de calles del lugar donde acontece el desenlace de la historia.

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