viernes, julio 19, 2013

Criaturas malhabladas


Pablo Natale reseña Cómo usar un cuchillo, de Fernanda García Lao para el suplemento Ciudad X, del diario La Voz del Interior.

En la foto de solapa de Cómo usar un cuchillo vemos a Fernanda García Lao en un retrato en blanco y negro, sosteniendo una hoja tamaño oficio extrañamente rasgada o doblada, y de fondo un paisaje que bien podría ser una selva o un cuadro de un jardín. En esa foto, García Lao, vestida con una blusa que deja ver uno de sus hombros, está concentradísima leyendo o haciendo que lee. En gran medida, la teatralización de la mujer, de la lectura, de la sensualidad y de la muerte (la autora parece embalsamada) presente en el retrato contiene lo que luego encontraremos en el libro.
Bocetos de relatos, puestas en escena con gráficos arquitectónicos incluidos, cuentos que presentan a un personaje en el momento justo en el que se dedica a explotar, cientos de cuchillos y seres deformes son los protagonistas de un libro cuya escritura ha sido sometida a la distorsión, buscando incomodar y transgredir. Basta leer los títulos con que García Lao etiqueta sus cuentos para trazar el universo en el que opera su literatura: “Asterico”, “Inmundo”, “Anarquía de la forma”, “Mensaje viscoso”, “Desierto al revés”.
Hay un cuento en que dos adolescentes se burlan de una empleada doméstica, hay uno de una cantante que sobrevive a un insólito naufragio, hay uno sobre una mesita (¿?), hay un concurso de modelitos rodeadas de extraterrestres, hay uno de una mujer que se suicida, hay otro de una niña genio que se suicida.
En Cómo usar un cuchillo nos encontramos con una mezcla de Lautreamont, el mejicano Carlos Velázquez y La loca de mierda, o con una fila de sketches gores ridículos, escatológicos o provocadores cuyos principales temas son el lenguaje y el mal.
Hace unas semanas apareció un video en la web en el que una jovencita rusa era filmada en medio de un supuesto casting porno. El francés del otro lado de la cámara le preguntaba, con asistencia de una traductora, si le gustaba leer, si había tenido novio, y todo iba derivando hacia el lugar común del género. De pronto alguien golpeaba la puerta, se cortaba la luz, se escuchaban gritos, y la rusa degollaba a distancia a la traductora mientras se acercaba sonriendo a cámara.
Esa también hubiera sido una escena “bien García Lao”, una autora cuya estética se ha concentrado en la banalización de la violencia, la teatralización del mal y la celebración de lo deforme.

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